Filipinas: El desarrollo humano no es cuestión de tamaño, sino de calidad

Filipinas necesita ubicar los derechos humanos en el centro de su agenda de desarrollo post-2015, de modo de cumplir especialmente con los derechos a la educación, la salud y el trabajo decente, y de hacerle frente a las históricas desigualdades, según el aporte de la sociedad civil de ese país del sudeste asiático al Informe de Social Watch 2013. El crecimiento económico ascendió en promedio a 4,7 por ciento al año desde 2000, pero sólo una pequeña elite cosecha los beneficios, mientras la creciente pobreza llegó a su pico de 26,5% en 2009, dice el estudio.

“No importa tanto la magnitud del crecimiento económico, sino su naturaleza”, concluye Marivic Raquiza, autora principal del informe de Social Watch Filipinas, según el cual, para ser eficaz, la estrategia hacia el desarrollo post-2015 debe incluir, a nivel nacional, la reanudación de la reforma agraria, el establecimiento de un sistema fiscal progresivo y la revitalización del sector manufacturero para crear empleos de calidad. A nivel global, se requiere una nueva arquitectura del sistema financiero que abra suficiente espacio político para que este y otros países tracen de forma independiente sus propios programas de desarrollo.

El Plan Nacional para el Desarrollo de Filipinas 2011-2016 propone un crecimiento inclusivo, que se define como un aumento del producto sostenido y de grandes dimensiones, con creación masiva de empleos y reducción de la pobreza. Ese objetivo se alcanzará, según el presidente Benigno Aquino, “mejorando la transparencia, la rendición de cuentas y el acceso a servicios de calidad; fortaleciendo la macroeconomía y el sector financiero; impulsando la competitividad industrial; facilitando la instalación de infraestructura, movilizando capitales, promoviendo la paz y la seguridad para el desarrollo y garantizando la seguridad ambiental”.

Pero la ONU como diversas organizaciones de la sociedad civil calificaron de sombrío el avance de Filipinas. La proporción de los habitantes en condiciones de pobreza aumentó de 24,9% en 2003 a 26,5% en 2009. La situación empeoró para los jóvenes, los migrantes, trabajadores del sector formal, niños y niña y habitantes de zonas urbanas, según estadísticas oficiales. Los sectores más pobres son los pescadores (41,4%), los agricultores (36,7%) y los niños y niñas (35,1%).

El crecimiento económico de la última década, por lo tanto, no ha beneficiado a aquellos que más lo necesitan, advierte Social Watch Filipinas. En 2011 se sumaron 17.000 millones de dólares al producto interno bruto, y ese año los 40 filipinos más adinerados se enriquecían 13.000 millones de dólares (37,8% en total). “No es de extrañar que el coeficiente de Gini se sitúe en 0,44, entre los peores del sudeste asiático”, comentó Raquiza.

El desempleo se mantuvo en alrededor de siete por ciento entre 2007 y 2011 en este país cuya fuerza laboral se compone en su mayoría por cuentapropistas y trabajadores del hogar no remunerados. Sin embargo, el subempleo (22,7%) es aun más significativo, pues como la mayoría de las personas carecen de seguridad no tienen más remedio que trabajar sin descanso, según el informe nacional de Social Watch.

Aunque la participación del sector agrícola en el producto interno bruto ha disminuido (de 25,1% en 1980 a 12,8% en 2011), y de que la industria tiene el mayor potencial de creación de empleos, incluso de los menos calificados, el sector manufacturero se ha contraído (de 25,7% a 19,4%), mientras que los servicios crecen (de 36,1% a 55,7% en 2011).

“La estrategia de desarrollo del gobierno es esencialmente ‘seguir con lo mismo de siempre’, y se concentra en el ‘crecimiento de la torta’”, añade Raquiza. “Esta visión prescribe fortalecer la participación del sector privado”, pero el programa de asociaciones público-privadas “arrancó muy lento y aún está en un estadio de desarrollo muy temprano”, escribió Raquiza.

Mientras, la parte del león del presupuesto de protección social está dedicado al Programa Pantawid Pamilya, modelado a semejanza de los planes de subsidios en efectivo condicionados que han implementado países como Brasil y México. Sus fondos, que han aumentado cada año desde su inicio en 2007, proceden en parte de préstamos del Banco Mundial y del Banco Asiático de Desarrollo, lo que deja dudas sobre su sustentabilidad. Además, los beneficiarios se ven obligados a acudir a centros médicos y educativos que  brindan servicios de mala calidad.

“La política de protección social debería concentrarse en la establecer un piso universal, para que todos accedan a los servicios mínimos que les permitan gozar de una vida digna”, propone el informe de Social Watch Filipinas, que sugiere, además, “ubicar la creación de empleos decentes en el núcleo de la agenda del desarrollo” y “revitalizar el sector manufacturero”.



http://www.socialwatch.org/node/15622