En el 2000, la situación social y de la salud siguió empeorando para la mayoría de la población, así como la vida en general. Este es el resultado de las inhumanas sanciones económicas, las implacables políticas de represión y la flagrante violación de los derechos básicos de los iraquíes. Las medidas económicas del régimen perpetúan el sufrimiento del pueblo.
           Los ingresos del petróleo determinan la situación del país desde          los años 50, al financiar la mayoría de la inversión y los gastos públicos          y proporcionar prácticamente todas las divisas necesarias para pagar          las importaciones y los programas de desarrollo.
           Las políticas económicas, pasadas y presentes, no lograron erigir          una industria productiva moderna, modernizar la agricultura o sentar          las bases para el crecimiento económico sostenido. Tampoco          proporcionaron recursos financieros suficientes para el desarrollo          social en los ámbitos de la enseñanza, la salud, el ambiente y demás          sectores sociales. Se malgastaron enormes sumas de dinero obtenidas a          través de las exportaciones de petróleo. Iraq cuenta con la segunda          reserva de petróleo del mundo, y algunos expertos consideran que es          la mayor si se incluyen los pozos petroleros sin explorar.
           Las dos guerras libradas por el régimen contra los países vecinos de          Irán y Kuwait agravaron la situación. Los conflictos vaciaron las          arcas del Estado y provocaron la acumulación de la deuda externa, que          supera los USD 200 mil millones.
           La resolución 986 del Consejo de Seguridad de la ONU, “Alimentos          por petróleo”, le significó a Iraq USD 41 mil millones en ingresos          desde que fuera aplicada hace cuatro años. De esa cifra, USD 14 mil          millones se destinaron a la indemnización y a los gastos del personal          de la ONU en Iraq, USD 5 mil millones a la región kurda en el norte          del país, y USD 10 mil millones a financiar las importaciones del          gobierno. Los USD 12 mil millones restantes están depositados en un          banco francés bajo supervisión de la ONU.
           El dinero financió la importación de alimentos, medicinas, equipos,          repuestos y otras necesidades humanitarias como electricidad, agua          potable y saneamiento. Ayudó a evitar la catástrofe que amenazaba a          la población, pero no ayudó a mejorar las condiciones de vida ni a          colocar al país en el camino hacia el desarrollo social. Las demoras          del Comité de Sanciones de la ONU y la burocracia de sus          funcionarios, junto con la corrupción y la mala distribución de los          productos en la lista de racionamiento mensual emitida por el          gobierno, provocaron el deterioro del programa y la reducción de sus          beneficios para el pueblo.
           Asimismo, Iraq obtiene unos USD 2 mil millones adicionales por año          del petróleo exportado clandestinamente a los países vecinos. Este          dinero no es utilizado por el gobierno para mejorar la situación          alimentaria y sanitaria del país, sino que se destina directamente a          financiar las necesidades y el gasto de los gobernantes.
           Mientras el régimen denuncia la falta de recursos para financiar el          desarrollo y mejorar las condiciones de vida del pueblo, rechaza una y          otra vez las propuestas de la ONU de recurrir a los USD 12 mil          millones depositados en Francia para comprar productos básicos y          financiar los servicios sociales. Desde que comenzara el programa          “Alimentos por petróleo”, las importaciones de Iraq representaron          USD 8mil millones en alimentos y medicinas. Si Iraq retirara un tercio          de su depósito (o sea USD 4 mil millones), mejoraría drásticamente          el suministro de productos necesarios, tanto en cantidad como en          calidad.
           Binon Sivan, el representante de la ONU que supervisa el programa          “Alimentos por petróleo” en Iraq, se quejó de que las          autoridades iraquíes no adquirían los elementos necesarios para la          salud, la enseñanza, el suministro de agua potable, el saneamiento y          la industria petrolera. La única excepción fueron las importaciones          de alimentos. Sivan señaló que las compras de los sectores          mencionados totalizaron USD 312,64 millones, mientras la cantidad          obtenida correspondió a USD 2.126,66 millones. Esto comprueba que el          régimen no sólo actúa en forma irresponsable, sino que se aprovecha          del sufrimiento del pueblo y su bajo nivel de vida con fines políticos.
           En el 2000, las autoridades intensificaron su presión sobre la          población, especialmente la de medianos y bajos ingresos, al emitir          decretos y órdenes para elevar el nivel impositivo, las tarifas de          electricidad y agua, y aplicar cambios a muchos servicios sociales.          Por primera vez en 30 años, la educación se rige por fines de lucro.          El Ministerio de Educación dejó de lado la enseñanza gratuita al          incorporar tarifas en todos los niveles, comenzando por las escuelas          nocturnas y las universidades. Ahora los alumnos deben comprar los          libros de texto y los cuadernos, que antes se distribuían          gratuitamente.
           Además, ese mismo año subieron los precios, se depreció la moneda          iraquí y se redujeron los salarios y los ingresos. El estancamiento          económico y la insuficiencia de los alimentos y la atención médica          causaron más mortandad entre los ancianos y los niños.
           Muchos establecimientos industriales y fábricas cerraron en el 2000.          La producción nacional abarca entre el 20% y 25% de la demanda          interna de bienes de consumo. El desempleo asciende al 60% de la          población económicamente activa y el PNB descendió en el 2000 a un          tercio de lo que era en 1999. El Ministerio de Asuntos Sociales          planeaba emplear a 150 mil jóvenes en el sector público, pero para          fines de año sólo se habían contratado a 20 mil, es decir, el 13,5%          del objetivo proyectado. Esto agravó el desempleo en el país,          especialmente en la juventud, y es una razón de la creciente emigración.          Aproximadamente 75-80% de la población vive por debajo de la línea          de pobreza. A pesar de la terrible situación económica del pueblo,          el país tiene una de las mayores tasas de crecimiento demográfico          (aproximadamente 3,2% anual).
           Según datos oficiales, la producción agrícola ha descendido en los          últimos tres años. El gobierno atribuyó la responsabilidad a los          ministerios de Agricultura, Riego y Comercio. Los acusa de carecer de          planes claros para desarrollar los proyectos agrarios y de riego, de          no brindar los medios necesarios para la agricultura y de ofrecer una          comercialización ineficaz de sus productos. Esta situación provocó          el éxodo de productores y campesinos de sus tierras.
           La falta de supervisión del gobierno y la indiferencia de sus          funcionarios ante el sufrimiento popular, así como la extensión de          la corrupción, los sobornos y el robo del dinero público crearon una          situación caótica en el mercado con efectos dañinos para los          habitantes. En el año 2000 no hubo cambios en la política de Estado,          ni se tomaron medidas para reducir la pobreza o emprender el          desarrollo social que podría mitigar el padecimiento humano. El          gobierno dio prioridad a sus metas políticas y no a las humanitarias.
           La pobreza y otros problemas sociales no pueden resolverse sin          enfrentar sus causas. La falta de compromiso político, la represión          persistente, las políticas antidemocráticas e inhumanas del régimen,          por una parte, y las constantes sanciones económicas por la otra,          impiden las gestiones para reducir el sufrimiento y agravaron la          situación socioeconómica.
           La estrategia de erradicación de la pobreza y los planes de          desarrollo se deben vincular al respeto de los derechos humanos y la          participación democrática en las políticas de Estado y los procesos          de decisión. Lamentablemente, éstas no son parte de las políticas          del gobierno.
           No hay duda que el bloqueo económico impuesto por la ONU perjudica la          vida del pueblo iraquí. De continuar, en el futuro tendrá sombrías          consecuencias para los ámbitos económico, social y psicológico.          Lamentablemente, el régimen actual manipula las condiciones del          bloqueo para limitar la participación popular mediante medidas          represivas y leyes arbitrarias. Lo hace para mantenerse aferrado al          poder y utilizar todos los recursos financieros a su alcance para          fortalecerse, sin importar el sufrimiento de la vasta mayoría de la          población.
           El retiro inmediato de las sanciones económicas es de máxima          importancia para poner fin al sufrimiento del pueblo y mejorar sus          posibilidades de acceder a un futuro más democrático y próspero.