Filipinas: Repensar y redefinir la independencia en estos tiempos

Leonor Magtolis Briones

Fuente

Business Mirror

"El 12 de junio de 1898 nos declaramos independientes del aplastante tacón del colonialismo español", pero "nos convertimos en una colonia de Estados Unidos tras una guerra sangrienta que mató a miles de filipinos," escribió Leonor Magtolis Briones, fundadora de Social Watch Filipinas, en una columna para Bussiness Mirror, el principal diario de información económica de ese país.

Magtolis Briones ocupó en Filipinas los cargos de Tesorera Nacional, secretaria de la Comisión de Auditoría, vicepresidenta de la Universidad de Filipinas y presidenta de la Junta de la Universidad Siliman. En abril pasado recibió el Premio BAYI para Mujeres con Liderazgo Ejemplar en Política y Gobierno que entregan cada dos años el Instituto de Política y Gobernanza y el Consorcio de Gobernanaza Barangay Bayan.

Este es el texto del artículo:

 

La dependencia, la independencia y la interdependencia

Por Liling Magtolis Briones

Filipinas celebró su Día de la Independencia número 113 el domingo 12. Es decir, la independencia respecto de España. El 12 de junio de 1898, nos declaramos independientes del aplastante tacón del colonialismo español, solo para caer en las engañosas garras del imperialismo norteamericano.

Nos declaramos independientes, pero nos convertimos en una colonia de Estados Unidos tras una guerra sangrienta que mató a miles de filipinos. Una guerra caracterizada por la uema de aldeas, una táctica copiada 60 años más tarde en Vietnam. Una guerra caracterizada por epidemias de cólera, disentería y fiebre tifoidea, maldiciones sanitarias de las que nunca nos hemos recuperado totalmente.

Nuestros años como colonia de Estados Unidos se supuso fueron años de preparación para una esperada independencia. Fue éste el período en que las cadenas de la dependencia económica de Estados Unidos fueron firmemente ensambladas a través de la Ley de Comercio Bell, aprobada por el Congreso legislativo en Washington en 1946, la cual permitió el ingreso ilimitado de productos de esa procedencia en nuestro país, así como la explotación de nuestros recursos naturales.

En tanto colonia de Estados Unidos, nos convertimos en un imán para los designios hegemónicos de Japón. Fuimos arrastrados a la Segunda Guerra Mundial. Miles de filipinos murieron en una guerra que ellos no empezaron. Unos pocos sobrevivientes filipinos pueden describir ese período horroroso: la violación de nuestras mujeres, la indescriptible tortura a nuestros guerrilleros, nuestros niños lanzados por el aire y acuchillados con bayonetas y los vientres de las embarazadas desgarrados por la espada japonesa.

 

El 4 de julio de 1946, declaramos una vez más nuestra independencia. Esa vez nos independizamos de Estados Unidos. Esta independencia resultó ser vacía. Nuestra economía e infraestructura fueron totalmente destruidas por la guerra. Nos habíamos convertido en adictos a las mercancías importadas: no teníamos la capacidad de producir los bienes que nosotros mismos consumíamos. Al igual que nuestra economía, nuestra seguridad nacional fue encadenada a la de Estados Unidos a través del Acuerdo de Bases Militares firmado en 1947.

La independencia en la era de la interdependencia

El domingo 12 se conmemora nuestra independencia de España. Fue bueno recrear la Declaración de Kawit, pronunciada en 1898 por el general Emilio Aguinaldo. Fue divertido ver el desfile, tomar fotos de una bandera en 3-D y aprender de los programas educativos en la televisión.

Nuestra celebración se llevó a cabo en la era de la interdependencia y la globalización.

¿Qué significa nuestra independencia en el Año de Nuestro Señor 2011? ¿Cómo lo definimos en términos de la globalización? ¿Cómo definimos la independencia en una era de crecientes niveles de pobreza y desempleo, de amenazas de cambio climático, de desequilibrio económico, de problemas sociales masivos, de corrupción en el gobierno, y de amenazas a nuestra seguridad nacional? El desafío para todos nosotros, especialmente para nuestros nacionalistas, para nuestras instituciones educativas, para nuestros ciudadanos más insignes y para los formadores de opinión, es repensar y redefinir el sentido de la independencia en esta época y en esta era.                                

Llorando de alegría en el Día de la Independencia

Cuando yo era una niña creciendo durante la década de 1950, las celebraciones del Día de la Independencia eran grandes eventos, especialmente el desfile. La gente se agrupaba a lo largo de las calles, y observaba las carrozas representando aspectos diversos de la guerra contra Japón, niños y jóvenes sonrientes ondeando banderas, a las reinas de belleza locales y, por supuesto, los soldados.

Mi madre lloraba abiertamente mientras veía la marcha de los soldados. Verlos reavivaba los recuerdos de los años de brutalidad japonesa y de la gallardía de nuestros guerrilleros. Para ella y para cualquier filipino de entonces, los soldados y guerrilleros eran los héroes que nos dieron nuestra independencia. Me pregunto si aún lloramos de alegría cada vez que llega el Día de la Independencia.