Inundaciones en América Central elevan deuda ambiental del Norte industrial

Los gobiernos de América Central, donde las inundaciones se cobraron más de un centenar de vidas en tres semanas, exigieron el martes al Norte rico que cumpla con la “obligación moral” de “pagar su deuda ambiental”. “El desarrollo industrial iniciado en 1850 es el principal causante del cambio climático que todos sufrimos hoy” y los países que se aprovecharon de ese proceso tienen “el deber de contribuir con nuestros gastos de prevención y reconstrucción”, declararon en una cumbre reunida en San Salvador.

Los países industrializados "son responsables de las emisiones de dióxido de carbono” y los pobres “no podemos seguir poniendo los muertos y la destrucción” de cultivos e infraestructura a por esa causa, advirtió tras la cumbre el presidente de El Salvador, Mauricio Funes.

El aumento en la frecuencia de los eventos meteorológicos extremos como huracanes, inundaciones y sequías es atribuido por la mayoría de los científicos a la emisión de gases con efecto invernadero. Es decir que los causantes son los países ricos y quienes los sufren, los más pobres.

Sin embargo, la quema de combustibles fósiles no contribuye con el desarrollo económico de los países, como quedó de manifiesto al publicarse este mes el Índice de Capacidades Básicas 2011 de Social Watch. “Hay países que bajaron su mortalidad infantil a niveles similares a los de Estados Unidos, pero con una décima parte de sus emisiones de gases invernadero”, dijo Roberto Bissio, coordinador de esta red mundial de organizaciones de la sociedad civil. “Por lo tanto, no debemos creer que una mejor calidad de vida requiere patrones de consumo y producción que destruyan el ambiente.”

El científico Friedrich-Wilhelm Gerstengarbe, del Instituto de Potsdam para Investigación del Cambio Climático, dijo a la agencia de noticias IPS que el cambio climático y las crecientes temperaturas globales que trae aparejadas han dado más intensidad tanto a los fenómenos periódicos de El Niño y La Niña, derivando en severas inundaciones en Australia y Asia meridional, y la intensa sequía que este año sumergió en la hambruna al Cuerno de África.

"Durante dos años, las precipitaciones han estado por debajo del promedio en África oriental debido a La Niña. Pero este año la sequía ha sido extrema, provocando la presente catástrofe humanitaria en Somalia y en otras regiones adyacentes", dijo, también a IPS, Jean-Cyril Dagorn, encargado de programas ambientales de Oxfam Francia.

En la Declaración de Comalapa, los representantes de los gobiernos centroamericanos afectados por inundaciones sin precedentes advirtieron al mundo desarrollado que debe “reducir de manera significativa los gases invernadero” y que reconocer “a la región como una zona vulnerables a causa” de sus emisiones.

Además, pidieron “apoyo para la reconstrucción” al Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

Así, los gobiernos asumieron la convicción predominante entre científicos de la región según la cual la actual depresión tropical 12-E, que expulsó de sus hogares a más de un millón de los 42 millones de habitantes de la región, se debe al cambio climático. Diversos organismos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) también consideran a América Central una de las regiones más golpeadas por este fenómeno de origen humano.

La meteoróloga Lorena Soriano, del Servicio Nacional de Estudios Territoriales de El Salvador, consideró esta semana que la “lluvia extrema” se vincula “con los cambios que se están dando en el clima”. Por su parte, Raúl Artiga, de la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo, dijo a la agencia de noticias AFP que “el cambio climático no es algo que va a venir”, pues “ya lo estamos sufriendo”.

En América Central se registra hoy “una preocupante mezcla de variabilidad climática con muchos efectos del cambio climático” de origen humano, según Maureen Ballestero, coordinadora para América Central de la Asociación Mundial para el Agua. “Estamos viviendo los efectos” del fenómeno y “no podemos taparnos los ojos”, alertó.


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