MARRUECOS
MARRUECOS
Impactos directos, respuestas débiles
Espace Associatif1
La fuerte dependencia de Marruecos respecto a la economía mundial lo ha vuelto vulnerable a la crisis. La caída en la demanda de las exportaciones marroquíes, la fuerte disminución en el monto de las remesas y un severo proceso inflacionario son algunos de los efectos más notorios de la crisis. El escaso éxito de las políticas “anticrisis” impulsadas por el Gobierno agrava la situación e incrementa la inestabilidad social. Desde los gremios y la sociedad civil, surgen nuevas propuestas para crear las condiciones para un modelo económico y social más justo.
Si bien el impacto de la crisis sistémica es evidente a nivel económico, esto no debe ocultar el costo social y humano, que podría llegar a ser elevado, si bien resulta difícil de evaluar por al menos dos razones: la primera es que los efectos negativos de la crisis mundial sobre la economía marroquí apenas están en sus comienzos y corren el riesgo de intensificarse en el futuro próximo, con consecuencias sociales cada vez más importantes. La segunda reside en el que, de momento, no hay datos oficiales fiables, desagregados y disponibles sobre los impactos sociales.
La cara social de la crisis
El impacto social va a hacerse sentir a través de varios canales de transmisión de carácter macroeconómico. De acuerdo a las previsiones de crecimiento económico para el año 2009, las actividades no agrícolas van a registrar una neta disminución (3,9% en 2009 contra un 5% en 2008 según el Alto Comisariato de Planificación (ACP), a raíz de la recesión mundial que bajará la demanda mundial de productos marroquíes en un 1,2% en 2009, después de haber crecido un 2% en 2008. Las exportaciones bajaron un 31,8% en enero-febrero de 2009, en comparación con el mismo período del año anterior, mientras que el costo de las importaciones retrocedió un 15,7% como consecuencia de la baja de los precios de las materias primas durante los últimos meses. Los ingresos turísticos y las inversiones extranjeras retrocedieron respectivamente un 25,5% y un 71,9% entre enero-febrero de 2008 y el mismo período de 2009.
El impacto en el empleo ya se hace sentir. Por ejemplo, desde hace algunos meses se asiste en la industria textil y de confección al despido de millares de obreros – en particular mujeres –, así como a importantes reducciones en el horario de trabajo. Del mismo modo, varias empresas comienzan a considerar reducciones salariales, de promoción de su personal y de las primas por capacitación, así como el recorte de los presupuestos de formación. Otros abandonan los proyectos de contratación y/o privilegian los contratos de empleos de duración limitada.
Otra importante vía de transmisión de la crisis a los hogares pobres es la de las remesas enviadas por marroquíes residentes en el extranjero (MRE), que en 2008 representaban más del 8% del PIB de Marruecos. Según algunos estudios, estas transferencias contribuyeron a hacer retroceder el porcentaje de pobreza en 4,2 puntos porcentuales, reduciéndolo, de 23% a finales de los años 1990, a 19% en la actualidad. Ahora bien, los envíos del MRE cayeron alrededor de un 15%, pasando de MAD 8.200 millones (unos USD 1.020 millones) en enero-febrero de 2008, a un poco más de MAD 7.000 millones (USD 870 millones) para el mismo período del año 2009. Debería entonces esperarse una reducción importante de las fuentes de ingresos y del poder adquisitivo de las familias de los emigrantes marroquíes, que pertenecen, en su mayoría, a las capas más pobres de la población. El impacto negativo de la reducción de las transferencias de MRE corre el riesgo de hacerse sentir también en el sector inmobiliario que emplea a millares de marroquíes en numerosas regiones del país, en particular en la parte Oriental2.
Por otra parte, la crisis debería traducirse en un aumento del desempleo entre algunos MRE, que corren el riesgo por lo tanto de caer en la pobreza. En España, por ejemplo, dónde la primera comunidad extranjera, fuera de las de los países de la UE, es la marroquí, la tasa de desempleo es de más de 21% entre MRE contra un 14% entre los españoles. Debe esperarse, además, un aumento de la violencia y los actos racistas y xenófobos contra extranjeros de origen magrebí en varios países de Europa.
El tercer vector de debilitamiento de los estratos sociales vulnerables de la población es la inflación, cuya tasa ha aumentado severamente durante los dos últimos años, pasando de un nivel promedio inferior al 2% durante el período 1996-2007 al 3,9% en 2008. De todos modos, esta tasa oculta la amplitud del alza de los productos de primera necesidad durante los dos últimos años (ver cuadro). El impacto de estas alzas será más perjudicial para los estratos sociales desfavorecidos, entre quienes los productos alimenticios básicos (tales como, entre otros, cereales, azúcar y aceite de mesa) representan más del 50% del presupuesto familiar3.
Por consiguiente, la pérdida de poder adquisitivo habrá de traducirse en una reducción de la calidad y cantidad de los alimentos consumidos y/o en el sacrificio de otros tipos de gasto (en educación, salud y transporte, por ejemplo). Los niños, las embarazadas y las madres de lactantes corren especial riesgo de verse afectados. Por otra parte, se corre el riesgo de que persista el problema crónico de desnutrición debido a la falta de micronutrientes – como vitaminas y sustancias minerales – que padece cerca de un tercio de la población, especialmente los niños menores de 3 años y las mujeres.
Crisis energética y medioambiental
La crisis energética incrementó las dificultades en la vida diaria de las capas desfavorecidas, e incluso de las medias, en particular por el aumento de las tarifas de agua, electricidad y saneamiento, así como por el alza en el precio de los transportes públicos: éstos representan cerca de un 15% del Salario Mínimo Interprofesional Garantizado.
La crisis medioambiental, causada por la presión demográfica y un modelo de desarrollo orientado hacia el crecimiento y la urbanización, amenaza agotar los recursos así como degradar los medios de vida y condiciones higiénicas. Un buen ejemplo de estos peligros fueron las recientes inundaciones, diluvios y caídas de nieve que últimamente han afectado varias regiones del país, matando a más de cuarenta personas y exponiendo a millares a la indigencia total y a la pobreza.
En conclusión, el impacto de la crisis multilateral del capitalismo neoliberal pone en riesgo la realización de los derechos económicos y sociales, en particular, el derecho a la alimentación, al trabajo, a la salud y al acceso al agua, así como el derecho a la movilidad. Por otra parte, nuevas franjas de la población corren riesgo de caer en estado de pobreza. Es decir que la realización en Marruecos de los Objetivos del Milenio puede verse fuertemente comprometida en caso de que la crisis actual persista y empeore.
Las medidas del Gobierno en respuesta a la crisis
Para hacer frente a la crisis, el Gobierno ha tomado medidas para ayudar a algunos sectores especialmente expuestos, como el textil y el de la vestimenta, el cuero y los equipamientos de automóviles. Este plan anticrisis se desarrolla en tres dimensiones:
- En la social, el Estado asume el 100% de las cotizaciones patronales a la Caja Nacional de Seguridad Social, contra el compromiso de las empresas exportadoras beneficiarias de comprometerse a mantener su personal;
- en la financiera, se instaura un mecanismo de garantía, por la Caja Central de Garantía en favor de las empresas exportadoras, del acceso al crédito de explotación y aplazamiento de los vencimientos de 2009 para los créditos de inversión, y
- en la comercial, el Estado asume el 80% de los gastos de las misiones comerciales o de diversificación de mercados.
A nivel social, y para limitar el impacto negativo del alza mundial de los precios de los productos básicos en la población, el Gobierno tomó las siguientes medidas: aumentó la dotación de la Caja de Compensación destinada a los productos subvencionados, suspendió provisoriamente los impuestos sobre las importaciones de trigo, y aumentó levemente el salario horario mínimo.
De la dimensión social del plan anticrisis se favorecieron los exportadores de sector textil y de la vestimenta, sin que eso evitara reducciones salariales de los trabajadores o de su carga horaria. Por el contrario, las medidas financieras y comerciales tuvieron muy escaso efecto a causa de la reticencia de los bancos y del bajo dinamismo de las empresas exportadoras. Los despidos y restricciones de las condiciones de trabajo afectan por otra parte a varios sectores que apenas están cubiertos en dicho plan (entre otros, el turismo, la agricultura orientada a la exportación y la construcción). Las supuestas medidas de carácter social apenas impidieron el alza de los precios de los productos de primera necesidad, la mayoría de ellos liberalizados, mientras que el aumento del salario mínimo apenas compensó el alza del costo de vida. De ahí una neta pérdida del poder adquisitivo para millares de trabajadores y trabajadoras. Se podría concluir que el Gobierno continúa estando más motivado a proteger el capital que a defender os derechos económicos y sociales de los estratos sociales desfavorecidos.
Reacciones desde la sociedad civil
En estas condiciones, no llama la atención que se asista a un recrudecimiento de las luchas sindicales y sociales. Estas últimas son conducidas por los sindicatos, por algunas asociaciones de la sociedad civil, y por coaliciones de ambos grupos, a los cuales se suman miembros de partidos políticos de izquierda, etc. La renovada combatividad de los sindicatos se explica por el deterioro de los derechos económicos y sociales y por el fracaso del diálogo social a raíz de la negativa del Gobierno de satisfacer los reclamos sindicales de revalorización de los salarios y subsidios familiares, de las promociones en la función pública, del cumplimiento de las libertades sindicales y del derecho a la huelga y al desarrollo a la protección social.
Hasta ahora, se han tomado diversas acciones colectivas, en particular, huelgas sectoriales (educación, salud, colectividades locales, etc.) así como una huelga general. Entre otros movimientos sociales especialmente dinámicos, conviene citar las distintas luchas impulsadas por las “Coordinadoras contra la carestía de vida”, así como por las “Asociaciones Nacionales de profesionales desempleados”. Se desplegaron varias estrategias de acción colectiva: sentadas, marchas populares espontáneas, días de movilización nacional contra la pobreza, etc. Las reivindicaciones se refieren al cese del alza de los precios, el mantenimiento de la Caja de Compensación, la aplicación de la escala móvil de los salarios, a la puesta a nivel de los servicios públicos y al cese de las privatizaciones de los controles de distribución de agua y electricidad, al derecho a trabajar en la función pública. El Gobierno ha reprimido algunas manifestaciones con mano dura, tal como ocurrió en las de las ciudades de Sefrou y Sidi Ifni. Sin embargo un cierto ahogo comienza a marcar la acción de estos movimientos, así como disensiones internas, escasas acciones de proximidad frente a las poblaciones vulnerables y ausencia de perspectivas políticas.
Esto no significa que no estén surgiendo propuestas alternativas para hacer frente a la crisis y promover los derechos económicos y sociales de las clases sociales desfavorecidas. A partir del principio de que son los Estados quienes garantizan los derechos económicos y sociales, los movimientos sociales proponen la creación de una caja de seguro contra el desempleo, la defensa y democratización del servicio público, la lucha contra los monopolios y las rentas de situación, la instauración de una renta mínima garantizada, la creación de células de control del impacto social de la crisis destinadas a abastecer a la sociedad civil de datos e información con el fin de sensibilizar a la opinión pública y de movilizar a las poblaciones vulnerables. A largo plazo, se trata de rehabilitar el papel central del Estado democrático en la promoción de los derechos económicos y sociales, a través de la creación de una relación de fuerzas ciudadana en favor de un nuevo modelo económico y social basado en la justicia social, la prioridad de la satisfacción de las necesidades básicas, la soberanía alimentaria, la economía social, la protección del medio ambiente y la diversidad cultural.
1 Participantes en este informe: Asociaciones, sindicatos, investigadores y representantes de los movimientos sociales y de Espace Associatif. La dirección de la redacción fue llevada adelante por Said Saadi (universitario y actor asociacionista).
2 Bourchachen, J. “Apports des transferts des résidents à l’étranger à la réduction de la pauvreté: cas du Maroc”, SessionI-Pa 5c, Montreux, Septiembre de 2000.
3 HCP. Journée africaine de la statistique on “Défis de la hausse des prix des denrées alimentaires”. Rabat, 2009.