NICARAGUA
Se necesita un cambio de rumbo
Dr. Adolfo Acevedo,
Comisión Económica de la Coordinadora Civil.
Coordinadora Civil
La caída de exportaciones y remesas, que ya se empieza a sentir, seguramente redunde en un aumento del desempleo y el empobrecimiento de los nicaragüenses. En el corto plazo, para limitar los impactos de la crisis el Gobierno deberá aumentar el gasto en el sector público, estimulando así la actividad económica y el empleo. De todos modos, estas medidas no atacan el problema central y se hace imprescindible un cambio de rumbo, replantear el actual modelo de crecimiento, recuperar la agricultura de su actual rezago y efectuar un gran esfuerzo para revalorizar el capital humano.
La actual crisis económica internacional no es solo la más severa y profunda desde la
Segunda Guerra Mundial sino también la más sincronizada, ya que, si bien se originó en los países desarrollados, está afectando simultáneamente la economía de cada región del mundo. Por primera vez en más de 60 años, en 2009 la economía mundial verá un crecimiento negativo. Mientras el Fondo Monetario Internacional (FMI) anuncia un crecimiento negativo (-1,3%), la OCDE señala que el comercio mundial experimentará una contracción del 13,2%. Se espera que esta crisis genere la pérdida de 50 millones de empleos1 y la caída en la pobreza de 200 millones de personas. Por otra parte, el Banco Mundial anunció que, como resultado de su impacto, más de 400.000 niños podrían morir por causas evitables2.
Respecto a Nicaragua, la crisis probablemente afecte en el corto plazo el crecimiento de dos rubros fundamentales para la economía del país, como son las exportaciones y las remesas familiares, y derive en un aumento del desempleo (solo en las Zonas Francas, y desde enero de 2008 hasta marzo de 2009, la pérdida neta de empleos ya se situaba en casi 20.000).
Presumiblemente, el impacto de la crisis económica internacional se vea reflejado en una notoria pérdida de impulso de la demanda agregada, lo que determinará una fuerte disminución del ritmo de crecimiento de la producción y el empleo, con el riesgo inherente de una posible entrada en recesión. Las diferentes proyecciones que se han realizado sobre la economía muestran que, en mayor o menor medida, los principales componentes de la demanda agregada se desacelerarán de manera ostensible en 2009.
La reducción de la exportación de bienes y servicios, del flujo de las remesas familiares, del crédito interno y externo, así como los problemas de liquidez y una mayor incertidumbre, probablemente se traduzcan en fuertes presiones recesivas que afectarán, con distinta intensidad, a muchos sectores de la economía. La reducción en el ritmo de crecimiento de la demanda agregada posiblemente se refleje en una tasa de crecimiento del PIB que, en el mejor de los casos, podría alcanzar un 0,5%, con alta probabilidad de caer a un negativo -1%.
Caída de exportaciones y remesas
La producción de bienes y servicios para la exportación ha venido representando el motor fundamental del crecimiento de la economía nicaragüense, al tiempo que la de bienes y servicios para el mercado interno casi no ha crecido en la última década y media. Al mismo tiempo, Nicaragua muestra una elevada dependencia del golpeado mercado de Estados Unidos para la colocación de sus exportaciones – que hasta 2008 representaban el 26,7% del PIB. Por esta razón, hasta marzo de 2009 las exportaciones registraron una retracción de casi 19%3.
Las remesas familiares, por su parte, que llegaron a sumar USD 807 millones – casi el 13% del PIB – en 2008, ya en mayo de 2009 habían caído 4%4. Cuatro de cada 10 familias nicaragüenses son receptoras de remesas, el 60% de las mismas proveniente de Estados Unidos. Las remesas representan un colchón social fundamental para la economía nicaragüense, ya que se estima que, en su ausencia, la tasa de pobreza crecería 4 puntos porcentuales.
Desempleo y pobreza
La CEPAL estimó un aumento de la tasa de desempleo desde 7,5% en 2008 a entre 7,8% a 8,1% en 2009, además de un incremento del mercado informal. El aumento significará que hasta 1,8 millones de personas se sumen a los 1,6 millones de nicaragüenses ya desempleados5.
Esto factiblemente reflejaría a su turno en un empeoramiento en la cantidad y la calidad del empleo. La pérdida de empleo formal se verá asociada a la pérdida de los beneficios de la protección del seguro social, tanto del receptor principal como de los beneficiarios dependientes.
Es difícil que quienes pierden su empleo en el sector formal encuentren otro en el mismo sector, ya que éste se ésta reduciendo fuertemente. Dado que los pobres no pueden darse el lujo de permanecer desocupados, el resultado más probable será la extensión del empleo y el sub-empleo en el sector informal. Este sector, al que recurren en búsqueda de ocupación los desempleados y la mayor parte de los jóvenes que se integran a la población activa, se verá sobre-saturado, con un deterioro del ingreso por persona. Seguramente aumentarán los niveles de pobreza e indigencia ya excesivamente altos, al tiempo que se profundizará la descomposición del tejido social.
En un país con una distribución del ingreso tan desigual (0,56 de coeficiente Gini) la población situada en los peldaños más bajos se beneficia menos en las fases de crecimiento de la economía pero tiende a ser la más afectada por cualquier shock adverso. Los más pobres carecen de ahorros y activos a los que puedan recurrir para amortiguar el impacto y hacer frente a las épocas duras, de manera que los efectos de las crisis sobre ellos pueden ser suficientes para hacerlos descender rápidamente por debajo de la línea de la pobreza extrema o la indigencia.
Lo más probable es que, ante el aumento del desempleo, se creen formas de generación de ingresos a escala pequeña y familiar dentro del sector informal, como estrategia de supervivencia de los hogares, y aumente la búsqueda de empleo por cuenta propia. Tales estrategias podrían tener efectos significativos en el crecimiento del trabajo no remunerado de miembros de la familia, con el peso recayendo en las mujeres y los niños. Al mismo tiempo, la saturación de este tipo de empleos tendería a reducir aún más el ingreso per cápita de los hogares que dependen de ellos, en condiciones en que los niveles de pobreza asociados a este tipo de empleos ya son muy elevados.
Por otra parte, el alza en el precio de los alimentos verificada durante 2007-2008 tuvo un severo impacto sobre los más pobres, reduciendo fuertemente su acceso a los alimentos y agravando su situación. A diciembre de 2007 el índice de precios de los alimentos había aumento 24,9% con respecto a diciembre de 2006, mientras que a diciembre de 2008 había aumentado otro 22,5%.
Esta contracción en el acceso a los alimentos no solo habría ocurrido con los pobres urbanos, un 93,8% de los cuales, según la FAO, constituyen compradores netos de alimentos, sino también con los pobres rurales, cuyo 73% también serían compradores netos de alimentos. El deterioro de la situación económica de los hogares podría agravar aún más las dificultades de acceso a los alimentos y empeorar la situación de hambre en un país en que el 22% de la población padece subnutrición.
Las mujeres se ven más afectadas
Las mujeres constituyen un grupo de la población especialmente vulnerable ante los efectos de la crisis. Según el Instituto Nacional de Información de Desarrollo (INIDE), el 71% de las que viven en zonas rurales en edad de trabajar, y el 58% en zonas urbanas, no se incorporan al mercado de trabajo y, por tanto, no tienen fuentes de ingreso propias. La baja de ingresos familiares puede derivar en sobrecargas de trabajo de las mujeres dentro del hogar, para producir los bienes que ya no se podrán adquirir en el mercado.
Por otra parte, el 86,5% de las nicaragüenses trabaja en los sectores de servicios (35,8%), comercio (32,3%) e industria manufacturera (18,4%), que podrían ser los más afectados por el desempleo o por la precarización del empleo a raíz de la crisis. De hecho, las mujeres han sido las más afectadas por la pérdida de empleos en las zonas francas.
Medidas para contener los efectos de la crisis
Limitar los efectos de la crisis económica internacional significaría principalmente atenuar la desaceleración de la demanda agregada o el gasto total que se orienta hacia la adquisición de bienes y servicios domésticos. El instrumento al que recurren con más frecuencia los gobiernos para enfrentar presiones recesivas es la implementación de una política monetaria y crediticia expansiva, para reanimar el gasto en el consumo y la inversión y atenuar los problemas de liquidez, lo cual significa que el Banco Central podría: 1) reducir el encaje legal (monto legal de reservas), 2) readquirir letras bancarias que ha colocado a través de operaciones de mercado abierto, o 3) reducir la tasa de descuento que aplica a las líneas de crédito que otorga al sistema financiero.
En todo caso, será indispensable disponer de líneas de crédito para apoyar a bancos que eventualmente pudiesen experimentar problemas de liquidez – debido, por ejemplo, al retiro de sus fuentes de financiamiento externo – o para que los bancos apoyen a empresas con problemas de liquidez. En un caso extremo, incluso, para recapitalizar bancos que pudiesen llegar a tener problemas de solvencia. Esto no tiene nada que ver con un trato privilegiado al sector financiero, sino con el hecho de que la inestabilidad del mismo puede tener repercusiones extremadamente severas sobre la economía real (la actual crisis mundial comenzó por una “simple crisis” en el sector financiero).
Hasta ahora, la medida más importante que promovió el Gobierno fue la obtención de una línea de crédito contingente con el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), que sería utilizada en la eventualidad de que algunos bancos llegaran a experimentar dificultades financieras.
Sin embargo, es difícil que los bancos expandan agresivamente sus operaciones de crédito frente a las perspectivas tan magras e inciertas de los diferentes sectores de la economía. De hecho, el crédito bancario tiende a ser pro-cíclico, esto es, a restringirse cuando las circunstancias económicas se deterioran, lo que las deteriora aun más.
Para contrarrestar la contracción en la demanda agregada originada por la disminución del consumo privado y la inversión, la opción lógica es la expansión del gasto público. Éste representa, al igual que el gasto privado, una parte de la demanda agregada, capaz de estimular la actividad económica y el empleo. Por el contrario, si en vez de expandir el gasto público éste se contrae, se profundizará más la recesión; es decir que la reducción del gasto público será pro-cíclica.
La opción más efectiva para contrarrestar una desaceleración tan fuerte de la demanda agregada sería impulsar un paquete de inversiones públicas que compensen la caída en el crecimiento de los demás componentes de esa demanda. Éste es el esquema que se está privilegiando en todo el mundo.
Un agresivo programa de inversión pública en infraestructura básica, de rápida maduración – reparación y mantenimiento de caminos y mejoría de la red vial, expansión y mejoría de la red de distribución de agua potable y saneamiento, expansión de la red de distribución de energía, mantenimiento, reparación y construcción de nuevas aulas, viviendas, etc. –, así como un programa para mejorar la productividad de las pequeñas y medianas unidades económicas, urbanas y rurales, tendría varias ventajas. No solo contribuiría a contrarrestar o al menos atenuar el impacto de la crisis, sino que también se traduciría en la creación de activos y capacidades que contribuirían al desarrollo futuro del país. Tales inversiones constituyen prerrequisitos y elementos fundamentales del proceso de desarrollo.
Resultará esencial, además, proteger por todos los medios posibles el gasto fundamental de inversión en capital humano, especialmente el gasto en educación, atención en salud y acceso a los medicamentos esenciales y nutrición, y extender el gasto en protección social, que debe funcionar como un amortiguador contra los peores efectos de la pobreza en condiciones de fluctuaciones indeseadas de la economía.
Medidas a largo plazo
Sin embargo, no basta con enfrentar el impacto de la crisis a corto plazo. Es imprescindible comenzar a cambiar el rumbo del país, superar, de manera decidida, el enorme rezago y abandono de la agricultura6 y las zonas rurales, replantearse el actual estilo de crecimiento y realizar un esfuerzo extraordinario de inversión en capital humano e infraestructura básica. Nuestra propuesta es hacer un esfuerzo nacional de primer orden para alcanzar, en un nuevo plazo perentorio, una serie de metas fundamentales:
· Erradicar el analfabetismo adulto, vale decir, que para la fecha propuesta deberá estar
alfabetizado el 100% de la población mayor de 15 años.
· Universalizar la educación pre-primaria, elevando al 100% la tasa neta de matrícula entre los niños de 3 a 5 años.
· Alcanzar una tasa de matrícula primaria neta del 100%.
· Lograr que al menos el 80% de los niños y niñas que se matriculen en el primer grado de la educación primaria, logren culminar el ciclo completo de la enseñanza primaria.
· Alcanzar una tasa neta de matrícula secundaria del 75%.
· Elevar de manera significativa la calidad y pertinencia de la educación en todos los niveles.
· Lograr que, en el plazo que se establezca, se alcance una escolaridad promedio nacional de 9 años.
1 Ver: OIT. Tendencias mundiales del empleo, 2009. Diponible en: <www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---dgreports/---dcomm/documents/publication/wcms_103599.pdf>.
2 Ver: <www.gara.net/paperezkoa/20090322/128371/es/El-BM-compara-profundidad-crisis-actual-Gran-Depresion>.
3 Ver: <impreso.elnuevodiario.com.ni/2008/10/14/economia/87227>.
4 Ver: <www.remesasydesarrollo.org/estadisticas/remesas-familiares-hacia-nicaragua-siguen-cayendo-por-recesion-economica>.
5 Ver: <mpreso.elnuevodiario.com.ni/2008/12/19/economia/91815>.
6 La agricultura representa el 21% del valor agregado bruto producido por los diversos sectores de la economía nicaragüense, y emplea alrededor del 30% de la fuerza de trabajo ocupada en el país, representando el sector que individualmente genera más empleo.