Carestía alimentaria mata igual que un tsunami diario

Fuente: Plataforma 2015 y Más, España

La Plataforma 2015 y Más, punto focal de Social Watch en España, advirtió este mes sobre la tendencia al encarecimiento de los alimentos, cuyo precio supera los de 2008, cuando la comunidad internacional ya advertía sobre las consecuencias en la nutrición de 300 millones de personas.

 

Los precios de los alimentos básicos vuelven a captar la atención de los medios de comunicación, advirtió la organización española Plataforma 2015 y Más en su programa de radio. La tendencia alcista de los ´uacute;ltimos días se eleva sobre los precios registrados en verano de 2008, cuando la FAO advirtió que la subida de precios afectaría a 300 millones más de personas que no lograrían adquirir suficientes nutrientes para sobrevivir.

Los llamados “mercados de futuro y de productos básicos” ya están entre los preferidos de los inversores en el negocio bursátil mundial. Se pueden comprar hoy acciones sobre cosechas futuras de maíz de la misma forma que se puede invertir en petróleo. 

El activista estadounidense Timothy Wise calculó que la inversión en estos papeles asciende hoy a 9.000 millones de dólares anuales, de los cuales 85% escapa a los controles de los reguladores. Imposible saber quiénes “poseen” los derechos futuros, y qué hacen con ellos, si acaparan o especulan. 

La noticia, seg´uacute;n la Plataforma, no es que los precios de los alimentos vuelvan a subir, porque para explicar eso siempre se les puede echar la culpa a los chinos y a su manía de elevar su nivel de vida. Y también se puede culpar ahora de lo mismo al cambio climático, ironizó la organización española.

En realidad la noticia es que los precios de los alimentos básicos entraron en la ruleta de la incertidumbre, de la especulación, de la inestabilidad. Cada día son menos las personas que acaparan la capacidad de decidir sobre los derechos de cada vez muchísimas más personas. Unas cuantas operaciones bursátiles causan cataclismos en la vida de millones.

Mil millones de personas carecen hoy de acceso a alimentos suficientes en calidad y cantidad para sobrevivir, seg´uacute;n la Plataforma 2015 y Más. Sin embargo, acotó la red en su programa radial, en el mundo se producen entre dos y tres veces más alimentos de los necesarios para proporcionar una dieta suficiente a los 6.600 millones de personas que lo habitan. 

Pero a los acuerdos comerciales internacionales son definidos por los intereses de la agroindustria, del transporte, de las cadenas exportadoras y de los grandes centros de distribución que crecen como setas configurando nuevas realidades urbanas. 

Sin espacios p´uacute;blicos abiertos que no sean ferias del consumo irracional e ignorante, creando necesidades a las nuevas generaciones que perdieron la calle para ganar el derecho a una plaza de garaje o para consumir cualquier producto sin saber de qué temporada es, de qué país viene, o cómo se ha producido. 

Ahora, en una vuelta de tuerca cruel, los mercados financieros, esos invisibles determinantes decidieron también especular con los alimentos. Que sea por su novedosa utilidad en el campo energético para la generación de los agrocombustibles, que sea para acaparar y así elevar sus márgenes de ganancias da lo mismo. 

En cualquier caso, a esos inversores les conviene la carencia de alimentos, les conviene la presión de la demanda, así sus “acciones” subirán como la espuma.

Dice la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que son 30.000 personas las que fallecen cada día en todo el mundo por falta de acceso a los alimentos. Alejandro Nadal, del Colegio de México, recuerda que se trata de un tsunami diario como el que sufrió Japón hace justo un mes. Un mes en que ya han muerto 900.000 personas de hambre. Quién quiere invertir sus ahorrillos en el hambre de otros?

Cada día más razones para exigir el control de los gobiernos sobre los mercados financieros, sobre las agencias de rating y sobre los mecanismos de regulación. Más impuestos, más transparencia, y más gobiernos. Menos liberalización, menos desregulación y menos exportación. El hambre se cura con democracia, no con mercadotecnia, concluyó la Plataforma.

 

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