Más seguridad militar: una nueva actitud hacia el mundo

Armine Yalnizyan [1]
Canadian Centre for Policy Alternatives

Canadá se encuentra en la envidiable situación de haber logrado un superávit presupuestario por nueve años consecutivos. Aunque estos recursos podrían utilizarse para revertir la reducción del acceso a servicios básicos como la salud, la educación, e incluso el agua potable y la vivienda, el gobierno del Partido Conservador eligió realizar fuertes recortes fiscales que aumentarán aún más la brecha entre ricos y pobres, además de ampliar sustancialmente su capacidad militar sin explicación ni debate alguno sobre este importante cambio del papel internacional de Canadá.

Una nueva administración elegida por una minoría está redefiniendo el significado y el propósito del gobierno federal en Canadá. Está por finalizar un decenio de superávit fiscal sin otro resultado que la perspectiva de un Canadá más militarizado y preocupado por la seguridad, además de una creciente brecha entre ricos y pobres.

La desorganización de los partidos opositores ha permitido al gobernante Partido Conservador, pese a ser minoría, lograr la aprobación parlamentaria de cambios radicales. Las dos prioridades del gobierno a nivel federal son enlentecer la capacidad generadora de ingresos mediante recortes fiscales en gran escala, a fin de reducir las expectativas gubernamentales, y otorgar más importancia a la seguridad militar, en desmedro de la seguridad social.

La ampliación del papel militar de Canadá en el ámbito internacional requiere enormes inversiones en equipos, infraestructura y personal. Ningún otro sector de interés (ni siquiera la salud, la principal preocupación de los canadienses) obtiene el mismo grado de apoyo (Laghi, 2006).

Fin del superávit federal, fin de la esperanza

Canadá ha gozado de un superávit presupuestario ininterrumpido a nivel federal desde 1997. Es el único país del Grupo de los Ocho (G-8) que goza de ese lujo fiscal. Hasta el último presupuesto, Canadá parecía lista para acumular más saldos positivos en el futuro previsible. Este año, el superávit suma casi CAD 18.000 millones, y para el año próximo, se prevé que ascenderá a más de CAD 19.000 millones (Dep. de Finanzas de Canadá, 2006a, p. 160).

El actual gobierno federal minoritario planea eliminar los excedentes presupuestarios “no planificados”, principalmente mediante la reducción de impuestos y el pago íntegro de la deuda nacional. También prevé enlentecer el ritmo de crecimiento del gasto federal, en gran medida mediante la reducción del Estado y un cambio de prioridades (Dep. de Finanzas de Canadá, 2006a, p. 21).

El discurso presupuestal de 2006 indica que el gasto se adecuará más a las áreas de responsabilidad federal (Dep. de Finanzas de Canadá, 2006b, p. 18). En general se entiende que esto significa una concentración en los asuntos internacionales y una devolución de programas y fondos a las provincias, destinados a servicios sociales. En el plano de las relaciones internacionales, el gobierno ha puesto énfasis en la defensa, la seguridad y el comercio, y no en el desarrollo, la asistencia internacional o la reconstrucción.

Los superávit combinados entre 2005-2006 (el año de formación del nuevo gobierno) y 2007-2008 sumaron CAD 54.600 millones. Sin duda, con esos ingresos “extra” se podrían financiar enormes cambios. De hecho, hay grandes cambios en curso.

El presupuesto aprobado en mayo de 2006 asignó más de la mitad del superávit a nuevos recortes fiscales (CAD 26.200 millones hasta 2007-2008), y promete más. Si se incluye la reducción de la deuda (CAD 14.000 millones hasta 2007-2008), casi tres cuartos del superávit desaparecen. Y las iniciativas de nuevos gastos netos suman CAD 9.000 millones en dos años (Dep. de Finanzas de Canadá, 2006a, p. 160).

Otros CAD 3.600 millones se asignaron provisionalmente a una serie de iniciativas de gasto gestionadas por el anterior gobierno minoritario, y servirán para financiar, por única vez, los siguientes rubros:

  • Vivienda (CAD 1.400 millones, de los cuales 800 millones se destinarán a un programa de “viviendas accesibles” que parece ser parte de nuevos acuerdos fiscales con las provincias (Dep. de Finanzas de Canadá, 2006a, p. 111) y potencialmente CAD 600 millones para aborígenes que viven fuera de reservas y para los territorios del norte).
  • Apoyo al transporte público (CAD 900 millones).
  • Apoyo a facultades y universidades (fondo fiduciario de infraestructura de CAD 1.100 millones).
  • Ayuda al exterior (CAD 320 millones).

Quedan por asignar CAD 2.000 millones superavitarios.

De los CAD 9.000 millones que se destinarán a nuevas iniciativas de gasto, la mayor parte se invertirá en tres áreas:

  • La estrategia conservadora de atención infantil, llamada Universal Child Care Benefit (Beneficio universal de cuidado infantil, una asignación imponible de CAD 3.900 millones para familias con hijos menores de seis años, en lugar de una ampliación de los servicios de cuidado infantil).
  •  Una nueva estrategia de defensa y seguridad (un total de CAD 2.600 millones para 2007-2008).
  • Contratos de obras de infraestructura para la construcción de autopistas y la seguridad fronteriza y de pasajes, con algunas renovaciones de fondos actuales para infraestructura municipal (un total aproximado de CAD 2.500 millones en los próximos dos años).

También se liberaron recursos al abandonarse dos grandes iniciativas adoptadas por el anterior gobierno minoritario, que fueron consideradas avances decisivos y que durante décadas tuvieron dificultades para obtener fondos.

Una fue la iniciativa del acuerdo de Kelowna con los pueblos originarios de Canadá (Métis e Inuit) que otorgó CAD 5.000 millones en un período de cinco años a estas comunidades para corregir deficiencias en materia de educación, vivienda, salud y servicios de agua en comunidades aborígenes. La iniciativa fue reemplazada por 450 millones de dólares canadienses para satisfacer todas esas necesidades, excepto la vivienda. “Hasta” CAD 300 millones se destinaron a solucionar problemas de vivienda entre aborígenes que viven fuera de reservas. Otros “hasta” CAD 300 millones se destinaron a los territorios del norte para construir viviendas accesibles, pero no para reservas ni aborígenes.

El otro acuerdo cancelado preveía CAD 5.000 millones en cinco años para lanzar la primera estrategia nacional de cuidado infantil. El plan para crear 250.000 guarderías habilitadas antes de 2009 fue archivado para financiar el Universal Child Care Benefit de los conservadores, ya referido. Este programa de gastos no ayuda a las familias trabajadoras con el cuidado de sus hijos. Además, como se le aplican impuestos, pocas familias obtienen el monto completo. Paradójicamente, las que lo obtienen son aquellas familias en que uno de los padres permanece en casa y el otro gana más de CAD 106.000. Las familias que dependen de la asistencia social reciben solo CAD 950, porque el Universal Child Care Benefit también es financiado parcialmente por los complementos para hijos pequeños, que anteriormente se destinaban a las familias más pobres (unos CAD 250 por hijo)[2]. Cabe señalar que el “valor nominal” de este programa, de CAD 3.900 millones, cuesta a las arcas públicas 28% menos, porque está sujeto a gravámenes y reemplaza a otro programa (Goff, 2006).

Pese a la dadivosidad económica a nivel federal, canadienses de regiones rurales apartadas y urbanas de todo el país siguen preocupados por la reducción del acceso a servicios básicos como salud pública, educación, agua potable y vivienda.

Los alcaldes de las mayores ciudades advirtieron recientemente que las crecientes necesidades de infraestructura amenazaban las arcas locales, y pidieron asistencia al gobierno para cumplir funciones que hace un decenio fueron devueltas al ámbito municipal sin el correspondiente traslado de recursos. Se estima que las inversiones necesarias para el transporte requerirán CAD 4.000 millones adicionales por año en costos operativos, para los centros urbanos del país (Big City Mayors’ Caucus, 2006). Según otras estimaciones, la brecha financiera para grandes obras de infraestructura (caminos, alcantarillado, electricidad, etc.) asciende actualmente a unos CAD 50.000 millones y aumentará a cerca de 100.000 millones en los próximos 20 años (Robertson y Horsman, 2005, p. 25-29; y De Bever, 2003).

Los superávit existentes podrían haber resuelto estos problemas, pero en cambio, los recortes fiscales beneficiarán a quienes tengan mayores ingresos, lo que acentuará más la brecha entre ricos y pobres. Los recortes fiscales y la reducción de la deuda seguirán reduciendo la presencia federal en la economía y la sociedad. El gasto federal y los ingresos como porcentaje del Producto Bruto Interno (PBI) alcanzaron niveles que no se registraban desde el período inmediato a la Segunda Guerra Mundial, y aún entonces solo fugazmente, antes de que el gobierno federal se involucrara en el proyecto de reconstrucción de posguerra (Yalnizyan, 2005, p. 59). El plan presupuestario procura contraer todavía más el gasto federal, de 13,7% a 13% para 2007-2008, y los ingresos, de 16,4% a 15,5% (Dep. de Finanzas de Canadá, 2006a, p. 22)[3].

Si suponemos que 1% del PBI equivale a CAD 15.000 millones para 2007, monto suficiente para financiar gran parte de los costos anuales de la infraestructura y las necesidades sociales del país, para no mencionar la meta de otorgar 0,7% del PBI en asistencia internacional. Dicha meta fue establecida por primera vez en 1969 por el entonces primer ministro Lester Pearson. Para 2007-2008, la asistencia oficial para el desarrollo (AOD) habrá descendido a cerca de 0,26% del PBI, frente a 0,54% en 1975[4], y el presupuesto de defensa representará más del cuádruple del presupuesto asignado a la AOD.

Este es el telón de fondo frente al cual el nuevo gobierno se prepara para fortalecer su posición militar en el mundo. Esto representa un importante cambio cultural en la política canadiense, y tiene lugar sin debate político alguno.

Aumento del gasto militar

A primera vista, el aumento del gasto militar en el presupuesto no es llamativo. Este presupuesto agrega CAD 1.100 millones para el Departamento de Defensa Nacional en los próximos dos años. Además, hay otros CAD 1.500 millones para gastar en otros rubros de seguridad, como la policía, las prisiones y la seguridad fronteriza y portuaria.

Sin embargo, el incremento es mayor de lo que parece. Al final de junio, solo semanas después de la presentación del presupuesto, el Ministro de Defensa realizó una serie de anuncios que implicaron un gasto de CAD 17.000 millones en equipos militares de capital, como camiones, barcos, helicópteros y naves para puentes aéreos tácticos y estratégicos.

El gobierno conservador prometió al menos CAD 5.325 millones más para el presupuesto de defensa en los próximos cinco años. Esto se suma a la anterior asignación gubernamental de CAD 7.000 millones en cinco años al Departamento de Defensa Nacional en el presupuesto de 2005, que describió esta expansión como “el mayor incremento... en 20 años” (Dep. de Finanzas de Canadá, 2005, p. 22). Esos 7.000 millones de fondos presupuestales “serán parte de los CAD 12.800 millones en gastos adicionales de las Fuerzas en ese período” (Dep. de Finanzas de Canadá, 2005, p. 221).

Algunas cifras del presupuesto que hoy parecen modestas aumentarán en poco tiempo. Los CAD 17.000 millones en nuevos gastos de capital parecen una cifra menor en términos presupuestarios en los períodos 2006-2007 y 2007-2008. Esto se debe a que los gastos de capital se amortizan durante toda la vida útil de los equipos, por lo tanto parecen muy pequeños en los presupuestos anuales. Pero esa misma lógica no prevaleció en la búsqueda de financiación para necesidades urgentes de infraestructura comunitaria, como la modernización de hospitales, la reparación de escuelas, la construcción de viviendas económicas o la instalación de guarderías infantiles. Fueron necesarias tres rondas de difundidas negociaciones federales-provinciales durante más de cinco años para producir CAD 3.000 millones que se precisaban desesperadamente para invertir en equipos médicos, pese a la extendida preocupación en el país de que los canadienses se enferman o mueren porque la falta de inversión en equipos de capital provoca demoras en los análisis clínicos de diagnóstico inicial.

Los CAD 17.000 millones actualmente asignados a equipos militares de capital eclipsan esas otras necesidades. Sin embargo, esos fondos son solo el comienzo. Un reciente informe del Senado afirmó que las necesidades de capital para equipos de alto costo en los próximos 20 años oscilan entre CAD 58.000 y 81.000 millones, monto casi equivalente al resto de las necesidades del país (Comisión Permanente de Seguridad Nacional y Defensa, 2006, p. 47).

El presupuesto de 2006 también prevé agregar 23.000 soldados al actual complemento de fuerzas, que comprende cerca de 62.000 soldados regulares y 26.000 reservistas (Dep. de Finanzas de Canadá, 2006a, p. 135). El objetivo de 75.000 soldados regulares también podría ser solo un primer paso. El senador Colin Kenny (2006), presidente de la Comisión del Senado que estudia las necesidades militares desde 2003, señaló que se necesitan unos 90.000 soldados regulares (con un ejército de reserva proporcionalmente mayor).

Cabe señalar que, pese a más de un decenio de pulseadas por la crisis de la salud, el presupuesto no prevé ni un médico ni un enfermero más para este sector.

El crecimiento planificado del ejército es asombroso en comparación con cualquier otra acción del gobierno federal. Ningún otro rubro del presupuesto federal ha tenido este impresionante ritmo de expansión: fue duplicado en un decenio y sigue en crecimiento. Un experto advirtió que esto “situará el gasto militar canadiense a un nivel superior que cualquier otro gasto ajustado en dólares desde la Segunda Guerra Mundial”[5].

El público canadiense no ha recibido ninguna explicación sobre por qué es necesario ampliar la capacidad militar del país en esa escala. ¿En dónde se van a desplegar esos soldados? ¿Qué se va a hacer en el extranjero? ¿Por qué?

Desigualdad creciente: la reducción de la pobreza está fuera del programa político

Mientras tanto, las desigualdades entre los canadienses se están acelerando en varios planos. Cada año, aumentan las diferencias basadas en el lugar de residencia o en los ingresos de las personas con respecto a la satisfacción de necesidades básicas como el cuidado de niños, la capacitación y educación, la vivienda accesible, el agua potable, el transporte público, los programas para la juventud, la ayuda compensatoria en caso de desempleo, el acceso a la justicia, etc.

Estas diferencias se acentúan para las mujeres. Durante décadas, las mujeres canadienses han trabajado mucho para reducir al mínimo su vulnerabilidad económica. Actualmente hay más mujeres que hombres con títulos de educación terciaria. Además, las mujeres siguen marcando récords de participación en la fuerza de trabajo. Más mujeres que nunca poseen sus propios hogares e invierten en sus propios planes de ahorro jubilatorio. Asimismo, las mujeres tienden a tener cada vez menos hijos, más mujeres deciden no tener hijos, y más mujeres de todas las edades viven solas[6]. Sin embargo, ganan menos que los hombres, ocupan menos cargos de influencia dentro de empresas e instituciones públicas, y todavía son más vulnerables económicamente.

Las mujeres canadienses han progresado económicamente por su propio esfuerzo. En el último decenio, los cambios de políticas públicas han sido perjudiciales para ellas, pese a los compromisos del gobierno federal en 1995 de reducir la pobreza y la desigualdad de género[7]. La vida de las mujeres se ve afectada desproporcionadamente por los recortes a las políticas públicas de apoyo a la vivienda, a la educación y la capacitación, al cuidado de niños o ancianos, o al acceso al sistema judicial.

Fue precisamente en estas áreas que se realizaron recortes hace 10 años, cuando el gobierno federal decidió reducir drásticamente los presupuestos para vivienda social, cuidado a largo plazo, cuidado en el hogar, rehabilitación, enfermos psiquiátricos, asignación familiar, asistencia legal, capacitación y actualización, servicios de establecimiento de inmigrantes, puertos (aéreos y marítimos) y terminales, mantenimiento e infraestructura para servicios públicos, caminos y puentes, laboratorios públicos, inspecciones de seguridad, facultades y universidades. También se recortaron en todo el país los beneficios de seguro de desempleo y de bienestar social (otorgados a nivel provincial, pero dependientes del apoyo federal).

Estos son los tipos de ayuda estatal que pueden sustentar o destruir vidas, construir o destruir comunidades.

Los oficiales militares canadienses de mayor jerarquía en Afganistán, el brigadier general David Fraser y el general Rick Hillier, coinciden con este punto de vista, y señalan que los problemas centrales que requieren una solución permanente en ese escenario de guerra son el acceso al agua potable, las escuelas y la seguridad de las mujeres. Se trata de asegurar el futuro de la próxima generación, y el proceso podría llevar un largo tiempo, dijeron[8].

Lo que ocurre en Canadá va en contra de estos objetivos. Los recortes realizados hace un decenio todavía no se han revertido.

En cambio, los dos niveles superiores de gobierno han realizado recortes fiscales por CAD 250.000 millones en los últimos 10 años. Para ponerlo en perspectiva, en el mismo período solo se renovaron fondos por CAD 108.000 millones para la atención de la salud, la prioridad política de los canadienses (Yalnizyan, 2004, p. 8-9).

Actualmente, Canadá parece estar al borde de un nuevo frenesí de gastos, pero el último presupuesto federal deja claro que no habrá dinero para áreas vitales de seguridad social. El rápido crecimiento del gasto solo parece ser bueno cuando se destina al ejército.

Conclusión

Los canadienses deberían estar preocupados, dado que el superávit presupuestario está siendo dilapidado sin ningún beneficio a largo plazo para la sociedad. Además, el ejército está siendo ampliado sin explicación ni debate sobre este importante cambio de rumbo del propósito colectivo. Millones de canadienses (y poblaciones vulnerables de todo el mundo) han sido abandonados por un gobierno que, pese a una enorme capacidad fiscal de intervención, considera que las políticas de reducción de la pobreza e igualdad de género son de escasa importancia para mejorar la sociedad y la economía.

Un gobierno federal que procure el apoyo de los canadienses para librar una guerra lo encontrará con más facilidad si se trata de una guerra contra la pobreza y el desempleo, tanto dentro del país como en el exterior.

Referencias

Big City Mayors’ Caucus (2006). “Our Cities, Our Future: Addressing the fiscal imbalance in Canada’s cities today”. Junio, p. 41. Disponible en: <www.toronto.ca/mayor_miller/pdf/fiscal_imbalance_eng.pdf>.
Departamento de Finanzas de Canadá (2005). “The Budget Plan 2005”.
Departamento de Finanzas de Canadá (2006a). “The Budget Plan 2006: Focusing on Priorities”. Disponible en: <www.fin.gc.ca/budget06/pdf/bp2006e.pdf>.

Departamento de Finanzas de Canadá (2006b). “The Budget Speech 2006: Focusing on Priorities”. Disponible en: <www.fin.gc.ca/budget06/pdf/speeche.pdf>.
Goff, K. (2006). “Critic Slams ‘Sneaky’ Child-Care Clawback”, Ottawa Citizen, 21 de julio.
Kenny, C. (2006). “New Military Money only a Start”, Montreal Gazette, 6 de julio, p. A19.
Laghi, B. (2006). “Support for Afghan Mission Falls Sharply”. The Globe and Mail, 20 de julio.
Reality of Aid (RoA) (2006).The Reality of Aid 2006:Focus on Conflict, Security and Development. Quezon City y Londres: IBON y Zed. Disponible en: <www.realityofaid.org>.
Robertson, B. y Horsman, K. (2005). Getting Real with Infrastructure, Benefits Canada, febrero, <www.benefitscanada.com>; y De Bever, L. (2003). Infrastructure and Pension Capital. Presentación de un plan jubilatorio de los maestros de Ontario a la conferencia Moneco-Econtro en Kingston, Ontario, 27 de agosto.
Comisión del Senado sobre Seguridad Nacional y Defensa (2006). Canada’s No. 1 Job:Securing the Military Options It Needs to Protect Canadians.Ottawa, junio.
Yalnizyan, A. (2004). Can We Afford to Sustain Medicare?Ottawa: Canadian Federation of Nurses Unions (Federación Canadiense de Sindicatos de Enfermeros). Disponible en: <www.policyalternatives.ca/documents/National_Office_Pubs/Sustainability_Report.pdf>.
Yalnizyan, A. (2005). Canada’s Commitment to Equality:A Gender Analysis of the Last Ten Federal Budgets (1995-2004).Feminist Alliance for International Action (Alianza Feminista para la Acción Internacional), Ottawa.

[1] La autora es investigadora del Canadian Centre for Policy Alternatives.

[2] Para obtener más información, ver www.universalchildcare.ca.

[3] Obsérvese que las nuevas normas de contabilidad hacen que estas cifras sean cerca de 1 punto porcentual mayores que antes, pero las tendencias son las mismas.

[4] Basado en el Plan Presupuestario 2006, el cual estima que la asistencia internacional sumará CAD 4.100 millones en el período 2007-2008 (p. 137) y que el PBI nominal aumentará a CAD 1.517 millones en el mismo año (p. 22). Incluso se cambió el enfoque de la ayuda. Entre 2001 y 2004, 28% de los nuevos recursos para la ayuda se destinaron a Iraq y Afganistán, aunque ninguno de ambos países eran prioritarios anteriormente (RoA, 2006, p. 258).

[5] Staples, S. Director de Programas de Seguridad, Polaris Institute, Ottawa, Presentación al Comité Permanente sobre Seguridad Nacional y Defensa, 8 de junio de 2006.

[6] Documentado por Statistics Canada en varias publicaciones.

[7] Canadá es signataria de varios acuerdos internacionales de la ONU sobre reducción de la pobreza e igualdad de género, entre ellos los de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social (1995), la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer (1995), los Objetivos de Desarrollo del Milenio (2000) y la Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo (2002).

[8] Estas declaraciones fueron tomadas de numerosos informes de prensa, publicados desde mediados de marzo hasta fines de abril de 2006.