Habemus metas
Published on Mon, 2014-07-28 11:23
Los diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), subdividos en ciento setenta metas, fueron aprobados el sábado 19 de julio en Nueva York por un Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas. Después de un año y medio de negociaciones y una maratónica sesión final de treinta y nueve horas ininterrumpidas, el embajador keniano Macharia Kamau, copresidente de la reunión, bajó el martillo para cerrar la sesión a las dos de la tarde y con el micrófono aún abierto dijo a un asistente: “Salgamos rápido de aquí”. Y se escabulló por una puerta lateral, al parecer para evitar las protestas airadas de algunos de los más recalcitrantes que querían seguir discutiendo. La inclusión como meta 5.6 de los “derechos humanos sexuales y reproductivos” de las mujeres, a la que se oponían Nigeria, Irán, Uganda, Honduras y algunos otros países, apoyados por el Vaticano y los fundamentalistas islámicos y evangélicos, fue uno de los puntos controvertidos. El otro fue la mención en el párrafo 15 del preámbulo a la “plena realización del derecho a la libre determinación de los pueblos que viven bajo ocupación colonial y extranjera” que debe ser “combatida y eliminada” por ser “contraria al derecho internacional” e “incompatible con la dignidad y el valor de la persona humana”. En momentos en que crecía la cuenta de niños muertos en Gaza, todo el mundo sabía muy bien a qué se refiere este párrafo, resistido hasta último momento por Israel, Estados Unidos, Europa y sus aliados. Al final prevaleció la postura de países como India, que entienden que el texto es “complejo, con cosas que nos gustan mucho y otras que nos disgustan mucho” pero que, como dijo Colombia, “es un paquete que vale la pena aprobar”. La gran diferencia entre estos ODS y los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) que actualmente orientan el trabajo de las Naciones Unidas es que éstos se refieren casi exclusivamente a metas que los países pobres deben alcanzar, mientras que los ODS incluyen varias metas importantes para los países ricos y de ingresos medios, como ser la reducción a la mitad en 2030 de la pobreza medida según estándares nacionales (mientras que la pobreza extrema de quienes ganan menos de 1.25 dólares diarios debe haber sido erradicada en todo el mundo para esa fecha), servicios de salud universales y padrones de producción y consumo sustentables. La palabra “para todos” aparece reiteradamente, vinculada a la educación, el agua y el saneamiento, la energía y el empleo. El objetivo de reducción de la desigualdad en los países y entre ellos figura en la lista y una de sus metas es “mejorar la regulación y vigilancia de las instituciones y mercados financieros globales y fortalecer la implementación de estas regulaciones”. Aunque vagos y a veces notoriamente imprecisos e insuficientes, cada uno de los objetivos detalla los medios para implementarlos y, además, el Objetivo 17 se dedica íntegramente a establecer cómo hacer posible la realización de los dieciséis anteriores. Solución a los problemas de las deudas externas y evasiones fiscales masivas vía secreto bancario brillan por su ausencia, pero el año próximo se realizará una nueva conferencia de las Naciones Unidas sobre Finanzas para el Desarrollo (en Addis Ababa, Etiopía) donde estos temas tendrán que ser debatidos. Mientras tanto, los diecisiete objetivos y sus ciento setenta metas pasan ahora de esta comisión extraordinaria de setenta países a la Asamblea General, que tiene algo más de un año para estudiarlos y aprobarlos antes que “expiren” los ODM en la medianoche del 31 de diciembre de 2015. Los diecisiete ODS son: 1. Terminar con la pobreza en todas sus formas en todas partes. Por Roberto Bissio con informaciones de Bhumika Muchala, Ranya Sengupta y Mirza Alas, analistas de TWN. |