Vapuleada pero no vencida

Jessica Reyes-Cantos
Action for Economic Reforms

El adjetivo “tumultuoso” es el que mejor describe la situación económica y política de Filipinas desde que el presidente Joseph Estrada, el actor convertido en político, fue elegido presidente en julio de 1998, hasta que la vicepresidenta Gloria Macapagal Arroyo lo sustituyó en enero del 2001. El mundo entero sabe —aunque esta vez con reacciones diversas— que los filipinos volvieron a hacerlo.

Quince años después de que una revolución incruenta derrocara a la dictadura de Ferdinand Marcos (tras 20 años en el poder), el pueblo filipino expulsó a Estrada, un presidente corrupto e incompetente. Pero a diferencia de la primera rebelión llamada Poder Popular, que fue vista como una asonada militar apoyada por la población civil, la segunda Poder Popular fue vista como un levantamiento civil apoyado por los militares.

El sufrimiento agravado de los pobres

Los pobres fueron los más afectados en estos tiempos tumultuosos. Todavía no se habían recuperado de la crisis monetaria asiática de 1997, de la sequía ni de la inexistencia de las redes de seguridad social que el gobierno prometiera crear al incorporarse al GATT-0MC, cuando fueron golpeados una vez más por la inestabilidad interna que envolvió a la nación.

Gracias a los esfuerzos del PNUD y a fondos europeos, se pusieron a disposición del público los indicadores anuales sobre la pobreza a partir de 1998 a través de la Encuesta Anual de Indicadores de Pobreza. Las cifras comparativas para 1999 y 1998 no eran optimistas. En el 40% más pobre de las familias descendió la proporción de embarazadas que recibieron suplementos de hierro y yodo y de aquellas que recibieron inyecciones contra el tétanos. También hubo un inquietante descenso en la proporción de niños y niñas del 40% más pobre de la población que recibían enseñanza básica (ver cuadro).


Encuesta Anual de Indicadores de Pobreza 1999

 

Porcentaje de las familias más pobres (40% inferior)

INDICADORES DE SUPERVIVENCIA

1999

1998

 

 

 

1.      Alimentación, nutrición y salud

 

 

Familias con embarazadas o lactantes

 

 

a. recibieron suplementos de hierro

59,0

66,1

b. recibieron suplementos de yodo

52,8

57,0

c. recibieron al menos dos dosis de inyecciones contra el tétanos

58,4

71,1

Familias con mujeres casadas

 

 

d. acceso a los servicios de planificación familiar en los últimos seis meses

89,1

85,2

e. practican la planificación familiar

33,7

40,5

 

 

 

2.   Electricidad, agua y saneamiento

 

 

a. acceso a agua potable segura

69,1

66,2

b. servicios sanitarios

67,7

65,7

c. electricidad en la casa/edificio residencial

47,3

46,3

 

 

 

INDICADORES DE SEGURIDAD

 

 

1.      Vivienda

 

 

a. unidad (techo y paredes externas) hecha de materiales fuertes

29,8

29,1

b. propietarios o en posesión de la casa/terreno

65,7

65,6

c. casa/terreno obtenido mediante la ayuda de un programa de vivienda o financiación públicos

2,9

3,3

d. con terrenos aparte de los residenciales obtenidos a través del Programa Integral de Reforma Agraria

0,8

0,8

2.      Empleo

 

 

a. cabeza de familia con empleo

57,6

89,1

b. miembros de familia a partir de los 18 años con empleo

94,7

94,8

c. participan en actividades agrícolas y reciben servicios agrícolas y de extensión

8,1

5,4

INDICADORES DE CAPACITACIÓN

 

 

1.      Educación básica

 

 

a. niños de 6-12 años

53,0

52,0

b. en escuela primaria

82,1

89,6

c. niños de 13-16 años

31,8

31,2

d. en escuela secundaria

45,0

56,3

2.      Educación terciaria

 

 

a. jóvenes en escuela terciaria y con becas públicas o privadas

12,6

10,9

3.      Participación popular/Desarrollo comunitario

 

 

a. al menos un integrante de la familia participa de organizaciones populares o asociaciones de desarrollo comunitario

24,5

19,4

b. integrantes de cooperativas

12,2

9,3

4.      Disposición de préstamos para actividades empresariales (% de total de familias partícipes en actividades empresariales)

23,2

22,8

Nota: El período de la encuesta de 1999 abarcó el segundo y tercer trimestre que, según las Cuentas Nacionales de Ingreso, mostraron un crecimiento del PBI del 3,6% y 3,4% respectivamente. La misma incluyó una muestra de 41 mil familias de todo el país.

Fuente: Solita C. Monsod, "The bottom 40% and how they fared," BusinessWorld, 23 de noviembre del 2000.

Tipo de cambio, economía y empleo

El mal gobierno y la corrupción de Estrada tuvieron un alto costo para la economía. Los mercados reaccionaron negativamente. El peso filipino frente al dólar bajó de los 40 pesos en enero del 2000 a los 49 pesos por dólar en noviembre. En este mes se desató la discusión nacional por el llamado escándalo jueteng[2] que hizo temblar a la presidencia de Estrada. Peor aún, el incremento de los precios internacionales del petróleo, junto con la caída del peso y la volatilidad de los mercados provocada por el sentir popular contrario al gobierno de Estrada, desataron la suba de precios.

En noviembre del 2000 el Banco Asiático de Desarrollo pronosticaba que la economía de Filipinas sería la segunda con crecimiento más lento de la región asiática. El crecimiento del PBI descendió a –0,6% en 1998, a 3,3% en 1999 y a 3,9% en el primer semestre del 2000. Dicho crecimiento, aunque parece considerable, en realidad fue vacío ya que se confinó sólo a algunos subsectores de la economía, como la electrónica y los semiconductores. Además, fue un crecimiento sin generación de empleos:

A pesar de las tasas de crecimiento superiores del PBI, el nivel de empleo descendió en los sectores agrícola e industrial, de 29,1 millones en julio de 1999 a 28,3 millones en julio del 2000. Eso implica una reducción de 877 mil puestos de trabajo en un año. 

El número de desempleados (datos de julio del 2000) aumentó un fenomenal 32%, de 645 mil a 852 mil. La tasa de desempleo del 11,1%, frente al 8,4% de julio de 1999, batió la marca de los últimos 13 años.

El número de personas con trabajo descendió en 25 mil mientras la PEA aumentó en más de 1,2 millones de personas, lo cual explica su creciente desesperanza.

La ex ministra de Planificación Económica Solita Monsod se refiere correctamente a esta situación como la “destrucción de empleos”.

Guerra causada por la pobreza y pobreza causada por la guerra

A fines de 1999, el ex presidente Estrada decidió librar una guerra total en Mindanao Central. Esta guerra no distinguió entre la rebelión islámica dirigida desde hace 32 años por el Frente Moro de Liberación Islámica (MILF)[3] y la banda criminal dedicada a los secuestros por rescates, Abu Sayyaf.[4] Aunque la postura enérgica de Estrada ante la guerra reforzó su alicaída popularidad –a medida que la gente se hartaba de los secuestros de Abu Sayyaf– la población pagó el precio por los enormes costos económicos y sociales de la guerra.                                                                         

Tras seis meses, la guerra le costó la vida a 206 soldados junto a un número sin confirmar de guerrilleros del MILF. Más de 500 mil civiles fueron obligados a abandonar sus hogares por el conflicto. Un representante del Consejo Empresarial Mindanao calculó que los costos económicos para Mindanao alcanzaron los 1.000 millones de pesos por día (aproximadamente USD 24 millones). Cerca de 90 niños murieron de enfermedades –sobre todo sarampión– en los centros de refugiados.[5] 

A pesar de la popularidad de la decisión de Estrada, muchos políticos y ONGs progresistas no le hallaron ni pies ni cabeza a la política de guerra.[6] Los 32 años de rebelión islámica tienen raíces históricas, culturales y económicas, que exigían medidas participativas en lugar de la respuesta armada. De hecho, en ningún lugar son más urgentes las reformas básicas que en Mindanao, donde 12 de sus 14 provincias se cuentan entre las 20 provincias más pobres del país. Las más pobres de todas son las provincias de Maguindanao, Lanao del Sur, Sulu y Tawi-Tawi, pertenecientes a las Regiones Autónomas de Mindanao Musulmán (ARMM).

Como dijo el fallecido senador Jose Diokno, uno de los principales defensores de los derechos humanos del país: “Como la militarización es implícitamente represiva, siembra el antagonismo y la resistencia. La militarización es una profecía que se cumple a sí misma: crea las mismas condiciones que la ‘justifican’”.

El creciente déficit presupuestal

El déficit del presupuesto estatal creció a niveles alarmantes y es una gran preocupación de economistas y autoridades. De los P 50 mil millones en 1998 creció a P 136 mil millones en el 2000. Pasó de ser el 1,8% del PNB en 1998 al 3,9% en el 2000. La principal razón de este problema es la caída de la recaudación impositiva, que descendió del 18,66% del PNB en 1997 al 14,43% del mismo en el 2000. Dicha disminución en la recaudación se debió en gran medida a la falta de sanción por parte de Estrada de los grandes evasores de impuestos y a la tendencia del Congreso de transar con los grandes intereses. Sólo la Oficina del Tesoro, que en principio no le corresponde la generación de ingresos, recaudó más de lo previsto a través de la venta de Bonos del Tesoro. La falta de ingresos afectó en gran medida la flexibilidad del gobierno para financiar los servicios sociales básicos.

La nueva presidencia

"Debemos ser audaces en nuestras ambiciones nacionales: ese debe ser nuestro reto en esta década, ganar la lucha contra la pobreza”, dijo Gloria Macapagal Arroyo al jurar como presidenta.[7] 

La presidenta Arroyo aún no precisó como hará para ganar la lucha contra la pobreza. La gestión de gobierno fue el problema clave que minó la confianza de los inversores y derrocó a Estrada. Por lo tanto se espera que la administración de la presidenta Arroyo y la sociedad civil concentren sus energías en que los principios básicos de responsabilidad, transparencia, previsión y participación informen e inspiren su gestión.

El pueblo filipino ha madurado políticamente. Ha sido vapuleado, pero –con la inspiración y las lecciones extraídas de la segunda rebelión del Poder Popular– no ha sido vencido.

Notas:

[2] Jueteng es un juego de azar ilegal jugado en la mayor parte del país. Sus operadores pagan dinero por concepto de protección a los funcionarios locales. Un gobernador y conocido operador de jueteng del norte del país reveló que el presidente Estrada y sus familiares recibían una gran tajada de dicho dinero de protección.

[3] El MILF es la vanguardia del movimiento islámico en el territorio Bangsamoro de Mindanao e islas vecinas. El MILF se creó en 1977 cuando Hashim Salamat, con el apoyo de la etnia maguindanao de Mindanao, se escindió del Frente Moro de Liberación Nacional (MNLF). Salamat apoyaba una actitud más moderada y conciliatoria hacia el gobierno. En enero de 1987, el MLNF firmó un acuerdo renunciando a la búsqueda de la independencia de las regiones musulmanas y aceptando la oferta de autonomía del gobierno. El Frente Moro de Liberación Islámica, la segunda facción en importancia, se negó a aceptar el acuerdo. El MILF, radicado en Mindanao, cuenta con unos 2.900 guerrilleros.

[4] Abu Sayyaf es un grupo islámico radical dirigido por Abdurajik Abubakar Janjalani que opera en el sur de Filipinas. Se trata de un comando que se originó en el Frente Moro de Liberación Nacional en 1991. Se cree que cuenta con 200 miembros, en su mayoría musulmanes jóvenes, muchos de ellos habiendo estudiado o trabajado en los estados del Golfo Pérsico, donde estuvieron expuestos a ideología islámica radical. Entre las actividades de Abu Sayyaf se incluyen los atentados con bomba, asesinatos, secuestros por rescate y extorsión a empresas y empresarios. Actualmente se convirtió en un grupo criminal.

[5] Jose M. Galang Jr. "It only just began". BusinessWorld, 14 de agosto del 2000.

[6] Rep. Wigberto E. Tañada. "Welcome Remarks" presentadas en la Primera Consulta Regional sobre el Proyecto de Declaración Filipina de Derechos Humanos, 10 de mayo del 2000, ciudad de Baguio.

[7] Gloria Macapagal Arroyo, "Inaugural Speech" dado el 20 de enero del 2001, EDSA Shrine, Mandaluyong, citada en Philippine Daily Inquirer, 21 de enero del 2001.

Jessica Reyes-Cantos es integrante de la administración colectiva de Acción por Reformas Económicas. La autora desea agradecer las sugerencias y comentarios de Filomeno Sta. Ana III, coordinador de Acción por Reformas Económicas.