KENIA
KENIA
La ortodoxia neoliberal y el juego del avestruz
Social Development Network
Prof. Edward Oyugi
Philip Thigo
SEATINI KENYA
Oduor Ongwen
Kenya Debt Relief Network
Wahu Kaara
BEACON
Rebecca Tanui
Daraja-Civic Initiatives Forum
Don Bonyo
Futa Magendo Chapters
Ayoma Matunga
Mazira Foundation
Eddy Orinda
Haki Elimu
Opiata Odindo
Kenya Land Alliance
Odenda Lumumba
Migori Clan
William Janak
KETAM
James Kamau
Kenya-Cuba Friendship Association
Mwandawiro Mganga
Bunge la Mwananchi
George Nyongesa
ChildFund Africa Region
Andiwo Obondoh
Undugu Society of Kenya
Alloys Opiyo
El capitalismo neoliberal ha perdido la razón de existir. La presente es una crisis estructural de la democracia liberal, pero en Kenia el Gobierno no quiere ver la realidad y hace como el avestruz, que entierra su cabeza en la arena. La élite gobernante sostiene que la crisis es circunstancial y que la economía nacional está suficientemente a salvo por la debilidad de sus lazos con el capital internacional. La sociedad civil keniata sigue advirtiendo que, al contrario de las predicciones del Gobierno, el país está a punto de sumirse en las aguas turbulentas del neoliberalismo.
Treinta años de capitalismo de libre mercado, sin trabas, y basado en el modelo neoliberal ya no pueden ocultar las fallas sistémicas de un sistema cuyo tiempo pasó.
La comoditización y privatización de los activos públicos, hasta ahora considerados esenciales para la prosperidad, llevó a la transferencia de activos de la esfera pública y popular a los dominios privados de las clases privilegiadas. La consiguiente financialización rapaz y especulativa de las transacciones comerciales condujo al aumento pronunciado transacciones financieras diarias en los mercados internacionales, las que pasaron de USD 2.300 millones en 1983 a USD 130.000 millones en 2001. No es de extrañar, entonces, que la desregulación consiguiente permitiera que los sistemas financieros asumieran un papel protagónico en la actividad redistributiva a través de especulación, depredación, fraude descarado y robo. Los planes de estímulo pueden ser pasos técnicos en la dirección correcta, en particular si tienen la virtud de funcionar de abajo hacia arriba y no en el sentido contrario mediante un sistema bancario inerte. Sin embargo, siguen siendo esencialmente acomodos técnicos diseñados para estimular la demanda y conseguir que los consumidores vuelvan a comprar en vez de empoderarlos para cuestionar la tan mentada eficacia del capitalismo neoliberal.
Kenia está más que familiarizada con las promociones de valores, las pirámides financieras (esquema Ponzi), la destrucción de activos estructurados por la inflación que tuvo mucho que ver con el vaciamiento de activos por privatización fraudulenta, la esclavitud de los deudores, las estafas corporativas y el despojamiento descarado de activos, como lo demuestra el caso del vaciamiento desenfrenado al Fondo Nacional de Seguridad Social (FNSS). Esto finalmente condujo a colapsos paraestatales y a la aniquilación de los valores por la manipulación del crédito y las manipulaciones inescrupulosas de personas allegadas al mercado de capital, como Suntra Investments, Nyaga Brokers Ltd., Francis Thuo Ltd. y otros.
El FNSS se creó en 1966 como un fondo previsional obligatorio para todos los trabajadores del país. Aunque tanto los trabajadores como los empleadores contribuyen sólo con KES 400 (USD 5,4) por mes, a fuerza de su tamaño enorme, el Fondo tiene un portafolio acumulado de más de KES 80 mil millones (USD 1.079 millones) o aproximadamente el 8,2% del PIB del país. El Gobierno sigue haciendo uso del Fondo para sus socios cercanos, olvidando que es un plan contractual de ahorro e inversión de apoyo a la jubilación. Originalmente el FNSS fue un departamento dentro del Ministerio de Trabajo, pero en 1987 se convirtió en un ente paraestatal autónomo. Desde entonces los jubilados no han experimentado otra cosa que la melancolía.
Durante la campaña de las primeras elecciones multipartidarias de 1991-1992, el FNSS se usó como la fuente principal de fondos para sobornos destinados a aceitar la maquinaria de campaña del entonces partido gobernante Kenya African National Union (KANU). El dinero de los jubilados se extrajo del Fondo a fin de financiar dudosos negocios inmobiliarios que crearon millonarios de la noche a la mañana entre los jóvenes entonces conocidos como “Juventud para KANU ´92”. El FNSS siguió siendo ordeñado por individuos con conexiones políticas y sólo llegó a los titulares 10 años más tarde, cuando en un acuerdo preelectoral de 2002 perdió KES 256 millones (USD 3,45 millones) por una estafa con el Euro Bank para financiar la campaña presidencial.
Para no perder la costumbre, el FNSS recobró su célebre perfil en una nueva elección. Un lote comercial adyacente al Laico (antes Grand) Regency Hotel, igualmente con su cuota de escándalos, fue vendido a un postor menor. Se supo que el FNSS rechazó una oferta de KES 1.400 millones (USD 18,88 millones) por el lote y aceptó otra de KES 1.300 millones (USD 17,53 millones) después de que el postor menor hubiera ofrecido una coima a los fideicomisarios por un monto de KES 650 millones (USD 8,77 millones). La dirección del Fondo lo negó, pero en julio de 2008 el Ministro del Trabajo disolvió el Directorio y despidió al Fideicomisario Gerente a fin de preparar el terreno para investigar éste y otros escándalos. En septiembre de 2008 se reveló que el FNSS estaba en peligro de perder KES 1.000 millones (USD 13,49 millones) en Discount Security – una firma de corretaje de valores que sufrió un colapso y estuvo asociada con un ex Fideicomisario Gerente del FNSS. La falacia de que el Estado neoliberal debe eludir al mercado por razones de eficacia estratégica se puso al descubierto por el hecho de que, en vez de maximizar su eficacia fuera del mercado, se le adjudicó el papel de agente principal de las políticas redistributivas, invirtiendo el flujo de recursos de la clase alta a la baja que sólo pueden estar asociados con la era del liberalismo enraizado; subsidiando eficazmente a los ricos de la sociedad a través de prácticas confiscatorias deflacionarias1.
Guante de seda para los criminales
En ninguna parte más crudamente esto se manifiesta que en el fraude público de la Oferta Pública Inicial (OPI) de las acciones de Safaricom. A pesar del desacuerdo de las organizaciones de vigilancia de la sociedad civil y del Movimiento Democrático Naranja – el principal socio de la coalición en la administración Kibaki – el Gobierno de Kenia decidió deshacerse del 25% de sus acciones en Safaricom, una compañía de telefonía móvil, para recaudar los KES 50 mil millones (USD 674 millones) necesarios para cubrir su déficit presupuestario.
Surgen aquí dos preocupaciones. Primero, ¿cómo es posible que una compañía anónima y extranjera, conocida como Mobitelea, posea el 10% y luego el 5% de una empresa pública de Kenia y, más desconcertante aun, cómo es que esta compañía extranjera nunca pagó ni un centavo para tener acciones en Safaricom? Segundo, cuando el Gobierno ofreció desprenderse del 25% de sus acciones en Safaricom, se le hizo creer al público que esas acciones harían a esa empresa de propiedad pública. Sin embargo, cuando Safaricom se puso finalmente a la venta, la ciudadanía no tuvo el derecho de tener primera opción a dar una respuesta negativa. Tuvieron que competir con el resto de África Oriental mientras que un enorme 35% del 25% de las acciones del Gobierno en oferta se había reservado para algunos inversionistas extranjeros anónimos. Se cree que estos inversionistas son oligarcas locales con intereses sustanciales en compañías offshore. Como si la estafa no fuera suficiente, la OPI (la primera oferta al público de acciones de la compañía en la bolsa) se sobrevendió groseramente. Al final, los corredores de bolsa de Safaricom tuvieron que reembolsar la enorme cantidad de KES 236 mil millones (USD 3.183 millones), de los cuales KES 119 mil millones (USD 1.605 millones) correspondían a la población local. Cerca de un año después, la mayoría de los candidatos (de la cual una enorme mayoría es gente común que consiguió préstamos bancarios) aún no recibió sus reembolsos mientras las acciones de Safaricom cayeron en más del 50% en la semana del 9 de marzo de 2009.
En el pasado reciente, la Bolsa de Nairobi fue testigo de un repentino aumento de corredores deshonestos. En menos de dos años, cuatro de esas firmas debieron cerrar luego de descubrirse actividades fraudulentas y robo descarado de los fondos de inversión de los clientes. La primera en salir a luz fue la Francis Thuo Stock Brokers, que recibió una suspensión de la Bolsa en 2007. Debe destacarse que el dueño, Francis Thuo, fue presidente de la Bolsa por mucho tiempo. Al mismo tiempo en que se suspendía a esta empresa, se presentaron varias quejas contra otra firma – Nyaga Stock Brokers – ante la Autoridad del Mercado de Capital (AMC), el organismo regulador. Pero nada se hizo. Finalmente, en marzo de 2008 la prensa local publicó que el capital operativo de Nyaga no sólo era negativo sino que también la empresa había estado usando las ganancias obtenidas de comerciar ilegalmente con las acciones de los clientes para apuntalar su capital operativo. La Bolsa fingió sorpresa y rápidamente creó un paquete de rescate de KES 100 millones (USD 1,4 millones) para proteger a los clientes afectados. Luego el tema se barrió debajo de alfombra. Hasta ahora nadie en Nyaga o en Francis Thuo ha enfrentado acusaciones criminales.
En rápida sucesión, Discount Securities y Suntra Investments han seguido el mismo camino. El tratamiento de guante de seda acordado a estas empresas delincuentes no sólo avala la naturaleza desenfrenada de las malas prácticas de la Bolsa, sino, más importante aun, el abuso del tan mentado mercado libre y eficiente. Una sección de la sociedad civil exige sin descanso que un mercado que maneja fondos públicos de esta magnitud necesita un regulador fuerte, eficiente e independiente. La AMC no califica: está obsesionada con el mantenimiento del status quo, dejando a los agentes de bolsa deshonestos mantener el control con sus perpetuos juegos y manipulaciones de poder.
En los últimos 20 años, no menos de 20 bancos comerciales privados se declararon en bancarrota con las fortunas de los depositantes – principalmente las de jubilados y ahorristas de sector informal – estimadas en KES 70.000 millones (USD 944 millones). Entre los bancos privados e instituciones financieras que sufrieron un colapso con los fondos de los depositantes se encuentran: Rural Urban Finance Company, Jimba Credit Finance (de propiedad de la Bolsa de Nairobi, Jimna Mbaru), Trade Bank, Trust Bank, Continental Bank (de propiedad de personas allegadas al presidente Kibaki) y Euro Bank. En Kenia, estos delincuentes siguen siendo designados a altos cargos públicos. El 16 de diciembre de 2008 – en el medio de la creciente crisis financiera mundial – el Gabinete acordó privatizar más instituciones financieras, incluyendo el National Bank of Kenya y el Consolidated Bank.
El juego del avestruz
Mientras surgen cada vez más dudas sobre la eficacia inmutable de las fuerzas del mercado en las principales economías capitalistas, las economías del Sur – sus clientes – todavía se niegan a ver la realidad y mantienen una fe ingenua en la naturaleza cíclica de las crisis capitalistas. Cuando los principios económicos que alimentan las economías de libre mercado comenzaron a derrumbarse, la élite política keniata, como el legendario avestruz de desierto, enterró su cabeza en la arena, esperando que pasara la crisis. Frente a este silencio, las organizaciones de la sociedad civil advierten que el barco económico de Kenia hace agua y las medidas de rescate son urgentes.
Las oportunidades de movilizar el desacuerdo crecen, y deben tomarse antes de que el país experimente un resurgimiento neoconservador. Mientras tanto, es importante rechazar la ilusión de que las economías del Sur estarán protegidas del colapso, por no estar totalmente integradas a la economía capitalista global y que pueden incluso beneficiarse gracias a la escalada de la demanda interna. Confunden el descenso cíclico (aunque severo) de las fortunas históricas del capitalismo con su crisis fundamental. La élite gobernante keniata sigue sin percatarse del desastre inminente: inseguridad alimentaria masiva, desastre ambiental en ciernes (en el Bosque Mau, el Monte Kenia, el Lago Victoria, etc.), desempleo/subempleo, escalada de delitos, disparidad entre ricos y pobres, disminución del turismo y del volumen de remesas del exterior.
En vez de tener cuidado, la reciente Conferencia Nacional “La Kenia Que Queremos”, así como el actual instrumento político para convertir a Kenia en una economía de ingresos medios para 2030 (“Visión 2030”), siguen adhiriendo al ya totalmente desacreditado Consenso de Washington. Incluso cuando las economías occidentales inyectan nuevos fondos de rescate masivo en sus instituciones financieras, y en algunos casos nacionalizan de nuevo sus bancos, el Parlamento keniata está legislando la privatización de los pocos activos sociales estratégicos restantes a fin de proporcionar una única inyección de ingresos al gobierno2.
Es poco probable que los paquetes de estímulo y rescate preferidos por los gobiernos occidentales marquen una diferencia significativa, más allá de armonizar las respuestas a la crisis del Gobierno y las empresas. Como medidas provisorias, esos paquetes sólo pueden retrasar lo inevitable. Sin democratizar la propiedad de los medios de producción y sin reforzar los mecanismos internos de la economía nacional, la iniciativa de rediseño global de Klaus Schwab, lanzada en Davos en febrero de 2009, hará poco para resolver la crisis. Ante tal situación, incluso los tratados comerciales actualmente en discusión, como los Acuerdo de Asociación Económica (AAE) deben ser renegociados.
A menudo, un momento épico en la historia de la práctica social es catalizado por catástrofes como la que estamos experimentando, en particular las que permiten cambios fundamentales de actitudes y conductas sociales. Los signos de las dificultades del capitalismo se venían notando desde hace mucho tiempo, con avances graduales. Ahora son obvios. El sistema capitalista mundial ya no merece ninguna reconversión. Demanda una reconstrucción por nuevos actores favorecidos por la historia. Ésta es la crisis de la democracia liberal, que ha fracasado en su intento de brindar justicia económica y equidad.
1 Ver: Wade, R. Governing the Market: Economic Theory and the Role of Government in East Asian Industrialization. Princeton: Princeton University Press, 1992.
2 Organizaciones que serán privatizadas: Compañía de Generación de Electricidad de Kenia (KENGEN); Kenya Pipeline Company; Compañía Azucarera Chemelil; Compañía Azucarera Sony; Compañía Azucarera Nzoia; Compañía Azucarera Miwani; Compañía Azucarera Muhoroni; Autoridad para el Desarrollo del Turismo de Kenia y algunos hoteles; Banco Nacional de Kenia; Consolidated Bank; Banco de Desarrollo de Kenia; Kenya Wine Agencies Ltd; East African Portland Cement Company; Comisión de la Carne de Kenia; New Kenya Cooperative Creameries; Autoridad Portuaria de Kenia, por vía de una terminal de contenedores en Eldoret, la tercerización de los servicios de estiba y la construcción de nuevos amarres.