Las claves para un crecimiento con justicia social

El Director General de la OIT, Juan Somavia, alertó ante la Asamblea Mundial de Social Watch que “el actual modelo de desarrollo que ha venido evolucionando desde comienzos de los años 80 se ha tornado económicamente ineficiente, socialmente inestable, ambientalmente nocivo y políticamente insostenible. Por lo tanto debe ser cambiado”, y planteó la necesidad de lograr un crecimiento con justicia social.

Vea el video del discurso (en inglés)

En la Asamblea Mundial realizada en Manila, Somavia destacó que es necesario avanzar hacia una nueva era de justicia social para contrarrestar los efectos de una globalización sin regulación que es “políticamente insostenible”. Hizo un llamado a “cuestionar los dogmas dominantes desde la perspectiva del desarrollo sostenible”, y llamó a la sociedad civil y a los movimientos sociales a actuar como “agentes de cambio”.

Lo que sigue es un extracto del mensaje de Juan Somavia: 

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Las grandes conferencias de los años 90 definieron agendas para una transformación desde la ONU. Era un momento en el que los gobiernos comenzaban a cuestionar los dogmas dominantes desde la perspectiva del desarrollo sostenible. Muchos gobiernos estuvieron listos en ese entonces para liderar la configuración de estos nuevos enfoques. Pero los compromisos de los años 90 fueron quedando cada vez más subordinados a las exigencias de un modelo de globalización sin regulación que se ha vuelto cada vez más desequilibrado, injusto y, en mi opinión, políticamente insostenible. 

Hoy, el coraje, la determinación y el espacio para pensar y actuar de manera diferente son mucho, mucho más débiles. Por lo tanto, esto le otorga un valor agregado al papel de la sociedad civil y de los movimientos sociales como agentes del cambio. Y hoy Social Watch es más necesario que nunca antes.

Estimados amigos, no obstante lo tentador que resulta mirar atrás, debemos analizar la realidad actual y seguir adelante. La razón: las crisis financieras y económicas son claras manifestaciones de un patrón de crecimiento ineficaz que ha creado niveles de ingreso y una concentración de la riqueza indecente. No es de sorprender que se haya registrado un marcado debilitamiento del enfoque basado en los derechos humanos. 

Sabemos que las transformaciones que deseamos ver en nuestras sociedades deben estar guiadas por la fuerza de los movimientos sociales y de la lucha social. El progreso social exige una vigilancia constante y un activismo constante. Los Objetivos de Desarrollo del Milenio ayudaron a establecer un cierto foco y un mecanismo para medir el progreso y podemos marcar algunos éxitos en materia de reducción de la pobreza absoluta desde 1990. 

Pero al mismo tiempo, los hechos muestran que 3.500 millones de personas perciben globalmente el mismo ingreso que las 61 millones de personas más ricas.

Incluso aquí en la dinámica Asia observamos un rápido crecimiento en materia de producción pero un crecimiento lento en materia de trabajos y sueldos dignos. 

Además, más de 200 millones de personas están oficialmente desocupadas en todo el mundo, incluyendo casi 80 millones de mujeres y hombres jóvenes, y las tasas de desempleo juvenil son algunas veces de siete a 10 veces mayores que para otros grupos. El número de trabajadores con empleos vulnerables, 1.500 millones, y los que trabajan pero sobreviven con menos de dos dólares al día, unos 1.200 millones, están al alza nuevamente. 

En efecto, este no es el camino para lograr un desarrollo sostenible. 

Las personas exigen con todo derecho más justicia en cada aspecto de sus vidas. En tres cuartas partes de los 82 países con información disponible, la mayoría de los individuos se está volviendo cada vez más pesimistas acerca del futuro de su calidad y nivel de vida. Muchos se sienten apretados, incluso las clases medias. Al mismo tiempo, se advierte la existencia de muchos gobiernos con poca fortaleza o poca voluntad de prevalecer sobre el poder inexplicable de los operadores financieros que ejercen una influencia tan negativa en nuestras sociedades. 

Por un lado, contamos con instituciones financieras que se consideran demasiado grandes para fracasar, y por el otro lado, hay muchos que sienten que están siendo tratados como si fueran demasiado pequeños como para que a alguien le importe. Esto no puede seguir así. Las crisis financieras y económicas sacudieron de tal modo al mundo que pusieron en evidencia que el cambio es esencial. Sin embargo, hay muchos, demasiados, indicios de un retorno a la forma habitual de hacer las cosas, y esta es una receta para el desastre. Entonces, ¿cómo podemos seguir adelante? 

En primer lugar, poniendo al trabajo decente y a la protección social como objetivos clave de los patrones de crecimiento y del desarrollo sostenible. Muchas, quizás la mayoría de las tensiones que experimentamos, tienen lugar en el mundo del trabajo. El trabajo decente y productivo es esencial para la dignidad humana, para la estabilidad de las personas y sus familias, para la paz en nuestras comunidades así como en nuestras sociedades, y para un desarrollo económico sostenible y fuerte. Permítanme citar: “la pobreza, en cualquier lugar, constituye un peligro para la prosperidad en todas partes”. Este principio de la Constitución de la OIT refleja, como ustedes han mencionado, el derecho de la gente a no ser pobre. Y todos los que viven en la pobreza saben que el trabajo para salir de la pobreza, un trabajo productivo, es la mejor chance que tienen de llevar una vida digna. 

El trabajo no es una mercancía, el trabajo es un elemento central para la dignidad humana, si uno quiere paz debe cultivar la justicia social, estos son los principios operativos de la OIT. Y el mercado laboral es una puerta de acceso a la justicia social cuando respeta la dignidad humana, guiado por nociones de libertad, equidad e igualdad. La OIT y su agenda están en el centro mismo de los procesos sociales reales. 

Nacimos como institución en 1919 como resultado de las luchas sociales de fines del siglo XIX. Durante el despliegue de la rebelión y revolución árabe hemos escuchado enardecidos reclamos por empleo y justicia social, libertad y democracia, todos encarnados en el trabajo decente. Pasar a un patrón de crecimiento con justicia social es técnicamente posible, aunque políticamente es difícil pues son muchos los intereses creados. 

Y ahí es donde ustedes son clave. Social Watch puede desempeñar un papel importantísimo en manejar esta agenda. Se requiere, por ejemplo, una nueva combinación de políticas que genere mayores niveles de inversión en la economía real, en particular, en las pequeñas empresas, y no en productos financieros que no generan valor ni empleos; que derive en una relación más justa entre los incrementos de productividad y los salarios; que produzca un crecimiento en base al ingreso y logre un equilibrio entre las estrategias basadas en las exportaciones y la demanda interna; que permita la participación de todos mediante una importante capacitación y oportunidades educativas; que otorgue equilibrio y sinergia mediante la coherencia en materia de políticas – por ejemplo, en la creación de empleos ecológicos; que coloque los derechos laborales y el diálogo social en el centro de las decisiones políticas, y esta combinación de políticas debe estar guiada por el objetivo de compartir los beneficios de la globalización equitativamente en un contexto en donde florezcan la voz, la participación y la democracia. 

Este año en la Conferencia Internacional del Trabajo, que es nuestra conferencia anual, hicimos dos importantes avances que pueden ser elementos significativos en el nuevo paradigma de crecimiento con justicia social. Primero, el nuevo convenio para trabajadoras y trabajadores domésticos nos traslada el sistema de derechos a la economía informal. Las trabajadoras y trabajadores domésticos hace tiempo que se vienen movilizando para obtener la protección y el respecto que se merecen y ahora debemos asegurarnos de que este convenio sea ratificado e implementado. Y segundo, estamos trabajando para la aprobación el año que viene de normas de la OIT basadas en la protección social universal para promover estrategias de seguridad social que sean protectoras y fortalecedoras, productivas y sostenibles, y que estimulen la demanda agregada. 

Hoy debemos recordar que 80 por ciento de los trabajadores no tienen acceso a la seguridad social. Esto se incluye dentro del marco de estrategias nacionales más amplias orientadas a reducir la pobreza y formalizar el empleo informal. Desde mi punto de vista, estos son bloques sólidos para la construcción de justicia social y los invito a movilizarse en torno a ellos, ya que vuestro esfuerzo puede ser invalorable. También quiero mencionar la existencia de un incipiente movimiento por el trabajo decente que se reúne todos los años cerca del 7 de octubre, que ha sido declarado por la Confederación Sindical como Día Mundial por el Trabajo Decente, al que ustedes quizás quieran integrarse. 

Estimados amigos, para finalizar, todos hemos sido inspirados por el coraje, la claridad, la energía de la juventud árabe, pero convertir los sueños en realidad es una tarea que nos incumbe a todos. Y la dirección del cambio nunca se halla garantizada, debemos estar alerta. Tenemos que orientar el cambio hacia resultados justos y equilibrados. Y todos debemos hacernos responsables. 

El actual modelo de desarrollo que ha venido evolucionando desde comienzos de los años 80 se ha tornado económicamente ineficiente, socialmente inestable, ambientalmente nocivo y políticamente insostenible. Por lo tanto debe ser cambiado. Pero lograrlo probablemente conducirá a un mayor conflicto social. Sin embargo, como sabemos, la historia nos dice que el cambio positivo puede resultar de la lucha social. Y como ustedes saben, cuando uno elige desafiar los dogmas dominantes, defender los derechos humanos, la igualdad de género y otros valores que están siendo atacados, cuando uno quiere mejorar las sociedades, también hace otra elección: la elección de nadar contra la corriente de los intereses creados. Por lo tanto, es difícil y siempre será difícil. Y por eso es que el compromiso, la convicción, la persistencia, la energía positiva resultan tan esenciales. Y todos ustedes los tienen. Y ese es el espíritu de Social Watch. Lo que ustedes hacen es vital. Les deseo la fortaleza y la imaginación para seguir realizando vuestro invalorable trabajo y los invito a trabajar con la OIT con miras a una nueva era de justicia social. Muchísimas gracias.