El Índice de Equidad de Género Social Watch 2008

La equidad de género es un concepto complejo, multifacético y de difícil medición, debido a la falta de indicadores sociales precisos, discriminados por género para muchos países. A fin de contribuir al entendimiento de las inequidades de género y de monitorear su estado y evolución, Social Watch ha desarrollado un Índice de Equidad de Género (IEG). El mismo se basa en información disponible y comparable a nivel internacional y permite posicionar y clasificar países de acuerdo a una selección de indicadores relevantes a la inequidad de género en tres distintas dimensiones: educación, participación económica y empoderamiento.

En 2008 el IEG clasifica 157 países de acuerdo a los valores más recientes disponibles, y permite determinar las tendencias evolutivas en 133 al comparar su índice actual con el de cinco años atrás. (Ver detalladas las referencias metodológicas y los listados completos).

El índice tiene un valor máximo posible de 100 %, que indicaría la inexistencia de brecha de género en cualquiera de las tres dimensiones. El IEG mide la brecha entre mujeres y varones, no su bienestar. Así, por ejemplo, un país en el que los jóvenes de ambos sexos tienen igual acceso a los estudios universitarios recibe un valor 100 en este punto, y un país en que tanto las niñas como los niños se vean igualmente imposibilitados de completar la educación primaria también alcanzaría valor 100. Esto no implica que la calidad de la educación no deba mejorar; sólo establece que niñas y niños padecen la misma falta de calidad.

La educación es el único componente del índice en el cual muchos países han alcanzado un nivel de paridad. Cuando la paridad es alcanzada, ya no es posible el progreso. Lo que el componente de educación del IEG muestra no es tanto que muchos países no progresan, sino que muchos están retrocediendo.

En las otras dos dimensiones, vinculadas a la integración de las mujeres a la vida económica y política, ningún país muestra, todavía, paridad absoluta.

El IEG pone en evidencia que las diferencias de ingreso entre los países no son justificación para las inequidades de género. Muchos países pobres han alcanzado altos niveles de equidad, lo cual es un logro positivo, incluso cuando esto implica una equitativa distribución de la pobreza. De hecho, lo opuesto a menudo se prueba cierto: muchos países que tienen cifras promedio aceptables en indicadores sociales suelen ocultar, detrás de esos promedios, enormes disparidades entre varones y mujeres. La eliminación de las disparidades de género puede ser lograda con políticas activas y su éxito no requiere que los países mejoren sus niveles de ingreso (ver la sección El dinero no hace la equidad).

Suecia, Finlandia y Noruega continúan registrando los más altos puntajes en el IEG 2008. Si bien ninguno de los tres países lidera las tres dimensiones que componen el índice (ver brechas en Educación, Empoderamiento y Actividad Económica), tienen buen desempeño en todas ellas. Alemania está cuarto y Rwanda, uno de los países más pobres del mundo, ocupa el quinto lugar. En todos estos casos, la brecha de género ha sido reducida a través de políticas activas, incluyendo leyes de cuotas para la participación política en órganos electorales y regulaciones pro-equidad en el mercado de trabajo.


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