El  objetivo global de reducción de la pobreza a la mitad de aquí al 2015 supone superar dificultades tanto internas como externas para que el presupuesto se transforme en un instrumento privilegiado de la política económica.
          El Documento Estrategia de Reducción de la           Pobreza (PRSP, por su sigla en inglés) recientemente elaborado por           Senegal en el marco de la iniciativa de Países Pobres Muy Endeudados (PPME),           tiene como objetivos principales –divididos en tres grupos           prioritarios:
 
           A corto plazo, esto implica garantizar un crecimiento económico del 7%           u 8% en vistas a reducir en un 15% por lo menos el porcentaje de           personas pobres en el período 2003-2005. Si consideramos únicamente el           objetivo global de reducción de la pobreza a la mitad, de aquí al           2015, surge la pregunta de cómo lograrlo. Para ello, será necesario           superar ciertas dificultades internas y externas para que el           presupuesto se transforme en un instrumento privilegiado de la           política económica.
           Una presión fiscal fuerte
           Durante el período 1992-2001, las recetas fiscales recaudadas por el           Estado nunca llegaron a representar ni la quinta parte del PBI. Esto           significa que un porcentaje considerable de las riquezas generadas           evade los impuestos. Este bajo nivel de recaudación se concentra en un           número limitado de operadores lo que nos lleva a constatar la           complejidad de los problemas relacionados con el rendimiento fiscal y           la paradoja de los elevados índices de imposición. Este rendimiento           fiscal insuficiente se debe a varios factores: el porcentaje           aplastante que representa el sector informal dentro de la economía           nacional, la discriminación incontrolada de los contribuyentes con           ingresos permanentes y sustanciales, los medios limitados de los que           dispone la administración fiscal para llevar a cabo sus misiones y,           por sobre todo, la falta de voluntad política.
           En primer lugar, el sector informal representa más del 50% del PBI y           la contribución de los agentes de ese sector al esfuerzo fiscal se           limita esencialmente al pago de impuestos indirectos (en especial los           gastos de aduana). A pesar de las reflexiones y búsquedas realizadas           en ese sentido, la fiscalización del sector informal sigue siendo muy           baja. Es necesario aplicar el principio de igualdad de los actores           frente al impuesto definiendo una tasa de imposición compatible con           tales actividades. La demora en la toma de decisiones en ese sentido           es la causa de una informalización progresiva de muchas actividades           cuando debería favorecerse el movimiento inverso.
           Esto trae como consecuencia la estrechez de la base imponible que se           reduce a un pequeño número de empresas del sector formal, a los           sueldos de los sectores público y privado, y al consumo. Por ejemplo,           el impuesto a la renta de las personas físicas (IRPF) afecta a una           pequeña proporción de contribuyentes que representa apenas el 2% de la           población total imponible. Estos impuestos sobre la renta equivalen a           menos del 15% de las recetas del Estado, mientras que los impuestos           indirectos representan más del 75% del sistema fiscal. Cierto es que           los poderes públicos prefieren el impuesto indirecto, más fácil de           recaudar.
           Esta estructura de la base tributaria explica en gran parte las tasas           de presión fiscal elevadas ya que solamente algunas empresas pagan el           impuesto. Estas tasas, según la ley de Laffer (demasiado impuesto mata           el impuesto), favorecen la evasión fiscal. Esta fuerte presión fiscal           se explica también por la generalización y la armonización de las           tasas del impuesto al valor agregado (IVA) dentro del espacio UEMOA.[1]
           En segundo lugar, la administración fiscal no dispone de medios           humanos y materiales adecuados y funcionales para cumplir su misión de           mobilización de recursos. Todas estas dificultades inherentes al           sistema fiscal contribuyen considerablemente a reducir las recetas que           el Estado debería mobilizar para enfrentar sus gastos.
           El problema de la deuda
           La deuda vencida por la Ley de Finanzas 2002 asciende a USD 173,3           millones, lo que representa alrededor del 19% de la recaudación. Estas           cifras muestran el fardo que representa la deuda, que hipoteca           seriamente el financiamiento del desarrollo. Todas las políticas de           reducción de la deuda, así como los sucesivos reescalonamientos, no           han logrado todavía los beneficios esperados. La admisión del Senegal           a la iniciativa PPME, en junio 2000, debería permitir la obtención de           un monto sustancial de más de USD 800 millones para la estrategia de           lucha contra la pobreza.
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 Cuadro 1: Situación de la deuda (en millones de USD)  | 
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 Créditos multilaterales  | 
 1.978  | 
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 Créditos bilaterales  | 
 624,15  | 
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 Otros créditos  | 
 77,6  | 
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 Deudas reescalonadas  | 
 491,3  | 
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 Total de deudas  | 
 3.171,05  | 
          Las inversiones y la reactivación del           crecimiento
           El Programa Trienal de Inversiones Públicas (PTIP) 2002-2004 asciende           a USD 1687,8 millones con una progresión del 3,7%.
           La distribución sectorial de las prioridades de inversión coloca en           primer lugar al sector cuaternario que comprende el desarrollo de los           recursos humanos, la mejora del nivel de vida, la promoción           socioeconómica de los grupos vulnerables, etc., con un 49% de las           inversiones del programa.
           El sector primario, junto con el desarrollo de las actividades           agrícolas y la mejora de las condiciones de vida en medio rural, le           sigue a distancia con un 24% de las inversiones. Sigue el sector           terciario con un 21% del volumen global. Y lejos en último lugar, el           sector secundario, que recibe el 6% de las inversiones.
           Pero, ¿cuál es el estado de movilización de los recursos de PTIP           2001-2003? Según la Dirección de Cooperación Económica y Financiera,           el financiamiento de las inversiones se confirmó por un monto de USD           1.397,8 millones, es decir 83% del total del programa. El monto de los           financiamientos en negociación asciende a USD 166,7 millones, es decir           10%, mientras que los financiamientos que aún restan por buscar           ascienden al 7% del costo del PTIP.
           Se observa además que el 71% de los financiamientos ya otorgados y en           negociación provienen de fuentes externas y que sólo un 29% de los           recursos son internos. El reparto de los recursos externos muestra que           el 36% está constituido por subvenciones y el 64% por préstamos           otorgados en condiciones concesionales. Los recursos internos           provienen principalmente del Estado (92%), y el 8% restante de           beneficiarios y establecimientos paraestatales.
           La observación más importante es que la agricultura no está           considerada como el motor de crecimiento, para lo cual hubiera           necesitado un porcentaje más sustancial de inversiones para reducir la           pobreza, ya que según el DSRP, el fenómeno de la pobreza en zona rural           afecta entre 72% y 80% de la población. La situación se va a agravar           debido al desentendimiento del Estado frente al mundo rural.
           Necesidad de una mayor integración regional
           Senegal es miembro de la CEDEAO[2] y de la UEMOA, entidades regionales           que permitirán la creación de un vasto mercado capaz de atraer la           Inversión Extranjera Directa (IED). Este proceso de integración pasa           inevitablemente por la convergencia de las políticas económicas.
           Pero, a nivel de la CEDEAO, a tres años del plazo previsto para la           moneda única, los criterios de convergencia están lejos de ser           respetados por algunos países. Sólo Benín pudo cumplir los cuatro           criterios que giran alrededor del mantenimiento de la estabilidad           monetaria por parte de los países miembros, reduciendo la inflación a           una cifra en 2000 y al 5% en 2003. Estos países deben mantener también           una disciplina presupuestaria, reduciendo los déficits presupuestales           al 5% del PBI en 2000 y al 4% en 2002. Por último, deben mantener un           mínimo en posición neta del gobierno que debe cubrir los intercambios           comerciales para los tres meses en 2000 y seis meses en 2003. Los           estados miembros de la UEMOA no han cumplido tampoco con los criterios           de convergencia de la unión.
           Se nota una tendencia a la degradación de la situación económica y           financiera de la Unión, que se traduce por una disminución del PBI per           cápita que se originaría en una tasa de crecimiento del PBI en volumen           inferior a la tasa de crecimiento demográfico por segundo año           consecutivo. Asistiríamos a una convergencia de las tasas de inflación           perturbada por los malos resultados diferenciados de las campañas           agrícolas alimenticias de un Estado a otro, y las fluctuaciones en           alza de las cotizaciones de los productos derivados del petróleo.
           Por último, es evidente la inviabilidad de las finanzas públicas,           caracterizadas por la persistencia de las financiaciones           excepcionales, en particular la acumulación de atrasos de pagos           internos y externos, y una fuerte contracción de los gastos de           inversión financiados por fuentes internas.
           Esta falta de convergencia plantea el riesgo de que las medidas           instauradas, en particular en materia de armonización fiscal, no se           apliquen estrictamente, con consecuencias importantes en el destino de           la IED. Una falta de imposición o una ausencia de control fiscal de la           IED en un país falsearía las reglas de juego cooperativo.
           A pesar de esta situación mediocre, surgen nuevas esperanzas con la           creación de la Nueva Colaboración Africana para el Desarrollo (NCAD)[3]           que ofrece perspectivas en un inmenso mercado de inversiones.
Notas:
              [1] Unión Económica y Monetaria Oeste               Africana, creada el 10 de enero de 1994 en Dakar (Senegal) y               compuesta por ocho países: Benín, Burkina Faso, Costa de Marfil,               Malí, Níger, Senegal, Togo, Guinea-Bissau, tienen en común el uso               del franco CFA, y sus objetivos son: a) Crear entre los estados               miembros un mercado común basado en la libre circulación de               personas, bienes, servicios y capitales, derecho de               establecimiento de las personas, con una tarificación exterior               común y una política comercial común; b) Garantizar la               convergencia de las performances y de las políticas               macroeconómicas de los estados miembros mediante la institución de               un procedimiento de vigilancia multilateral.
              [2] Comunidad Económica de los Estados               de Africa Occidental. Es un agrupamiento de 15 países:                Benín, Burkina Faso, Cabo Verde, Costa de Marfil, Gambia, Ghana,               Liberia, Malí, Níger, Nigeria, Senegal, Sierra Leona, Togo,               Guinea-Bissau, Guinea. Creada en 1975. Su misión es promover la               integración económica en todos los ámbitos de la actividad               económica.
              [3] Nueva Colaboración Africana para               el Desarrollo. Sus áreas de intervención son las siguientes: a)               buena gobernanza económica y flujo de capitales; b) buena               gobernanza; c) acceso a los mercados y diversificación de               productos; d) infraestructuras, medio ambiente, nuevas tecnologías               de la información y de la comunicación, energía; e) desarrollo               humano.