Pobreza y disparidad de riqueza

Adib Nehmeh
The Center for Development Studies; Arab NGO Network for Development

Las disparidades económicas y sociales se acompañan de disparidades similares en los indicadores de desarrollo humano, específicamente en la salud y la educación. La pobreza y las malas condiciones de vida evolucionan simultáneamente con los indicadores negativos de desarrollo humano que, a su vez, contribuyen con la regeneración de la pobreza y la profundización de las disparidades.

Líbano tenía un producto bruto interno per cápita de aproximadamente USD 5.000 a fines del 2000, lo cual le granjeó un lugar en la categoría internacional de país de “mediano desarrollo”. La pobreza tiene un aspecto diferente en Líbano que en los países calificados de “muy pobres”. Informes anteriores dedicados a Líbano en Control Ciudadano analizaron las distintas causas de dicha pobreza.

Este informe se concentra en una causa principal: la desigual distribución de la riqueza y el ingreso. La distribución del ingreso y de la riqueza es importante en un país donde las relaciones de mercado dominan la mayoría de los aspectos de la vida.

La desigualdad social en Líbano tiene una antigua base histórica. La disparidad social está relacionada con la disparidad regional que se remonta a la transición al capitalismo, que comenzó en el centro del país décadas antes de extenderse a las regiones periféricas.

La división geopolítica que se desarrolló durante la guerra (1975-1990) condujo a nuevos tipos de marginación política en algunas regiones. Esa marginación se refleja en el nivel de representación política y participación en los procesos de decisión a nivel nacional. De esta manera, la disparidad regional adquiere una dimensión cultural y política, además de la social y económica. Esta situación de marginación se reproduce a sí misma y amenaza la estructura social y nacional del país.

Etapas de las disparidades regionales

La disparidad regional es un viejo fenómeno en Líbano. Muchos investigadores sociales e historiadores informaron de las diferencias entre el Líbano central y el periférico en términos de sus características sociales y económicas, sus indicadores de desarrollo y su estructura social.

En general, se pueden identificar tres etapas distintas en la evolución de la disparidad regional/social:

La primera etapa surge de los distintos niveles de penetración del capitalismo occidental de los siglos XVIII y XIX en las regiones libanesas. El capitalismo penetró en las zonas de Monte Líbano y Beirut muchas décadas antes de llegar a otras regiones. En consecuencia, la institucionalización, la formación de modernos grupos sociales y clases, la diversidad de actividades económicas, la expansión de la riqueza y los recursos económicos, etc., no evolucionaron al mismo ritmo y en la misma cronología en todas las regiones. Las disparidades regionales quedan en evidencia en los indicadores de desarrollo básico, como el acceso a servicios públicos (calles y carreteras, agua, electricidad, etc.), educación y el predominio de los sistemas tradicionales de agricultura en las sociedades periféricas cuyo grado de capitalización e integración a las relaciones de mercado fue inferior a la de Beirut y Monte Líbano.

La segunda etapa comenzó con la presidencia del general Fouad Shehab en 1958 y finalizó con el comienzo de la guerra en 1975. Esta etapa se caracterizó por niveles relativamente altos de crecimiento económico y un proyecto de reforma socio-administrativa, con la prioridad de superar las disparidades regionales. En esta etapa hubo una expansión horizontal de las relaciones de mercado y la difusión geográfica del capitalismo hacia las regiones periféricas. La disparidad se redujo respecto del suministro de infraestructura y servicios públicos. Se magnificó la disparidad relacionada con el crecimiento económico centrado en la capital y sus suburbios, promoviendo la migración de la mano de obra a la capital.

La tercera etapa en la evolución de la disparidad regional y social es la etapa actual, que comenzó con el cese de las hostilidades bélicas en Líbano. La disparidad regional aún es un fenómeno fundamental en los años 90, sin cambios sustanciales desde la década de 1960. Las discrepancias a nivel de infraestructura y servicios públicos son menos marcadas que otras. Las cuatro áreas principales de disparidad son:

  • Disparidad en la diversidad económica y sus actividades (número y tipos de instituciones, actividades económicas, monto de créditos y depósitos, y una notable diferencia en la estructura etaria indicativa de la migración de la mano de obra a la capital).
  • Disparidad en niveles de desarrollo humano (índice de analfabetismo, matrícula escolar, etc.). Esta disparidad tendrá un impacto importante en el futuro en la capacidad productiva y la diversidad de las actividades económicas.
  • Disparidad en estructura social y condiciones de vida (niveles de ingreso, porcentaje de pobreza, etc.). La estructura social en Beirut y Monte Líbano es distinta a la de los cuatro mohafaza (departamentos) restantes.
  • Disparidad en la representación política y en la participación en los procesos de decisión (tamaño y diversidad de la representación, sensación de marginación de la participación que impera entre los residentes de la periferia).

Las disparidades económicas y sociales se suman a los mecanismos de disparidad política y cultural y se superponen con los diversos credos religiosos en las distintas regiones.

Disparidades sociales a fines de los años 90

Disparidad en la distribución del ingreso

El coeficiente Gini para la distribución del ingreso en 1997 correspondió a 0.435. Un estudio de la Administración Central de Estadística del mismo año mostró que el 39% de la población residente recibió el 13,4% del ingreso nacional, mientras el 14% de la categoría superior del ingreso recibió el 43%.

GRÁFICO 1:

Participación en el ingreso de la población, según categorías de ingreso


Centralización de créditos y depósitos bancarios

El poderoso y creciente sector bancario tiene un gran porcentaje de la riqueza nacional libanesa. De adoptarse políticas económicas y sociales adecuadas, estos recursos financieros podrían utilizarse para redistribuir la riqueza y reducir las disparidades sectoriales, sociales y regionales. Lamentablemente, la situación actual es exactamente la opuesta.

El grado de concentración de los depósitos indica una elevada concentración de riqueza en el sector bancario y también revela que las disparidades de riqueza son mayores que la disparidad en el ingreso. El grado de concentración del crédito, por sector, región y tamaño, revela los tipos de políticas adoptadas por el país y si estas políticas profundizan o reducen la disparidad. Según estadísticas del Banco Central para el primer trimestre del 2000, Beirut y Monte Líbano recibieron el 81,66% y el 8,62% respectivamente del crédito total, indicando la persistencia y reproducción de la disparidad regional. La distribución sectorial del crédito (marzo del 2000) fue la siguiente: el comercio y los servicios recibieron el 44,5% de los créditos totales, comparados con el 21,5% para la construcción, el 12,9% para la industria y el 1,47% para la agricultura. Esto refuerza la distorsión sectorial y la marginación de la agricultura y la industria y, por lo tanto, la marginación social y económica de las regiones rurales.

Las cifras del Banco Central para el primer trimestre del 2000 revelan que menos del 1% del total de los beneficiarios de crédito (762 titulares de cuentas bancarias) recibieron el 50,5% de los créditos totales (estimados en USD 16 mil millones, a marzo del 2000). Mientras, el 47% de los prestatarios sólo reciben el 2,3% del total de los créditos.

GRÁFICO 2:

Distribución del crédito por monto y sus beneficiarios (% del total-marzo del 2000)


Disparidad en el desarrollo humano

Las disparidades económicas y sociales se acompañan de disparidades similares en los indicadores de desarrollo humano, específicamente en la salud y la educación. La pobreza y las malas condiciones de vida evolucionan simultáneamente con los indicadores negativos de desarrollo humano, que a su vez contribuyen con la regeneración de la pobreza y la profundización de las disparidades.

Tasas de analfabetismo

Estadísticas recientes (Administración Central de Estadística, 2000) revelan que la tasa nacional de analfabetismo para los mayores de 15 años asciende al 11,6%. Esto representa un avance menor comparado con 1995, cuando correspondía al 13,6%, lo cual se atribuye a las elevadas tasas de matrícula escolar. La tasa de analfabetismo de las mujeres (15,4%) duplica a la de los hombres (7,7%). Las disparidades regionales no han cambiado. Los mohafaza que registran bajos niveles de vida albergan las mayores tasas de analfabetismo. Esta disparidad varía del 6,6% en Beirut al 17,1% en el norte. Las tasas de analfabetismo femenino son más elevadas en Beqa'a (22,4%).

GRÁFICO 3:

Tasas de analfabetismo (grupo etario 15 y más)


Tasas de mortalidad infantil

Las tasas de mortalidad de los niños menores de cinco años no han mejorado en los últimos cinco años. La tasa actual es de 33 muertes por 1.000 nacimientos, casi la misma que en 1995 (32/1.000). Eso muestra que las políticas sociales y de salud no han tenido un impacto positivo en este indicador.

Las disparidades regionales coinciden con los niveles de pobreza en las distintas regiones. Las menores tasas de mortalidad infantil se registran en Beirut (25/1.000) y las mayores en el sur (57/1.000). Un cambio importante en comparación con las cifras de 1995 se registró en el norte. El sur, con la mayor incidencia, se fusionó con el mohafaza de Nabatieh. Nabatieh estuvo ocupado hasta el 25 de mayo del 2000 y las cifras correspondientes a Nabatieh no eran precisas.

GRÁFICO 4: Tasas de mortalidad para menores de cinco años (por 1.000)


Conclusión

La pobreza está vinculada integralmente a la disparidad social en todos sus aspectos. Líbano no carece tanto de recursos financieros como de una distribución equitativa de la riqueza y la capacidad.

Existe una disparidad geográfica y social heredada. Las políticas adoptadas reproducen directamente esta disparidad a nivel económico y social. Las disparidades económicas y sociales, junto con las disparidades en los niveles de desarrollo humano representadas en los indicadores educativos, dificultan que la población escape a la pobreza. Finalmente, la marginación política, al excluir a los representantes de los grupos sociales pobres y las regiones impedidas de participar en los procesos de decisión, reduce aun más la base de población que comparte los beneficios del crecimiento en el país.


Adib Nehmeh agradece los aportes de Sawsan Masri.