Guatemala sin pobres en 2030: No, no es por inocente, es compromiso serio

Helmer Velasquez
Coordinación de ONG y Cooperativas de Guatemala (CONGCOOP)

Es esta la semana del Desarrollo Sostenible, para América Latina y el Caribe. Así se expresó Alicia Bárcenas, al abrir la conferencia CEPAL-Organizaciones Sociales, en el marco de la Conferencia para la revisión del Estado de implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible -ODS- en la región. Esta Agenda, adoptada por Naciones Unidas (en 2015), próximamente arribará a los tres años de su suscripción.  En esta Conferencia -Santiago de Chile 2018- los gobiernos de la región harán, un balance sobre avances y dificultadas en el impulso ODS. Esta vez, la región, se reúne inmersa en una crisis de sus instituciones -75% de la ciudadanía- desconfía de estas, según CEPAL. La corrupción es generalizada y el descredito de los partidos políticos, es obvio. La población les culpa -y con razón- de haber saqueado y socavado al Estado. La desigualdad abate a la región: ricos muy ricos y pobres extremadamente pobres.

Guatemala sufre de aquellos males. Somos una síntesis de los mismos. Con agravantes: La sensación generalizada de no tener gobierno. Salvo, su oneroso costo, actuaciones de oficio, resoluciones político-diplomáticas torpes y violación de derechos humanos. No lo notaríamos.  ¡En absoluto!   La tasa de recaudación es bajísima, sumado a evasión, elusión y privilegios fiscales a los “captores del Estado”. Resultado: un gobierno quebrado e incapaz. Vive del empeño de nuestros bienes naturales. En la tarea ODS. Guatemala, lleva dos años siete meses de atraso en su implementación.  Esto no sería un problema, si no fuese porque los afectados son seres humanos: siete millones de pobres ¡la mitad de la población! De ellos tres millones en la indigencia. El “gobierno” -muy sereno- reportó en 2017 “avances” en arreglos institucionales:  vincular ODS a Katún 2032 y crear la unidad de calidad del gasto en la Contraloría de Cuentas. En términos sustantivos. Nada.

Así que. Erradicar la pobreza extrema y reducir al mínimo pobreza general al 2030 -en estas condiciones. Es una mueca de mal gusto.  Jimmy -está claro- no da la talla.  Así que perderemos otro año: 2019. Es decir, qué si las cosas cambian radicalmente en este país, en 2020, tendríamos diez años para erradicar la pobreza extrema. Hoy honestamente, es un sueño de opio. Así que aprovechar la coyuntura, para empujar socialmente: reforma fiscal, reorientación de gasto e inversión y poner a trabajar la institucionalidad pública. Es urgente, por ejemplo, inversión pública -masiva- en agricultura familiar, es este un eje desencadenador de procesos: empleo, alimento y llegar a tiempo al 2030.