Los años doble cero

Author: 
Roberto Bissio

 

 

Los años doble cero
Autores corporativos:
Instituto del Tercer Mundo (canal)
Autores personales:
Bissio, Roberto (Autor/a)
Descripción
Lugar: Montevideo (Uruguay)
Fecha: 15 de Abril de 2010

Entradilla:
Así como nos referimos a los ochenta o a los noventa para designar a las últimas décadas del siglo
pasado, ¿cómo habremos de bautizar a la primera década del nuevo siglo? Si se la mide por sus logros, esta
década inaugural del tercer milenio, que se inició con el optimismo universal del año 2000, tal vez debería
conocerse como la década doble cero, porque sus resultados han sido, precisamente, nada de nada.
Introducción/Descripción:
Los años doble cero se iniciaron políticamente con la Declaración del Milenio en la que más de cien
presidentes, monarcas y primeros ministros del mundo entero formularon un compromiso solemne: No
escatimaremos esfuerzos para liberar a nuestros semejantes, hombres, mujeres y niños, de las condiciones
abyectas y deshumanizadoras de la pobreza extrema, a la que en la actualidad están sometidos más de mil
millones de seres humanos. El primero de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) prometió en
consecuencia reducir esa cifra a la mitad para 2015. Desde entonces los ODM se han vuelto la referencia
obligada de la comunidad internacional.
Sin embargo, en setiembre de 2008 ministros de todo el mundo reunidos en Accra, Ghana, para evaluar al
eficacia de la ayuda, constataron oficialmente que existen 1.400 millones de personas mujeres y niñas en
su mayoría que aún viven en la pobreza extrema y en enero de 2010 el Banco Mundial anunció que se
estima que, debido a la crisis, sesenta y cuatro millones más de personas estarán viviendo en la pobreza
extrema a fines de 2010”.
Tenemos, entonces, en 2010 cerca de 1.500 millones de personas en la pobreza extrema. La promesa de
reducir la pobreza a la mitad parece casi imposible de cumplir en los cinco años que quedan. De hecho,
según el informe del secretario general de las Naciones Unidas, la cantidad de personas por debajo de la línea
de pobreza de un dólar diario aumentó en 92 millones en África subsahariana y en ocho millones en Asia
occidental durante el período 1990 a 2005”.
El octavo y último de los ODM llamaba a establecer alianzas mundiales en torno al comercio, la ayuda, la
cancelación de la deuda y la transferencia de tecnología para hacer posible que los países en desarrollo
alcanzaran los otros siete objetivos en temas como salud, educación y saneamiento.
El balance del octavo ODM es desalentador. Si bien se han logrado módicos avances en la cancelación de la deuda externa bilateral y multilateral de algunos de los países menos adelantados, aún queda mucho por hacer para alivianar la carga de la deuda externa sobre los pobres. En el área del comercio no se ha dado paso alguno. En setiembre de 2001 comenzó en Doha, Qatar, la llamada ronda del desarrollo de negociaciones
comerciales. Su componente pro desarrollo es insignificante y aun así está todavía lejos de ser concluida. La
transferencia de tecnología se ha vuelto aun más costosa debido a la aplicación estricta de las normas de
propiedad intelectual. La ayuda al desarrollo no ha aumentado. En 1992 ascendía a 0,44 por ciento de los
ingresos de los países donantes y en 2008 a 0,43 por ciento.
La falta de avances hacia los ODM es el resultado de combinar el no cumplimiento de los países
desarrollados de su parte de las obligaciones, por un lado, y la distribución desigual de los recursos en los
países en desarrollo, por otro.
En su informe a la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre los ODM, Ban Ki-moon reconoce que
no se ha hecho todo lo necesario en materia de financiación, servicios públicos y apoyo técnico y sostiene
que esta omisión se vio agravada por la crisis alimentaria y la crisis económica mundiales y el fracaso de
diversas políticas y programas de desarrollo. Durante los años cero cero, muchos países en desarrollo
experimentaron fuerte crecimiento económico, pero la reducción de la pobreza y la creación de empleo no
estuvieron a la par de este crecimiento. Es así que la mejora de las condiciones de vida de los pobres ha sido
inaceptablemente lenta y, además, las crisis están erosionando algunos beneficios que costó mucho obtener.
Si los pobres fueran un banco, ya los habrían rescatado, comentan muchos con ironía al comparar la suma
adicional requerida para cumplir con los ODM (unos 100.000 millones de dólares al año) con los billones
desembolsados en los países ricos para rescatar a los bancos y estimular las alicaídas economías.
La idea no es tan descabellada. El informe 2009 de la red no gubernamental Social Watch demuestra que
invertir en los pobres a través de servicios sociales o incluso por medio de transferencias monetarias directas
constituye un mejor paquete de estímulos que subsidiar a quienes ya son ricos. La causa de esta correspondencia entre los imperativos éticos y la sensatez económica es sencilla: en épocas de crisis las
personas acomodadas ahorran cuanto pueden y la aversión al riesgo desalienta a los inversores, mientras que
quienes viven en la pobreza lo único que pueden hacer es gastar el apoyo que reciben... y así generan un
círculo virtuoso.
No obstante, en la práctica, los menos privilegiados tanto en países ricos como pobres sufren las consecuencias directas de la crisis en la pérdida de empleos, ahorros e incluso viviendas, y además se les exige que paguen la deuda generada por rescates y paquetes de estímulo mediante impuestos más elevados y
la reducción de salarios y beneficios sociales.
En tal contexto, más de lo mismo no es la solución. Mayor asistencia monetaria y mejores condiciones
comerciales para los países en desarrollo constituyen un imperativo ético, ahora más que nunca. Pero, para
confrontar los drásticos impactos sociales y ambientales de las múltiples crisis, hay que ir más allá. Al comenzar los preparativos hacia la cumbre sobre los ODM que se realizará en setiembre en Nueva York, Social Watch propone comenzar a trabajar en pos de un programa integral de justicia que debería incluir:
Justicia climática (reconocer la deuda climática, invertir en tecnologías limpias y en la promoción
de economías verdes que generen empleos decentes);

Justicia financiera, económica y fiscal (que el sector financiero pague la crisis que generó mediante
un impuesto a las transacciones financieras, se reglamenten la especulación y los paraísos fiscales, y
se revierta la carrera hacia abajo de las políticas impositivas, que recorta servicios sociales para
atraer inversores); Justicia social y de género (cumplir con los ODM, promover la igualdad de género, los servicios sociales básicos universales y dignidad para todos), y finalmente Justicia lisa y llana, con jueces y tribunales eficaces para exigir el cumplimiento de los derechos
sociales fundamentales.
En épocas de crisis sin precedentes, es necesario que los líderes tengan el coraje de ser audaces e innovadores. Hace diez años la Declaración del Milenio prometía un mundo más pacífico, más próspero y más justo. Es hora de que estas promesas dejen de sumar cero.
Publicado en:
Agenda Global ; Gloobalhoy nº22
Secciones GloobalHoy:
020- Política-ypoder
Notas:
Publicado en Agenda Global, nº 145. 15 de abril de 2010.
Clasificación
Escenarios: Internacional
Descriptores: FIDC ; Financiación para el desarrollo ; Objetivos de Desarrollo del Milenio ; Política
Regiones: Internacional

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