El fenómeno de las “aerotrópolis”: desarrollo de alto riesgo que boicotea los ODS

POR ANITA PLEUMAROM, TOURISM INVESTIGATION AND MONITORING TEAM (EQUIPO DE INVESTIGACIÓN Y MONITOREO DEL TURISMO)

Junto con la globalización, una nueva forma de desarrollo comercial centrada en los aeropuertos se está extendiendo rápidamente por todo el mundo. Como nodos en los sistemas de producción mundial que ofrecen velocidad y conectividad, los “aeropuertos urbanos” se están convirtiendo en “ciudades aeropuerto” o “aerotrópolis”. Al igual que otras ciudades, la aerotrópolis consiste en un núcleo central con círculos de desarrollo que se extienden hacia afuera. Sin embargo, su núcleo es un aeropuerto, y todo el desarrollo que lo rodea apoya la industria aeroportuaria y, a su vez, es apoyado por ella.

Sus defensores afirman que esta nueva forma urbana es económicamente eficaz, mundialmente competitiva, atractiva y sostenible.1 Destacan la promesa de crear poderosos impulsores de desarrollo económico local, atraer industrias relacionadas con el turismo, generar fuentes de trabajo para los lugareños y valor agregado para las comunidades vecinas.

Sin embargo, la aerotrópolis subvierte profundamente el objetivo de construir ciudades inclusivas, equitativas y sostenibles. No es una ciudad diseñada para mejorar la vida y los medios de subsistencia de los residentes urbanos y para brindar un margen de acción pública, a fin de promover la democracia participativa y el empoderamiento civil. Es una ciudad impulsada por una combinación de imperativos empresariales privados y control estatal, con los elevados niveles de seguridad y control que acompañan a los aeropuertos. Constituye un megacentro de consumo ostentoso con instalaciones y servicios que complacen principalmente a pasajeros aéreos privilegiados y adinerados de clase alta, con estilos de vida sumamente dinámicos y lujosos, y a empresas transnacionales que desean ofrecer rápidamente sus productos a clientes de todo el mundo.

Además del aeropuerto, los desarrollos de la aerotrópolis suelen incluir hoteles, centros comerciales e instalaciones recreativas; complejos de venta al por menor, de convenciones, de comercio y de exhibición; campos de golf; y áreas de manufactura y depósito. Por lo general, estos proyectos reciben un trato preferencial, como regulaciones laxas y desgravaciones fiscales, y a veces se integran en zonas económicas especiales (ZEE) más grandes, donde se proporciona infraestructura de apoyo, como redes de transporte, energía y agua.

Quienes reciben los mayores beneficios de dichos proyectos no son las comunidades locales, sino los inversionistas y las empresas internacionales, como empresas de construcción, aerolíneas y otras empresas de transporte, grupos hoteleros, empresas de bienes raíces, aseguradoras y empresas de equipamiento de seguridad, comercios de venta al por menor y empresas de manufactura que se dedican a la exportación.

La proliferación de los planes de aerotrópolis debe considerarse en el contexto de la tendencia mundial de financierizar la infraestructura. El sector financiero codicia los proyectos relacionados con los aeropuertos, que se transforman en activos mediante los cuales los inversionistas privados obtienen inmensas ganancias. Las asociaciones público-privadas (APP) aumentan día a día en la industria aeroportuaria. Sin embargo, el aumento del uso del dinero público (por ejemplo, impuestos, fondos de pensiones y de ayuda) para compensar los riesgos que implican estos proyectos masivos representa una preocupación importante, particularmente en países en desarrollo que luchan contra la pobreza, una economía débil y grandes deudas. Las APP tienden a externalizar los costos elevados a los pueblos y la biósfera.

Los proyectos de aerotrópolis devoran grandes superficies de tierra, que a veces superan los 100 kilómetros cuadrados. Los impactos más graves incluyen conflictos relacionados con la tierra: desalojos forzados, pérdida de la biodiversidad y tierra de cultivo, degradación del medio ambiente, contaminación atmosférica, acuática y acústica; y falta de transparencia y responsabilidad. Dada su infraestructura de consumo intensivo de petróleo, los desarrollos de aerotrópolis perpetúan la economía mundial basada en combustibles fósiles que impulsa el cambio climático descontrolado.

Por todas estas razones, la resistencia al negocio de las aerotrópolis ha crecido en todo el mundo: desde el Reino Unido y Turquía en Europa; hasta Tanzania en África; Indonesia, la India y Taiwán en Asia; y México en América Latina. En 2015, una alianza de grupos civiles formó el Global Anti-Aerotropolis Movement (Movimiento Mundial Antiaerotrópolis, GAAM)2, con el fin de investigar y controlar los desarrollos y apoyar las iniciativas locales que se oponen a proyectos destructivos en los planos social y ambiental.

Anita Pleumarom es coordinadora del Tourism Investigation and Monitoring Team (TIM-TEAM), una iniciativa independiente de investigación y control para proporcionar información para uso público y participar en campañas de justicia social y ecológica en el ámbito del turismo y el desarrollo.

Notas:

1 Véase, por ejemplo, John D. Kasarda, presidente y gerente general de Aerotropolis Business Concepts
(www.aerotropolisbusinessconcepts.aero).