La estafa financiera más grande jamás intentada

Marcus Agius. (Foto: CBI)

Marcus Agius fue llamado en 2006 a presidir el salvataje de la británica Banca Barclays, al borde de la quiebra por apuestas financieras irresponsables. Seis años después, el lunes 2 de julio de este año, la City despertó con la noticia de la renuncia de Agius a todos sus cargos públicos y privados por “comportamientos inaceptables dentro del banco”. Lo “inaceptable” fue nada menos que la estafa financiera más grande jamás intentada, un robo de guante blanco por miles de millones de dólares que ha embaucado a gobiernos de todo el mundo y a la larga ha empobrecido a millones de personas que jamás oyeron hablar de Agius, de Barclays o de la City londinense y simplemente concurrieron a un banco a pedir dinero prestado.

Lo que sigue es la columna que escribió sobre el caso Roberto Bissio, coordinador de Social Watch, para Agenda Global.

 

Un jardinero sin escrúpulos

Roberto Bissio*

Marcus Agius es jardinero. Su pasión por las plantas lo ha llevado a la presidencia de los Reales Jardines Botánicos de Kew, fundados en 1759 por la princesa Augusta, madre del rey Jorge III, y que hoy atesoran ocho millones de ejemplares en su herbario en Londres. Presidía, además, la Asociación de Banqueros Británicos y desde 2006 era el primer director no ejecutivo de la radiotelevisión estatal BBC, sobre la que ejercía una tutela ética.

Ese mismo año, Agius había sido llamado a presidir el salvataje de la Banca Barclays, al borde de la quiebra por apuestas financieras irresponsables. Continuando la tradición de su suegro, Edmund de Rothschild, también apasionado por la horticultura y miembro prominente de la familia de financistas que hizo de la City de Londres la referencia de la banca mundial, combinó su gestión empresarial con la filantropía y la prédica moral.

Considerado un modelo de elegancia y buenos modales, Agius cambió a menudo sus trajes a medida por pantalones kaki y sombrero de paja para hacerse fotografiar dando la mano a beneficiarios de sus programas asistencialistas en tugurios y barrios pobres de todo el mundo y promover así la “responsabilidad social corporativa”.

Cuando estalló la crisis financiera mundial en 2008, la Banca Barclays fue una de las pocas que no requirió salvataje oficial, ya que Agius negoció su venta parcial a varios emires árabes. Explicando por qué se había originado la crisis mundial, dijo que “muchos vieron cómo se hacían fortunas en la banca de inversión y quisieron una parte, sin tener la necesaria experiencia histórica o una cultura bancaria profundamente arraigada”.

El lunes 2 de julio de este año, la City despertó con la noticia de la renuncia de Agius a todos sus cargos públicos y privados. “Comportamientos inaceptables dentro del banco”, explicó, lo hicieron merecedor de una multa record de 455 millones de dólares y propinaron “un golpe devastador para su reputación”.

Lo “inaceptable” es nada menos que la estafa financiera más grande jamás intentada: la manipulación de la tasa LIBOR, un robo de guante blanco por miles de millones de dólares que ha embaucado a gobiernos de todo el mundo y a la larga empobrece a millones de personas que jamás oyeron hablar de Agius, de Barclays o de la city londinense y simplemente concurrieron a un banco a pedir dinero prestado.

Bob Diamond, el gerente general de Barclays, no pudo decir que ignoraba las operaciones ilegales y fue obligado a renunciar, en primer lugar a su empleo y después al bono de 20 millones de libras correspondiente a este año. A pesar de su renuncia, Agius dirigirá la junta mientras se busca su reemplazo.

LIBOR es la sigla de London interbank offered rate, o sea la tasa de interés a la cual los principales bancos de la capital británica se prestan dinero entre sí. Operaciones financieras por valor de más de ochocientos billones (millones de millones) de dólares, desde la emisión de bonos estatales hasta la compra de un automóvil, pactan sus intereses tomando al LIBOR como base. Una pequeñísima variación hacia arriba o hacia abajo hace que el equilibrio entre deudores y acreedores oscile en millones. La zona del euro tiene su Euribor y las finanzas japonesas su propio índice, pero seis décadas después del fin del Imperio Británico, el LIBOR continua como referencia mundial.

Por encargo de la Asociación de Banqueros Britanicos, que Angius presidía, cada mañana la agencia Thomson Reuters calcula el LIBOR como un promedio de las tasas ofrecidas por los bancos, pero no de las operaciones realmente efectuadas.

A la cabeza de varios bancos similarmente endeudados, Barclays manipuló el LIBOR a la baja con ofertas falsas, para no tener que mantenerse a flote pagando tasas altas. Ahora el parlamento inglés investiga cómo pudo ocurrir esto durante varios años sin ser percibido, arriesgando toda la credibilidad de la banca británica.

En el corto plazo, esta manipulación escondió el costo real para Barclays y grandes bancos de sus deudas acumuladas, los hizo aparecer como más sólidos de lo real y atenuó las presiones para reformarlos. El fraude de Bernard Madoff en Wall Street o la manipulación del cálculo del déficit griego para ingresar al euro son juegos de niños al lado de esta macroestafa.

Una semana antes del escándalo, el Banco de Pagos Internacionales (BPI) de Basilea advertía en su informe anual que “los bancos deben ajustar sus balances para reflejar el valor real de sus activos y asegurar una rápida recapitalización” (un sinceramiento que puede ser fatal para muchas instituciones). El BPI, que es una especie de Banco Central de los bancos centrales del mundo, sostiene que “los gobiernos deben reformar al sistema bancario y limitar su tamaño e importancia” para asegurar que en el futuro la quiebra de un banco no desate una nueva crisis financiera.

Chakravarthi Raghavan, editor emérito del South-North Development Monitor (SUNS) de Ginebra, no ve nada nuevo aquí: el BPI “ha identificado estos problemas en el pasado y ha propuesto remedios”. Sin embargo, la medicina no se aplica porque “el sector financiero ha capturado los procesos políticos”.

El parlamento británico debe resolver, ahora, si el “caso Agius” se explica con el tradicional símil de la manzana podrida que no falta en cualquier canasto o se trata de un hongo que ya ha infectado a todo el invernadero. ¿Quién vigila a los jardineros?

Fuente

Agenda Global: http://bit.ly/N5fOvU