¿Por qué la prensa no debe ser regulada y los ciudadanos sí?

Fuente: Agenda Global

La vieja Gran Bretaña empieza a reaccionar contra la invasión de la prensa nacional por parte del clan Murdoch. El primer ministro David Cameron ya se pronunció por la regulación. Nadie menos que el Financial Times recomienda al gobierno reformar las reglas de propiedad de los medios de comunicación. En Perú, que acaba de presenciar una campaña electoral en la cual se aplicó el “método Murdoch”, conviene formular algunas preguntas, sostiene el sociólogo y abogado peruano Héctor Béjar en su última columna para Agenda Global.

Lo que sigue es el texto de la columna de Béjar

La lección Murdoch

Por Héctor Béjar

En los años ochenta, Margaret Thatcher ganó las elecciones con el apoyo del sensacionalista The Sun, periódico de Rupert Murdoch y familia, dueño en Estados Unidos del Wall Street Journal, News Corp (11,000 millones de dólares), Twenty Century Fox, Time Warner, Fox News y de estaciones y estudios de televisión por satélite. El segundo imperio mediático después de Disney.

Enemiga de la prensa inglesa de posguerra cuyos emblemas fueron el conservador The Times y la democrática BBC, Thatcher pagó favores exonerando de regulación la televisión por satélite de Murdoch. Al abrigo thatcheriano, el magnate adquirió el periódico basura News of the World y el centenario The Times, The Sunday Times y otros medios impresos, en conjunto treinta y siete por ciento de la circulación. Puso a su hijo James, de treinta y ocho años, la editora Rebekah Brooks, ahora arrestada, y a un pequeño equipo dispuesto a todo, a cargo de su rama inglesa y se encaminó a tomar el cien por ciento de la televisión por cable British Sky Broadcasting BSkyB, treinta y cinco por ciento de la teleaudiencia, para continuar comprando medios en Alemania e Italia. El imperio revuelto y brutal de los tabloides norteamericanos culminaba la conquista de la desfalleciente Europa liberal.

Como dice Conrad Black en el Financial Times del 15 de julio, News of the World fue asesino de la dignidad de otros so pretexto de estar contra el elitismo y asumiendo un populismo conservador. Montó una red de sobornos a la policía e intervención en correos electrónicos y celulares. Su sistema de espía abarcó cuatro mil posibles víctimas, entre ellas la familia real y todos los primeros ministros. 

Mientras las informaciones de News of the World escandalizaban, el Times simulaba una opinión respetable de acuerdo con el pensamiento único. Favorecidos por periodistas condescendientes, los políticos conseguían popularidad, ganaban votos para vivir eternamente del presupuesto público mientras cualquiera que desentone era ferozmente atacado.

Así pudo colocar todos los primeros ministros, desde Tony Blair hasta David Cameron, e impedir que llegue al poder cualquiera que no recite el libreto neoliberal.

La vieja Gran Bretaña empieza a reaccionar contra esta invasión. El primer ministro Cameron ya se pronunció por la regulación. Nadie menos que el Financial Times del 14 de julio editorializa diciendo que el gobierno debe reformar las reglas de propiedad de los medios.

En el Perú, ahora que salimos de una campaña donde los métodos Murdoch han sido aplicados, conviene formular algunas preguntas.

¿Por qué la prensa no debe ser regulada y los ciudadanos sí? ¿Por qué permitimos que los monopolios mediáticos sigan dándonos basura o manipulación en vez de información? ¿No será ésta la verdadera causa de que hoy el Perú sea tierra de nadie en seguridad y moral?

¿Pero quién debe regular los medios? No por cierto los políticos usufructuarios del sistema. ¿El Poder Judicial? Un Poder Judicial corrupto no es el mejor guardián de una prensa libre.

No debemos olvidar que hubo quienes quisieron imponernos la dictadura de una banda criminal. Eso no debe quedar impune.

La responsabilidad del gobierno es abrir espacios para la información libre en televisión, Internet, radio y prensa escrita.

El Canal 7 debe ser abierto a las organizaciones ciudadanas y tener un directorio independiente. Editora Perú debe ser una gran editorial cultural. El gobierno debe limitar su publicidad a lo indispensable y distribuirla entre todos los medios y no sólo entre los preferidos del gobernante de turno. Las frecuencias de radio y televisión deben ser redistribuidas para evitar los latifundios mediáticos. Así, como sucede con cualquier ciudadano, las empresas de comunicación deben pagar impuestos y si no lo hacen deben ser embargadas o clausuradas como sucede con cualquiera de nosotros.

La libertad de prensa es un derecho de los verdaderos periodistas, aquellos que no son empleados o agentes de empresas o embajadas, y de nosotros, los ciudadanos, a ser informados y expresar nuestras opiniones.