El barco se hunde

IPS Informe especial para Control Ciudadano

El problema de analizar los esfuerzos que realiza Albania para combatir la pobreza reside en la dificultad de reunir datos confiables tras la convulsión social de la última primavera boreal, cuando el colapso nacional de planes de financiación piramidal desencadenó una rebelión que causó la muerte de más de 500 personas.

Las cifras de la pobreza albanesa están basadas en la cantidad de familias que solicitan asistencia social, compiladas por el Departamento de Estadísticas de la Administración General de Protección Social y Servicios Sociales.

El número de personas que recibe asistencia se elevó entre 1993 y 1994 y luego comenzó a declinar, para aumentar nuevamente en 1997 tras el colapso de los planes piramidales.

Cientos de miles de albaneses depositaron sus ahorros de moneda extranjera, acumulados con gran esfuerzo, atraídos por informes de grandes ganancias y confiados por el apoyo que el gobierno anterior brindó a la estafa. Millones de dólares se perdieron cuando las pirámides se derrumbaron.

La asistencia social se paga a las familias que no tienen ingresos adicionales o cuyas ganancias, como en el caso de las pensiones, no bastan para mantener al conjunto familiar. No incluye a los desempleados que reciben un porcentaje fijo de su salario durante el primer año de desempleo.

Lo que más llama la atención de estas cifras es que la creciente brecha entre los más pobres y el resto de la sociedad en toda Europa, también se manifiesta en Albania.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) calcula que la relación del ingreso del 20% más rico de la población mundial comparada con el 20 % más pobre era de 78 a 1 en 1994, frente a 30 a 1 en 1960.

Las cifras albanesas, aunque son limitadas, indican la misma tendencia. La cantidad de personas muy pobres, cuyas familias dependen absolutamente de la asistencia social, sigue aumentando, mientras el número de familias que reciben ayuda parcial del Estado descendió entre 1994 y 1996.

Parte de la situación se debe al hecho de que los programas piramidales aún rendían intereses en esos años, pero la pertenencia a los mismos revelaba el dudoso privilegio de aquellos que tenían dinero para invertir.

Las personas que eran demasiado pobres para participar entonces, lo siguen siendo hoy. La brecha entre los muy pobres de Albania y quienes están relativamente seguros sigue ampliándose.

Un puñado de personas que realizaron ganancias al principio de los planes piramidales, por lo general aquellos con conexiones políticas para comerciar en forma ilícita, ahora integran una pequeña pero poderosa elite económica, sobre todo en zonas rurales.

En forma simultánea, aquellos que subsisten sólo de los beneficios estatales tienen que conformarse con mucho menos.

El pago promedio de seguridad social por familia descendió de 2.449 leks por mes en la ciudad y 1.340 leks en las zonas rurales en 1994 a 2.200 y 1.100 leks respectivamente en 1997. (142 leks equivalen a un dólar estadounidense).

El pago máximo posible por familia es de 5.275 leks por mes y el más alto posible por persona es de 2.040 leks. Las asignaciones en los municipios urbanos son más elevadas que en las comunas rurales, donde el costo de vida es menor.

El ministerio afirma que la caída del pago promedio no es resultado de los recortes en el presupuesto sino de la disminución de las necesidades de las familias por la generación de otros ingresos.

Estos ingresos adicionales, comprendidos por el dinero enviado por familiares que trabajan en el exterior, son los que de hecho mantienen con vida a los albaneses.

Se estima que unos 300.000 albaneses, cerca de 10 % de la población total, trabajan en Grecia. El total del dinero enviado es imposible de calcular ya que la mayor parte proviene de empleos clandestinos en el sur de la Unión Europea.

Con frecuencia, el gobierno intentó aumentar los pagos y las pensiones de la asistencia social y el Banco Mundial prometió 25 millones de dólares más para cubrir los costos. El gobierno también aseguró la creación de 55.000 nuevos empleos en el sector público para reorientar los fondos de la seguridad social hacia grandes proyectos de trabajo.

Las principales causas de la desigualdad residen en la tenencia de la tierra y la educación, según Fabian Schmidt, gerente de proyectos en Albania de una organización no gubernamental internacional.

"Aunque no existen en la práctica grandes terratenientes, gran cantidad de disputas sobre la tierra surgieron durante el proceso de privatización y muchas interrogantes sobre la propiedad aún no se resolvieron", dijo Schmidt. "Además, la calidad, ubicación y valor de la tierra otorgada a las personas varía según los casos", añadió.

El Banco Mundial concluyó en un informe confidencial de 1996 que "el programa gubernamental de reforma agraria consiguió su objetivo original de privatizar las cooperativas y granjas pertenecientes al Estado en poco tiempo y con un nivel razonable de igualdad".

Sin embargo, añadió el informe, la cantidad de tierra promedio otorgada a las familias fue de apenas 1,3 hectáreas, insuficiente para mantener la economía familiar, lo que llevó a muchos a emigrar a las ciudades.

Además, muchas personas vendieron sus tierras u otros bienes inmobiliarios privatizados para invertir en los planes piramidales, una medida que les costó hogar e ingresos.

Schmidt señaló que la distribución de la tierra durante la privatización ocurrida entre 1992 y 1993 tuvo grandes consecuencias sobre la situación social.

"Por una parte, brindó a todos una base sobre la cual operar, pero en los casos en que la propiedad sigue sin definirse produjo una pobreza creciente, ya que la tierra no está siendo usada y aquellos que la reclaman tienen que esperar".

La inversión es escasa a pesar del esfuerzo del gobierno por atraer capitales nacionales e internacionales. La situación económica en general no parece prometedora y la producción industrial prácticamente se paralizó desde 1990.

Los únicos negocios redituables son la industria de la construcción en las ciudades, la producción de bebidas sin alcohol y ciertos sectores de la agricultura, aunque a un nivel muy básico.

"El resultado es un enorme déficit comercial, cubierto en parte por las transferencias de los trabajadores emigrantes. No obstante, el déficit comercial y la evasión aduanera provocan el déficit presupuestal y debilitan la posición del Estado", manifestó Schmidt.

En el ámbito de la educación, aunque existe un sistema escolar extendido por todo el país, el mismo carece de materiales de enseñanza en el interior. Algunas zonas están tan aisladas que en el invierno quedan separadas de los pueblos más grandes donde se encuentran las escuelas.

En las zonas más remotas el nivel de educación es muy bajo y el analfabetismo continúa siendo un problema, aunque no se encuentran con facilidad estadísticas detalladas.

Las personas más afectadas son las mujeres y los niños. En las zonas rurales, donde están arraigados los valores conservadores, las mujeres tienen pocas posibilidades de desarrollar su educación.

Se espera que los niños, sobre todo en las zonas rurales, viajen a las ciudades y obtengan el sustento para sí mismos y sus familias mediante la venta de cigarrillos o el lustrado de zapatos. Los ancianos tampoco tienen mejor suerte. Sus pensiones son sólo un poco más elevadas que la asistencia social.

Muchas ONG, extranjeras o albanesas, ofrecen ayuda humanitaria y unas 20 mantienen acuerdos de cooperación directa con el Ministerio de Asuntos Sociales.