Bolivia: Nueve fuentes renovables de energía para revitalizar la agricultura

Energía solar de uso hogareño
en Bolivia. (Foto: Energética)

La Bolivia rural podría superar sus grandes deficiencias en materia de energía con una inversión de 45 millones de dólares anuales durante un decenio en sistemas fotovoltaicos y termosolares, microcentrales hidroeléctricas, secadores solares, aerogeneradores y otras fuentes renovables, calculó la Plataforma Energética, espacio de información y análisis impulsado por el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla, uno de los puntos focales de Social Watch en el país latinoamericano).

El estudio “Rol e impacto socioeconómico de las energías renovables en el área rural de Bolivia”, elaborado por el experto Miguel Fernández, estima, basándose sobre experiencias nacionales, que estas tecnologías ofrecen la posibilidad de que al menos dos millones de personas “abandonen paulatinamente las sombras y el atraso”.

La instalación de 150.000 sistemas fotovoltaicos domésticos permitiría evitar cada año el uso de 2,4 millones de litros de diésel en mecheros, de 12 millones de velas, de 4,8 millones de pilas y de gran cantidad de gas para iluminación, según el informe.

Unos 1.100 sistemas de bombeo fotovoltaicos comunales podrían abastecer agua potable para uso humano y para abrevaderos de ganado, con un ahorro de 6,6 millones litros de diésel anuales, indicó Fernández. Con 500.000 cocinas eficientes a leña podría sustituirse los fogones tradicionales y evitarse un consumo anual de un millón de toneladas de madera, agregó el experto.

Entre las principales opciones de energías renovables eficientes disponibles, la investigación menciona siete ya conocidas en Bolivia y otras dos aún no experimentadas.

La primera, los sistemas fotovoltaicos, convierten radiación solar en electricidad de corriente continua de 12 V, que puede trasformarse a 220 V. Estos sistemas pueden suministrar energía a hogares, bombas de agua, equipos de radiocomunicación y computadoras, entre otros usos. Su alto costo sugiere restringirlos a usos que requieran pequeñas cantidades de energía, pero de manera confiable y segura. Hasta ahora existen unas 30.000 unidades instaladas en viviendas, escuelas, bombas de agua, telecentros, etcétera.

La segunda, las micro centrales hidroeléctricas (MCH), aprovechan los caudales de agua y desniveles geográficos, producen electricidad con mínimo impacto ambiental. Esta tecnología está disponible a nivel local: más de 50 MCH hoy en funcionamiento abastecen a unas 6.000 familias.

Los sistemas termosolares convierten la radiación solar en calor, normalmente para calentar agua. La tecnología está disponible a través de microempresas y su construcción es completamente local. Actualmente se instalan unas 400 unidades al año y se estima que existen más de 3.000 unidades instaladas y en funcionamiento.

Los secadores solares se utilizan para la conservación de alimentos. Esta tecnología también está disponible a través de microempresas y su construcción es completamente local.

Los aerogeneradores de pequeña potencia (de hasta 10 kW) proceden del exterior, pero diversos elementos, como las torres, la instalación, la operación y el mantenimiento, están disponibles a nivel nacional. Las instalaciones actuales casi llegan al centenar.

Las cocinas eficientes de leña, con modelos que van desde la autoconstrucción hasta la disponibilidad de cocinas metálicas con quemadores cerámicos, aplican tecnología desarrollada a nivel completamente local, con miles de unidades instaladas.

Los biodigestores, una alternativa real para el tratamiento de desechos orgánicos, han permitido reducir costos en producción de energía y de biofertilizantes. Tienen un amplio campo de aplicación en el área rural, sobre todo en familias que poseen pequeños hatos de ganado. Sólo en 2009 se instalaron casi medio millar de unidades domésticas.

La primera de las opciones aún no desarrolladas completamente en Bolivia es el aprovechamiento de la biomasa para generar electricidad, ya sea a través de gasificadores o pelets. Estas tecnologías aún se encuentran en etapa de experimentación y de adaptación local.

La segunda es el uso de biocombustibles. No es viable a gran escala, ni permite un cambio sustancial en la matriz energética, sino que más bien la vuelven más inestable por los perjuicios ambientales y sociales que ocasiona, como el desvío de la producción agrícola de la elaboración de alimentos a la de combustibles. Pero en comunidades rurales aisladas podría aplicarse a nivel local, y a través de la refinación de aceites y no de biodiesel o etanol.

El informe indica que las tecnologías de energía renovable tienen un alto costo de inversión, mientras que los costos de operación y mantenimiento son prácticamente nulos.

Fuente
Plataforma Energética: http://plataformaenergetica.org/content/3322