Desigualdades crecientes en Hungría

En Hungría, la fijación de objetivos para 2030 no está determinada tanto por los ODS como por la propuesta del objetivo mucho más simple de alcanzar a Austria para esa fecha, tal como lo propuso el Banco Central de Hungría (MNB). Cuando Austria-Hungría se separó, hace un siglo, el ingreso nacional húngaro per cápita era un 85 por ciento del de Austria. En 2015, según datos del Banco Mundial, el ingreso per cápita de Hungría, medido en paridad de poder adquisitivo, era aproximadamente la mitad del de su vecino.

Las proyecciones optimistas del MNB se basan en el supuesto de que continúan las altas tasas de crecimiento actuales de más del 4 por ciento anual, duplicando los salarios nominales y asegurando el pleno empleo.

Más realista, el Informe Social publicado por el instituto de investigación social TáRKI analiza la educación, la esperanza de vida y las cifras económicas para concluir que Hungría podría alcanzar a Portugal (la nación más pobre de Europa Occidental) en diez años. TáRKI pronostica un “shock futuro” debido a las muchas fallas del sistema educativo, basado en la formación profesional para satisfacer las necesidades inmediatas del mercado laboral  pero que desalienta la innovación, la curiosidad y la flexibilidad.

La continuación del alto crecimiento económico es incierta y es poco probable que la emigración, particularmente de jóvenes calificados, disminuya, ya que los salarios húngaros son menos de la mitad del promedio de Europa Occidental. El diez por ciento de los aproximadamente 4 millones de húngaros en el mercado laboral están trabajando o estudiando en otros países y la proporción de emigración con educación terciaria es la más alta de Europa.

Mientras tanto, el primer ministro Viktor Orbán explota el miedo a la migración “como una herramienta eficaz para movilizar a los votantes menos educados, principalmente en las zonas rurales y en otras ciudades que no sean Budapest”. Según el informe húngaro de Social Watch 2019 de Matyas Benyik, después de la victoria electoral de Fidesz, el partido del primer ministro Viktor Orbán, en el poder desde 2010, “la democracia en Hungría continuará erosionándose, la corrupción generalizada socavará la democracia y el crecimiento económico, la polarización social continuará, la brecha entre el Budapest liberal y el campo más tradicional crecerá, los jóvenes calificados continuarán emigrando en grandes cantidades y los conflictos con la Unión Europea aumentarán”.

Dado que “las instituciones húngaras destinadas a contrarrestar el poder del gobierno, como el Tribunal Constitucional, los medios de comunicación y el presidente de Hungría, no han cumplido sus mandatos, la UE es el último mecanismo de responsabilidad que queda”.

Por Matyas Benyik, Social Watch Hungary.

Lea el Informe nacional aquí (en inglés).

Fuente: Informe Spotlight sobre Desarrollo Sostenible 2019.