Pocas esperanzas

Labid Abbawi
Iraqi Al-Amal Association

Iraq está retrocediendo en todas las áreas del desarrollo humano y social. Las injustas sanciones internacionales impuestas desde 1991 y las políticas irresponsables, inhumanas y antidemocráticas de un régimen corrupto son las causas de esta terrible situación.

El impasse actual en desarrollo humano amenaza el futuro del país y la prosperidad de su pueblo. Es inútil hablar de progreso y desarrollo en el Iraq de hoy sin antes liberar al ciudadano de su temor, privaciones y humillaciones. Una política significativa de desarrollo humano y social exige adoptar una estrategia de combate y erradicación de la pobreza, incorporar principios democráticos de libertad y derechos humanos, y cooperar con las instituciones independientes de la sociedad civil en el proceso de planeación y aplicación. Una igualdad real para las mujeres en la sociedad y la vida política también es imperativa para que se produzca un desarrollo auténtico.

Condiciones de vida decentes, alimentos suficientes, agua potable, atención médica adecuada, educación primaria y vivienda accesible son elementos vitales para medir el desarrollo social de cualquier país.

Iraq está retrocediendo en todos estos campos, y no se aprecian tendencias positivas hacia políticas significativas de desarrollo humano y social. Las injustas sanciones internacionales impuestas a Iraq desde 1991 y las políticas irresponsables, inhumanas y antidemocráticas de un régimen corrupto son las causas de esta terrible situación.

La economía depende en gran medida de la exportación de petróleo. Las sanciones internacionales limitan su libertad comercial, las exportaciones e importaciones son vigiladas por el Comité de Sanciones de la ONU y los ingresos por concepto del petróleo son supervisados por un banco francés auspiciado por la ONU. La fluctuación de los precios del petróleo, la demora en la aprobación de contratos comerciales por parte del Comité de Sanciones, y la aparente falta de interés del gobierno en adquirir elementos esenciales han perjudicado la situación económica y social del país y dañaron la capacidad del gobierno para transitar por las vías del desarrollo social.

El desinterés del gobierno en mejorar las condiciones de vida del pueblo tiene un propósito político. Al mantener un bajo nivel de vida e imponer constantemente severas medidas económicas y financieras sobre la población, el gobierno atribuye la culpa de todos los problemas del país a las sanciones económicas y se libera de toda responsabilidad.

Según declaró el ministro de Comercio Exterior a una revista iraquí el 5 de diciembre de 2001, los ingresos de Iraq desde fines de 1996 procedentes de la Resolución 986 del Consejo de Seguridad (más conocida como la “Resolución Alimentos por Petróleo”) ascendieron a aproximadamente USD 48.500 millones. De esa cifra, sólo USD 15 mil millones se gastaron en alimentos, medicinas y otros productos básicos. La ONU separó USD 18.500 millones para pagarle a su personal en Iraq y para indemnizar a otros. Se suspendieron contratos por valor de USD 6 mil millones. Los USD 9 mil millones restantes, que el ministro de comercio no mencionó, y que el gobierno podría haber utilizado para suministrar productos básicos humanitarios y servicios sociales sumamente necesarios, fueron congelados en el banco.

Según distintas fuentes, los ingresos procedentes del petróleo contrabandeado a países vecinos en 2001 ascendieron a aproximadamente USD 2 mil millones. Este dinero no se invirtió en el desarrollo, sino que se destinó a las fuerzas de seguridad especiales y al Ejército Republicano (la fuerza de élite del régimen) y se distribuyó a las familias de los gobernantes y sus colaboradores.

Desempleo, desigualdad y pobreza

Informes oficiales a fines de 2000 estimaron que 80% de las fábricas del sector privado están cerradas por falta de dinero y materias primas. La situación no mejoró en 2001.

Según el informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), aproximadamente 50% de la fuerza laboral está desempleada. Decenas de miles de trabajadores son obligados a buscar empleo en los sectores no industriales de la economía. La situación del sector público no es mejor. Muchos trabajadores capacitados y especializados deben abandonar sus empleos, y la mayoría sigue desempleada sin esperanzas de cambio inmediato. El gobierno no tiene planes de volver a capacitarlos ni de absorberlos en otros sectores.

El costo de muchos productos de consumo básico y de servicios sociales necesarios subió en 2001 mientras el valor de la moneda iraquí frente al dólar descendió aproximadamente 1,5% comparado con el comienzo de 2000. Estos factores, y la elevada inflación, contribuyeron a deteriorar aún más el nivel de vida de la mayoría de la población iraquí.

Las estadísticas oficiales revelaron que el ingreso anual promedio de los ciudadanos llegó a un máximo de USD 4.083 en 1980, descendió a USD 3.508 en 1990, y rápidamente se deterioró a USD 761 en 1993 y a USD 715 en 2000.

Hoy en día, aproximadamente 80% de la población vive por debajo de la línea de pobreza (ingresos inferiores a USD 2 por día) según una declaración oficial publicada en los diarios iraquíes en 2001. La cifra correspondía a 45% en 1990-1991.

Con el empobrecimiento producido el año pasado y la inexistencia de una estrategia de reducción de la pobreza, es improbable que se produzca un crecimiento económico en el futuro próximo a menos que se levanten inmediatamente las sanciones y que el gobierno tome medidas drásticas.

La desigual distribución del ingreso, la desigualdad social y el favoritismo son características comunes de la sociedad actual. La clase media se achica a medida que crece la pobreza. Menos de 5% de la población está protegida por el régimen y disfruta de privilegios como productos de consumo y suntuarios importados.

También existe una disparidad en el nivel del ingreso de la población en los condados del norte (el Kurdistán iraquí, que fue liberado y no responde al control del gobierno central) y en los del sur, que son sumamente discriminados por razones políticas y sectarias. Sólo la capital y un condado en el centro del país (lugar natal del presidente y residencia de la mayoría de la élite y los ricos) reciben especial atención del gobierno, especialmente con respecto a los servicios básicos, como electricidad, agua potable, transporte y demás.

En el Kurdistán iraquí, donde viven 3,5 millones de habitantes, la población recibe los beneficios en dinero designado a la región (13% de los ingresos de petróleo obtenidos según la Resolución 986 del Consejo de Seguridad) y una distribución de alimentos y medicinas razonablemente justa bajo la supervisión del personal de la ONU, en contraste con la de funcionarios corruptos en el resto del país. Por tanto, la calidad de los servicios sociales, la atención médica y la educación es mejor, así como el nivel de vida y el poder adquisitivo de la población. El tipo de cambio del dinar iraquí (IQD) es de IQD 18 por USD 1 en Kurdistán y entre IQD 2.050-2.080 por dólar en el resto del país.

Sin avances en la situación de las mujeres

La situación de las mujeres no mejoró en 2000/2001. No hay esfuerzos serios para modificar las tendencias de desigualdad en los ingresos comparados con los hombres que tienen un empleo similar, ni la privación social o discriminación en la vida social y política. Debido a un mayor desempleo en las industrias, más mujeres en los sectores de la educación, la salud y los gobiernos municipales y locales deben abandonar sus trabajos para cederle el lugar a los hombres desplazados de sus empleos.

Desintegración social, el dilema de los jóvenes

Un grave obstáculo que enfrenta la sociedad iraquí es la pésima situación de los niños y los jóvenes. Hay un alto nivel de mortandad infantil y de niños menores de cinco años, que asciende a 108 muertes por 1.000 nacimientos en las regiones del centro y el sur, y de 95 por 1.000 en el resto del país. Según informes del Ministerio de Salud del 15 de diciembre de 2001, en los tres meses de septiembre a noviembre de 2001 se produjeron 31 mil muertes. Entre ellos hubo 21 mil niños menores de cinco años. La morbilidad de las enfermedades crónicas va en aumento. Hay más niños que trabajan y más niños que viven y piden limosna en las calles. Esto eleva el nivel de corrupción, delincuencia y degradación moral.

La población joven padece un fuerte desempleo y escasez de oportunidades realistas, que provoca la emigración de miles. La ONU calcula que existen 4,5 millones de iraquíes viviendo en el exterior, un incremento de 400% en la última década.

Los jóvenes se casan menos, la tasa de divorcios va en aumento y la delincuencia juvenil es común. Todo esto, aunado al temor diario a la represión y la intimidación de las fuerzas de seguridad, condujeron a la desintegración del entramado de la sociedad, especialmente entre los jóvenes, lo cual traba el desarrollo humano y ofrece un sombrío panorama para el futuro del país en las próximas décadas.

Salud y educación: serios obstáculos

El estado de la salud y la educación en el país se estabilizó en los últimos años con la ayuda de una enorme suma de dinero designada a ambos sectores a través de la ONU (Resolución 986). Pero los ciudadanos, especialmente los pobres, tienen acceso limitado a estos servicios, especialmente desde que se abolió la educación y la atención médica gratuitas hace tres años.

Los estudiantes deben pagar su inscripción, los libros de texto y la enseñanza en sí. Además, se tomaron medidas nuevas el año pasado que aumentan la carga financiera de los estudiantes. Estos deben pagar una tasa de transferencia de USD 2,5 para cambiar de escuela, y una tasa de inscripción de USD 12,5 por cada año de estudio. Miles de estudiantes son obligados a abandonar las escuelas y universidades por razones económicas, sobrecargando al de por sí saturado mercado de trabajo. Más de 67 mil maestros y profesores abandonaron sus empleos en 2001 debido a la presión económica, según el Ministerio de Educación Superior.

La situación de la atención médica también es delicada, especialmente dada la privatización de los centros médicos y la escasez de los materiales médicos en hospitales y clínicos. Gran parte de los fármacos proporcionados por la ONU no llegan a los hospitales, sino que se venden en el mercado negro o se exportan a países vecinos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) informó el 26 de julio de 2001 que 80 mil niños menores de cinco años padecían desnutrición crónica, y los casos de anemia, raquitismo y neumonía aumentaron 10%. El Ministerio de Salud indicó que en 2001 los casos de cáncer habían aumentado cuatro veces en los últimos 10 años. Un tercio de los niños afectados por cáncer murieron, mientras las deformaciones congénitas provocadas por cáncer se incrementaron de 1,08% a 3,8% de los recién nacidos.

El Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD publicado en 2001 indicó que la esperanza de vida en Iraq representaba 60,5 años en 1999, comparada con 66 años en el resto del mundo árabe. Eso es ocho años menos que la esperanza de vida proyectada en 1985. La OMS atribuye este descenso a la degradación de la infraestructura en servicios de salud y al bajo nivel del gasto destinado a las necesidades sanitarias, que se calculan en aproximadamente USD 10 por año per cápita. UNICEF estima que la esperanza de vida seguirá descendiendo y que aumentará la mortalidad infantil a menos que se tomen medidas drásticas para mejorar la situación sanitaria.

Esta terrible situación de sufrimiento humano continuará si se mantienen las políticas actuales del régimen. La prioridad del gobierno ha sido mantener el timón del poder mediante la represión. Las autoridades han negado la urgencia del desarrollo social y en gran medida los problemas de la pobreza, el desempleo y la desintegración social. Las políticas y medidas económicas aplicadas son controladas y dirigidas por los organismos centrales para servir a los intereses de la clase gobernante y son incompatibles con el concepto de necesidades humanas y desarrollo social sustentable.

Nota del autor: el gobierno no publicó estadísticas oficiales sobre indicadores de desarrollo social y humano en la última década. Eso dificulta en alto grado nuestra labor, especialmente en relación con los compromisos de desarrollo social.