Lo que cuenta y lo que se puede contar en los ODS

El 18 de febrero, durante las negociaciones en Naciones Unidas sobre la nueva agenda de desarrollo el Consejo Internacional para la Ciencia (ICSU, por su sigla en inglés), en colaboración con el Consejo Internacional de Ciencias Sociales (ISSC, por su sigla en inglés) lanzaron un informe titulado “La perspectiva científica sobre los Objetivos de Desarrollo Sustentable”. Los autores incluyen a cuarenta y un investigadores de las ciencias naturales y sociales de 21 países y en el evento cinco co-autoras de diferentes partes del mundo presentaron sus puntos de vista sobre el documento.

Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y sus 169 metas fueron revisados por los científicos y el informe se centra en una variedad de temas que van desde los objetivos problemáticos por su naturaleza de doble filo, la complementariedad de las metas y su implementación, así como la capacidad de medición y su relevancia para las situaciones particulares de los países. El informe considera que 29% de las metas negociadas por los gobiernos están “bien definidas”, mientras que 54% necesitan más trabajo y 17% serían débiles o no esenciales.

Cada una de los presentadoras enfocó objetivos diferentes, pero sus críticas a menudo se superpusieron. Entre las críticas más provocadoras se encuentras las realizadas por la Dra. Susan Parnell, geógrafa urbana de la Universidad de Ciudad del Cabo que se centró en la meta 11 que propone “Convertir las ciudades y los asentamientos humanos en lugares inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles.” Parnell señaló la necesidad de vincular las metas a la acción local, para legitimarlos a escala local. Con una especialidad en urbanismo, señaló la complejidad de los mecanismos necesarios para los entornos urbanos y más importante aún, hizo hincapié en las dificultades de este tipo de análisis.

La doctora Michelle Scobie del Instituto de Relaciones Interiores de la Universidad de las Indias Occidentales analizó el Objetivo Nº 16: “Promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sustentable, proveer acceso a la justicia para todos y crear instituciones eficaces, responsables e inclusivas a todos los niveles”. Scobie planteó el tema de cómo integrar los ODS con las políticas de desarrollo existente. ¿Cuál es la pertinencia de los objetivos, cómo resuenan con las prioridades locales, y cómo se "endogenizan"? ¿Cuáles son las nuevas formas de gobernar posibilitadas por las redes transfronterizas de conocimiento? ¿Cómo se construyen política “transversales”? ¿Dónde están las voces locales, cuál es su legitimidad? ¿Cuáles son las amenazas que afectan a la formulación de políticas, tales como la escasez de recursos, los desastres naturales o el cambio climático? La cuestión de cómo desarrollar una buena gobernanza impregnó su presentación.

El problema del desarrollo de indicadores que discutirán los expertos en los próximos días fue mencionado pero la sesión no explicó cómo hacerlo y se concencentró en el problema de la integración de múltiples dimensiones, a menudo superpuestas y contradictorias. Sí se reconoció que los temas de seguimiento y evaluación se vinculan muy estrechamente con la definición de los indicadores.

Mientras tanto, los diplomáticos que estaban negociando simultáneamente la declaración que actuará como un preámbulo a los ODS comentaron extraoficialmente que el informe de los expertos es valioso pero "pierden de vista que los ODS son un documento político".

Los expertos sostienen, por ejemplo, que la meta 1.4 que requiere que todos tengan “los mismos derechos a los recursos económicos, así como acceso a los servicios básicos, la propiedad y el control de la tierra y otros bienes”, es "demasiado complicada y multifacético para ser útil y medible."

De hecho, existen muchos componentes en esta meta, que podrían haber sido separados, y los componentes pueden ser difíciles de medir y de comparar a nivel internacional, pero cada uno de ellos representa un compromiso político significativo en torno al cual los ciudadanos pueden expresarse para exigir su aplicación efectiva.

De manera similar, la meta 8.3 promueve "políticas orientadas al desarrollo que apoyen las actividades productivas, la creación de empleos decentes, el emprendimiento, la creatividad y la innovación y alentar la formalización y el crecimiento de las microempresas y las pequeñas y medianas empresas, entre otras cosas mediante el acceso a servicios financieros". Los expertos sostienen que "en este formato la meta no es relevante, ya que no se puede medir."
Conceptos políticos muy relevantes tales como "la creación de empleo decente", corren el riesgo de ser eliminados de la lista de los Objetivos de Desarrollo, con el argumento técnico de que “no tienen sentido”.

En septiembre de 2015 se espera que los jefes de Estado y de Gobiernos de las Naciones Unidas aprueben una nueva "agenda de desarrollo" que consistirá en un preámbulo, conocido como "la declaración", una lista de objetivos (los ODS), sus medios de implementación y los mecanismos de seguimiento acordados.

En el contexto de las negociaciones diplomáticas de la Asamblea General de la ONU, la perspectiva de la ciencia sobre las metas e indicadores puede tener implicancias políticas que los expertos no previeron. Muchos ODS son avances conceptuales importantes, pero pueden ser dejados de lado como no-medibles y una vez fuera de la lista no se volverán a introducir en otras partes del documento.

Compilado con aportes de Eva Friedlaender, Bhumika Muchhala y Roberto Bissio.