Alianzas público-privadas: ¿ángeles o demonios?

Varios expertos discutieron sobre los beneficios y perjuicios de las alianzas público-privadas en el sector de la ayuda para el desarrollo. Entre ellos, Roberto Bissio, Coordinador de Social Watch.

Varios expertos de diversos rincones del planeta ( Europa, América Latina, África y Asia) se dieron cita el martes 14 de junio para debatir el papel del sector privado en las cuestiones migratorias en el sector de la ayuda para el desarrollo en el marco del Global Media Forum que organiza esta semana Deutsche Welle en Bonn. Repartidos en varias mesas, intercambiaron visiones y experiencias con los participantes del evento. De los aspectos positivos, a los negativos pasando por el papel de los medios de comunicación para informar sobre ello y el rol de los legisladores para mejorar los resultados beneficiosos y prevenir impactos nocivos, los participantes centraron sus intervenciones en las alianzas público-privadas.

“Un modelo de desarrollo orientado a atraer grandes inversiones genera desigualdades y las desigualdades son el gran factor que empuja a la emigración, más que la pobreza. Emigra la gente formada que no tiene posibilidades en su país”, apuntó Roberto Bissio, Coordinador de Social Watch.

Recordando la experiencia que vivió América Latina que también se aprovechó “de la emigración que venía con capacidades ”, Bissio se mostró muy critico con la colaboración entre las empresas y el sector público, ya que, a su parecer, se debe cambiar la naturaleza de esa relación. “Las alianzas público-privadas son muy problemáticas porque hay un vacío democrático, no hay transparencia, lo que hace más fácil que haya más corrupción que con otros modelos operacionales, al no pasar por legislaciones públicas ni por presupuesto”. De esta manera, se trata de una “autoridad que no rinde cuenta a nadie. No es una fórmula adecuada”, aseguró.

Incremento de las desigualdades

Así subrayó que los recientes episodios de corrupción ocurridos en Guatemala, como en el caso del expresidente y del vicepresidente, actualmente presos, están asociados a una alianza público-privada.

Además recordó que América Latina ya ha utilizado este modelo, mayoritariamente para infraestructuras, y ya se ha visto perjudicada por el mismo. Un ejemplo de ello: las autopistas de Buenos Aires. “En 2002, la municipalidad le pagaba a la empresa porque no había circulación de vehículos”, lamentó.

No obstante, aunque se trata de “la peor de las formas, es la única que se promueve desde el Banco Mundial y la cooperación internacional, pero para las formas alternativas no hay asesoramiento”, enumerando otras opciones como la contratación, la licitación o la emisión de bonos.

Igualmente, destacó la indefensión con la que se pueden enfrentar los países con este tipo de alianzas. “El Gobierno de El Salvador no le dio permiso para instalarse a una empresa minera de Canadá y esta le demandó por 300 millones de dólares de ganancias que hubiera podido tener si se hubiera instalado”.

A pesar de todos estos inconvenientes, en algunos países, estas alianzas público-privadas se presentan como las herramientas capaces de llenar los huecos donde los gobiernos o las ONG no pueden llegar. Para José Dindo S. Vitug, Director Técnico del Centro de Formación y Educación Técnica Vocacional del Instituto Técnico Don Bosco de Filipinas, “tenemos una gran población y no podemos permitirnos la educación. No podemos hacer eso sin el apoyo de las empresas”. “Realmente todo el mundo sale ganando: los jóvenes formados con calidad que de los que después las empresas privadas se pueden beneficiar”, aseguró.

Fuente: Deutsche Welle.