Cambio climático: África y el Sur en desarrollo no cuentan en las negociaciones

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Fuente: African Agenda (Third World Network-Africa).

Los pedidos del mundo en desarrollo, que padece los peores impactos del cambio climático, parecen caer en oídos sordos en las negociaciones rumbo a la 17 Conferencia de las Partes (COP 17) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCCC, por sus siglas en inglés) que se realizará en noviembre en Durban, advirtió esta semana Africa Agenda, publicación bimestral de la Red del Tercer Mundo-África.

"Por un lado, los países industrializados, principales responsables de la debacle climática, son los más reacios a comprometerse con medidas para remediar la situación. Por otro lado, las víctimas, principalmente de África y de los países menos adelantados (PMA), suplican por un compromiso jurídico vinculante y continúan estrellándose contra las rocas a medida en que el Norte lo siguen rechazando", advirtió Africa Agenda en su editorial.

El editorial dice lo siguiente:

¡Por una Tierra más segura!

Desde la COP 15 en Copenhague, pasando por las reuniones de Cancún, Bangkok y Bonn en el camino a la conferencia sobre el cambio climático de Durban en noviembre, las señales son claras: las preocupaciones de África no serán tomadas en cuenta pues los países desarrollados, los principales culpables del fenómeno, se niegan a asumir la responsabilidad de mitigar sus irrecusables efectos.

Por más indiscutibles que éstos sean, el hecho de que algunos países sufren más que otros dificultan el desafío de intentar, a través de una concertación internacional, remediar la situación. 

Por un lado, los países industrializados, grandes responsables de la debacle climática, son los más reacios a comprometerse con medidas para remediar la situación. Por otro lado, las víctimas, principalmente de África y de los países menos adelantados (PMA), reclaman un compromiso jurídico vinculante y continúan que el Norte sigue rechazando. Desde Cancún, la solución más probable apunta en el sentido de un “régimen de reducción flexible y voluntario" no obligatorio, un sistema de “compromiso y revisión" que permita a los países actuar de acuerdo con sus propios intereses. Esto es muy distinto del Protocolo de Kyoto, orientado a la acción internacional.

Un acuerdo para un segundo periodo de aplicación del sistema de Kyoto habría significado una reducción total de entre 25 y 40 por ciento en las emisiones de gases invernadero, según el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (los países en desarrollo reclamaban entre 40 y 50 por ciento). Ahora es improbable que eso suceda, ya que incluso Japón, país firmante del Protocolo, actualmente se opone. En cuanto a Estados Unidos, un país que no firmó el convenio, dejó en claro, incluso en Bangkok, que rechazaría cualquier compromiso vinculante de reducción de emisiones.

El objetivo de la UNFCCC de garantizar un enfoque “común pero diferenciado de responsabilidades” ante el cambio climático está, en mayor o menor medida, condenado al fracaso.

Otro tema crítico en las negociaciones es la ayuda financiera a los países en desarrollo más afectados por el cambio climático. Las promesas iniciales de 30.000 millones de dólares para tratar de mitigar con urgencia el impacto del fenómeno han sido una mera charla barata. Por lo tanto, la nueva promesa de recaudar 100.000 millones de dólares al año con el mismo objetivo es recibida sin la más mínima esperanza.

Mientras tanto, la politiquería continúa y el daño no se reduce. Nada se hace por poner fin a las inundaciones repentinas, las sequías, las altas temperaturas y la consiguiente destrucción de especies vivientes y bienes, y los daños no se detienen esperando por el resultado de las negociaciones.

Los llamamientos de las principales víctimas del cambio climático en África, América Latina y Asia parecen caer en oídos sordos, no importa cuán estridentes suenen. Hasta ahora parecía que la agenda de justicia climática, al igual que otras sobre la mesa internacional de negociaciones, está condenada a otro revés, mientras los intereses del mundo en desarrollo se ahogan bajo los intereses del mundo rico. Sin embargo, esta vez la gran diferencia es que es la salud del planeta la que está en juego. Es cierto: los países en desarrollo, en este momento y en un futuro previsible, serán los más afectados por los perjuicios del cambio climático. Pero en el largo plazo el resto del mundo también sufrirá las consecuencias.

De hecho, si la situación permanece incambiada, la mochila de los países pobres no sólo llevará la carga de mitigar los efectos ya visibles, sino también los futuros, en la medida que los países industrializados no tendrán ninguna obligación internacional vinculante para implementar las medidas necesarias, correctivas tanto de sus acciones pasadas como de sus probables acciones futuras.

Algunos creen que las responsabilidades y las causas del cambio climático pueden ser discutidas, pero hay informes que deberían ser aleccionadores. Uno marca el aumento de 1,29 grados centígrados en la temperatura promedio de África, según la Organización Meteorológica Mundial. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) advirtió el año pasado sobre la probabilidad de que la temperatura mundial aumente entre 2,5 y 5 grados centígrados a finales del siglo XXI. Como ha reiterado la República Democrática del Congo, en nombre del Grupo Africano en Bonn, sólo hay una forma segura de salvar a la Tierra: la implementación del Protocolo de Kyoto y la implementación de un segundo período de compromisos de la forma más segura para la reducción de las emisiones de los países industrializados, cuyos compromisos actuales son escasos, de entre 3,0 y 3,7 gigatoneladas de reducciones para 2020. El mundo debería reducir sus emisiones 14 gigatoneladas más, según el PNUMA.

Es importante que los países, especialmente los desarrollados que tienen las negociaciones de rehén, recuerden los Cuatro Pilares dispuestos en la conferencia de las partes en Bali:

1. Mejorar la acción nacional e internacional para mitigar el cambio climático.

2. Mejorar la acción sobre adaptación.

3. Mejorar la acción sobre el desarrollo de la tecnología y su transferencia para apoyar la acción de mitigación y adaptación, y

4. Mejorar la provisión de recursos financieros y de inversión para apoyar la acción de mitigación y adaptación y cooperación tecnológica.

 Estos son los puntos de los que deben ser concientes los negociadores camino a Durban si es que tienen la intención de salvar la UNFCCC y al propio mundo.