Estrategia de desarrollo post crisis: “más de lo mismo”
Zoe Horn, Women in Informal Employment: Globalizing and Organizing (WIEGO)
John Foster, North-South Institute
Armine Yalnizyan, Canadian Centre for Policy Alternatives
El gobierno canadiense ignoró deliberadamente las lecciones de la reciente crisis económica global y adoptó un enfoque que podría resumirse como: "más de lo mismo". Comprometido con el rápido retorno a la ideología dominante de las dos últimas décadas - más mercado, menos gobierno - se ha rehusado a poner en práctica las reformas estructurales necesarias para estabilizar la economía y promover el desarrollo humano de Canadá y sus socios económicos. La reducción del déficit se está logrando mediante mayores recortes a los gastos sociales. Mientras se recuperan el mercado de acciones y el Producto Interno Bruto (PIB), se esperan mayores retrocesos en los niveles de equidad y desarrollo tanto internos como en el extranjero.
La reciente crisis de confianza en el paradigma de desarrollo del Consenso de Washington, no disuadió al gobierno canadiense de volver a lo mismo de siempre. Durante 20 años, el país ha aplicado políticas económicas que lo afianzan entre las "plutocracias" del mundo, en las que una pequeña minoría - entre el 1 y el 5% más rico - domina en forma creciente la gobernanza y las políticas de crecimiento económico. La coordinación de Canadá con otros gobiernos de ideas afines ha exacerbado los desequilibrios macroeconómicos globales y también los domésticos, a través de políticas de integración de comercio e inversión, protecciones a la propiedad intelectual, liberalización financiera, desarrollo de instrumentos financieros cada vez más complejos y medidas impositivas que favorecen a la élite. Las políticas de redistribución, como el seguro de desempleo, la creación de empleos y la erradicación de la pobreza han retrocedido en el orden de prioridades de la política canadiense. A pesar de una crisis global de intensidad sin precedentes durante generaciones, el Gobierno no parece haber considerado cuáles son las mejores políticas para contrarrestar la aceleración de la inestabilidad económica en el país y en el exterior. En cambio, tiene la determinación temeraria de volver lo antes posible a la ideología dominante de las dos últimas décadas: más mercado, menos gobierno.
Durante la crisis se priorizaron los "rescates" del sector financiero de Canadá frente a las inversiones de los ciudadanos comunes. El paquete de estímulo del Primer Ministro Stephen Harper’s de febrero de 2009, fue de CAD 18 mil millones (unos USD 17 mil millones) para 2009-2010, y sus características principales incluyeron el recorte de impuestos para las corporaciones ricas y rentables. No obstante, se dispusieron USD 186 mil millones para el apoyo del sector financiero casi sin condiciones[1]. Además, el Gobierno no abogó por una mayor regulación de sector financiero internacional, por el contrario, se opuso a las propuestas de nuevos impuestos internacionales en el sector, como las sugeridas por el Reino Unido y otros gobiernos europeos. La parcialidad de Canadá con respecto a los "clubes por invitación" del G-8 y el G-20, condujo a que pasara el 2008 y gran parte del 2009 en los debates en la ONU sobre financiamiento para el desarrollo, oponiéndose a las iniciativas para avanzar hacia un Consejo Coordinador Económico Mundial y a otras respuestas integrales y globales frente la crisis mundial. Amparado por una necesidad urgente de reducir el déficit, el país está regresando rápidamente a un modelo fallido de capitalismo de "más de lo mismo". Esta postura obsoleta está socavando desastrosamente las posibilidades de Canadá de estar a la altura de sus compromisos de desarrollo tanto nacionales como internacionales.
Historial del desarrollo interno de Canadá
Internamente, la lucha para reducir la pobreza, el desempleo y la desigualdad se ha visto severamente obstaculizada por los recortes al gasto del gobierno durante los últimos 25 años. La porción del gasto del gobierno federal en la economía se redujo a la mitad entre principios de los '80 y fines de los '90 (ver gráfico abajo). A corto plazo, la recesión ha revertido su tendencia, pero las estrategias fiscales federales conformadas por el gasto de estímulo cortoplacista ahora están dando paso a presupuestos reducidos, cuyo núcleo la gestión del déficit. La contribución de los niveles federales del Gobierno - que fija el tono de la estrategia económica y permite que los niveles inferiores del gobierno ofrezcan niveles de servicio más o menos equivalentes - ya está cerca de los niveles históricos más bajos. Los presupuestos post crisis estarán marcados por un mayor recorte del gasto social, renovados ataques al trabajo organizado y los salarios reales y un entusiasmo continuo hacia la privatización.
Una obsesión por el tamaño reducido del gobierno ha privado de recursos a la infraestructura social de Canadá en áreas como salud, educación, trabajo social, vivienda, cuidado de niños y niñas, equidad de pagos, seguro de empleo, medidas en contra de la pobreza y apoyo a las comunidades aborígenes. Desde mediados de los '90, la desigualdad en Canadá ha crecido más rápidamente que en la mayoría de los demás países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE)[2]. En 1976, los ingresos medios entre el 10% más rico de los hogares canadienses en edad económicamente activa eran 14 veces superiores a los del 10% más pobre. En 2007 ganaban 223 veces más y después de los gravámenes la desigualdad creció casi un 50% desde 1976[3]. A pesar de que Canadá tuvo un período de rápida expansión económica desde mediados de los '90 hasta mediados de la década de 2000, la década pasada también fue testigo de la acelerada erosión de su sector manufacturero, una fuente vital de empleos sindicalizados bien pagos.
Antes de la recesión más de tres millones de canadienses vivían por debajo de la línea de pobreza[4]. Salarios estancados y costos en aumento redujeron los ahorros y condujeron al incremento desmesurado de las deudas personales como forma usada por muchos para mantener el estándar de vida. Canadá perdió más de 485.000 empleos de horario completo desde octubre de 2008 [5], muchos en forma permanente. Los recortes inminentes del sector público eliminarán más empleos bien pagos. Las filas de los trabajadores independientes y los empleados de medio tiempo y temporales han crecido desde el estallido de la crisis, acelerando el viraje de largo plazo hacia trabajos peor pagos y menos seguros. Las ayudas del Gobierno a los ingresos, que fueron ferozmente rebajadas en los '90, nunca se restauraron. Como consecuencia, menos de la mitad del millón y medio de canadienses desocupados actualmente recibe beneficios por desempleo. Las deudas de los hogares han aumentado a niveles sin precedentes - en el tercer trimestre de 2009 la deuda promedio de los hogares era de CAD 1,45 por cada dólar de ingreso disponible[6].
Las mujeres canadienses, como grupo, ya eran más pobres y menos económicamente seguras que su contraparte masculina antes de la crisis. Las mujeres representan el 60% de los trabajadores con salario mínimo y cerca del 40% de las mujeres empleadas trabaja en puestos precarios, generalmente mal pagos y con poca o ninguna seguridad laboral ni beneficios como jubilaciones. Las mujeres siguen teniendo un acceso decreciente y desigual a los beneficios de seguro de desempleo; en 2008, 39% de las mujeres desempleadas y 45% de los hombres desempleados recibían beneficios, lejos del 83% de las mujeres desempleadas y 85% de los hombres desempleados de fines de la década de 1980[7]. En 2009, el Gobierno Federal introdujo rebajas permanentes del impuesto a las rentas personales y corporativas por valor de CAD 20 mil millones (USD 19,6 mil millones) por los siguientes cinco años. Mientras tanto, el Gobierno terminó con las disposiciones legales de equidad de pago y los recortes de la prestación de servicios públicos - incluidas la salud y la educación - aumentarán seguramente la carga de trabajo impago e invisible realizado mayoritariamente por mujeres.
En el escenario internacional, el Primer Ministro Harper declaró que "pelearía" por la causa de la salud materna en la cumbre del G-8 a realizarse en Canadá en junio de 2010. Sin embargo, el aborto y la anticoncepción, dos derechos fundamentales de la mujer, no están incluidos en el plan. Tampoco hay movimientos para mejorar el acceso al cuidado de los niños y las niñas en la casa, a pesar de que las mujeres canadienses tienen una de las tasas de empleo más altas del mundo. Actualmente UNICEF y OCDE ubican a Canadá en el último lugar entre los países industrializados en materia de apoyo a las familias[8]. En los últimos años, también el Foro Económico Mundial ubica al país en puestos cada vez más bajos con relación a la paridad de género. En 2006 se ubicaba en el puesto 14 entre 115 países en el "índice de brecha de género" del Foro; en 2009, estaba en 25º lugar[9].
Historial de desarrollo de Canadá en el exterior
El Gobierno canadiense ha expresado antipatía hacia la reforma estructural de la gobernanza económica mundial, por ejemplo, mayores regulaciones, impuestos sobre las transacciones financieras o cambiarias y mayor exigencia de responsabilidad de las instituciones democráticas. El presupuesto más reciente reforzó la liberalización del comercio y la inversión extranjera directa (IED) como principios fundamentales de los planes de desarrollo de Canadá. En la década pasada se convirtió en un inversor directo neto en el exterior con una IED externa que pasó de USD 270 mil millones a más del doble con USD 591 mil millones[10]. Este fenómeno estuvo en gran medida a cargo de servicios financieros y empresas de recursos naturales. La industria de las finanzas y los seguros representa el 65% de los fondos hacia el exterior y la mayor parte del dinero fluye a las filiales extrajeras existentes en los EE. UU. El sector de los recursos naturales recibió el 16% de los fondos, pero debido a las características de explotación del sector estas inversiones tienen poco impacto en el desarrollo, por el contrario, han provocado conflictos con las poblaciones locales en varios países, entre ellos, Ecuador, Guatemala y México.
A pesar de que Canadá está en vías de cumplir su promesa de 2005 en el G-8 de Gleneagles de duplicar su ayuda a África este año, está actualmente entre los donantes menos generosos (16º entre 22 naciones) con sólo 0,33% del Producto Bruto Interno (PIB) destinado a ayuda. El presupuesto federal más reciente - presupuesto de 2010 - ha “topeado” la asistencia oficial para el desarrollo (AOD) de Canadá en los niveles de 2010-11, lo que reducirá su contribución porcentual a un 0,28% estimado en 2014-15. Esto lo situará en el puesto 18º entre 22 naciones. El Gobierno actual ha desplazado su foco de ayuda de África a los países de ingresos medios de América Latina, en los que el país tiene mayores planes de comercio e inversión. Esto lo deja con una plataforma aún más débil para atender los esfuerzos urgentemente necesarios para cumplir con Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) hasta el 2015[11].
El presupuesto de 2010 también subrayó el cambio de enfoque hacia la política exterior. En 2005–06 el Gobierno gastó unos USD 3,48 en el Departamento de Defensa por cada dólar gastado en AOD; se prevé que en 2019–20 gastará USD 4,3 en defensa por cada dólar gastado en AOD. Canadá también se ha apartado de su antiguo enfoque político en relación con Palestina e Israel, rehusándose a oponerse a las guerras de Israel en el Líbano y Gaza y votando con regularidad contra las resoluciones de la ONU críticas a Israel. Esta nueva concepción política pone en peligro su reputación como actor justo y equilibrado en el desarrollo internacional.
El Gobierno también ha adoptado activamente políticas contrarias a los derechos humanos de los ciudadanos de naciones extranjeras y de los canadienses. En el nombre de la seguridad aprobó leyes y prácticas antiterroristas que alimentan la discriminación, promueven la tortura o permiten la detención ilegal y los juicios injustos. La decisión de terminar la sesión actual del Parlamento justo a tiempo para detener la investigación de la tortura de detenidos en Afganistán también fomenta la ira y la frustración.
El Parlamento aprobó la ley de Mejor Ayuda en 2008 con el fin de promover la transparencia y la responsabilidad en las prácticas de ayuda. Sin embargo, el Gobierno fue recientemente acusado de perjudicar a varias organizaciones para el desarrollo y de ayuda que no siguen su nueva orientación política, en particular en relación con Oriente Medio[12]. Por ejemplo, rebajaron drásticamente los fondos federales de la respetada agencia ecuménica KAIROS, sin previo aviso después de 30 años, mientras que los fieles del partido Conservador fervientemente pro israelí eran designados para dirigir la Junta de la agencia de Derechos y Democracia dependiente del Gobierno. El presupuesto más reciente deja claro que esta es la nueva norma y establece que "la financiación brindada a las organizaciones está ligada al fomento de las prioridades del Gobierno"[13].
Conclusión
El Gobierno ignoró deliberadamente las lecciones de la reciente crisis económica global y se rehusó a poner en práctica las reformas estructurales necesarias para estabilizar la economía y promover el desarrollo humano de los canadienses y de los ciudadanos del mundo. A pesar de las promesas de proporcionar ayuda a los económicamente vulnerables durante la crisis, ni los gastos de estímulo ni las principales medidas presupuestales han brindado los apoyos necesarios para lograrlo. La reducción del déficit se está usando para encubrir los mayores recortes a los gastos sociales. Mientras el mercado de acciones, los beneficios empresariales y el PIB se recuperan de la masiva debacle financiera mundial, se espera que la plena recuperación de los privilegiados esté acompañada de mayores retrocesos en los niveles de equidad y desarrollo tanto los internos como en el extranjero.
[2] Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), “Country Note: Canada,” en Growing Unequal?: Income Distribution and Poverty in OECD Countries, octubre de 2008. Disponible en: <www.oecd.org/dataoecd/44/48/41525292.pdf>.
[3] Armine Yalnizyan, calculado a partir de las estadísticas Canada data from the Survey of Labour and Income Dynamics.
[4] Estadísticas de Canadá, Income in Canada, 2007 (Ottawa: Ministerio de Industria, mayo de 2009).
[5] Ken Lewenza, “The Precarious Economy,” The Mark, 6 de octubre de 2009. Disponible en: <www.themarknews.com/articles/542>.
[6] Roger Sauvé, “The Current State of Canadian Family Finances: 2009 Report” (Ottawa: Vanier Institute of the Family, 2010), 13. Disponible en: <www.vifamily.ca/library/cft/famfin09.pdf>.
[7] Monica Townson, Women’s Poverty and the Recession (Ottawa: Canadian Centre for Policy Alternatives, 2009), 16.
[8] UNICEF, “The Childcare Transition: Innocenti Report Card 8” (Florencia: UNICEF Innocenti Research Centre, 2008). Disponible en: <www.unicef.ca/portal/SmartDefault.aspx?at=2250>.
[9] Ricardo Hausman, Laura D. Tyson y Saadia Zahidi, Global Gender Gap Report (Ginebra: Foro Económico Mundial , 2009). Disponible en: <www.weforum.org/pdf/gendergap/report2009.pdf>.
[10] Estadísticas de Canadá, “Canada’s International Investment Position – Third Quarter 2009” (Ottawa: Ministerio de Industria, mayo de 2009), Tabla 10. Disponible en: <www.statcan.gc.ca/pub/67-202-x/67-202-x2009003-eng.pdf>.
[11] Para obtener más información, consulte End Poverty 2015 Millennium Campaign. Disponible en: <www.endpoverty2015.org/countries/canada>.
[12] James Clancy y Larry Brown, “Stephen Harper’s record of denying democracy,” Sindicato Nacional de Empleados Públicos y Generales, 24 de febrero de 2010. Disponible en: <www.nupge.ca/content/stephen-harper-s-record-denying-democracy>.
[13] Departamento de Finanzas de Canadá, Budget Plan 2010, 163. Disponible en: <www.budget.gc.ca/2010/plan/chap4a-eng.html>.