Las consecuencias socioeconómicas y ambientales de la guerra: una evaluación preliminar

Arab NGO Network for Development (ANND)

Debido a la situación de emergencia en Líbano, el informe nacional de Amal Moukarzel-Damien en colaboración con May Hazaz (École Libanaise de Formation Sociale, Université Saint-Joseph), elaborado antes de los ataques israelíes, fue reemplazado a último momento por este informe elaborado por ANND el 23 de agosto de 2006.

El 12 de julio de 2006 Israel inició un ataque en gran escala contra Líbano, que finalizó recién 33 días después, con una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y manifestaciones mundiales de protesta sin precedentes. La Asociación Libanesa para los Derechos Humanos documentó 57 casos de masacre mientras duró el ataque. La cantidad de muertos en esos incidentes osciló entre 6 y 35 (la Asociación subrayó que solamente informaban de los casos que podían documentar). Hasta el 23 de agosto el gobierno libanés había publicado las siguientes estimaciones oficiales: 1.183 muertos; 4.059 heridos; 256.184 desplazados; 15.000 hogares destruidos y 77 puentes destruidos.

Los efectos de la guerra, según todas las estimaciones, son tan masivos en relación al tamaño y las capacidades de la economía libanesa, que muchos analistas gubernamentales y del sector privado los comparan a un desastre natural a gran escala, como los terremotos y los tsunamis. Las pérdidas generales (las oportunidades reales y las perdidas) se calculan en USD 9.500 millones o 40% del producto bruto interno (PBI). Sin embargo, la economía básica diría que si las consecuencias económicas totales fueran similares a las de un terremoto, los libaneses serían, aunque parezca increíble, relativamente afortunados.

Los daños causados en infraestructura, fábricas y otras instalaciones productivas se calculan en aproximadamente USD 2.500 millones. El Ministro de Agricultura dijo que las pérdidas infligidas al sector agrícola se estimaron en USD 500 millones. Las consecuencias de esas pérdidas sobre la actividad económica son graves, y varios organismos ya han modificado drásticamente sus proyecciones de crecimiento para 2006, bajándolas de 6% a 0% en el mejor de los casos, es decir, una pérdida de USD 1.100 millones. Las consecuencias en el área fiscal, para un país con una relación de endeudamiento muy elevada, también se harán sentir, incluso la pérdida de ingresos devengados por concepto de impuestos y derechos aduaneros, calculados en aproximadamente USD 700 millones. A esta altura es difícil estimar los gastos adicionales necesarios para hacer frente a los efectos de la guerra, en lo que se refiere a salud, compensaciones y reconstrucción.

En cuanto a la balanza de pagos, la pérdida de exportaciones, estimada en USD 200 millones, junto con la pérdida de los ingresos que hubiera traído una promisoria temporada turística – estimados en USD 3.000 millones – debilitarán las cuentas corrientes, lo que a su vez debilitará la balanza de pagos si no hay un aumento del ingreso de capitales. Las oportunidades perdidas en materia de inversión extranjera directa ya se estiman en USD 2.000 millones. Si los inversionistas internacionales, turistas e incluso residentes comienzan a ver la guerra actual como precursora de conflictos indefinidos en el futuro, el total de las consecuencias económicas de esta guerra sería mucho más elevado, señaló el economista Mazen Soueid en una columna del periódico The Daily Star.

Fadel al-Shalaq, jefe del Consejo para el Desarrollo y la Reconstrucción de Líbano (CDR), comparó la devastación con el daño provocado durante la guerra civil que desgarró al país entre 1975 y 1990. Según sus palabras, “el resultado es que se pueden comparar estas pérdidas con las pérdidas que sufrió el país a lo largo de 17 años, salvo que esta vez las sufrimos en un solo mes”. Añadió que 30.000 hogares habían sido afectados, una cuarta parte de ellos ubicados en los populosos suburbios al sur de Beirut, un bastión de Hezbollah que fue vapuleado por los ataques aéreos israelíes. Aun cuando la reconstrucción comenzara de inmediato, llevaría por lo menos un año reparar la infraestructura y tres años reemplazar o reparar los edificios destruidos. A Líbano le llevó años y miles de millones de dólares recuperarse de la guerra civil y ahora, en muchos casos, el país debe comenzar el proceso nuevamente.

La historia de Israel con Líbano

Los costos de las pérdidas económicas de Líbano
durante los años de ataque israelí
1968-2006:
24.000 muertos; 49.000 heridos;
USD 4.500 millones en daños físicos y
USD 25.000 millones en PBI perdido

Entre 1968 y 2006, Israel lanzó más de 5.000 ataques militares contra Líbano, entre ellos cinco invasiones y/o grandes campañas. La mayor parte del perjuicio económico fue causado en la invasión de 1978 (USD 418 millones), la invasión de 1982 (USD 1.700 millones) y la masacre de 2006 (USD 1.600 millones). Los ataques dañaron a todos los sectores económicos y afectaron a cientos de miles de viviendas y propiedades privadas a un costo de USD 1.600 millones, y a establecimientos comerciales (con daños evaluados en USD 938 millones), de manufactura (USD 338 millones) y aeropuertos, propiedades de las aerolíneas y radares (USD 328 millones). La mayor cifra individual de pérdidas humanas ocurrió en 1982 cuando Israel lanzó una invasión en gran escala sobre Líbano, matando a más de 19.000 libaneses e hiriendo a 32.000. En total, aproximadamente 24.000 libaneses murieron durante los ataques israelíes entre 1948 y 2006, y 49.000 resultaron heridos.

En el periodo de 1968-2006, todas las incursiones importantes provocaron el desplazamiento de cientos de miles de civiles, especialmente de las regiones del sur a zonas más seguras en el norte. Por ejemplo, la crisis actual forzó a casi un millón de libaneses a abandonar sus hogares, lo que significa una pérdida de la seguridad y una serie de penurias para obtener alojamiento, medicamentos, alimentos y otras necesidades básicas.

Por Kamal Dib, economista canadiense de origen libanés, autor de varios libros sobre el Medio Oriente, más recientemente “Warlords and Merchants”. Extraído de un artículo publicado por The Daily Star.

Pérdidas en el aeropuerto

Las pérdidas en el aeropuerto se han estimado en aproximadamente USD 170 millones, con un promedio de USD 5 millones en pérdidas diarias, incluidos los ingresos fiscales, el comercio libre de impuestos y las aerolíneas. Esto se agrega a las pérdidas provocadas por los daños en el almacenamiento de combustible y la infraestructura del aeropuerto, que ascendieron a unos USD 18 millones.

Pérdidas en los puertos

El asedio a los puertos continuó después del cese del fuego, infligiendo caos y demoras en la reanudación del trabajo en los puertos de Líbano, que están cerca del puerto israelí de Haifa y compiten con él.

Las pérdidas de las compañías de transporte y la administración de puertos se estiman en USD 4,5 millones. Las pérdidas por concepto del estancamiento de las exportaciones y las importaciones y las correspondientes pérdidas de recaudación de impuestos ascienden aproximadamente a USD 60 millones. Esto da un total de pérdidas directas de aproximadamente USD 65 millones (de un artículo de Adnan el Hajj en el periódico As-safir).

Impactos en el sector hotelero

Líbano contaba con que 2006 fuera el mejor año para el turismo desde 1974; se especulaba que el número de turistas podría llegar a 1,8 millones, que gastarían USD 2.500 millones. Esas expectativas se evaporaron en el aire, junto con el éxodo de cientos de miles de personas en vacaciones y expatriados. El índice general de ocupación hotelera en Líbano rondó 34%, pero varios hoteles de cinco estrellas estaban por lo menos a un 70% de su capacidad, y es habitual que sean frecuentados no por los ciudadanos ricos del Golfo sino por la prensa internacional, en especial los equipos de BBC, CNN y Fox News, empresas multinacionales y grupos humanitarios internacionales.

El precio promedio de un cuarto de hotel en Líbano cayó de USD 160 a USD 120 por noche desde el estallido de la violencia. Como el nuevo mercado es, en el mejor de los casos, efímero, la mayoría de los hoteles ofrecen rebajas para grupos turísticos de hasta 30% y 40% en paquetes turísticos comerciales, y están organizando campañas promocionales para atraer nuevamente a los turistas del Golfo a tiempo para las festividades religiosas (basado en un informe de Lysandra Ohrstrom, The Daily Star).

Emigración, desempleo

El desempleo ha aumentado drásticamente desde los ataques, debido a que se cancelaron los contratos de trabajo de miles de empleados. Los libaneses que abandonaron el país como consecuencia de la guerra superan 210.000, muchos de los cuales no regresarán inmediatamente. Hubo aproximadamente un millón de personas que se desplazaron internamente en el país.

Deudas

Los daños al sector financiero y monetario en este contexto fueron mucho menores, pero para los bancos el problema es el de los planes de inversión, que superan los USD 3.000 millones y que están todos suspendidos o cancelados. Esto además del problema del endeudamiento del sector privado, que ascendía aproximadamente a USD 18.600 millones antes del ataque israelí, y que aumentará como consecuencia del ataque.

Medio ambiente y salud

La guerra ha contaminado mucho el aire, el mar y la tierra. Durante el conflicto, la fuerza aérea de Israel lanzó aproximadamente 7.000 ataques aéreos en todo Líbano, mientras que su armada llevó a cabo más de 2.500 bombardeos en la costa, según el ejército israelí. “Un cráter provocado por municiones israelíes en Khiam contenía un alto grado de materiales radiactivos no identificados”, informó Mohammad Qobeissi, miembro del Consejo Nacional para la Investigación Científica. Qobeissi, junto con Ibrahim Rashidi, de la Facultad de Ciencias de la Universidad libanesa, inspeccionaron el cráter – que tiene tres metros de profundidad y 10 metros de diámetro – con un contador Geiger-Muller, utilizado para detectar radiación nuclear y radioactividad. Las armas israelíes lanzadas en Khiam y en las zonas aledañas del sur de Líbano probablemente contenían un alto grado de uranio, añadió Qobeissi. La inspección se realizó en presencia del ex ministro de salud francés Bernard Kouchner.

Restos de bombas de racimo continúan matando después del cese del fuego

En la mañana del cese del fuego entre las milicias libanesas de Hezbollah y el ejército israelí, Hadi Hatab, un niño de 11 años, salió a jugar a la calle por primera vez en más de un mes. Pocos segundos después explotó una bomba de racimo. Cuando escuchó la explosión, el padre de Hadi, Moussa Hatab, de 32 años, corrió a ayudar a su hijo, detonando otra bomba que terminó causando su muerte 72 horas después.

El 14 de agosto, el ejército libanés comenzó la penosa tarea de recoger las miles de bombas de racimo que quedaron sin detonar en los campos, huertas, umbrales y patios de Nabatiyeh y las aldeas circundantes. Un soldado libanés dijo que ya había detonado 1.000 de esos explosivos.

“Nunca vi nada como esto antes. Está mucho más extendido que en Iraq”, opinó Sean Sutton, vocero de la oficina en Nabatiyeh del Grupo Asesor de Minas (MAG, por su sigla en inglés), una ONG con sede en el Reino Unido. Sutton expresó que el grupo estaba luchando por resolver el problema de la cantidad de bombas de racimo esparcidas alrededor de Nabatiyeh. Añadió que vio bombas de racimo M42 y M77, que son o bien fabricadas en Estados Unidos o copias israelíes. Las bombas sobrantes impiden la entrega de alimentos de socorro. “La amenaza es enorme”, expresó Matt Hollingworth, del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas.

Esas bombas de racimo, o subproyectiles, son pequeñas latas metálicas del tamaño de la batería de una linterna. Lo típico es que la artillería pesada lance decenas y hasta cientos de estas pequeñas bombas, que se esparcen como una lluvia en una vasta zona, provocando explosiones que matan a cualquiera en un radio de 10 metros a la redonda del punto en que caen. Los tipos de subproyectiles de artillería utilizados por Israel tienen un promedio de falla inicial aproximado de 14%, según datos de pruebas militares de los Estados Unidos. Sin embargo, cerca de 25% queda sin explotar. En Yohmor, a 7 kilómetros de la frontera israelí, la población local dice que casi tres cuartas partes de los pobladores de la zona no han podido regresar a sus hogares porque no hay una senda segura que les permita sortear los explosivos.

Pese a que durante décadas los grupos de derechos humanos han hecho mucho para prohibir todas las bombas de racimo, el Derecho Internacional las autoriza en tanto no sean lanzadas en zonas urbanas. Un vocero militar israelí insistió el 17 de agosto que Israel utilizó esas municiones “dentro de los límites del derecho humanitario internacional”. “Debido a su patrón de dispersión amplia, las municiones de racimo nunca deben ser utilizadas en zonas pobladas”, declaró Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch. “Las leyes de la guerra no prohíben el uso de bombas de racimo en cualquier circunstancia. Pero el uso de esas armas en zonas civiles o cerca de ellas viola la prohibición de ataques indiscriminados porque no es posible dirigirlas exclusivamente a objetivos militares”. Los subproyectiles de racimo, con un alto índice de falla inicial “efectivamente se convierten en minas antipersonales”, opinó Roth. “Aun si no hubiera civiles presentes en el momento del ataque, corren el riesgo de tropezarse con los subproyectiles semanas, meses o incluso años después, desencadenando explosiones letales”.

Los desactivadores de minas de las Naciones Unidas, que comenzaron los trabajos de investigación de emergencia y limpieza en el sur de Líbano, identificaron 10 lugares donde Israel utilizó municiones de racimo lanzadas por la artillería durante las recientes hostilidades, informó Human Rights Watch. Hasta ahora ellos han podido visitar solamente una región limitada, y temen que los 10 sitios identificados en los dos primeros días pueden ser “la punta del iceberg”.

Aire tóxico: Un enorme peligro para la salud

Las organizaciones no gubernamentales y funcionarios de gobierno locales han advertido que los productos químicos y el polvo de los edificios destruidos durante los ataques aéreos israelíes han provocado una gran contaminación del aire y la tierra. “La combinación de vapores tóxicos que se ha esparcido en las últimas cinco semanas, que la gente ha inhalado y ya está en sus cuerpos, es una gran fuente de contaminación”, expresó Zeina al-Hajj, activista de Greenpeace.

Los ataques de Israel a los tanques petroleros de la central eléctrica de Jiyeh, perpetrados el 13 y el 15 de julio, causaron un derrame de 10.000 toneladas de petróleo en el Mar Mediterráneo, que no se pudo limpiar debido a los continuos ataques. Ese bombardeo a los tanques de petróleo también provocó un incendio que duró tres semanas y liberó una nube de humo que permaneció suspendida sobre Beirut y el centro de Líbano y que podía ser vista a 60 kilómetros de distancia.

“El derrame de petróleo es el daño ambiental más visible de este desastre, pero por supuesto hay muchos más”, denunció al-Hajj. “Las bombas son un problema en sí mismas. Con todos los productos químicos que tienen en su interior y la gran cantidad que se ha lanzado, he ahí configurado un desastre ambiental”. El bombardeo a las industrias que fabrican productos tales como vidrio, alimentos y plásticos, también ha esparcido esos productos químicos y cloro a la atmósfera, en zonas centrales de Líbano, afectando potencialmente a cerca de dos millones de personas.

El bombardeo de los transformadores de electricidad, como el que fue alcanzado por los ataques aéreos israelíes en la ciudad de Sidón el 12 de agosto, provocó la liberación de bifeniles policlorinados (BPC) a la atmósfera. Líbano todavía utiliza transformadores que contienen partes que fueron fabricadas con BPC, a pesar de que están prohibidos internacionalmente. “Estos son productos químicos bioacumulativos y persistentes, de manera que cuando alguien los inhala, permanecen en el cuerpo y provocan cáncer”, advirtió al-Hajj.