Pájaros en jaula grande

Atiur Rahman; Ismail Hossain.
Unnayan Shamannay

La participación de las mujeres en la sociedad y en la economía está rezagada con respecto al resto de la población. Las prácticas sociales y culturales tradicionales, las leyes y costumbres arcaicas del país limitan su avance y perpetúan su subyugación. Sin poder votar, sin tierras subrepresentadas, menos educadas, más enfermas, mal remuneradas, más pobres, y bajo permanente amenaza a su seguridad, son como pájaros en una jaula.

Sin poder ejercer el derecho al voto

Las mujeres adultas pueden votar en Bangladesh, pero no siempre pueden ejercer su derecho al voto en muchos casos debido a rigurosas prohibiciones religiosas (fatwa), las largas distancias a los centros de votación y un pésimo sistema de transporte. A pesar de estos impedimentos, hubo una mayor participación electoral en las elecciones nacionales de 1996 y 2001, lo cual sugiere una mayor participación de las mujeres. Sin embargo, en un total de 300 legisladores, sólo seis mujeres elegidas directamente forman parte del Parlamento. Esta cifra es aun más baja que la del parlamento anterior, donde había ocho mujeres legisladoras.

El gobierno tomó un paso significativo hacia el empoderamiento de la mujer al reservar un tercio de las bancas en el gobierno local a las mujeres. Pero esta oportunidad no podría traducirse en un poder político real debido a la pobreza y la inseguridad de muchas de las mujeres integrantes, al peso de sus tareas domésticas, a la política cortoplacista de presidentes de comités y a los impedimentos de colegas hombres rivales que circulan rumores acerca de las mujeres integrantes.

La brecha socioeconómica

Educación

Hay grandes diferencias entre hombres y mujeres en muchos ámbitos. La tasa de alfabetización adulta entre las mujeres es de sólo 49,5%, frente al 67% de los hombres. Diversos programas educativos públicos y no gubernamentales dirigidos a la mujer facilitaron el progreso de la educación para mujeres observado en los últimos años. No obstante, la diferencia en los niveles educativos entre hombres y mujeres sigue siendo importante.

La matrícula estudiantil en los distintos niveles de la enseñanza tiene una estructura piramidal: el número de alumnos desciende a medida que sube el nivel de enseñanza. Esta tendencia es más pronunciada en el caso de las mujeres; muy pocas recibieron educación universitaria.

Salud

Aunque hubo algún progreso en la salud y la nutrición de la mujer en los últimos años, el sufrimiento y la privación en estos ámbitos sigue siendo destacado. La esperanza de vida promedio de las mujeres es marginalmente menor que la de los hombres —60,5 años frente a 60,7 años. Los casos de enfermedad son mucho mayores; 148 por 1.000 para las mujeres frente a 135 por 1.000 para los hombres.

Sin tierra

Las mujeres están en gran desventaja en términos de acceso a los recursos y el control sobre los mismos. En el medio rural el capital más importante es la tierra, pero las leyes de herencia tratan a los hombres y mujeres de manera diferente en cuestiones de distribución de la tierra. La ley musulmana de la herencia permite a la hija sólo la mitad de las propiedades de un hijo varón. La ley hindú de herencia priva a las mujeres de toda propiedad. Las mujeres que son propietarias de poca o ninguna tierra no pueden acceder a otros tipos de recursos. Por ejemplo, tienen menos capacidad para obtener préstamos en el mercado formal de créditos, ya que los préstamos requieren garantía.

Menos empleo, peor salario, peor trabajo

La participación de las mujeres en la fuerza de trabajo es muy inferior a la de los hombres: 50% frente a 77%. Los tipos de empleo de las mujeres también son diferentes a los de los hombres. La mayoría de las mujeres (77%) participan en el trabajo doméstico mientras la mayoría de los hombres (43%) son trabajadores autónomos. Mientras 8,7% de las mujeres trabajan como empleadas remuneradas, la cifra correspondiente para los hombres es del 14,4%. Las diferencias se deben, en cierto grado, a los problemas especiales que padecen las mujeres para acceder al empleo externo. Las mujeres padecen discriminación en los salarios y los ascensos, falta de transporte adecuado y falta de acceso a la atención médica e instalaciones de atención infantil adecuadas. Las horas de trabajo extraordinario, que a menudo requiere viajar por la noche, puede ser peligroso; varias mujeres que se trasladaban hacia o desde su trabajo fueron atacadas. El abuso sexual en el lugar de trabajo por parte de supervisores o jefes es otro problema. Estos factores desalientan la búsqueda de trabajo remunerado por las mujeres, y en ocasiones obligan a abandonarlo a aquellas que sí consiguen empleo.

Bajo la amenaza del ácido

El crimen violento es un problema creciente en Bangladesh y las mujeres son sus víctimas, con más frecuencia que los hombres. Violaciones, asesinatos, prostitución, secuestro y rapiña, incidentes de acoso, la solicitud de favores sexuales e incluso la posibilidad de que les arrojen ácido en la calle hace que las vidas de las mujeres sea insegura tanto dentro como fuera del hogar. Esta inseguridad limita su libertad de movimientos y, por tanto, su vida y opción de trabajo. La violación parece ser el tipo más frecuente de violencia contra las mujeres; las víctimas padecen traumas físicos y mentales o incluso discapacidad permanente. Mientras las mujeres casadas son con mayor frecuencia víctimas de asesinato, ataques con ácido, ataques físicos, crímenes relacionados con la dote, limitaciones religiosas y suicidios, las mujeres solteras padecen más que nada la violación, el secuestro y la prostitución.

En un gran número de casos los perpetradores de estos crímenes conocen a sus víctimas. En el caso de asesinato y violencia relacionada con la dote, el perpetrador suele ser el propio esposo de la víctima, presumiblemente la persona con la que ella tiene más intimidad.

La feminización de la pobreza

La pobreza es mayor entre las mujeres que los hombres, como indican varios indicadores socioeconómicos. Aumentó el número de hogares dirigidos por mujeres. Estos son, en general, más pobres que los hogares dirigidos por hombres. El ingreso promedio de los hogares dirigidos por mujeres equivale sólo a 55% del ingreso promedio de los hogares pobres en general. Como grupo, las mujeres son las más pobres de los pobres.

La creciente feminización de la pobreza es un gran desafío para las autoridades porque las medidas para reducir la pobreza no mejoraron la situación económica de las mujeres, a pesar de estar orientadas hacia ellas. La falta de acceso de las mujeres a los recursos y su retraso general socioeconómico han sido responsables por esta preocupante situación. Además, algunos de los beneficios de las medidas de reducción de la pobreza dirigidas a las mujeres se desviaron a otros integrantes de sus familias. En algunos casos, los microcréditos otorgados a las mujeres son, de hecho, usados por los hombres para pagar otras deudas o una dote. En una economía necesitada de créditos, donde las mujeres tienen mayor acceso al microcrédito que los hombres de la familia, tal desvío de los créditos es probablemente inevitable.

Magros fondos para programas de mujeres

Los fondos para los programas de mujeres en el presupuesto nacional son sumamente escasos. Los proyectos de desarrollo dirigidos directamente a las mujeres recibieron partidas menores. Por ejemplo, en el presupuesto de 2000-2001, el sector agrícola, donde trabajan la mayoría de las mujeres, sólo 44 de los 186 proyectos benefician directamente a las mujeres. En conjunto, esos proyectos suman sólo 31,6% de los fondos destinados a la agricultura. Las partidas en otros sectores padecen de la misma discriminación contra las mujeres.

Sin derecho a tener derechos

Se desalienta o impide a las mujeres que ejerzan sus derechos jurídicos o naturales. Con frecuencia no reciben moharana (un acuerdo en todo matrimonio musulmán para pagarle a la novia una suma de dinero, ya sea en efectivo o en especie) ni pensión alimenticia. Se desalienta enérgicamente la incorporación de las mujeres a organizaciones, incluso ONG, o a trabajar fuera del hogar. Estas restricciones indican que los hombres aún pretenden que las mujeres permanezcan dentro del hogar, cumpliendo sus roles tradicionales. Sin embargo, hay también un lado positivo en esta historia. Se han formado muchos grupos y organizaciones de mujeres que están haciendo un esfuerzo sustancial para reducir su falta de libertades.

No obstante, las mujeres de Bangladesh son como pájaros confinados en una jaula grande.

Referencias

Pratima Paul-Majumdar. Jatiya Budget Nareer Angsha (La participación de las mujeres en el presupuesto nacional). Bangladesh Naree Progoti Sangstha, Dhaka, 2001.

Atiur Rahman y M. Ismail Hossain. “Association of Development Agencies in Bangladesh and Unnayan Shamannay”, Social Watch. Dhaka, 2001.

Atiur Rahman es Investigador, BIDS, y Presidente, Shamunnay; Ismail Hossain es Profesor, Departamento de Economía, Universidad de Jahangir Nagar, y consultor, Shamunnay.