Estrategia y diálogo

Nishikawa Jun; Koshida Kiyokazu
Foro de ONG de Japón sobre Desarrollo Social, integrado por: Pacific Asia Resource Center–PARC); Japan Trade Union Confederation–JTUC–RENGO; International Movement Against all froms of Discrimination and Racism–Japan Committeee–IMADAR–JC; Asia Disability Institute; People’s Forum 2001; Shanti Volunteer Association–SVA.

El gobierno divulgó en abril de 1998 su informe de seguimiento de la CMDS «Estrategia Nacional para el Desarrollo Social». Durante la planificación de la Estrategia Nacional, el Foro de ONG de Japón sobre Desarrollo Social dialogó en dos ocasiones con él y le remitió sus opiniones sobre el documento. Aunque varios puntos de vista presentados por las ONG fueron incluidos, no hay acuerdo en la utilidad de éste.

 

La Estrategia Nacional incluye secciones sobre: estabilización de empleo, creación de una sociedad con igualdad entre los géneros, promoción de la integración social, apoyo a las personas socialmente vulnerables, desarrollo de recursos humanos y creación de un «ámbito fermental para el aprendizaje», preservación del ambiente y fomento del desarrollo de la infraestructura social.

Aunque el documento menciona varios temas encarados por las ONG (como el trabajo cooperativo), no dice nada acerca de dos compromisos fundamentales de la CMDS: Compromiso 1 (ámbito que permita el desarrollo) y Compromiso 2 (erradicar la pobreza). Con respecto al Compromiso 1, el gobierno no tiene una postura clara ni definida sobre la implementación y la promoción del desarrollo social, como se refleja en la agencia encargada de preparar la estrategia. Las ONG pidieron que se creara sólo una oficina para implementar el desarrollo social. Sin embargo, la Estrategia Nacional fue preparada por la División de Derechos Humanos y Refugiados del Ministerio de Relaciones Exteriores con informes de 23 ministerios.

En cuanto a la pobreza, la Estrategia Nacional señala que «el sistema de protección al ingreso ... garantiza un mínimo nivel de vida para todas las personas que son demasiado pobres para mantener un nivel digno por sus propios medios, a los efectos de que puedan tener una vida plena y culta y desarrollar su capacidad de independizarse.» Esta declaración es típica de funcionarios que piensan que una vez que un sistema se implementa, se soluciona el problema social. Pero el problema de la pobreza se torna cada vez más serio en Japón.

Existen actualmente al menos 20.000 personas sin hogar en el país, de las cuales 8.000 están en Osaka y 5.000 en Tokio. La cifra aumentó, sobre todo en las grandes ciudades, luego del colapso de la economía «burbuja» como consecuencia de la prolongada recesión y de la estructura de la industria japonesa de la construcción. Antes del colapso económico, la industria tomaba jornaleros en los «yoseba» (lugares donde éstos se reúnen en busca de trabajo). Ahora, en lugar de reclutarlos en los «yoseba», la industria encuentra trabajadores sin ningún problema mediante avisos clasificados en la prensa. Esta situación excluye a los viejos jornaleros de los «yoseba» del mercado laboral y los obliga a vivir en la calle. Casi un millón de personas dependen de la ayuda pública, y el número va en aumento. Sin embargo, la Estrategia Nacional del gobierno ignora por completo el tema de la pobreza en Japón.

Otro indicador de pobreza es el índice de desempleo: las cifras oficiales dan un 4%. En mayo de 1999 superaba el 5%, comparado con el 2% de 1995. La composición del desempleo también cambió, ya que ahora afecta no sólo a las personas de mediana y avanzada edad sino también a los egresados de enseñanza media. El Ministerio de Trabajo calcula que 25% de los trabajadores de la construcción quedará sin empleo en los próximos diez años. Eso significa que de 6,7 millones de trabajadores, 1,7 millones perderán sus empleos. En cuanto al sector financiero, se pronostica que 10% de los empleados pasen a engrosar las listas de los desocupados.

La Estrategia Nacional no dice nada acerca del grave problema del desempleo. Sin embargo, se encuentran en casi todas las páginas frases bonitas como «la creación de empleo utilizando la vitalidad de las medianas y pequeñas empresas». En realidad, estas son las compañías más afectadas por la prolongada depresión económica. Otro ejemplo es el sector de la educación. La Estrategia Nacional menciona la creación del «ámbito fermental para el aprendizaje» sin referirse al hecho de que casi 100.000 niños se niegan a ir a la escuela y de que la violencia escolar es usual en todo Japón. En el ámbito de la integración social, la estrategia insiste en que el gobierno implemente rígidamente el Sistema de Cupos de Empleo para Personas Discapacitadas, pero esto ignora la triste realidad de que las grandes compañías japonesas prefieren pagar multas antes que cumplir con la ley.

Otro problema con la Estrategia Nacional es que es una amalgama de medidas y programas de acción ya existentes. El gobierno no discutió iniciativas que concuerden específicamente con los compromisos de Copenhague. Por esta razón, la Estrategia no menciona temas sociales serios que enfrenta la sociedad japonesa hoy en día, como la desregulación, la reforma financiera y las restricciones a la libertad de información.

Dado que Japón experimenta cambios sociales drásticos, el gobierno debe aportar su perspectiva para el desarrollo social para el año 2000 y más allá. Sin esa perspectiva, no le será fácil persuadir a la sociedad civil para que trabaje en conjunto. Esta ausencia de una visión clara para la sociedad es uno de los problemas sociales y políticos más importantes en el país.

Apreciamos que se mencione la cooperación con las ONG en la Estrategia Nacional, pero ésta se limita a mencionar reuniones pasadas para recabar información e intercambiar opiniones. Si el gobierno desea fomentar la cooperación con las organizaciones libres y representativas de la sociedad civil, debe promover y apoyar el desarrollo de las ONG y otras organizaciones civiles voluntarias. Estas organizaciones civiles son actores claves para la promoción de la cooperación internacional y el fomento de la vida comunitaria. El gobierno y las ONG deberían por estas razones tener más diálogo para lograr el entendimiento recíproco. Dentro de este marco, cada ministerio debe institucionalizar un diálogo habitual con las ONG que incluya la discusión de los procesos de decisiones, su implementación, monitoreo y políticas de evaluación. Este tipo de práctica tendría un rol preponderante en la promoción del desarrollo social.

La Estrategia Nacional para el Desarrollo Social revela una gran brecha entre las ONG y el gobierno con respecto a los diez compromisos de Copenhague y fracasa esencialmente al no poder presentar una visión fundamental para un desarrollo social que sea la base de transición hacia una sociedad cuyo centro sea el ser humano.