¿Podemos recoger los pedazos rotos?

Publication_year: 
2002
Jessica Reyes-Cantos
Action for Economic Reforms

Aunque la economía mundial ya estaba en contracción incluso antes de los atentados del 11 de septiembre, la estrategia económica cortoplacista sigue concentrada en las exportaciones y las inversiones extranjeras directas. Estas siguen siendo potenciales impulsoras del crecimiento, pero ese potencial se debilitó en gran medida debido a las condiciones externas y locales.

En estos tiempos inciertos, muchos pronosticaron que la economía filipina se contraería después de los atentados del 11 de septiembre contra el World Trade Center en EEUU. Sin embargo, el gobierno de Arroyo declaró en su informe de fin de año que las Filipinas se habían mantenido a flote.

Para una economía que registró tasas de desempleo de dos dígitos en 2000 y el primer semestre de 2001 por primera vez desde 1986, quizá no haya más camino que salir adelante, o quedarse en el mismo lugar.

Si el pueblo filipino gozara de igualdad en el acceso a las prestaciones sociales, quedarse en el mismo lugar probablemente fuera mejor que la recesión. Pero en Filipinas, con una distribución del ingreso sumamente asimétrica y una tasa de crecimiento demográfico de más de 2% –una de las más altas de Asia–, los pobres no se pueden conformar con quedarse inmóviles ya que la pobreza ha sido un problema constante.

Mediocre crecimiento, pero mejor de lo esperado

Las tasas de crecimiento económico eran mediocres incluso antes de los atentados del 11 de septiembre. Pero ese crecimiento fue una sorpresa agradable para las autoridades económicas, que esperaban un panorama mucho peor, dado los pésimos resultados del resto del mundo. El crecimiento de 4% logrado puede considerarse todo un ejemplo cuando se lo compara con las otrora prósperas economías de Hong Kong, Taiwan y Singapur, que repentinamente experimentaron una reducción del crecimiento, o de Japón, que padece una prolongada recesión.

La economía filipina fue relativamente menos afectada por la caída en el crecimiento mundial porque las exportaciones representan sólo 40% de la producción económica, en contraste con Malasia o Taiwán – cuyas exportaciones constituyen más de 80% de la producción de sus economías.

Crisis de desempleo, 40% vive en la pobreza

La tasa de desempleo de 10,1% en octubre de 2000 (la mayor desde 1986) rápidamente fue imitada por el incremento de los delitos. Aunque las estadísticas oficiales sobre la actividad delictiva informan de un 93% de resolución de los casos, lo que preocupa es la naturaleza de los delitos registrados. Antes los secuestros se limitaban a las zonas urbanas y tomaban como víctimas a empresarios chinos, pero ahora este tipo de crimen se extiende a las provincias y los habitantes comunes y corrientes también se convirtieron en víctimas.

Aunque la tasa de desempleo descendió a un solo dígito en octubre de 2001, persiste la sensación de que existe una crisis de desempleo. Incluso con la caída de la tasa, el número absoluto de desempleados aumentó más de 140 mil desde el trimestre anterior, tal como se muestra en el Cuadro 1. Además, la educación universitaria solía ser casi una garantía de trabajo. Últimamente, incluso los egresados de las principales universidades del país tenían dificultad para conseguir empleo.


Cuadro 1: Trabajo y empleo - julio 2000 a octubre 2001

Trabajo y empleo

Octubre 2001

Julio 2001

Abril 2001

Julio 2000

Mano de obra (millones)

33,4

32,6

33,6

30,5

Particip. de mano de obra (%)

67,5

66,3

69,0

63,8

Desempleados (millones)

3,3

3,1

4,5

3,4

Desempleo (%)

9,8

10,1

13,3

11,2

Subempleados (millones)

5,0

5,5

5,1

5,7

Subempleo ()

16,6

17,7

17,5

21,2

Las noticias diarias en la prensa que informan de cierres de empresas y despidos no ayudan. En los primeros 10 meses de 2001 quedaron cesantes 56.531 trabajadores tras despidos colectivos y cierres permanentes de 2.294 establecimientos comerciales. Fueron despedidos temporalmente, puestos en rotación laboral o reducción de horas de trabajo 54.549 trabajadores en más de 526 empresas. En promedio, 367 filipinos perdieron su empleo o quedaron temporalmente sin trabajo todos los días de enero a octubre de 2001. En todo el país, la cifra ascendía a 111.080 trabajadores.[1]

Gracias al trabajo en el exterior, el desempleo se mitigó en cierto grado. La cantidad de filipinos que trabajan en el exterior se calcula oficialmente en 7,29 millones. El promedio anual del empleo derivado al exterior aumentó al nivel sin precedentes de 840.000 trabajadores tras la crisis asiática de 1997. En 2000, el empleo derivado al exterior representó 3,03% del empleo nacional. En la mayor parte de los años 90, los empleos en el exterior superaron los puestos de trabajo netos generados en Filipinas.

La Encuesta 2000 de Ingresos y Gastos Familiares (FIES), de la cual se extraen los cálculos de la pobreza, confirmó el temor por el crecimiento de la pobreza tras años de avances pequeños pero estables en la reducción de la misma. La pobreza aumentó del 31,8% de las familias filipinas en 1997 al 34,2% en 2000, unas 705 mil familias más en la pobreza, con seis integrantes por familia: 4,23 millones de filipinos pobres adicionales. En total, unos 31,3 millones de filipinos, o 40% de los 75 millones de habitantes, son pobres (ver Cuadro 2).


Cuadro 2. Incidencia de la pobreza de 1961 a 2000

Año

Incidencia de pobreza (%) familias)

Cantidad debajo de la línea de pobreza

 

 

 

 

Familias

Población

 

Total

Urbana

Rural

Total millones

Total millones

1961 59 51 64    
1965 52 43 55    
1971 52 41 57    
1985 44,2 33,6 50,7 4,355 26,231
1988 40,2 30,1 46,3 4,231 25,005
1991 30,9 31,1 48,6 4,781 28,120
1994 35,5 24,0 47,0 4,531 27,274
1997 31,8 17,9 44,4 4,511 26,768
2000 34,2 20,4 47,4 5,216 31,298
Reducción anual promedio de 1961 a 1997 0,76 0,92 0,54    
Incremento anual promedio de 1997 a 2000 0,80 0,83 1,00    

Hay una buena noticia en la encuesta FIES: la desigualdad en el ingreso disminuyó levemente. En 1997, el coeficiente Gini era de 0.4872. El coeficiente Gini de 0.4507 para 2000 refleja la mejoría en la distribución del ingreso. No obstante, ni siquiera el gobierno se muestra orgulloso de esta “mejoría”. Las autoridades económicas admiten que este descenso de la desigualdad indica que la crisis económica se limitó a socavar los ingresos de las familias que viven por encima de la línea de pobreza. En pocas palabras, la crisis, que suele golpear más fuerte a los pobres, esta vez no perdonó a nadie. Casi toda la población está ahora peor que antes.

Déficit de financiación a los servicios sociales básicos

Los servicios sociales básicos no recibirán los fondos necesarios en el futuro próximo. Rosario Manasan, economista del Instituto Filipino de Estudios de Desarrollo (PIDS), calculó que se necesitarían PHP 115.300 millones (USD 2.300 millones) sólo para los receptores de la educación básica. El presupuesto de PHP 102.900 millones (USD 2.000 millones) propuesto para 2002 por el Departamento de Educación, Cultura y Deportes se queda corto en casi PHP 12.000 millones (USD 240 millones).

Para la atención médica básica, Manasan calcula que se necesitarán PHP 10.500 millones (USD 210 millones) en 2002. El gobierno nacional destinó PHP 14.500 millones (USD 290 millones) para el gasto en salud, pero la mayor parte de esa cifra se destinará al gasto sanitario curativo en lugar de preventivo.

Con la excepción del pago de la deuda y la defensa, el gasto por rubros como porcentaje del PBI descendió desde 1997. El gasto para la educación y la salud, como porcentaje del presupuesto nacional, ha disminuido.

El problema de la deuda parece haber cumplido un ciclo. Luego de haberse reducido a menos de 20% del presupuesto nacional en el segundo quinquenio de los años 90, el pago de los intereses nuevamente superó ese nivel en 2000. La deuda del sector público asciende ahora a PHP 2,17 billones (USD 43.400 millones), de la cual 47,5% es externa. Esto hace que el programa fiscal del gobierno sea muy vulnerable a las fluctuaciones de los tipos de cambio y las tasas de interés.

Más allá del corto plazo

En julio de 2001, seis meses después de la caída de la presidencia de Estrada y la asunción de la entonces vicepresidenta Gloria Macapagal Arroyo como Presidenta de la República, el Dr. Emmanuel de Dios, de la Facultad de Economía de la Universidad de Filipinas, observó que la nueva administración prestaba demasiada atención a amenazas y exigencias de corto plazo, como los secuestros en el Sur, las amenazas a la seguridad nacional y los desastres naturales. Hizo bien en advertir sobre la pérdida de ritmo y voluntad para encarar reformas económicas y políticas. Ya entonces, la voluntad de reformar se estaba sustituyendo por la creciente sensación de inercia y creciente cinismo.

Aunque la economía mundial ya estaba en contracción incluso antes de los atentados del 11 de septiembre, la estrategia económica cortoplacista sigue concentrada en las exportaciones y las inversiones extranjeras directas. Estas siguen siendo potenciales impulsoras del crecimiento, pero ese potencial se debilitó en gran medida debido a las condiciones externas y locales.

Con respecto a la financiación, la visita de Estado en noviembre de 2001 de la presidenta Arroyo a Estados Unidos produjo numerosos beneficios en términos de ayuda económica y militar para el país. Esa ayuda de EEUU proporcionó cierto alivio, y quizá hasta haya aplazado reformas muy necesarias, como la represión de la corrupción de alto nivel y la necesidad de poner al día a los organismos del Estado que no recaudan lo que deben.

La inquietud imperiosa del gobierno parece ser la de sobrevivir hasta las elecciones de 2004. Para la sociedad civil, que se atribuyó el crédito por la expulsión del ex presidente Joseph Estrada en lo que llegó a conocerse como Poder Popular 2, sólo hay una pregunta: ¿Podemos recoger los pedazos rotos ahora?

Notas:

[1] “Gloomy Christmas awaits workforce,” Philippine Star, 5 de diciembre de 2001.

La autora es miembro de Action for Economic Reforms y coordinadora de Control Ciudadano-Filipinas.