Sociedad civil en lucha por transparencia en la asistencia

Hurgando en la basura en Timor
Oriental, uno de los países más
dependientes de la ayuda externa.
(Foto: Martine Perret/ONU)

Tres semanas antes del Cuarto Foro de Alto Nivel sobre la Eficacia de la Ayuda en Busan, Corea del Sur, la sociedad civil no oculta su desilusión sobre los resultados que prevén. “En la relativa oscuridad de reuniones a puertas cerradas, los gobiernos donantes hacen intentos de último minuto para renegar de sus compromisos en materia de transparencia de la ayuda”, resumió Claudia Elliot, portavoz de la campaña Make Aid Transparent. Todo el proceso parece sembrar dudas sobre el propio concepto de asistencia al desarrollo.

Las 101 organizaciones que componen esta red internacional, creada en junio, creen que “se acaba el tiempo para asegurar” que los países donantes “reafirmen los compromisos” que asumieron al respecto, incluidas la Declaración de Roma (2002), la Declaración de París sobre la Eficacia de la Ayuda (2005) y la Agenda de Acción de Accra (2008), también suscriptas por países en desarrollo, agencias multilaterales e internacionales y bancos de desarrollo.

En los preparativos del Foro de Busan, que comenzará el día 29 y concluirá el 1 de diciembre, faltan “compromisos específicos y plazos en materia de transparencia en la ayuda por parte de los donantes”, por lo cual “los países receptores de asistencia continúan ignorando qué sucede”, advirtió Make Aid Transparent.

Pero los donantes avanzaron menos que los países en desarrollo en el cumplimiento de sus compromisos al respecto, a pesar de que no les demandaban tanto esfuerzo como a éstos, según el informe “Eficacia de la ayuda 2005-2010: El progreso en la implementación de la Declaración de París”, publicado en septiembre por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

El estudio calificó de “significativo” el rendimiento de los países receptores de ayuda, mientras el de los miembros de la OCDE, que suman la parte del león de la asistencia al desarrollo (120.000 millones de dólares anuales) no lograron que esos fondos tuvieran efectos relevantes en la reducción de la pobreza, según BetterAid, una red de más de 700 organizaciones de la sociedad civil.

La OCDE, entre cuyos 34 miembros figuran todas las economías del Norte rico, ha sido un actor particularmente activo en el proceso abierto con la Declaración de Roma.

La presencia de la OCDE no es objeto de aplausos unánimes. Un grupo de trabajo compuesto por las organizaciones marroquíes Espacio Asociativo, Liga Democrática por los Derechos de la Mujer y la Asociación Tercer Milenio sugirió una “ampliación del marco mundial de colaboración para el desarrollo a través de la inserción del sistema de las Naciones Unidas en la vigilancia del proceso (en lugar de la OCDE), rumbo a una resignificación de la alianza para el desarrollo democrático”.

La Declaración de París reconoce el derecho de los países receptores de fijar sus propias prioridades de desarrollo, compromete a los países donantes a alinear la ayuda con esas prioridades y a fortalecer las instituciones de las naciones beneficiarias. También compromete a ambas partes a medir resultados y a rendirse cuentas recíprocamente, a los parlamentos y al público.

La Agenda de Acción de Accra avanza aun más en esa línea. Compromete a los donantes a estimar la asistencia que prevén aportar con una antelación de tres a cinco años, le reconoce a los países en desarrollo la prioridad para determinar la distribución de la ayuda, restringe las condicionantes antes usuales por las cuales los donantes determinaban cómo se gastaba el dinero que aportaban y también aquellas que impedían a los receptores adquirir bienes y servicios de mejor calidad y más baratos. La transparencia es básica en ambos acuerdos.

La reunión en Accra “reconoció que una cooperación eficaz para el desarrollo requiere propiedad democrática, transparencia y un ambiente propicio para la acción de la sociedad civil”, explicó Michèle Laubscher, experto en cooperación de la organización suiza Alliance Sud. “Otra idea que ganó impulso en Accra es que la asistencia solo puede contribuir modestamente al desarrollo social y económico de los países pobres. Mucho más importantes son las políticas de los gobiernos de esos países, así como factores externos como la economía mundial y las condiciones comerciales, […] generalmente dictadas por las naciones industrializadas. Por lo tanto, las futuras discusiones deberían referirse a la ‘eficacia del desarrollo’ más que apenas a la ‘eficacia de la ayuda’.”

Pocas semanas después de la conferencia en Accra, estalló la crisis económica y financiera mundial, y la reacción de los países donantes fue el ajuste fiscal. Las naciones ricas viraron “del estímulo fiscal a la disciplina fiscal, con el fin de mantener o recuperar la confianza en los mercados financieros”, evaluó en septiembre la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). Entre los gastos recortados figuró el de la asistencia al desarrollo.

“Las naciones más ricas no pueden usar la crisis económica como excusa para no cumplir sus compromisos”, dijo Tony Tujan, copresidente de BetterAid.

“El mundo se enfrenta con crisis políticas, financieras, económicas, alimentarias, climáticas y energéticas interrelacionadas, y gran parte de la carga la soportan las comunidades empobrecidas y marginalizadas”, advirtió Mandeep Tiwana, de la Alianza Mundial para la Participación Ciudadana (Civicus). “Los presupuestos de asistencia al desarrollo están bajo amenaza. […] El mundo necesita un cambio urgente del viejo concepto de asistencia como caridad y patrocinio a uno nuevo de trabajo conjunto hacia el bien común. Es esencial redefinir la cooperación al desarrollo, pergeñar un nuevo paradigma por el cual los vulnerables y marginalizados no sean dejados de lado.”

“Recientes evaluaciones dejan en evidencia el pésimo rendimiento de los donantes en el cumplimiento de sus compromisos. Muchos, incluso, reniegan ahora de sus promesas sobre la eficacia de la ayuda”, dijo Jenny Del Rosario Malonzo, de la organización Reality of Aid en Filipinas.

Jean Kamau, de ActionAid en Kenia, cuestionó especialmente el caso de la Unión Europea (UE). “La ayuda está bajo ataque al influjo de los intereses egoístas del bloque. Ya es suficientemente malo que la mayoría de los países de la UE recorten la asistencia, pero usarlo para enmascarar sus prioridades domésticas o de política exterior es totalmente inaceptable”, sostuvo.

Pero las organizaciones de la sociedad civil no cejan en sus esfuerzos. En seis meses, la campaña Make Aid Transparent ha reclutado 101 organizaciones y más de 6.000 adhesiones personales en todo el mundo. Su meta es alcanzar las 10.000 firmas para urgir a los ministros presentes en Busan a imponerles a los donantes “compromisos y plazos específicos sobre transparencia en la ayuda”. De lo contrario, advirtió la campaña, “los países receptores de asistencia seguirán en las sombras sin saber qué sucede”.

Más información

“Interés propio” determina asistencia europea al desarrollo: http://www.socialwatch.org/es/node/13195

Este informe se basa sobre datos de las siguientes fuentes:

Campaña Make Aid Transparent: http://www.makeaidtransparent.org

Fourth High-Level Forum on Aid Effectiveness: http://www.aideffectiveness.org

The Reality of Aid: http://www.realityofaid.org

Espace Associatif: www.espace-associatif.ma

AllianceSud : http://www.alliancesud.ch/en/policy/aid/busan-high-level-meeting

BetterAid : http://betteraid.org

OECD : http://www.oecd.org