Las ciudadanas árabes: doblemente discriminadas

Areen Hawari
Arab Association for Human Rights (HRA)

La Declaración de Independencia de Israel, que representa la esencia de la ideología colectiva política y jurídica israelí, define al Estado como un «Estado judío y democrático». Las leyes y las prácticas por lo general manejan el conflicto evidente entre estos dos principios al subrayar el carácter judío del Estado, a costa de la democracia. Por consiguiente, se suelen violar los derechos básicos de los palestinos. Las distintas formas de discriminación que practica el Estado de Israel contra sus ciudadanos árabes afectan doblemente a las mujeres, ya que también son oprimidas por la sociedad palestina.

En la Cumbre Mundial de Desarrollo Social celebrada en Copenhague en 1995, Israel se sumó a otros países en el compromiso con el desarrollo social de sus ciudadanos. En forma similar, en los últimos años ratificó varias convenciones internacionales de derechos humanos, incluidos el Convenio de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (CESCR) y la Convención para la Eliminación de Toda Forma de Discriminación contra la Mujer (CEDAW).

Un breve análisis de los problemas de derechos humanos de los ciudadanos palestinos árabes de Israel plantea ciertas interrogantes sobre el respeto hacia estos compromisos. Este informe analiza la implementación de cinco de los compromisos de Copenhague (erradicación de la pobreza, promoción del pleno empleo, la integración social, la igualdad y la equidad entre el hombre y la mujer y el acceso universal y equitativo a una educación de calidad y al nivel más alto posible de salud física y mental) a través de la perspectiva de mujeres árabes en Israel y demuestra que el Estado israelí viola los derechos de sus ciudadanas árabes, directa e indirectamente, con el silencio sobre las violaciones de los derechos humanos.

Según las últimas estadísticas (1995), hay 1.040.000 ciudadanos palestinos en Israel, descendientes de quienes permanecieron tras la guerra de 1948 y la creación del Estado, y que ahora representan 18,3% de la población. Hay 572 mil ciudadanas mujeres y niñas palestinas en el país.1

Las más pobres

El informe para 1997 del Instituto Nacional de Seguros indica que el 35,8% de las familias árabes vive en el primer (más bajo) decil de ingresos, el 26,5% vive en el segundo decil, el 1,3% vive en el noveno decil y el 1,6% vive en el décimo (más alto).2 Mientras el 28,3% de las familias árabes y el 32,6% de los niños árabes viven por debajo de la línea de pobreza, las cifras correspondientes para las familias y los niños judíos son de 16% y 21,4%.

Las mujeres padecen una proporción más elevada de la pobreza. En 1997, 80% de las árabes estaban desempleadas, mientras en la población general la proporción de mujeres que trabajan era de 45,8%.3 Una elevada proporción del 20% de mujeres árabes con trabajo lo hacía en malas condiciones y por salarios muy bajos. Una investigación reciente para estudiar la condición de las mujeres que trabajan en el sector privado de Nazaré, el mayor empleador de mujeres árabes, reveló que el 61% percibe menos que el salario mínimo legal y el 72% trabaja sin ningún contrato legal.4 Una proporción superior de mujeres trabajan sin estar registradas.

En 1995, el ingreso promedio de los trabajadores árabes equivalía a 68% del ingreso promedio de los judíos.5 El ingreso promedio de las mujeres era el 56,7% del de los hombres. El ingreso promedio de las mujeres árabes equivalía a 38,5% del ingreso promedio de los hombres judíos.6 Las mujeres árabes padecen esta realidad a pesar de la Ley de Igualdad de Oportunidades en el Empleo, que tiene el fin de impedir la discriminación en el trabajo por razones de género, nacionalidad, creencias u origen.

Una de las causas principales de esta situación es la falta de trabajo en las comunidades árabes, pues el Estado no invierte ni fomenta las inversiones donde están asentadas: el 93% de la inversión estatal se realiza en zonas judías. Por lo tanto, hay muy pocas oportunidades disponibles para las mujeres. La investigación de la situación de las mujeres árabes en el lugar de trabajo reveló que 38,2% de las investigadas indicaron que les gustaría trabajar, pero que no encontraban trabajo.7

Tienen dificultades para encontrar trabajo fuera de las aldeas, ya que la sociedad no considera correcto que las mujeres dejen sus aldeas para trabajar. También hay dificultades prácticas, ya que hay escasez de medios de transporte público en los pueblos y aldeas árabes, y son completamente inexistentes en varias localidades. Las mujeres árabes también padecen desigualdades con respecto a los centros de atención a los hijos. Mientras el 95% de los niños judíos de tres años de edad acude al jardín de infancia, sólo un 44% de los niños árabes de esa edad lo hace.

Participación política y civil

La representación árabe en cargos electos en Israel no es coherente con su poder electoral. En el Knesset (Parlamento), de un total de 120 legisladores, hay solamente 12 árabes y ninguno de ellos es mujer (los árabes constituyen el 18,3% de la población de Israel). No hay ley ni sistema que garantice la representación femenina en los foros electos.

La proporción de árabes en cargos jerárquicos en el sector público es insignificante. A los postulantes árabes ciertos requisitos legales como el servicio militar les impiden acceder a cargos que no tienen relación con lo militar. Más del 90% de los ciudadanos árabes no cumple el servicio militar, y tampoco se le exige que lo haga. Por ejemplo, de los 641 directores ejecutivos de las empresas estatales, sólo tres son árabes (menos del 0,5%)8 y ninguno es mujer; de los 1.059 directores de las empresas estatales, sólo 15 son árabes, y ninguno es mujer. La proporción de jueces árabes también es pequeña: sólo un juez árabe (hombre) integró la Corte Suprema; sólo 19 jueces árabes integran los tribunales estatales, y sólo 4 de éstos son mujeres.

En 1993, el movimiento de mujeres de Israel logró la aprobación de una ley para mejorar la posición en el sector público y para conseguir una representación adecuada de las mujeres en las empresas estatales. En base a esta ley, el movimiento de mujeres israelí demandó a dos empresas estatales ante la Corte Suprema por la falta de mujeres directoras en sus consejos directivos. La Corte dictaminó que las empresas violaron la ley, y a la vez amplió el principio de igualdad para incluir la acción positiva. Entonces, las mujeres sólo representaban el 2% de los integrantes del consejo directivo de la empresa. La Corte falló que una proporción adecuada del directorio debería estar integrada por mujeres. En consecuencia, ahora las mujeres representan 30% de los directores de la empresa. La ley y la decisión de la Corte beneficiaron principalmente a las mujeres de clase alta, que tienen acceso a estos cargos. Dado que, por lo general, las mujeres árabes son menos educadas y de una «condición social inferior», el fallo no tuvo relevancia alguna para ellas.

A pesar de sus escasos recursos y oportunidades, los gobiernos locales siguen siendo el único lugar donde los árabes pueden conseguir cargos de poder. Las batallas por éste son grandes e incluso cruentas. Se utilizan valores tradicionales y contactos para que los hijos de las familias más poderosas venzan en la batalla. Por consiguiente, las mujeres son marginadas y, por lo general, están ausentes de los consejos locales. Desde la creación del Estado en 1948, sólo una mujer resultó electa como jefa de un consejo local y en la actualidad no hay ninguna. La tradición social exige que las mujeres se queden en sus casas para proteger a sus hijos y servir a sus esposos.

La educación queda lejos

Israel alcanzó la meta de la educación primaria total. Pero dentro del sistema educativo existen grandes desigualdades. El informe de 1996 del interventor estatal muestra que la tasa de abandono en las escuelas árabes es más de dos veces superior a la de las escuelas judías: casi el 40% de los estudiantes árabes de 16 y 17 años abandona la escuela, en comparación con el 9% de los estudiantes judíos que lo hace.9

En varias aldeas árabes no reconocidas10 por el Estado no hay escuelas, por lo que los estudiantes se ven obligados a viajar varios kilómetros para ir, a veces a pie. Debido a las presiones del conservadurismo, muchas familias de las aldeas no envían a sus hijas a recibir enseñanza fuera de ésta, y una alta proporción de niñas la abandonan. En 1997, sólo el 45% de las niñas en edad escolar de Negev asistía a la escuela. Algunas niñas nunca fueron a ella.11

Existen importantes diferencias en la tasa de aprobación del examen de ingreso de la enseñanza secundaria (Bagrut). Aunque la tasa general de aprobación es de 65,4% para los estudiantes judíos, sólo es de 49,2% para los árabes. La tasa de aprobación de las niñas es de 68,2% en el caso de las judías y de 46,6% en el caso de las árabes.12

La tasa de analfabetismo es superior en las mujeres árabes que en ningún otro sector de la población. Según las estadísticas de 1997, 11,7% de ellas eran analfabetas, frente a sólo 4% de las judías.13 El 22,2% de las mujeres árabes sólo terminaron la escuela secundaria, frente al 9,7% de las judías. Asimismo, 15,2% de las mujeres judías continúan su educación hasta el nivel superior, mientras sólo 4% de las mujeres árabes lo hacen. Esto es en parte porque no existen universidades árabes en Israel y todas se encuentran lejos de las localidades árabes. Las árabes también padecen discriminación a la hora de recibir becas y plazas en viviendas estudiantiles.

El derecho a la salud

Las estadísticas de 1992 a 1996 muestran que la tasa de mortalidad para los lactantes árabes en Israel es de 10,1 por mil, mientras que para los lactantes judíos es de 5,5 por mil.14 Esta discrepancia no es casualidad: es la consecuencia de una constante brecha en los servicios de salud ofrecidos a la población judía y los que se brindan a la población árabe. El Ministerio de Salud Pública reconoció en 1992 la existencia de una brecha del 30 al 40% entre los servicios de salud para judíos y árabes.15

La falta de servicios de salud en las comunidades árabes obliga a la población a viajar a las localidades judías para recibir atención médica. Un estudio de 1995 halló que el 42% de las mujeres árabes en Israel debe abandonar sus aldeas para recibir servicios de salud. Sufren restricciones sociales para viajar fuera de sus aldeas y también padecen problemas de idioma, ya que la mayoría de los profesionales de la salud son judíos y la mayoría de los folletos informativos están escritos en hebreo. Por consiguiente, las árabes no están informadas sobre los servicios de salud a su disposición. En especial, las árabes tienen un acceso limitado a los servicios de planificación familiar y de control de la natalidad. En forma correspondiente, la tasa de fertilidad entre ellas es de 4,3, mientras para las mujeres judías es de 2,6.16 A esto se suma la falta de programas de salud educativos: el 93% de las escuelas árabes no ofrece clases de educación sanitaria.

Las condiciones de salud en las aldeas no reconocidas por el Estado son las peores en Israel. Por ejemplo, la tasa de mortalidad de lactantes de los beduinos en Negev es de 23 por mil. Los servicios de salud básicos son limitados y son ofrecidos principalmente por ONG. Un tercio de las mujeres beduinas no recibe servicios para la madre y su hijo, y la mayoría que los recibe tiene que viajar muy lejos para conseguirlos.

La violencia

En Copenhague, Israel se comprometió a fomentar una sociedad estable, segura y justa basada en la solidaridad inter alia y la seguridad. En 1998, al menos seis mujeres árabes fueron asesinadas en nombre de lo que se conoce como «honor familiar». Organizaciones de mujeres registraron 66 casos de asesinato en los últimos siete años.17 Esto se suma a otro tipo de abusos contra las mujeres para proteger el honor familiar, como el confinamiento y la prohibición de trabajar, educarse o viajar. Las estadísticas muestran que 50% de las mujeres árabes casadas son golpeadas al menos una vez al año y 25% son golpeadas al menos una vez cada seis meses.18

Pocas mujeres denuncian esta violencia. Dos centros que ayudan a las víctimas árabes de abuso sexual reportaron que, en 1997, 276 mujeres árabes acudieron a los centros por ayuda como consecuencia de abuso sexual y 179 acudieron como resultado de otros tipos de abuso, en su mayoría golpizas y amenazas contra sus vidas.19

El asesinato de mujeres árabes es una consecuencia inevitable del proceso de discriminación que padecen en Israel. La sociedad palestina aún justifica estas acciones, define el honor de los hombres como algo que depende del cuerpo de la mujer y trata la violencia familiar como un problema interno de las familias. Las autoridades no ofrecen suficiente protección a las mujeres. En varios casos en que acudieron a la Policía, los agentes las llevaron de vuelta a casa, con el resultado de que unos días después habían sido asesinadas.

La mayoría de las mujeres que sufren abuso sexual lo mantiene en secreto por temor al tratamiento de la sociedad, las amenazas de la familia o por razones personales. A menudo la mujer abusada es culpada por ello y no encuentra el apoyo suficiente. Los centros para víctimas de violación señalan que sólo un 20% de las mujeres violadas acude a la Policía, y en la mayoría de los casos los cargos no llegan a los tribunales. Los policías que manejan estos casos muestran poca sensibilidad o consideración hacia el bienestar de las mujeres víctimas. En todo Israel, sólo hay dos investigadoras policiales árabes mujeres. La mayoría de las víctimas son interrogadas por policías hombres, que en muchos casos son conocidos suyos y de quien abusó de ellas. Esta situación incomoda a las mujeres al responder a preguntas íntimas o al presentar una queja detallada. Con frecuencia el caso se cierra debido a la falta de interés público, o se convence a la víctima de que vuelva con su esposo. Sólo recientemente los centros de ayuda obtuvieron la autorización para comenzar cursos de entrenamiento destinados a la Policía para que puedan manejar a las víctimas árabes.20

El apoyo que el Estado brinda a estos centros es insignificante. En 1997, el Ministerio de Bienestar Social y Trabajo aportó sólo 10% al presupuesto de un centro.21

Notas

1 Resumen estadístico de Israel, Nº 49, (Jerusalén, 1998) cuadros 2.1, 2.10. Estas estadísticas incluyen a Jerusalén Este.

2 A. Farris - Comunidad en peligro, servicios limitados, Informe del Grupo de Presión, (Haifa, setiembre 1998).

3 Resumen estadístico, cuadro 12.7.

4 Asociación Árabe de Derechos Humanos y A. Farris, La condición de las mujeres árabes que trabajan en el sector privado en Nazaret (a publicarse en diciembre 1998).

5 Jacques Bendlik, Encuesta de salarios e ingresos del Instituto Nacional del Seguro 1995 (Jerusalén, abril 1998) cuadro 1, p. 35.

6 Ibid, cuadro 5, p. 53.

7 A. Farris, La situación de las mujeres árabes en el lugar de trabajo.

8 Sikkuy - The Association for the Advancement of Equal Opportunity, Igualdad e Integración, (1997), p. 28.

9 Informe del interventor estatal, Nº 46, (1996), pp. 363-364.

10 Aproximadamente 60 mil árabes palestinos (10 mil en el Norte y 50 mil en el Sur) viven en comunidades que no son reconocidas legalmente por las autoridades. Son excluidos de los planes y mapas oficiales, como si no existieran y, además, las estructuras construidas en estas zonas (casas, jardines de infancia, etc.) son consideradas edificios ilegales que se pueden demoler en cualquier momento. En estas «aldeas no reconocidas», cualquier construcción, incluidas casas, mezquitas, caminos y otros tipos de infraestructura, e incluso las reparaciones de los edificios existentes, está prohibida. Además, no se proporcionan los servicios básicos esenciales a estas comunidades.

11 Ron Hose, Anat Keenan y otros, Aspectos personales y sociales que influyen en la educación de las niñas beduinas en el Distrito Sur, Kay College, (Beersheva, 1997) p. 4.

12 Ibid, cuadro 22.21.

13 Resumen estadístico, cuadro 22.1.

14 Ibid, cuadros 3.8 y 3.9.

15 Condición de las mujeres palestinas, pp. 61-72.

16 Resumen estadístico, cuadro 3.13.

17 Declaración de Al-Badil, Coalición Al-Badil contra el Delito del Honor Familiar, (Nazaret, verano 1998).

18 Condición de las mujeres palestinas, p. 83.

19 Informes anuales del Movimiento Al-Siwar para Ayudar a las Víctimas de Abuso Sexual y Centro de Mujeres contra la Violencia para Ayudar a las Víctimas de Abuso Sexual y Físico. Las cifras no incluyen a las mujeres árabes que acudieron a centros judío-árabes conjuntos.

20 Condición de las mujeres palestinas, p. 87.

21 Entrevista con Rahiq Rinawi, Movimiento Al-Siwar.


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