La previsión social que las mujeres quieren

Publication_year: 
2007
Guacira Oliveira

El sistema de previsión social requiere de urgentes cambios. Si bien el debate sobre la imperiosa reforma de la seguridad social está abierto, las injusticias se perpetúan. Para las mujeres, en especial las mujeres negras, las trabajadoras domésticas y las rurales, la discriminación es aun mayor, pues deben trabajar más para recibir menores beneficios.

La reforma de la previsión social esun tema central en el debate político. En enero de 2007, el gobierno delpresidente Luis Ignacio Lula da Silva creó el Foro Nacional de la PrevisiónSocial para discutir propuestas de cambios al sistema de seguridad social. ElForo es tripartito, integrado por representantes del gobierno y organizacionessindicales de trabajadores y de empresarios, que sólo representan a 50,6% de lapoblación económicamente activa. No están representados los sectoresexcluidos del actual sistema de previsión, ni los movimientos de mujeres.

La decisión de excluir esos segmentos del debate da cuenta del rechazo a buscaralternativas para la universalización del sistema, así como a pactarestrategias concretas de inclusión. Desde el siglo XIX, la previsión social hacubierto solamente a trabajadores del mercado de trabajo formal, esto es,mayoritariamente hombres blancos de segmentos sociales privilegiados. El modelode trabajo formal, y por consiguiente la posibilidad de acceso a los derechos dela seguridad social, estuvo asociado desde ese momento a la ‘blanquitud’ y alo masculino. El trabajo digno, valioso y portador de derechos estaba, y continúaestando, lejos del alcance de la mayoría de las mujeres y de los negros, aun másde las mujeres negras, sujetas a una doble discriminación laboral: racial ysexual.


Foro Paralelo e Itinerante de la Previsión Social

En 2005 había 44.170.400 personas físicas que contribuían a la previsiónsocial (de las cuales 35.296.200 contaban con carné de trabajo firmado),mientras que un contingente de 32 millones de personas se encontraba excluido,de las cuales 70% son mujeres. Por ello, varias instancias de los movimientos demujeres[1]construyeron el Foro Paralelo e Itinerante de la Previsión Social. Se trata deun Foro que pretende debatir alternativas al sistema de previsión, tomando enconsideración a brasileñas y brasileños que fueron excluidos del Foroinstituido por el gobierno federal. Esta es una iniciativa que tiene el apoyo deSocial Watch Brasil,
delSindicato Nacional de Auditores Fiscales de la Hacienda Federal (Unafisco) y dela Federación Nacional de Auditores Fiscales de la Hacienda Federal (Fenafisp).

Desde el punto de vista del Foro Paralelo, el principal problema a enfrentar esla exclusión de la cobertura efectiva de la seguridad social de gran parte dela población. En 2004, más de la mitad de las mujeres (50,5%) y 39,5% de loshombres en edad activa (PNAD, 2004) no contaban con cobertura de seguridadsocial, y si se tomaran en cuenta sus dependientes estaríamos hablando deaproximadamente 100 millones de personas (Melo y Considera, 2005). Desde nuestropunto de vista, esa situación de desprotección social es la que justifica unareforma de la previsión social que por principio debe ser pública, solidaria yuniversal.

Sin embargo, para el empresariado, para una parte importante del gobiernofederal, y también para los grandes medios de prensa, todos ellos con un granpoder de formación de opinión pública, el debate prioritario no es éste sinoel que se dirige a buscar soluciones para el financiamiento de la previsiónsocial a mediano plazo, teniendo en cuenta la transición demográfica(envejecimiento de la población) y la necesidad de liberar recursos para elcrecimiento de la economía.


Falacias derribadas

La seguridad social ha enfrentado dificultades como consecuencia, entre otrosfactores, de la no implementación del presupuesto destinado para la misma yprevisto en la Constitución Federal de 1988. Desde comienzos de la década de1990, el discurso del déficit en la previsión ha ganado fuerza, a pesar de quetodas las fuentes (incluyendo las oficiales) reflejan lo contrario, y aun cuandolas mismas emplearon diferentes metodologías de análisis. Continúan considerándosesolamente las contribuciones individuales, cuando el sistema cuenta con variasfuentes adicionales de recursos que lo convierten en superavitario año tras año.

Las partidas para la seguridad social creadas por la Constitución e instituidasposteriormente para su financiamiento incluyen la Contribución para elFinanciamiento de la Seguridad Social (COFINS), la Contribución Social sobre elLucro Líquido de la Persona Jurídica (CSLL) y la Contribución Provisoriasobre los Movimientos Financieros (CPMF), además de la partida previsional líquida,que corresponde básicamente a las contribuciones de empleados y empleadoressobre las hojas de salarios y del Sistema Simple (Régimen Especial Unificado deRecaudación de Tributos y Contribuciones de las Microempresas y PequeñasEmpresas). Por el lado de los gastos se consideran el pago de los beneficios deseguridad social urbanos y rurales, los beneficios asistenciales y las accionesdel Sistema Único de Salud, así como las acciones de saneamiento y costeo delMinisterio de Salud. Según la
AsociaciónNacional de Auditores Fiscales de la Hacienda Federal (Anfip,2005), el saldo primario del presupuesto de la seguridad social en 2004 fuepositivo por BRL 42.500 millones (USD 21.500 millones) (Boschetti y Salvador,2006).

Si hay superávit, es absurdo el argumento de que es necesario reducir losgastos del gobierno en seguridad social para redireccionar recursos haciainversiones de forma que la economía pueda crecer. A fin de cuentas, laseguridad social no ha perjudicado la marcha de la economía sino que, por elcontrario, la política económica que está siendo implementada afecta a laseguridad social, mina sus principios y su presupuesto.

El problema es que parte de los recursos de la seguridad social se desvía paracomponer el superávit primario (para pagar los intereses de la deuda externa einterna) por medio del mecanismo de Desvinculación de Partidas de la Unión. Noconforme con esto, los recursos adicionales son limitados por el gobierno a lolargo del año, causando – ahora sí – el déficit en la seguridad social.


La desvalorización del trabajo doméstico

Existe además un discurso sobre la necesidad de la reforma de laprevisión debido al crecimiento del número de personas de edad avanzada en elpaís, que podría hacer inviable el sistema en un futuro próximo. Para quienesdefienden esta tesis, los derechos conquistados por las mujeres hasta estemomento representan una amenaza a la sustentabilidad de la previsión social. Seargumenta que las mujeres se jubilan cinco años antes que los hombres y vivenen promedio ocho años más, y por lo tanto, cuestan 13 años de gasto extra alas arcas públicas.

En cuanto al envejecimiento de la población, llama la atención la ausenciatotal de discusión sobre la cuestión de los cuidados a las personas mayores enel debate sobre el futuro del sistema. Tal laguna está directamente relacionadacon el no reconocimiento y la consiguiente desvalorización del trabajo domésticono remunerado realizado por las mujeres. Las actividades de la reproducciónsocial (tareas domésticas, cuidados de los niños, personas enfermas y adultosmayores del grupo familiar) contribuyen significativamente al desarrollo socialy económico del país, pero continúan relegadas a la calidad de tarea ejercidapor ‘vocación femenina’ y, consecuentemente, fuera de la agenda de debatesobre los derechos del trabajo.

Si fueran contabilizados, los quehaceres domésticos representarían uncrecimiento de 13% del PBI (Melo y Considera, 2005). Sin embargo, el trabajoreproductivo no deriva en derechos, sino en un peso altísimo para las mujeresque, además de esta sobrecarga, deben hacer frente a los prejuicios de unainserción en el mercado de trabajo en condiciones absolutamente injustas ydesiguales, lo que provoca muchas veces la interrupción de la vida profesional,una opción forzada por la informalidad y hasta la exclusión definitiva delmercado laboral. Uno de los reflejos de esto es la mayor proporción de mujeresen las ocupaciones más vulnerables y de baja remuneración.

Datos de 1997 del
Centro deDesarrollo y Planeamiento Regional de la Universidad Federal de Minas Gerais(CEDEPLAR/UFMG) demuestran que las mujeres hacen más transiciones entre laactividad y la ‘inactividad’ a lo largo de su vida. Mientras que los hombrespermanecen en promedio 15,2 años en cada ocupación, las mujeres lo hacen por8,9 años. Este es uno de los resultados de la discriminación laboral por sexo.Y, en este campo, la realidad es difícil de transformar.

Estos datos demuestran la insustentabilidad de la propuesta de acabar con lajubilación diferenciada para las mujeres (cinco años antes que los hombres)como medida compensatoria por la doble jornada de trabajo. La diferencia entrelos promedios de duración de la ocupación de hombres y mujeres es 6,3 años(CEDEPLAR/UFMG). Sin embargo, la comparación entre el número de horas detrabajo dedicadas a los quehaceres domésticos demuestra que las mujerestrabajan por lo menos el doble de tiempo que los hombres en ese tipo deactividades. De hecho, para que hubiera una compensación real, se requeriríanmás de cinco años de jubilación diferencial. Según entendemos, esta deberíaser una medida transitoria. Lo que los movimientos de mujeres y feministasanhelan no es la compensación, sino la división igualitaria de las tareasproductivas y reproductivas, además de condiciones igualitarias de participaciónen el mercado de trabajo.

En 2005, según el Ministerio de Previsión Social, 30,7% de las jubilaciones demujeres fueron por edad y tan sólo 6,8% por tiempo de contribución. Esto es,si se considera el aspecto de la informalidad, las mujeres trabajan por mástiempo que los hombres para tener la jubilación asegurada y terminan recibiendoun beneficio menor que el de los hombres, debido a su menor poder de contribucióny su condición dependiente.


Mujeres doblemente discriminadas

Muchas personas que pasaron gran parte de su vida económicamente activa en elmercado informal de trabajo se ven doblemente perjudicadas por la exigencia dela contribución individual debido a que contribuyeron a la riqueza del país abajos costos, sin haberse acogido al Instituto Nacional del Seguro Social(INSS), al Fondo de Garantía por Tiempo de Servicio (FGTS) ni haber pagado porsu seguro de desempleo (por lo cual no pudieron ejercer sus derechos laborales).En la vejez, estas personas se verán afectadas una vez más, ya que no podrándisfrutar de sus derechos de seguridad social.

Las trabajadoras rurales hace años luchan para que su condición de pequeñasproductoras sea reconocida. El trabajo de cultivo de huertas y plantasmedicinales y el cuidado de pequeños animales, absolutamente fundamental parala supervivencia y el sustento de sus familias es invisibilizado ydesvalorizado. Como consecuencia, se produce el no reconocimiento de susderechos de trabajadoras. La situación más aguda, en tanto, es la que vivencasi seis millones de mujeres, en su gran mayoría de áreas rurales, que noposeen ningún documento y por lo tanto tienen negados todos los derechos deciudadanía.

Cuando consideramos la dimensión racial, la situación se vuelve aún másinjusta. Las mujeres negras y mestizas, sujetas a múltiples formas dediscriminación, terminan concentrándose en las ocupaciones más precarias y enlos trabajos informales. Se destaca la elevada concentración de mujeres negrasen el empleo doméstico (22%) y en las categorías relacionadas con la producciónpara autoconsumo, en la construcción para uso propio y en el trabajo noremunerado. Por otro lado, los hombres blancos aparecen con más frecuenciaocupando posiciones de empleadores (7,5% contra 1,3% de las mujeres negras) y deempleados con carné de trabajo firmado (38,4% frente al 20% de las mujeresnegras).

Las trabajadoras domésticas, en particular, merecen especial atención y unasolución en régimen de urgencia por parte de la previsión. Garantizarinmediatamente el justo derecho a la jubilación a las trabajadoras domésticasque hoy tienen 60 o más años de edad, constituye una medida de reparación. Setrata de un contingente significativo de mujeres que, sometidas a ladiscriminación laboral sexual y racial, llegaron a un cociente que como reglageneral es el más bajo de la escala socioeconómica en términos de obtenciónde reconocimiento, rendimiento, calidad de vida y derechos en el ámbito delmercado de trabajo, así como el más alto en términos de deberes y límites enlo referente a las tareas reproductivas.


Asegurar la sustentabilidad de la previsión social

Cómo asegurar que la ampliación del número de beneficiarios y beneficiarias ylas transformaciones en el perfil demográfico sean sustentables desde el puntode vista actuarial es algo que depende de varios factores, entre ellos laampliación de las fuentes de financiamiento de la previsión. A nuestroentender, el hecho de que el mercado de trabajo no ofrezca condiciones para quecada trabajadora pueda realizar su contribución individual a la previsiónsocial, no significa que ellas no tengan derechos a la seguridad social. Sonnecesarios otros mecanismos para resguardar la vida y la ciudadanía de lasmujeres. Esto significa desvincular los derechos sociales del padrón de empleotradicional. Y, en particular, desvincular el derecho a la jubilación delempleo formal.

En este sentido, la sustentabilidad actuarial de la previsión podría serconstruida a partir de: la reevaluación de los criterios de exención patronaly de una concesión de amnistía para deudores; el combate a la evasión; lacreación de nuevas tasas y contribuciones consecuentes con el principio desolidaridad y el carácter redistributivo de la previsión; la imposición degravámenes a las grandes fortunas, las transacciones financierasinternacionales y del agronegocio; la constitución de un fondo de solidaridad apartir de la contribución específica; la ampliación de la capacidadcontributiva de los trabajadores y trabajadoras mediante la ampliación de laoferta de empleo y otras oportunidades de trabajo; la creación de diferentesmodalidades de contribución compatibles con los múltiples arreglos productivosque los trabajadores y trabajadoras construyeron para sobrevivir; y la creaciónde condiciones para que los y las jóvenes trabajadoras puedan ingresar desdetemprano al sistema y de este modo contribuir durante muchos años a susustentabilidad.

La reorientación del modelo de desarrollo es evidentemente una premisa de laconstrucción de alternativas para la inclusión en la seguridad social. La políticaeconómica debería estar al servicio de garantizar los derechos de la ciudadanía,y no al revés.


Referencias

ANFIP (2005). “Análise da SeguridadeSocial”, <www.anfip.org.br/publicacoes/livros/index.php>.

Boschetti, I. y Salvador, E. (2006). “Orçamento da seguridade social e política econômica:perversa alquimia”. Serviço Social& Sociedade No. 87, São Paulo: Cortez.

CEDEPLAR/UFMG (Centrode Desarrollo y Planeamiento Regional de la Universidad Federal de Minas Gerais),<www.cedeplar.ufmg.br>.

Instituto de Investigación Económica Aplicada,<www.ipea.gov.br>.

Melo, H. y Considera, C. (2005).
“Os afazeres domésticos contam”.Economia. Textos para discussão 177. Universidad Federal Fluminense.Septiembre. Rio de Janeiro. <www.uff.br/econ/download/tds/UFF_TD177.pdf>.

Ministerio de Previsión Social, <www.mpas.gov.br/aeps2005/14_01_04.asp>.

PNAD (Encuesta Nacional por Muestra de Hogares) (2004). Instituto Brasileño deGeografía y Estadística:<www.ibge.gov.br/home/estatistica/populacao/trabalhoerendimento/pnad2004/default.shtm>

Nota:

[1] Articulación de Mujeres Brasileñas;Articulación de ONG de Mujeres Negras; Campaña Nacional de las Amas de Casapor el Derecho a la Jubilación; Federación Nacional de Trabajadoras Domésticas;Marcha Mundial de las Mujeres; Movimiento Interestatal de Recolectoras de CocoBabaçu; Movimiento de Mujeres Campesinas; Movimiento de Mujeres TrabajadorasRurales del Nordeste.

Guacira César de Oliveira, socióloga, directora colegiada del Centro Feminista de Estudos e Assessoria (CFEMEA) y miembro del grupo de referencia de Social Watch Brasil.