El futuro entre paréntesis

Cecilia Díaz; Mariano Sáenz
Centro de Estudios y Publicaciones ALFORJA; ASEPROLA

A pesar de que sus indicadores sociales sobrepasan la inversión de lo que el resto de los países centroamericanos dedican al desarrollo social, Costa Rica todavía presenta una tendencia de reducción de oportunidades tanto en el área de la educación como en la del empleo.

“En el caso nacional se ha observado que sólo una de diez personas que ingresaron a la educación primaria culmina el bachillerato con éxito y tiene la opción, finalmente, de ingresar a la educación superior …”1

Hasta 1980, la educación, en sus diversos niveles y modalidades, había sido el medio para lograr el desarrollo social del país. Sin embargo, en los últimos 20 años se ha convertido en un área inaccesible para las mayorías. Prueba de ello son las brechas educativas y cualitativas que existen, producto de la inequidad, entre la educación pública y la privada; así como entre la educación que se imparte a nivel urbano y la que se imparte en el sector rural.

En este contexto, los esfuerzos del gobierno han resultado insuficientes para resolver con eficacia las tensiones entre mantener y ampliar la cobertura educativa, y la de elevar la calidad de la enseñanza, para que la población adquiera equidad en el acceso a los códigos de la modernidad y en el ejercicio pleno de la ciudadanía.

La situación más dramática de estos desequilibrios se expresa en la educación secundaria. Ahí es donde se encuentra la principal y la más crítica fractura del sistema educativo costarricense, en particular en la educación diversificada.

“La tasa neta de escolaridad en secundaria revela que prácticamente uno de cada dos jóvenes en edad de cursarla se encuentra fuera del sistema educativo”. Además del problema de la baja escolaridad, la educación secundaria adolece de un alto índice de deserción educativa, de repitencia y de bajo rendimiento académico. Tales problemas se manifiestan más en los hombres que en las mujeres.

Respecto a la educación preescolar y primaria han ampliado significativamente su cobertura en el último período. La deserción escolar en la educación primaria también ha bajado. No obstante, en ambos niveles prevalecen condiciones de calidad desiguales. Los indicadores sobre rendimiento académico y repitencia que arroja un Centro Educativo Público no son los mismos que los de un Centro Educativo Privado. La educación paga sigue perfilándose como un sinónimo de eficiencia. 

Maquilas: la “gran opción”

Al completar más de un decenio de la aplicación de programas de ajuste, el empleo ha aumentado sólo en aquellas actividades dedicadas a las exportaciones, como es el sector de las maquilas.

Entre 1997 y 1998, se observó una retracción del mercado de trabajo formal. De hecho, la tasa de desocupación se convirtió en la más alta de la década con un 6.2%, lo cual implicó la eliminación de 23.034 puestos de trabajo en 1997. El subempleo visible e invisible también aumentó, sobre todo, en la población urbana femenina.2

La baja calidad del empleo ofrecido ha producido un bajo ingreso promedio mensual pese a un leve mejoramiento del salario mínimo real en 1997.

La maquila ha tenido un impacto inmediato sobre la generación de puestos de trabajo. El problema central en la actualidad es la mala calidad de éste y el poco impacto que tiene la actividad maquilera para el desarrollo nacional.

La pobreza se encontró relacionada directamente con los bajos niveles de instrucción e informalidad del empleo. Según la metodología de la CEPAL, la pobreza se incrementó de 20% en 1994 a un 21.6% en 1997.  Por otro lado, el PNB no creció sustantivamente, ya que el sector empresarial consideró que los principales problemas que limitaron la producción y la inversión de las empresas fueron la incertidumbre económica, las altas cargas sociales, los impuestos y la inseguridad de las personas y bienes.3

Notas

1 MIDEPLAN, 1997. Citado en ESTADO DE LA NACION EN DESARROLLO HUMANO SOSTENIBLE. Informe #5. San José, Costa Rica, 1999, p. 83.

2 PNUD, 1996, pp. 64-100.

3 PNUD, 1996, p. 106.