ÍNDICE DE EQUIDAD DE GÉNERO 2008

Más de la mitad de las mujeres del mundo viven en países que no han registrado progresos en relación a la equidad de género en los últimos años. Ésta es una de las conclusiones del Índice de Equidad de Género (IEG) 2008 que Social Watch presentará al público durante la 52ª Sesión de la Comisión de la ONU sobre la Condición de la Mujer que tendrá lugar en Nueva York del 25 de febrero al 7 de marzo.

 

El IEG, desarrollado y computado por Social Watch, clasifica 157 países en una escala en la que 100 implicaría igualdad absoluta entre mujeres y hombres en educación, en participación económica, y en órganos de toma de decisiones (empoderamiento).

De todos modos, el país que mejor califica en el mundo (Suecia) tiene un índice de 89 y el promedio mundial es de 61. Finlandia (85) y Noruega (84) siguen a Suecia en la tabla, y luego vienen Alemania y Rwanda, ambos con 80. Mientras los primeros cuatro países se encuentran entre los más ricos, Rwanda es uno de los más pobres. Las mujeres alemanas, por supuesto, están mejor educadas y viven más que las rwandesas; lo que el índice presenta es que la brecha que separa su condición de la de los hombres es similar.

“El IEG 2008 muestra a las claras que el ingreso, por sí solo, no es garantía de equidad de género”, enfatiza Roberto Bissio, coordinador de Social Watch. Países que tienen un ingreso per capita muy alto, como Luxemburgo o Suiza, tienen el mismo nivel de equidad que Mozambique, un país con un nivel de ingreso notablemente más bajo.

Este año, por primera vez, el IEG está en condiciones de mostrar la evolución reciente (los últimos cinco años) en 133 países. Si bien todavía no hay suficiente evidencia para mostrar la evolución de países tan populosos como India y China, los indicadores sí muestran que el progreso hacia la equidad de género es arduo y vulnerable a retrocesos. La educación es la dimensión más cercana a la equidad total, con un promedio mundial de 90. Pero en esta dimensión son más los países que retroceden que los que están progresando. Empoderamiento, por su parte, es la dimensión en la que más países muestran avances, pero es también aquella en la que es más bajo el promedio mundial, alcanzando sólo 35 puntos en 100. En lo relativo a la economía, son tantos los países en los que las mujeres progresan como aquellos en los que retroceden.

La dimensión económica del IEG mide las brechas en la participación de las mujeres en el mercado laboral y de sus salarios en comparación con los hombres. Entre los 15 primeros lugares en participación económica, los países nórdicos – Suecia, Noruega, Dinamarca, Islandia, Dinamarca y Finlandia – comparten el honor con diez de los más pobres del mundo: Mozambique, Burundi, Rwanda, Camboya, Ghana, Vietnam, Uganda, Madagascar, Kenya y Guinea.

El índice señala que en la raíz de la mayoría de los retrocesos nacionales en el puntaje total del IEG está la participación de las mujeres en la economía. Tal es el caso de Europa Oriental, la región que presenta los más grandes reveses en esta área. Letonia, Belarús, Eslovaquia o Macedonia, todos estos países que supieron disfrutar altos niveles de participación de las mujeres en la economía se encuentran hoy en el grupo de los que retroceden.

Según Genoveva Tisheva, directora administrativa de la Fundación Búlgara de Investigaciones de Género y miembro del Comité Coordinador de Social Watch, “en Europa Oriental las mujeres se encuentran más a menudo desempleadas luego de alcanzar un grado académico más alto”. Tisheva argumenta que “se deberían poner en práctica medidas legales y reguladoras que garanticen el acceso al mercado laboral de mujeres jóvenes y de otros grupos de mujeres con menor capacidad de negociación, así como de grupos vulnerables”. Tisheva advierte que las tendencias globales de liberalización del comercio “han convertido a las mujeres en uno de los participantes más flexibles del mercado laboral, sujetas a desregulación, a la informalización y al descenso de los estándares sociales y laborales”.

Detrás de los más exitosos casos de países que avanzan en el Índice de Equidad de Género hay medidas afirmativas como cuotas de género para la participación política en cuerpos electorales y regulaciones pro-equidad en el mercado laboral.

 

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