La búsqueda de estabilidad

SOCDA
Hussein Hassan Mohamoud
Ilyas Ibrahimm Mohamed
Khadija Abukar Ahmed
Abdirashiid Saleiman Yusuf
Abdullahi Ahmed Mohamed

Las últimas instituciones nacionales del país colapsaron en enero de 1991 cuando el difunto presidente Siyad Barre huyó de la capital. Desde entonces la lucha entre facciones y la formación de feudos y mini-estados han reemplazado al Gobierno unificado. En la actualidad  coexisten al menos cinco autoridades y varios grupos luchan por una causa u otra. La inestabilidad y la inseguridad han empujado aún más al país hacia la pobreza a pesar de su baja densidad de población y de sus significativos recursos naturales. Hay mucho por hacer para restaurar la estabilidad y el Estado, y volver posible un desarrollo eficaz.

Desde la independencia en 1960, y a pesar de los abundantes recursos presentes en el territorio, la falta de políticas de desarrollo eficaces a lo largo de sucesivos gobiernos ha contribuido a un ciclo continuo de pobreza que con frecuencia condujo a la insubordinación. En 1969, por ejemplo, un golpe militar instaló oficiales del ejército en el poder y dio paso a un régimen pro-socialista que erosionó los derechos humanos. El malestar social condujo a que un grupo rebelde desafiara en 1980 al régimen militar del hoy fallecido general Mohamed Siyad Barre, una situación que empeoró en enero de 1991 cuando las milicias rebeldes derrocaron al régimen pero no lograron llenar el vacío de poder. Cuando las facciones rebeldes volvieron sus armas unas contra otras, iniciaron una larga lucha por el poder que lleva ya dos décadas.

Posteriormente surgieron estructuras de gobierno en Somalilandia y Puntlandia, en el norte, permitiendo el logro de cierto grado de estabilidad y recuperación económica. Sin embargo, estas estructuras de gobierno no han manifestado ninguna preocupación en cuanto a los temas medioambientales, y el territorio potencialmente rico de Somalia ha venido siendo signado por la degradación.

No obstante, a pesar de la inestabilidad, Somalia ha mantenido una saludable economía informal basada principalmente en la ganadería, las remesas y las telecomunicaciones. Los niveles de vida, de hecho, han mejorado más rápido desde el principio de 1990 que en el promedio del países del África subsahariana[1]. Lo más interesante de este éxito relativo radica en que ha sido obtenido con la ausencia de cualquier gobierno central efectivo. A pesar de todo, aproximadamente el 43% de la población vive todavía con menos de USD 1 por día, una cifra que asciende al 53% en las zonas rurales, donde la pobreza extrema es más predominante[2]. El país, además, continúa siendo muy dependiente de la ayuda internacional.

La economía

Debido a la falta de estadísticas oficiales del gobierno y a la reciente guerra civil, resulta difícil calcular el tamaño o el crecimiento de la economía. CIA World Factbook evaluó el PIB en USD 5.610 millones en 2008, USD 5.750 millones en 2009 y USD 5.890 millones en 2010, con una tasa de crecimiento real del 2,6%[3].

La agricultura es el sector económico más importante: representa aproximadamente el 65% del PIB y empleando al 71% de la mano de obra disponible. La ganadería representa alrededor del 40% del PIB y más del 50% de los ingresos de exportación[4]. Otras importantes exportaciones incluyen el pescado, el carbón y los plátanos, y el país es también un importante proveedor mundial de incienso y mirra. Las principales mercaderías importadas son el azúcar, el sorgo, el maíz, el qat (Catha edulis, un estimulante natural) y mercancías industrializadas.  Las importaciones totales representan alrededor de USD 798 millones por año, mientras que las exportaciones totales alrededor de USD 270 millones, lo cual deja un enorme déficit comercial.

Este déficit, sin embargo, es ampliamente superado por las remesas enviadas por los somalíes en la diáspora. Las empresas de envío de remesas (hawalas) se han convertido en una gran industria en el país con un estimado de USD 1.600 millones anuales, o el 71,4% del PIB, que son enviados a la región a través de las compañías de transferencia de dinero[5].

Sacando ventaja de la ubicación del país, cercano a la Península Arábiga, los comerciantes somalíes han comenzado progresivamente a desafiar el dominio tradicional de Australia sobre el ganado y los mercados de la carne en el Golfo Pérsico. En respuesta, los Estados árabes han realizado inversiones estratégicas en el país, con la construcción de infraestructura para la exportación de ganado por parte de Arabia Saudita y la adquisición de grandes extensiones de tierra de cultivo por parte de los Emiratos Árabes Unidos [6]. En añadidura, las flotas pesqueras de Europa y Asia han alcanzado acuerdos comerciales de pesca en la región norteña de Puntlandia. Ésta es considerada una de las regiones pesqueras más ricas del mundo, lo que ha llevado a que exista una gran cantidad de pesca ilegal de buques extranjeros en aguas somalíes[7].

Por otro lado, el sector industrial basado en los productos agrícolas representa apenas el 10% del PIB de Somalia[8]. Las empresas manufactureras medianas y grandes se han derrumbado a causa del conflicto. Sin embargo, como resultado en primera instancia de las importantes inversiones locales de la diáspora somalí, se han vuelto a abrir numerosas plantas de pequeña escala y creado nuevas. Estas últimas incluyen plantas de conservas de pescado y de procesamiento de carne, en el norte, así como también cerca de 25 fábricas en el área de Mogadiscio que manufacturan bienes como pasta, agua mineral, dulces, bolsas de plástico, láminas, cueros y pieles, detergente y jabón, aluminio y colchones de espuma[9].

Según el PNUD, las inversiones en la industria ligera también se han ampliado en Bossaso y Hargeisa, lo que indica una creciente confianza empresarial en la economía[10]. En 2004, una planta embotelladora de Coca-Cola de USD 8,3 millones abrió sus puertas en Mogadiscio, con inversores provenientes de diversos grupos en Somalia. El robusto sector privado ha atraído también inversión extranjera de compañías como General Motors y Dole Fruit [11].

Telecomunicaciones

Las telecomunicaciones se han convertido en un área de éxito en Somalia. El número de teléfono de líneas fijas ha mostrado una mejoría espectacular de aproximadamente 2 por cada 1.000 habitantes en 1990 a 25 en 2011. Unos nueve operadores privados ofrecen servicios de telecomunicaciones competitivos en casi todos los rincones del país. Una investigación ha indicado que esto elevó a Somalia del puesto Nº 29 al Nº 8 entre los países africanos estudiados[12].

Financiadas por empresarios somalíes, y respaldadas por la pericia de China, Corea y Europa, las nacientes empresas de telecomunicaciones también ofrecen servicios asequibles de telefonía móvil e Internet[13]. Somalia ocupa un lugar destacado en la telefonía móvil (Nº 16 en África) y de usuarios de Internet (Nº 11), mientras que ocupa el puesto Nº 27 en el número de hogares con televisores[14].

Deforestación y erosión del suelo

Según la Red para la Administración de los Recursos de Somalia (RMSN, por sus siglas en inglés) y otras agencias ambientales locales, el medio ambiente es uno de los sectores del país que ha sufrido como consecuencia de la anarquía y en particular por la ausencia de un gobierno que funcione.

Los pueblos de la costa, por ejemplo, se han quejado del vertido de residuos peligrosos, y los pastores han denunciado incremento en la pérdida de bosques. Además, el país está marcado por la escasez de agua debido a que las precipitaciones son muy escasas (250 mm por año), mientras que la evaporación, por lo general, es muy alta (más de 2.000 mm por año)[15]. Las frecuentes sequías, especialmente en la parte sur del país, tienen severo impacto en las comunidades rurales cuya supervivencia depende en gran medida de la disponibilidad de agua de lluvia. Estas sequías a menudo son seguidas de inundaciones devastadoras[16]. La tala de árboles, la deforestación y el sobrepastoreo contribuyen a la erosión del suelo y a otros problemas ecológicos.

La deforestación en Somalia está estrechamente relacionada con la producción de carbón para el uso local y la exportación. Esto impone una severa presión sobre los recursos madereros, especialmente en un país que posee solamente el 9% del territorio cubierto por bosques de baja densidad. De acuerdo con el Banco Mundial el 55% de la superficie de Somalia es adecuada para el pastoreo, mientras que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura FAO) estima que solamente el 29% demuestra un cierto grado de idoneidad para la producción ganadera[17].

La tierra también se ve afectada por métodos de riego ineficientes, que ocasionan mayores concentraciones de sal. Esto tiene un efecto negativo sobre la tierra de cultivo.

Vertido de desechos

Las personas que viven en la costa se quejan con frecuencia de que están siendo vertidos desechos en el mar. A principios de abril de 2011, por ejemplo, los residentes del distrito de Hobyo, ubicado a 660 Km. al noreste de Mogadiscio,  divisaron tres grandes contenedores con forma de tambor que estaban siendo lavados en la playa por la marea alta. Los residentes tuvieron miedo de que estos contenedores pudieran tener dentro desechos peligrosos, industriales o químicos, a los que responsabilizan de una serie de temas relacionados con la salud en la zona. El caso revivió la largamente albergada sospecha de que el medio ambiente marino estaba siendo arruinado por buques extranjeros que, aprovechando la confusión política del país y la falta de un gobierno central, vierten desechos peligrosos en aguas somalíes[18].

El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), y otras agencias se habían comprometido en el pasado a evaluar el problema del vertido ilegal de desechos; sin embargo, la falta de seguridad en la devastadora guerra del Cuerno de África ha obstaculizado los esfuerzos locales e internacionales[19].

Servicios sociales

Además de los retos medioambientales y económicos, todas las regiones somalíes enfrentan verdaderos desafíos en materia de acceso y disponibilidad y calidad de los servicios sociales indispensables.

La matrícula en la educación, por ejemplo, es una de las peores de África. Poco más del 20% de los niños en edad escolar van a la escuela y solo un tercio de ellos son niñas. Esto va acompañado de una alta tasa de abandono femenino. Tanto la calidad como la cantidad de los recursos vitales educativos y materiales son insuficientes, incluso en las regiones relativamente más estables como Somalilandia y Puntlandia.

En ausencia de un gobierno que funcione a cabalidad, y tras una evaluación conjunta de las necesidades realizada en el período 2005-2006[20], numerosos grupos han apoyado al sistema de educación pública, incluyendo organizaciones de las Naciones Unidas (bajo la Estrategia de Asistencia Somalí de la ONU), fundaciones donantes, bancos internacionales y regionales, ONG y otras asociaciones. Estos grupos han contribuido también a mejorar los sectores de salud, agua y saneamiento. Estos servicios residen netamente en manos privadas no reguladas o dependen de fuentes tradicionales y, en la mayoría de los casos, su accesibilidad está más allá de la capacidad de las familias pobres[21]. Adicionalmente a las guerras al parecer interminables y a una progresiva cultura de impunidad que ha erosionado la capacidad de las personas de gozar derechos civiles y políticos, la ausencia de un gobierno central efectivo también ha erosionado los derechos económicos, sociales y culturales.

Inequidad de género

Las mujeres representan el 50% de la población pero se encuentran rezagadas en el acceso a recursos y servicios. Se requieren políticas para garantizar a las mujeres y a otros grupos desfavorecidos el acceso a educación y salud, especialmente a la salud materna y la planificación familiar. Más investigaciones y mejoras son indispensables en las áreas de VIH/SIDA y en lo relativo a la mutilación genital femenina (MGF). Esta última está profundamente enraizada en la cultura somalí, lo que exige medidas enérgicas para eliminar o, al menos, minimizar su impacto en la sociedad en su conjunto y en las mujeres en particular.

La prestación equitativa de servicios sociales requiere de políticas y recursos adecuados, así como también de legislación. La inestabilidad en Somalia, ocasionada por dos décadas de luchas por el poder, ha obstaculizado la capacidad del país de empoderar a las mujeres a través de la capacitación y los incentivos y de hacer mejoras significativas en la equidad de género.

Conclusión

Los acontecimientos en Somalia son la prueba de que el desarrollo está ligado a la paz y a la estabilidad. Aparte de las facciones basadas en clanes, de las autoridades autoproclamadas y las milicias harapientas, los oportunistas surgen para saquear la propiedad privada, los recursos naturales y el medio ambiente. Respecto a esto último, los activistas de la sociedad civil insisten en que se debe revertir esta tendencia negativa. Ningún organismo central coordinado estuvo a cargo de la protección del medio ambiente, incluso bajo el último gobierno previo a enero de 1991, y se necesita una gestión sólida. El Gobierno Federal de transición necesita renovar sus intentos de establecer los ministerios pertinentes. Deben ser puestas en marcha políticas de Estado para proteger y mejorar el medio ambiente.

Una manera de revertir las tendencias negativas es fortalecer la cooperación para el desarrollo bajo el objetivo 8 de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y otros programas de desarrollo con el fin de estimular una colaboración más estrecha entre Somalia y sus asociados para el desarrollo. Es hora de convertir los riesgos y los desafíos en oportunidades para estabilizar y reconstruir un país y una sociedad destrozados por años de guerra civil.

[1] B. Powell, “Somalia: failed state, economic success?”, Freeman 59(3), (Abril de 2009).

[2] Rural Poverty Portal, “Poverty in Somalia”, <www.ruralpovertyportal.org/web/guest/country/home/tags/somalia>.

[3] CIA World Factbook, Somalia, (2011), <www.cia.gov/library/publications/the-world-factbook/geos/so.html>.

[4] Ibídem.

[5] PNUD Somalia, “Sustainable partnerships with the Somali Diaspora forged”, <www.so.undp.org/index.php/View-document-details/313-Sustainable-Partnerships-with-the-Somali-Diaspora-forged.html>.

[6] C. West, “Africa a poor alternative to Aussie exports”, Farm Weekly, (12 de agosto de 2010), <www.gtp.com.au/lambex/inewsfiles/EGN4.pdf>.

[7] Partnership Africa Canada (PAC), “Peace and development in northern Somalia: opportunities and challenges”, (2009), <www.mbali.info/doc200.htm>.

[8] CIA, op. cit.

[9] M. Yuusuf, “Somalia: The resilience of a people”, The African Executive, (2011),

[10] AfricanSeer, Economy in Somalia, <www.africanseer.com/countries-in-africa/somalia/economy.asp>.

[11] Ibídem.

[12] Powell, op. cit.

[13] A. Mohamed and S. Chidress, “Telecom firms thrive in Somalia despite civil war, shattered economy”, The Wall Street Journal, (11 de mayo de 2010).

[14] Powell, op. cit.

[15] A. Saidyhan, Somalia’s Degrading Environment , (11 de octubre de 2001).

[16] Ibídem.

[17] A.E. Mohamed, Somalia’s Degrading Environment: Causes and Effects of Deforestation and Hazardous Waste Dumping in Somalia, (2001), disponible en: <www.mbali.info/doc331.htm>.

[18] A. Khalif, “Suspicious containers wash up on Somalia’s coast”, Africa Review, (8 de abril de 2011).

[19] Ibídem.

[20] Naciones Unidas, “Somali Joint Needs Assessment: Social Services and Protection of Vulnerable Groups Cluster Report,” ("Evaluación conjunta de las necesidades somalíes: informe redactado sobre servicios sociales y protección de los grupos vulnerables") borrador, (14 de setiembre de 2006), disponible en: <www.somalijna.org/downloads/SSPVG%20140906%20AD%20Final%20Draft%20rec-social%20rev-I.pdf>.

[21] Ibídem.