Se busca: una nueva economía y un nuevo contrato social

Publication_year: 
2012
Summary: 
La raíz de las múltiples crisis que enfrenta Estados Unidos y el mundo es la priorización del crecimiento económico por encima el bienestar humano. El consenso de que nuestros modelos económicos son profundamente defectuosos y profundizan y comprometen la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades es cada vez mayor. El desenfrenado consumismo de EE.UU. no es sustentable no solo para el país sino para el planeta entero, ya que los estadounidenses consumen una cuarta parte de los recursos energéticos del mundo. El movimiento Ocupemos Wall Street le ha dado voz al creciente número de estadounidenses que exigen un enfoque económico completamente distinto.

Global-Local Links Project
Tanya Dawkins
Center of Concern
Aldo CaliAri & Julia Wartenberg
Institute for Agriculture and Trade Policy
Karen Hansen-Kuhn & Alexandra Spieldoch

La raíz de las múltiples crisis que enfrenta Estados Unidos y el mundo es la priorización del crecimiento económico por encima  el bienestar humano. El consenso de que nuestros modelos económicos son profundamente defectuosos y profundizan y comprometen la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades es cada vez mayor. El desenfrenado consumismo de EE.UU. no es sustentable  no solo para el país sino para el planeta entero, ya que los estadounidenses consumen una cuarta parte de los recursos energéticos del mundo. El movimiento Ocupemos Wall Street le ha dado voz al creciente número de estadounidenses que  exigen un enfoque económico completamente distinto.

Desde la primavera árabe hasta el movimiento Ocupemos Wall Street, millones de ciudadanos en el mundo han alzado sus voces para exigir derechos humanos, democracia, dignidad y un orden económico justo. Juntos están encontrando maneras de aprovechar los poderes de la tecnología y la globalización para comunicar y fomentar las demandas del cada vez mayor número de ciudadanos marginados por un modelo económico que no tiene y no puede priorizar sus intereses.

Los impactos humanos y comunitarios de la crisis de 2008 y de su fundamentación de la política económica están intensificando los accesos  a las necesidades básicas vitales que desbordan a más y más estadounidenses. La pobreza extrema, la proporción de población con ingresos por debajo de la mitad de la línea de pobreza, va en aumento en Estados Unidos. El número de personas en pobreza extrema se elevó al 20,4 % en 2010, más de un 25% o 4 millones a partir de 2007[1].

En lo que algunos están  denominando la "Década perdida" de Estados Unidos[2], el Censo de 2010 esboza un cuadro escalofriante del deterioro del patrimonio de las familias trabajadoras, de los niños, jóvenes, mujeres y minorías en los últimos diez años. En 2009, más de un tercio de los niños afrodescendientes (35,7%) y casi un tercio de los hispanos (33,1%) vivían en situación de pobreza. Las familias (con niños) encabezadas por madres solteras alcanzaron el 38,5% en 2009. De los 6,6 millones de familias que viven en la pobreza, 3,8 millones son encabezadas por una madre soltera. Durante ese mismo período los ingresos de los afroestadounidenses cayeron un 4,4% y un adicional de 3,7 millones de estadounidenses  cayó por debajo de la línea de pobreza, ya que la tasa de pobreza aumentó de 13,2% a 14,3%, la tasa más alta desde 1994[3].

En foco: acceso a alimentación sana en el hogar y fuera de él

El acceso a alimentos nutricionalmente adecuados se ha convertido en un grave y creciente problema en Estados Unidos. Las políticas agrícolas y alimentarias han creado lo que los médicos denominan un medio ambiente "obesogénico", en el que gran cantidad del alimento disponible para los consumidores es alto en grasa  y bajo en nutrición.  Los alimentos procesados, la carne y los productos lácteos se han vuelto relativamente más baratos que las frutas y verduras más nutritivas, lo que contribuye al aumento de las tasas de obesidad y al deterioro de la salud entre niños y adultos. Actualmente Estados Unidos tiene la mayor tasa de obesidad del mundo, el 33%, seguido de cerca por su compañero del TLCAN, México.

La inmensa mayoría de los apoyos agrícolas fomentan la producción de grano para alimentos procesados, carne y biocombustibles, limitando las opciones de los consumidores. Los precios para los agricultores han sido volátiles, y el número de granjas pequeñas pero comercialmente viables ha mermado en un 40%, desde la mitad del total de granjas en 1982 a menos de un tercio en 2007. Los gastos han aumentado para compensar los mayores ingresos de ventas y los pagos del Gobierno han disminuido debido a que algunos son activados por precios más bajos. Con la recesión, el ingreso no agrícola se ha reducido dramáticamente, dejando a los hogares de la familia agrícola peor de lo que estaban antes, cuando los precios de los cultivos eran bajos[4].

Existe un creciente movimiento de activistas alimentarios en Estados Unidos dedicado a la producción local sustentable y a los alimentos saludables. La Ley Agrícola de 2008 desarrolló programas para incentivar la compra de frutas y verduras cultivadas de manera sustentable en los programas de almuerzo escolar. Que la primera dama, Michelle Obama, centrara su atención en generar conciencia  acerca de la necesidad de alimentos y estilos de vida saludables ha sido una importante contribución.

En el plano internacional, el gobierno de Barak Obama ha continuado con sus programas de apoyo para impulsar la producción de alimentos, con especial énfasis en las mujeres y los pequeños agricultores. La iniciativa de los Fondos para Alimentar el Futuro así como también el Programa Mundial de Agricultura y Seguridad Alimentaria (un fondo fiduciario administrado por el Banco Mundial), ha continuado fluyendo incluso con las actuales limitaciones presupuestarias. Las potenciales ganancias de los pequeños agricultores y la producción de alimentos saludables en EE.UU. y en todo el mundo solo se pueden mantener si el empuje de la Administración para duplicar las exportaciones de EE.UU. rompe con la política comercial del pasado.

La debacle del techo de la deuda ignora los temas reales

Hasta el momento, elevar el techo de la deuda ha sido principalmente un asunto de carácter administrativo. Este año, la amenaza de los congresistas republicanos de empujar al país a una cesación de pagos inició un prolongado debate, debate partidista que durante meses mantuvo la parálisis del  Congreso de Estados Unidos en el centro de la escena mundial.

No debería presentar ninguna sorpresa el hecho de que, con la pobreza y la desigualdad de ingreso en niveles históricos, y con un debate acerca de la deuda que giraba en gran parte en torno a preservar los recortes impositivos de la era Bush y el drástico recorte del gasto social que una cifra sin precedentes de estadounidenses, el 84%, desapruebe el manejo económico del Congreso.

No hay duda ninguna de que, sin la ley de Recuperación y Reinversión Estadounidense de 2009, la recesión sería aún peor. Ahora, mientras los estados y comunidades se recuperan de la más reciente ronda de recortes de fondos federales para programas vitales, un denominado "Súper Comité " del Congreso ha sido encargado de elaborar una legislación que recomendará recortes adicionales en los fondos discrecionales y en los gastos directos por USD 1,5 trillones hasta finales de 2021.  

Protección social y contrato social al pie de la letra

Un reciente informe reveló que 65,7 millones de estadounidenses proporcionan cuidado no remunerado a un miembro de la familia, la mayoría de estos cuidadores son mujeres (66,6%). Adicionalmente, tres cuartas partes de los cuidadores tienen empleo, además de sus responsabilidades de cuidadores. El valor de estos servicios se estima en USD 375 mil millones al año. A pesar de estas cifras, el 47% de los que trabajan como cuidadores informan que han tenido que utilizar sus ahorros para cubrir los altos costos de la prestación de cuidados[5].

Estados Unidos puede y debe ir más allá del actual y estrecho de miras debate acerca de lal denominada prerrogativa del gasto, a fin de aceptar la realidad de que invertir en los niños, las comunidades, el cuidado de ancianos y la salud representan características fundamentales de una democracia moderna y de una economía fuerte, resiliente. Un informe reciente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señaló que garantizar la protección social básica puede ser una poderosa herramienta para garantizar un crecimiento sustentable, abordar la pobreza y mitigar el impacto de la crisis económica. El informe continúa enmarcando la protección social como un derecho y una necesidad humana. Estos  abordajes basados en los derechos al desarrollo económico es probable que encuentren resonancia en el entorno actual.

Tomar en serio la sustentabiliad

El objetivo de la política económica debe ser garantizar que los individuos y las comunidades prosperen, no que meramente sobrevivan. La tarea de construir y re-imaginar una economía dinámica y sustentable resulta urgente y no se logrará solo con pequeños ajustes en torno a los márgenes del fracasado modelo actual. La nueva economía debe ubicar en el centro  el bienestar humano y de la comunidad.

 

El riesgo inherente de las cadenas de producción mundial ha reavivado el interés en la relocalización y en otras prácticas empresariales más sustentables. La reciente tragedia en Japón y el repunte del precio del petróleo de 2007-08 han llevado a algunos a re-examinar las tendencias entre la comunidad empresarial. Ha pasado hace mucho el momento de preguntarse si Estados Unidos y el mundo pueden permitirse continuar con las estrategias que, como primera directriz, han tenido a la maximización de la ganancia.

Está aumentando el interés en una economía solidaria y en movimientos empresariales responsables, en empresas en las que los trabajadores sean propietarios y en cooperativas que brinden alta calidad económica y trabajos ecológicamente sustentables con jornales  sustentables para sus comunidades. Ciudades como Cleveland y Detroit, duramente golpeadas por la anterior política comercial, que era de miras cortoplacistas, y por la recesión, están reinventando sus economías al centrarse en el explícito objetivo de construir riqueza, empleos decentes y anclar el capital en la comunidad. Otras están todavía explorando los beneficios de las iniciativas comunitarias de seguridad alimentaria, de los bancos de propiedad comunitaria y del presupuesto participativo. Existe la necesidad de medidas de política fiscal y monetaria que alienten estas tendencias a efectos de llevar a otra escala estos esfuerzos.

Cambiar los patrones de consumo de Estados Unidos es clave para implementar el desarrollo sustentable y tomar medidas en relación a los devastadores impactos del cambio climático, tanto a nivel doméstico como global. Estados Unidos alberga al 5% de la población del planeta, pero consume el 25% de la energía producida globalmente y es responsable del 22% de las emisiones de CO2 de origen industrial, una de las principales causas del calentamiento global. El consumo de 19.150.000 barriles diarios de petróleo es superior al de toda Europa y el doble del de China.

Estados Unidos tiene una responsabilidad única y la oportunidad de realizar esfuerzos agresivos y afirmativos para implementar políticas domésticas e internacionales destinadas a garantizar el bienestar de sus habitantes y de toda la humanidad.

Los ciudadanos deben dar un paso al frente

Crece el consenso de que nuestros modelos económicos son profundamente defectuosos y profundizan las desigualdades existentes. El movimiento Ocupemos Wall Street, los movimientos nacionales de derechos humanos y demás movimientos ciudadanos han dado voz al creciente número de estadounidenses que exigen un enfoque radicalmente distinto en lo ecónomico y un nuevo contrato social.

La tarea de construir y re-imaginar una nueva economía es urgente y no se logrará jugando meramente en torno a las aristas del fracasado modelo que creó la crisis actual. Siempre y cuando los ciudadanos continúen demandando y ocupando el lugar que les corresponde en los procesos democráticos y políticos, aún pueden estar por delante los mejores años de Estados Unidos.

[1] Ver: <www.offthechartsblog.org/deep-poverty-on-the-rise>

[2]  El Elise Gould and Heidi Shierholz, A Lost Decade: Poverty and income trends paint a bleak picture for working families. (Economic Policy Institute Economic Indicators Report, 16 de septiembre de 2010).

[3]Datos del Censo de EE.UU., de acuerdo al Instituto de Política Económica.

[4] Tim Wise,  Family Farmers Worse Off Despite High Prices, GDAE Policy Brief No. 11-01, (Marzo de 2011)..

[5] National Alliance for Caregiving. Executive Summary: Caregiving in the U.S. (2009), <www.caregiving.org/pdf/research/CaregivingUSAllAgesExecSum.pdf>.

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