Políticas de austeridad también golpean al mundo en desarrollo

Mientras la atención sobre la crisis económica mundial se concentra en Europa, las consecuencias sociales siguen siendo devastadoras en todo el mundo, especialmente sobre los países en desarrollo. Los últimos datos internacionales disponibles, destacados en una publicación de la División de Políticas y Prácticas de UNICEF, advierten sobre los alarmantes peligros que suponen la escasez de alimentos, el desempleo generalizado y la reducción de la asistencia social.

En términos de acceso a los alimentos, después de los dos grandes picos en los precios internacionales (en los ciclos 2007-08 y 2010-11), este año la población de casi 60 países en desarrollo está pagando en promedio 80 por ciento más que antes de la crisis, advierte "Una recuperación para todos: Repensando las políticas socioeconómicas para los niños y las familias pobres", editado por Isabel Ortiz y Mattew Cummins y publicado por la División de Políticas de UNICEF.

Los mercados laborales ofrecen menos empleos y salarios más bajos, lo que aumenta la incidencia de pobreza entre el contingente de ocupados, lo cual ya afectó a casi mil millones de trabajadores y sus familias, que ya había atrapado a casi 1.000 millones de trabajadores y a sus familias. Dos de cada cinco trabajadores del mundo se ven incapaces hoy reencontrar empleo, según el estudio.

Para colmo, el creciente desempleo juvenil se une a la rápida expansión de la fuerza de trabajo joven. Se espera que más de 1.000 millones de jóvenes ingresen en la fuerza de trabajo mundial entre 2012 y 2020.

El acceso a bienes y servicios públicos se ve también cada vez más amenazada por las políticas de austeridad. Se prevé que 133 países habrán reducido al cabo de este año sus gastos anuales en un 1,6% del PIB, en promedio. La contracción será excesiva en el caso de 30% de los gobiernos analizados, es decir por debajo de los niveles previos a la crisis.

De todos modos, la contracción del gasto en los países en desarrollo (1,8% del PIB) casi duplica a la de los países industrializados (1,0%).

Una revisión de 158 de los últimos informes de los países al Fondo Monetario Internacional (FMI) revela que los gobiernos considerando cuatro reformas principales:

■ Gobiernos de 73 países evalúan recortar o limitar las nóminas, reduciendo así los salarios de los trabajadores del sector público que ofrecen servicios esenciales a la población.

■ Gobiernos en 73 países pretenden reducir o cancelar los subsidios, inclusive a los alimentos y al combustible, a pesar de los altos precios sin precedentes de estos productos vitales en muchas regiones.

 

■ Los gobiernos de 55 países consideran recortar programas de protección social cuando, en realidad, deberían esforzarse por incrementar esos beneficios.

■ Gobiernos de 71 países analizan otras estrategias de reducción del presupuesto, como aumentos impositivos sobre bienes y servicios básicos que consumen los pobres, lo cual podría contraer aun más la actividad económica..

Las consecuencias acumulativas y simultáneas de estas medidas, al sumarse, podrían ser serias e irreversibles, especialmente para los bebés y los niños pequeños, advierte el estudio de Ortiz y Cummins.

Entre éstos se incluyen el aumento del hambre y la desnutrición, del trabajo infantil, y la violencia intrafamiliar; el deterioro de los indicadores de salud y de escolaridad, la vulnerabilidad creciente ante futuras crisis y el malestar social generalizado.

Sin embargo, la actual crisis también es una oportunidad para repensar las políticas socioeconómicas, según el estudio. Para ello es necesario dejar de lado las políticas macroeconómicas y fiscales del pasado, a las que califica de cortoplacistas, de modo de establecer otras tendientes a alcanzar la seguridad alimentaria, el pleno empleo, el desarrollo humano y el crecimiento inclusivo y sostenible.

Hay alternativas, incluso en los países más pobres. A menudo se argumenta que las inversiones sociales y económicas que beneficien a los niños y las familias pobres no son asequibles o que los recortes de los gastos del gobierno son inevitables durante este período de ajuste.

Sin embargo, hay seis grandes áreas que los gobiernos pueden explorar para ampliar el espacio fiscal actual, que se apoyan en las declaraciones de política de las Naciones Unidas: reasignar los gastos públicos; incrementar los ingresos fiscales; apelar a la presión política y el cabildeo para obtener más ayuda y más transferencias; explotar las reservas fiscales y de divisas extranjeras existentes; endeudarse y reestructurar deuda existente; y adoptar un marco macroeconómico más flexible.

Para ello, las inversiones sociales y económicas deben ser priorizados dentro de un marco más flexible y a plazo más largo, reconociendo que hay una variedad de opciones de financiamiento disponibles para reforzar estas inversiones tan necesarias, incluso en los países más pobres.

El hambre, la enfermedad, la muerte, las protestas y la pérdida de confianza en los gobiernos y las instituciones públicas, son todos evitables. Hay alternativas que se deben adoptar para una recuperación inclusiva, o, como el título de la publicación por la División de Políticas del UNICEF dice, una "recuperación para todos".

Más información

"Una recuperación para todos: Repensando Políticas Socioeconómicas para los niños y las familias pobres" (en inglés): http://uni.cf/V2bu0E

Fuente

South Bulletin: http://bit.ly/R14YZC