La decepción de la década del “crecimiento”
Este informe indaga los resultados de Líbano en materia económica y de desarrollo en la última década para poder evaluar la efectividad del crecimiento económico que acompaña de cerca el proceso de globalización neoliberal. A pesar de sus particularidades, la experiencia libanesa es un caso de estudio práctico, porque representa las características generales de este tipo de política internacional.
                    La guerra civil libanesa terminó en 1990. Luego de un breve período          de transición, se establecieron las políticas macroeconómicas básicas          con sucesivos gobiernos que asumieron los mismos principios          fundamentales. Con la excepción de un lapso de dos años, Rafic          Hariri ha sido el jefe de gabinete desde 1992. Por primera vez, Líbano          tuvo políticas económicas estables y sistemáticas durante casi una          década. Esto habilita el análisis metodológico de esta década como          una unidad integrada y la evaluación de los resultados de las políticas          adoptadas a lo largo del período.
           La descripción detallada de la política trasciende el alcance de          este informe. En esencia, las políticas están incorporadas al          proceso de globalización y caen dentro de un marco neoliberal          general, adhiriendo a recetas económicas particulares, es decir,          programas de estabilización monetaria y ajuste estructural. Sin          embargo, Líbano no adoptó un programa bien definido de ajuste          estructural porque la economía libanesa ya está muy liberalizada. El          sector privado desempeña el papel principal, el mercado está prácticamente          sin regular, y casi no existe supervisión de los distintos sectores          económicos. Los conceptos y políticas económicas siguen la línea          imperante de la globalización económica, fomentando ciegamente la          idea del crecimiento económico con respecto a problemas, objetivos y          soluciones.
           En este contexto, Líbano adoptó una estrategia de estabilización          monetaria a principios de los años 90 para resolver grandes          desequilibrios fiscales y monetarios, así como el creciente déficit          fiscal. El resultado fue una elevada inflación y el colapso de la          moneda libanesa.
           Resultados decepcionantes
           El primer gabinete que tomó el poder en la década de desarrollo de Líbano          preparó un plan de construcción y desarrollo de 10 años          (1993-2002). El gobierno proyectó un crecimiento económico del 9%,          salir del déficit fiscal y alcanzar el superávit en 2000, y una          mejora de la calidad de vida de 100%. Ahora que esa década ha          terminado se puede realizar una comparación objetiva entre los          resultados reales y proyectados. Basta con examinar los indicadores más          importantes en relación con el plan mismo (PBI, deuda pública y déficit          fiscal) para demostrar que los resultados son decepcionantes.
           En cuanto a la producción nacional, el crecimiento económico          constituyó 7% y 8% respectivamente en 1993 y 1994, un nivel de          crecimiento normal en una economía de posguerra cuando cesan los          combates y comienza la reconstrucción. Tras 1994, el crecimiento          comenzó a decaer y llegó al 0% en 2000.
           El gobierno pretendía acabar con el déficit fiscal y alcanzar el          superávit en 2000. Alcanzó el 48,7% del presupuesto estatal en 1992,          luego el 38,5% en 1994. En 1995 aumentó al 57% y se mantuvo en ese          nivel a lo largo de la década para descender al 47,6% en 2001.
           Finalmente, la década comenzó con una deuda pública bruta de USD          3.005 millones (1992), lo cual representó 54,2% del PBI, y terminó          con una deuda pública bruta de USD 25 mil millones en 2000,          representando 176,1% del PBI. El servicio de la deuda actualmente          asciende a USD 2.785 millones, que equivale a 92,2% de los ingresos          del tesoro y presupuestales.
| Tabla 1: Indicadores claves 1992 - 2001 | ||||||||||
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 | 1992 | 1993 | 1994 | 1995 | 1996 | 1997 | 1998 | 1999 | 2000 | 2001 | 
| PBI (USD millones) | 5.545 | 7.537 | 9.110 | 11.122 | 12.996 | 14.957 | 16.167 | 16.400 | 16.641 | 16.709 | 
| Crecimiento (%) | 4,5 | 7,0 | 8,0 | 6,5 | 4,0 | 4,0 | 3,0 | 1,0 | 0,0 | 1,3 | 
| Déficit fiscal (%) | 48,7 | 38,5 | 56,9 | 48,2 | 51,1 | 59,0 | 43,7 | 42,4 | 56,3 | 47,6 | 
| Déficit /PBI | 11,4 | 8,9 | 19,4 | 15,7 | 18,8 | 23,5 | 14,1 | 14,5 | 23,4 | 16,5 | 
| Balanza de pagos (USD millones) | 54 | 1.169 | 1.131 | 256 | 786 | 420 | -487 | 266 | -289 | -1.205 | 
| Inflación (%) | 120,0 | 29,1 | 8,0 | 10,6 | 8,9 | 7,8 | 4,0 | 0,3 | 1,3 | 0,0 | 
| Tipo de cambio al fin del período | 1.838,0 | 1.711,0 | 1.647,0 | 1.596,0 | 1.552,0 | 1.527,0 | 1.507,5 | 1.507,5 | 1.507,5 | 1.507,5 | 
| Deuda pública neta (USD millones) | 2.385 | 3.003 | 4.934 | 7.142 | 10.481 | 14.411 | 17.125 | 19.814 | 23.240 | 29.408 | 
| Deuda externa (USD millones) | 247 | 327,5 | 771,8 | 1.304 | 1.856 | 2.375 | 4.165 | 5.512 | 6.968 | s/d | 
| Servicio de la deuda/gasto total | 23,3 | 26,0 | 28,6 | 32,0 | 36,7 | 36,9 | 42,4 | 42,9 | 40,3 | 48,7 | 
| Variación de deuda pública bruta (1993=100) | 77,3 | 100,0 | 159,3 | 227,7 | 325,2 | 440,6 | 644,7 | 762,1 | 840,4 | 979,1 | 
| Fuente: Proyecto de presupuesto 1998, Departamento de Investigación de Banque Audi. | ||||||||||
| * 2001 son proyecciones del informe de Evaluación del FMI. | ||||||||||
          La          financiación del crecimiento
           La economía libanesa parece un “barril sin fondo”. El gobierno          cree que los problemas económicos son el resultado de recursos          financieros insuficientes. Por tanto, las políticas oficiales dieron          prioridad a hallar recursos financieros internos y externos y a crear          nuevos mecanismos de recaudación, para limitar los déficits fiscales          crónicos y contener el espiral de la deuda.
           De hecho, Líbano no puede depender de la producción nacional para          asegurar importantes reservas de divisas. Padece un persistente déficit          comercial que ha aumentado a medida que pasa el tiempo. La relación          entre exportaciones e importaciones descendió del 30% a mediados de          los años 70 a entre 10% y 12% en los años 90. El déficit de la          balanza comercial alcanzó los USD 5.514 millones en 2000 (USD 6.228          millones de importaciones y USD 714 millones de exportaciones), lo          cual representa 33% del PBI. Hay pocos indicios de políticas          nacionales que apunten a construir la base productiva del país y a          aumentar las exportaciones, que serían necesarias para reducir el déficit          comercial.
|                   Tabla                  2: Importaciones y exportaciones 1992-2001* (en USD millones)   | ||||||||||
| 1992 | 1993 | 1994 | 1995 | 1996 | 1997 | 1998 | 1999 | 2000 | 2001 | |
| Importaciones | 3.688 | 4.940 | 5.990 | 7.303 | 7.559 | 7.456 | 7.060 | 6.206 | 6.228 | 6.542 | 
| Exportaciones | 803 | 458 | 572 | 824 | 1.018 | 642 | 661 | 677 | 714 | 798 | 
| Export./import. (%) | 13,7 | 9,27 | 9,55 | 11,28 | 13,47 | 8,61 | 9,36 | 10,91 | 11,46 | 12,19 | 
| Fuente: Proyecto de presupuesto 1998, Departamento de Investigación de Banque Audi. | ||||||||||
| * 2001 son proyecciones del informe de Evaluación del FMI. | ||||||||||
          Declaraciones          ministeriales, presupuestos propuestos, proyectos ambiciosos y políticas          monetarias y fiscales han fomentado todos un creciente endeudamiento          externo e inversiones extranjeras en Líbano, que se consideran la          fuerza impulsora de la economía nacional. Sin embargo, los ingresos          de capital se invirtieron mayormente en bienes raíces o en el sector          financiero y bancario, sobre todo en bonos del tesoro que proporcionan          rendimientos elevados y seguros. Los incentivos impositivos y otras          medidas para estimular la inversión en el sector productivo son          insuficientes. Se necesitan más que medidas marginales para atraer la          inversión extranjera directa (IED) que implica la creación de          sucursales en el país, la creación de empleos y la modernización de          la base industrial. La IED es alentada principalmente por la          estabilidad, incentivos de mediano y largo plazo, y otras medidas          relacionadas con organismos políticos y legislativos y características          de la fuerza laboral.
           Estos factores siguen siendo débiles en Líbano y otros países árabes,          que recibieron sólo una parte mínima de la IED. En consecuencia, el          país tuvo que recurrir a los medios tradicionales de financiación,          es decir, a los préstamos externos y principalmente a los créditos          de bancos comerciales a crecientes tasas de interés, arriesgándose a          las sucesivas calificaciones a la baja de las agencias internacionales          de calificación de riesgo. Por estas razones, los medios financieros          que eligió Líbano (préstamos externos e internos) han mermado sus          recursos financieros en lugar de fortalecerlos.
           La respuesta oficial a la crisis
           El gobierno no niega la existencia de una crisis económica, pero          ofrece una singular respuesta a las dificultades. Como los gobiernos          de otros países en desarrollo, el libanés intenta mantenerse acorde          con la tendencia internacional de globalización económica, con sus          medidas económicas y recetas preestablecidas. Algunos países en          desarrollo tienen economías centralizadas, otros tienen políticas          cuasi intervencionistas y un tercer grupo mezcla las políticas          liberales con las intervencionistas, especialmente en cuanto al          comercio exterior, la estabilización monetaria y los servicios          sociales. Dado que las políticas y medidas intervencionistas          obstaculizan el movimiento de capitales y productos, los          “remedios” ponen énfasis en la necesidad de remplazarlos con las          alternativas liberales de apertura, liberalización comercial y          privatizaciones. Estos “remedios” tienen el fin de curar una          “enfermedad”, caracterizada por las restricciones comerciales y          los controles a las actividades del sector privado.
           Sin embargo, el caso de Líbano es muy distinto. La economía se ha          caracterizado por su extrema apertura, sin restricción alguna al          movimiento de capitales, y una ley de secreto bancario como puntal del          sistema bancario. Líbano se considera un pionero en comercio exterior          e importa cerca de 90% de lo que consume. El sector privado lidera la          economía, incluso los sectores de los servicios sociales básicos, la          educación y la salud. Más de dos tercios de los servicios y las          instituciones sociales pertenecen al sector privado.
           Líbano padece no por políticas intervencionistas, sino por problemas          resultantes de un sistema económico abierto, del dominio del sector          privado y de relaciones de mercado libres. No obstante, aplica          remedios que fueron elaborados para economías intervencionistas.          Luego de una década perdida, el discurso del gobierno recurre a unos          cuantos tópicos:
           La privatización para financiar el déficit fiscal y reducir la deuda          pública; la empresa pública de electricidad (Electricité Du Liban)          es un fuerte candidato a la privatización. El gobierno gastó           unos USD 2.000 millones en los últimos 10 años para la rehabilitación          y construcción de la empresa, pero las dificultades de la misma no          cesaron y sería candidata a privatizar a un valor no superior a los          USD 800 millones.
           La restructura de la deuda pública al cambiar de los costosos préstamos          en moneda libanesa al endeudamiento externo para poder beneficiarse          con la diferencia entre los tipos de interés.
           La firma de la asociación Euro-Med (iniciada en enero de 2002 y que          se prevé estará completa para abril de 2002), aunque la mayoría de          los representantes del gobierno no revisaron el contenido del acuerdo,          al igual que las demás entidades económicas o públicas.
           La aceleración del trámite de incorporación a la OMC (Líbano es          actualmente un miembro observador).
           La restructura del sector público con un plan centrado en recortar          empleos y despedir a la mano de obra excedente, lo cual aumentará el          desempleo y los problemas sociales.
           La adopción de un impuesto al valor agregado a partir de febrero de          2002 a un valor único de 10%. El IVA enfrenta la oposición general          por varias razones, como ingresos limitados y poca preparación para          aplicar dicha medida. El objetivo fiscal del gobierno con el IVA es          aumentar la movilización de recursos, aunque los recortes fiscales          predominaron en años anteriores para estimular la inversión y          reducir la evasión. Los gravámenes al ingreso y la redistribución          de la riqueza no son ni han sido nunca parte de los objetivos del          gobierno. 
           Líbano ha adoptado políticas actuales para cumplir requisitos de          globalización preestablecidos e integrarse con los mercados          internacionales. Las políticas libanesas no se basan en una evaluación          de sus necesidades ni en la identificación de prioridades que se          adapten a sus características, dificultades y crisis económicas. Por          tanto, sus dificultades son tratadas con la misma receta que causó          sus problemas en primer lugar. Las políticas que emplea el gobierno          para resolver la crisis hoy en día son las mismas que la causaron.
           Como si el tiempo no hubiera pasado.                     

