REPÚBLICA CENTROAFRICANA

Reducir la pobreza: un objetivo muy distante

Pastor Clotaire Rodonne Siribi
GAPAFOT

En lugar de disminuir, la pobreza ha aumentado sensiblemente desde 1990. Los desórdenes, saqueos y destrucciones que acompañaron la rebelión que llevó al general François Bozizé al poder destruyeron el ya deteriorado tejido económico del país. El Gobierno, ahora, presenta una estrategia para reducir la pobreza que difícilmente logre cumplir con el ODM 1 de no mediar un giro inmediato y duradero hacia la paz y seguridad, y un crecimiento que, además de excepcional, favorezca a los pobres.  

A pesar de sus múltiples recursos, la economía de la República Centroafricana ha sido siniestrada por años de despojo a los fondos públicos y por repetidas crisis político-militares. Los desórdenes, saqueos y destrucciones que acompañaron la rebelión que llevó el 15 de marzo de 2003 al general François Bozizé al poder, acabaron poniendo de rodillas a un tejido económico que ya estaba mal, tras más de veinte años de una gestión mafiosa que vació las arcas del Estado. Fueron destruidos todos los aparatos de producción.

Una gran parte de los 623.000 km2 del territorio de la república está cubierta de bosques y el suelo contiene diamantes. Sin embargo, estas dos riquezas naturales, principales fuentes de ingresos del país, sirvieron durante mucho tiempo para inflar los bolsillos de quienes detentan el poder y sus allegados. Hoy, en plena reestructuración, su producción ha bajado. Aunque la tierra es fértil – si bien sólo la quinta parte es cultivada – y el clima favorable, las producciones de algodón y café no han dejado de hundirse estos últimos años. La cosecha de algodón 2004-2005 no superó las 5.000 toneladas, contra unas 50.000 de 1998. Esto se debe no sólo a la inconsistencia de la estructura que se supone debería manejar el sector, sino además – y principalmente –  a las reglas del juego del comercio internacional, que no son favorables a los productores africanos, y por encima de todo, a las subvenciones concedidas a los productores de los países industrializados. En cuanto al café, República Centroafricana produjo durante algún tiempo más de 18.000 toneladas al año, pero su cultivo ha casi desaparecido. La agricultura está prácticamente abandonada; los campesinos, después de haber sufrido directamente las consecuencias de la rebelión, padecen inseguridad crónica y continúan apenas con cultivos de subsistencia.

La constante reducción de estas actividades reduce también ingresos fiscales y aduaneros ya escasos por la ineficacia recaudadora del Estado centroafricano, algo regularmente denunciado por el FMI (que concedió en julio de 2004 un crédito de 8,2 millones de dólares en el marco de un programa post conflicto). El presupuesto del país, por otro lado, se ve cargado por una deuda externa de más de 1.000 millones de dólares (a finales de 2002), cuyo servicio representaba un 44,7% de los recursos presupuestarios en 2003, según el Banco de los Estados de África Central (BEAC).

Incapacidad del Estado

Desde la tentativa de golpe de Estado de mayo de 2001, se suspendieron las ayudas exteriores y solamente fue gracias a las donaciones específicas de 2004, de los socios tradicionales (UE, Francia, China o la Comunidad Económica y Monetaria del África Central), que la República Centroafricana pudo sacar la cabeza fuera del agua. El Estado se muestra incapaz de pagar a sus funcionarios, las pensiones y las becas. Cuando la caída del Presidente Ange Patassé, en marzo de 2003, los funcionarios ya contaban con 36 meses de atraso en sus salarios. Después de haber simplemente borrado la pizarra, François Bozizé se comprometió a pagar los salarios en un plazo establecido, promesa que no pudo mantener mucho tiempo, ya que el Ministro de Economía se reconoció incapaz de pagar a los agentes del Estado, que recibieron en enero de 2008 sus salarios de julio de 2004. Estos atrasos pesan sobre el consumo interno, y generan inquietante tensión social, exacerbada por la inflación sobre los precios de los productos alimenticios. A pesar de esto, la economía conoció una ligera mejoría en 2004 (2,5%) después de varios años de estancamiento.
Para los Centroafricanos, los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) están muy lejos y seguirán siendo un sueño. Según el Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD), dos tercios de los centroafricanos, es decir 3,8 millones, viven por debajo del nivel de pobreza. La esperanza de vida es apenas de 39,5 años, un niño de cada diez (11,5%) muere antes de la edad de 5 años y menos de la mitad de los adultos (48,6%) son alfabetos. Estos resultados colocan a la República Centroafricana en el lugar número 169 de los 177 que integran la clasificación del Índice de Desarrollo Humano.

Estrategia de reducción de pobreza

Para tratar de revertir esta dramática situación, el Gobierno intenta implementar una estrategia de reducción de la pobreza con dos objetivos principales.  

  1. La creación de riqueza en base al refuerzo de las capacidades humanas e institucionales, la inserción de los  más pobres en el aparato productivo gracias a una buena gobernanza y al restablecimiento de la seguridad;
  2. La mejora y generalización de los servicios sociales básicos a través de un enfoque participativo en la aplicación, el control/evaluación de la ejecución de la Estrategia de Reducción de la Pobreza.

Esta estrategia se despliega en los siguientes cuatro pilares:

  1.  
    1. Restauración de la seguridad, consolidación de la paz y prevención de los conflictos. Esto requerirá, entre otras cosas, el refuerzo de las capacidades materiales y humanas de los FDS, y la la reforma, reestructuración, reorganización territorial y transformación participativa y coordinada del sector de la seguridad.
    2. Promoción de la buena gobernanza y del Estado de Derecho, con el refuerzo de la gobernanza política y judicial, la mejora de la gobernanza económica, la mejora de la gobernanza local y la participación y promoción del género.
    3. Reconstrucción y diversificación de la economía a partir de la estabilización macroeconómica, del desarrollo rural, de la gestión transparente y eficaz de los recursos naturales, de la promoción del turismo y la artesanía y del desarrollo de las infraestructuras de apoyo a la producción;
    4. Desarrollo del capital humano, con la promoción de la educación, en particular, la escuela primaria y secundaria, la accesibilidad a los servicios de salud, la lucha contra el VIH/SIDA, y la promoción del empleo.

 
Diagnóstico de pobreza

El presente diagnóstico de pobreza es el resultado de dos investigaciones conducidas por el Ministerio de Planificación sobre las condiciones de vida en el medio urbano y en el rural, realizadas con el apoyo técnico y financiero del PNUD en 2003, y completadas por una investigación participativa financiada por el Banco Mundial en 2006.
Esta investigación identificó 10 problemas principales: mala gobernanza, problemas relacionados a la inseguridad, debilidad de las rentas, ineficiencia de la educación y la formación, problemas de salud, corrupción, falta de empleo y ausencia de oportunidades, falta de agua potable, ausencia de una política de refuerzo de las capacidades nacionales y problemas medioambientales.

Los problemas elegidos como prioritarios son los que, cuantitativamente, fueron considerados los más importantes por su influencia decisiva e impactos negativos en las condiciones de vida de las poblaciones. Las declaraciones de los participantes, tomados en grupo o individualmente, y en todas las regiones dejan claramente en evidencia tres problemas principales: ausencia de buena gobernanza, inseguridad y falta de paz.
Las malas condiciones prevalecen a lo largo y ancho del país. En algunos barrios de la capital, Bangui, la población sólo tiene electricidad cuatro días de cada siete y, en la mayor parte de los barrios, no tiene acceso al agua potable. Debido a la muy severa reducción del nivel de los ingresos, mucos centroafricanos están invadiendo los espacios verdes no sólo en la ciudad sino también sobre las formaciones forestales periféricas. Dado que la inflación ha reducido los ingresos, la venta de leña para combustible es a menudo la única alternativa para los crecientemente precarios, mal pagos e ilícitos modos de ganarse el ingreso que han venido proliferando. Como resultado, la sabana crece al ritmo de 500 metros al año a uno y otro lado del eje Bangui Boal y ya se ha desplazado 30 kilómetros hacia el sur y suroeste.

La tasa de pobreza es de 73% en las ciudades y 69% en las zonas rurales. Esta privación es se ve acentuada por una enorme desigualdad en el ingreso y gastos domésticos. El nivel de consumo del 10% más pobre de los hogares es apenas un décimo del de los 10% de los hogares más prósperos. Es muy poco probable que el objetivo del 31% para 2015 sea alcanzado de no mediar un giro rápido y duradero hacia la paz y la seguridad en la totalidad del territorio, y un crecimiento excepcionalmente fuerte y favorable que beneficie a los pobres, en particular, en el medio rural.