Hacia un nuevo modelo para el desarrollo del mundo

Domingo Schiavoni

La organización mundial Social Watch, que se caracteriza por sus propuestas alternativas, en materia de desarrollo económico y social a las que impulsan las grandes corporaciones de los países más poderosos, acaba de concluir su quinta asamblea internacional en Manila pronunciándose abiertamente contra el modelo en curso, particularmente en las naciones en vías de desarrollo, al que caracteriza como “económicamente ineficiente, socialmente injusto, ambientalmente nocivo y políticamente insostenible”.

En base a esa categórica definición, la asamblea se SW se comprometió a “desafiar el paradigma económico dominante basado en el crecimiento del PBI a nivel mundial” y seguir contribuyendo con el “desarrollo de indicadores alternativos”. En el Documento Estratégico y Marco de Actividades surgido al cabo de la Asamblea, Social Watch analizó los pasos a seguir tras “la crisis económica y financiera mundial que estalló en setiembre de 2008, la movilización de billones de dólares para rescatar a los bancos, a la industria automotriz y a otras industrias a costa de la gente que vive en la pobreza con sus consecuencias en materia de empobrecimiento y desempleo y la falta de trabajo digno”.

Aunque la ONU es reconocida por Social Watch como la “institución universal legítima”, por lo que concentrará su enfoque “en los procesos intergubernamentales y en los eventos relevantes para los objetivos principales de la red, entre ellos: los organismos de género, economía y derechos humanos, y otros organismos relacionados, y el proceso de seguimiento sobre la financiación para el desarrollo, la conferencia de la ONU sobre la Crisis Financiera y Económica y el proceso de Río sobre Desarrollo Sostenible”. También se propuso actuar para favorecer “formas más inclusivas” de gobierno “allí donde sea necesario”, y, en ese sentido, “contribuir y apoyar la lucha por la dignidad y la democracia en la región árabe y otras partes”.

“En sus tareas de activismo, SW construirá alianzas con sindicatos, organizaciones de agricultores, medios de comunicación independientes, movimientos sociales y otras organizaciones y redes de la sociedad civil, en particular las que trabajen en pro de la defensa de la justicia medioambiental y participará en el Foro Social Mundial y otras alianzas como AWID, DAWN, el International Working Group on Trade – Finance Linkages (el Grupo de Trabajo Internacional sobre las Vinculaciones entre el Comercio y las Finanzas) y la Red de Justicia Tributaria”, señala el documento. “En base a la noción de justicia medioambiental, Social Watch contribuirá con las actuales negociaciones sobre medio ambiente, a partir de un enfoque con fundamento en sus principios de justicia social y de género” y también “trabajará en pro de la defensa de fuentes innovadoras de financiamiento para la erradicación de la pobreza, incluyendo impuestos a las transacciones financieras, y la eliminación de la evasión fiscal internacional y del lavado de dinero”.

Al mismo tiempo, Social Watch se dispone a “contribuir a la protección social y universal y a las regulaciones macroeconómicas y financieras necesarias para hacerlo posible”, a “trabajar contra la exclusión social de las comunidades migrantes y para la ratificación de la Convención Internacional sobre los Derechos de los Migrantes” y a “defender la autodeterminación de las personas y el pleno control sobre sus recursos como una forma crucial de proteger sus derechos sociales y económicos”.

Social Watch fue creado en 1995 como un “punto de encuentro para las organizaciones no gubernamentales preocupadas por el desarrollo social y la discriminación de género, y comprometidas con el monitoreo de las políticas que tienen impacto en la desigualdad y en la gente que vive en la pobreza”. La metodología básica de Social Watch sigue siendo la misma: hacer responsables a los gobiernos de sus compromisos y así promover la voluntad política para ponerlos en práctica. Estos compromisos incluyen:

• La Cumbre Social de 1995,

• la Conferencia sobre la Mujer de 1995 en Beijing,

• la Declaración del Milenio (2000) en la que se basan los Objetivos de Desarrollo del Milenio,

• los compromisos de la Cumbre de Río de 1992,

• la Conferencia ODM 2010 y el Piso de Protección Social Universal,

• la Conferencia de Durban,

• los 8 ODM al tiempo que reconocemos que no sustituyen los otros compromisos enumerados en esta sección,

• la Conferencia Beijing + 15 (2010),

• el marco de los Derechos Humanos, que incluye los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC), los derechos laborales, los derechos de las mujeres, los derechos medioambientales, los derechos de los pueblos indígenas y los migrantes, el derecho a la autodeterminación, el Convenio sobre los trabajadores domésticos y el derecho al desarrollo y el derecho a la información,

• el compromiso regional y los marcos regionales que avanzan en los principios anteriores,

• los compromisos nacionales, tal como se formulan en las constituciones nacionales, los planes de gobierno, los presupuestos y las leyes, incluyendo en particular los derechos económicos, sociales y culturales, y

• el principio de justicia intergeneracional e inclusión social.

Social Watch entiende que la acción clave para alcanzar la erradicación de la pobreza, la igualdad de género y la justicia social tiene lugar principalmente a nivel local y nacional y, por lo tanto, sus actividades internacionales y estructuras deben ser responsables y estar al servicio de los grupos nacionales y locales, y no a la inversa. La paz es una precondición para el cumplimiento de los derechos humanos y los derechos de las mujeres, así como para la erradicación de la pobreza.

Sin embargo, la pobreza y la falta de justicia social, el respeto por los derechos humanos y la dignidad, así como la libertad y la falta de acceso a la información están en la base de muchos conflictos. La estructura de gobernanza de Social Watch se explica en un documento aparte, aprobado por la Asamblea en el año 2009.

En su primera Asamblea General celebrada en Roma en noviembre de 2000, Social Watch aprobó una declaración de misión como marco de su actividad. La Asamblea de Beirut (octubre de 2003) confirmó esta declaración de misión. En Sofía, se agregó un especial hincapié en el enfoque hacia los derechos humanos: “Social Watch es una red internacional de organizaciones ciudadanas que luchan para erradicar la pobreza y las causas de la pobreza, para poner fin a todas las formas de discriminación y de racismo, para asegurar una distribución equitativa de la riqueza y para el cumplimiento de los derechos humanos. Nuestro compromiso es para con la paz, la justicia social, económica y de género, y ponemos el acento en el derecho de todas las personas a no ser pobres. Social Watch hace responsables a los gobiernos, al sistema de Naciones Unidas y a las organizaciones internacionales por el cumplimiento de los compromisos nacionales, regionales e internacionales para erradicar la pobreza.

Social Watch alcanzará sus objetivos mediante una amplia estrategia de activismo, creación de conciencia, monitoreo, desarrollo institucional y networking. Social Watch promueve el desarrollo sustentable enfocado en la gente”.

Al exigir rendición de cuentas al servicio de la justicia económica y social, estamos exigiendo democracia. La reciente Asamblea de Manila reafirmó esta declaración de misión con los cambios que se indicaron más arriba.

Para SW el actual modelo económico basado en el desarrollo resulta económicamente ineficiente, socialmente injusto, medioambientalmente nocivo y políticamente insostenible. Social Watch reconoce los vínculos existentes entre la crisis financiera, la crisis climática, la crisis alimentaria, la crisis de los combustibles, la crisis económica, y la crisis política y social y la crisis de género. Estas crisis no aparecen aisladas sino que son manifestaciones de un modelo de desarrollo que ha conducido al exceso de consumo, a la desigualdad extrema y a la perpetuación de la pobreza, un fenómeno que resulta inaceptable en cualquiera de sus manifestaciones así como una violación de los derechos humanos.

La organización identifica los siguientes elementos clave de un entorno altamente cambiante: la crisis económica y financiera mundial que estalló en setiembre de 2008, la movilización de billones de dólares para rescatar a los bancos, a la industria automotriz y a otras industrias a costa de la gente que vive en la pobreza con sus consecuencias en materia de empobrecimiento y desempleo y la falta de trabajo digno, el desmantelamiento de la protección social y los servicios públicos, las crecientes inequidades en materia de género en todo el mundo y el descrédito de la hasta entonces principal corriente de la economía dominante; además, los recientes avances en la exigencia de justicia social y económica, autodeterminación y dignidad para todos en los países árabes y otros lugares que han logrados los movimientos populares, especialmente aquellos integrados por jóvenes, con la ayuda de las nuevas tecnologías.

También alude a las luchas constantes de los movimientos populares, incluyendo agricultores, trabajadores, jóvenes, etc., para enfrentar las prácticas democráticas regresivas que continúan implementándose así como la ausencia de estado de derecho en muchos otros países; el estancamiento de las negociaciones comerciales de la Organización Mundial de Comercio y la consiguiente proliferación de acuerdos regionales y bilaterales de libre comercio entre países en posiciones asimétricas, lo cual afecta a las personas que viven en situación de pobreza; y el reconocimiento del cambio climático como una amenaza a la supervivencia misma de nuestro planeta Tierra y a la soberanía alimentaria, junto con la reticencia de los países desarrollados a reconocer su responsabilidad en él y aceptar las nociones de calentamiento global y justicia medioambiental, mantener el Protocolo de Kyoto y actuar en consecuencia;

(Fuente: http://www.adital.com.br/site/noticia.asp?lang=ES&cod=58681)

Domingo Schiavoni

Director – Asesor de Redacción –  Editorialista

Periodista, escritor y docente universitario de Comunicación Social