El legado del colonialismo

Prof. Edward Oyugi; Andiwo Obondo; Oduor Ongwen
Kenya Coalition for Social Watch

La constante decadencia de los sectores de la alimentación, educación, salud, vivienda, infraestructura en comunicación y seguridad tiene sus raíces en el control oligárquico sobre el Estado, la división internacional del trabajo heredada de la época colonial y el peso de conflictos étnicos chauvinistas.

La economía del país ha sido mal administrada por una oligarquía cuyo interés radica solamente en controlar los instrumentos del Estado, con las consiguientes ineficacias en la distribución de los recursos.

La división internacional del trabajo legada a Kenya por la economía política colonial no sólo ha permanecido intacta, sino que se reforzó por la clase media emergente en la época poscolonial. La consecuencia es un país que sigue produciendo y exportando materias primas e importa productos manufacturados y procesados. En otras palabras, Kenya, como los demás países africanos, produce lo que no consume y consume lo que no produce.

En la organización política y social predominan las tendencias étnicas chauvinistas. Esto tuvo un efecto asimétrico en la distribución de los recursos públicos, provocando vergonzosos desequilibrios geográficos que ocultan desigualdades estructurales y derivadas del género.

El gobierno combate la pobreza por dos vías. Una es el Plan Nacional de Erradicación de la Pobreza, iniciado en 1999. La otra son los Instrumentos Estratégicos de Reducción de la Pobreza, impulsados por las instituciones Bretton Woods. A pesar de estos programas, las desigualdades entre las regiones, los grupos étnicos, los géneros, las razas y los grupos sociales siguen existiendo.

Acceso desigual a la infraestructura física

Los caminos, el transporte ferroviario, las telecomunicaciones y la energía son considerados algunos de los catalizadores más importantes del desarrollo social de la población. Un país con altos niveles de desigualdad social o necesidad desarrolla su infraestructura física de manera igualmente sesgada. No es accidente, por lo tanto, que la distribución de los caminos, teléfonos, energía eléctrica y otros elementos de infraestructura física no se basen en la distribución de la población o la demanda, sino en la concentración de la clase media con sus anacrónicas necesidades de desarrollo social y según sus orígenes étnicos.

Kenya tiene 63.307 kilómetros de caminos y carreteras, de los cuales sólo 8.937 están asfaltados. Los caminos de grava constituyen unos 26.524,7 kilómetros y el resto son caminos de tierra. La distribución de esta red vial refleja la insensibilidad existente hacia las diferencias geográficas dentro del país. Por ejemplo, sólo el Distrito de Kiambu (en la Provincia Central), con una población de 742 mil habitantes, cuenta con 1.167,4 kilómetros de caminos, de los cuales 513 kilómetros están asfaltados y 355,2 son de grava. Esto en comparación con la Provincia del Nordeste, con unas 10 veces la superficie terrestre de Kiambu y una población de 1.015.000 habitantes, con apenas 147 kilómetros de caminos asfaltados. Siete distritos —Suba, Wajir, Lamu, Samburu, Moyale, Trans Mara, Mt. Elgon y Marakwet— carecen de caminos asfaltados.

GRÁFICO 1:

 Red vial por provincias


La misma tendencia se observa en la distribución de los servicios telefónicos. El distrito de Thika, en la Provincia Central, por ejemplo, con una población de 647 mil habitantes, tiene un total de 5.443 líneas de teléfono (excluyendo las 154 cabinas telefónicas públicas), mientras toda la Provincia Occidental (con ocho distritos) y una población de 3.354.000 sólo comparte 5.397 líneas telefónicas, excluyendo las 381 cabinas telefónicas públicas. Por cada 1.000 habitantes en Thika, 8,4 tienen acceso a una línea telefónica mientras por el mismo número de personas en la Provincia Occidental, sólo 1,6 tienen acceso a los servicios telefónicos.

GRÁFICO 2:

 Teledensidad (Líneas telefónicas por 1.000 habitantes)

Igual preocupación causa la dependencia de la creciente población del uso de leña y carbón como combustible para cocinar. Como muestra el cuadro siguiente, algo debe hacerse para poner fin a esta situación. Los intentos para que el gobierno reduzca los impuestos sobre el queroseno y así ofrecerle a la población pobre un combustible alternativo han sido infructuosos. La vegetación de los pantanos se elimina en forma insustentable, así como la vegetación que cubre la tierra.

Porcentaje de población que depende de diversos combustibles de cocina

en la subregión de África Oriental  


País

Leña y carbón

Gas y queroseno

Electricidad

Kenya

85

13

1

Tanzania

96

2

1

Uganda

97

2

1

Fuente: Indicadores de Desarrollo Africano, 2000

El acceso limitado a la electricidad también está desproporcionado regionalmente. El Gráfico 3 muestra la conexión energética por población y provincia.

GRÁFICO 3:

Conexión eléctrica provincial por población

La situación seguramente se agravará a medida que la infraestructura se entrega a las compañías trasnacionales a través de sus representantes locales en el sector privado (sucursales y representantes). Las desigualdades se pueden rastrear a la primera ronda de la globalización, el colonialismo, que asignó a los países africanos la función de productores de materias primas que eran importantes para las “metrópolis”. En ese contexto, la infraestructura se destinó a las zonas que producían esas materias primas. La actual ronda de globalización reprodujo las desigualdades dentro y entre los países y se socavó la capacidad productiva de aquéllos con menor desarrollo. Ha reforzado la lucha por la justicia social, la equidad de género y el desarrollo sustentable, e incrementó el temor de que se amplíe la brecha entre fuertes y débiles, ricos y pobres. Basada en el crecimiento orientado a las exportaciones, con total indiferencia ante las necesidades internas o la justicia social, la globalización sigue reproduciendo las mismas desigualdades.

Se tiene la certeza que enfrentar las causas internas de la desigualdad es importante, y muchos actores, incluso el sector privado y las ONG, manifiestan esa necesidad. Dado el tipo de recursos con los que se cuentan y la falta de tecnología, sin embargo, no se pueden compartir ni siquiera los beneficios mal distribuidos del desarrollo desigual en la economía nacional.

En los últimos años avanzó la influencia del medio externo  sobre la cantidad de recursos disponibles y la forma en que se utilizan. El discurso oficial habla de la descentralización general. La realidad indica que, mientras los gobiernos son obligados a descentralizar a nivel nacional, las decisiones políticas se centralizan cada vez más, con Washington como el centro. Eso explica, en gran medida, por qué el Instrumento Estratégico de Reducción de la Pobreza de Kenya es idéntico al de Bolivia, que a su vez es una réplica del de Filipinas, lo cual desmiente la lógica del “hecho en casa” que proclaman las instituciones Bretton Woods para justificar su imposición sobre las economías nacionales.

El nivel de desigualdad del ingreso en Kenya es el peor del mundo, después de Brasil. El gráfico siguiente muestra la situación de la distribución del ingreso en relación a sus vecinos inmediatos.

GRÁFICO 4:

Distribución del ingreso entre el 20% más rico y el 20% más pobre (1986-1996)

Fuente: Indicadores de Desarrollo Africano 2000

En términos de acceso a derechos básicos como educación, salud y agua, persisten las desigualdades regionales y entre clases sociales. En la educación existe una marcada desigualdad cuando se debe optar entre enviar a un hijo o una hija a la escuela, y existen menos escuelas para las niñas. El gráfico 5 muestra cómo se distribuye la matrícula escolar secundaria. Como los planes de ajuste estructural exigen compartir los costos con los alumnos, cada vez menos familias pueden enviar sus hijos a la escuela. Cuando hay que elegir, el favorecido casi siempre es el hijo varón.

GRÁFICO 5:

Matrícula escolar por provincia y género