La reconfiguración del escenario global: la voz del G-24 y el silencio del G-20
Published on Tue, 2010-06-29 13:49
La crisis económica y financiera actual nos deparó la reconfiguración del escenario de poder a nivel global. El Grupo de los 20 (G-20), constituido como una ampliación del Grupo de los 8 (G-8), se autoproclamó como el principal foro de cooperación internacional. Sin embargo, las medidas adoptadas por el grupo no aportaron soluciones reales a las múltiples crisis que nos afectan. El Grupo de los 24 (G24), en cambio, establecido para concertar la posición de los países en desarrollo, ha asumido posiciones en muchos casos más firmes y de más largo alcance que las del propio G-20. En el marco de las últimas Reuniones de primavera del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, celebradas el 24 y 25 de abril en Washington DC, se reunieron los miembros del G-20 y G-24. Se esperaba que ambos grupos se pronunciaran sobre la regulación de las finanzas globales, las reformas de la arquitectura financiera internacional, el rol del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Sin embargo, mientras el G-24 se centró en el rol y la gobernanza del FMI y el Banco Mundial, el G-20 omitió pronunciarse sobre la mayoría de estos temas. El silencio del G-20 El G-20 fue creado en Berlín en 1999 y está integrado por Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Rusia, Sudáfrica, Corea del Sur, Turquía, Reino Unido y Estados Unidos. Este grupo de países representa el 85% del PIB global y el 80% del comercio mundial (incluyendo el comercio al interior de la Unión Europea) y dos tercios de los habitantes del mundo. Con estas cifras como principal argumento, el grupo se adjudica la potestad para tomar decisiones que afectan al resto de los países del planeta. En relación al G-8, el G-20 refleja un cambio en el balance global de poder. Sin embargo, el G-20 aun excluye a más de 170 miembros de las Naciones Unidas, muchos de los cuales sufren impactos desproporcionados como consecuencia de la crisis. El carácter excluyente y antidemocrático del G-20 le resta legitimidad para decidir sobre cuestiones globales. Por otra parte, muchas de las reformas que el grupo intenta impulsar se han visto seriamente cuestionadas. La emergencia de la crisis reafirm ó el reclamo reiterado por reformas estructurales y profundas del sistema financiero y las medidas adoptadas por el grupo pueden ser calificadas como “más de lo mismo”, no aportando soluciones reales a las múltiples crisis que afectan al planeta. La reunión de los ministros de Finanzas y Gobernadores de Bancos Centrales del G-20, celebrada en Washington el 23 de abril, emitió un tímido comunicado que no está a la altura de las necesidades y urgencias que impone la actual crisis. Se supone que el G-20 debe avanzar en torno a la reforma financiera y la regulación del marco para el “crecimiento equitativo y equilibrado”; sin embargo, el comunicado no logró mostrar avances concretos con posterioridad a la reunión de ministros de Noviembre de 2009, en Escocia. A pesar de haber recibido un informe del FMI sobre cómo el sistema financiero podría contribuir a pagar los costos de la crisis, el comunicado del G-20 no acusa recibo del mismo, retrasando así un pronunciamiento explícito sobre el tema. El único párrafo que dedica el comunicado a la reforma de la gobernanza de las IFIs, solicita al FMI adelantar el plazo dado a la institución para que complete el paquete de reformas: en lugar de enero de 2011, como estaba fijado, se establece como plazo noviembre de 2010, en la Cumbre del G-20 de Seúl, Corea. Llama la atención, de todos modos, la falta de referencia a porcentajes específicos en relación a la reforma de la estructura de voto del FMI, ya que en la Cumbre de Pittsburgh el grupo se pronunció en favor de redistribuir un 5% de los votos. [1]. Luego de dicho encuentro, los ministros del grupo se volvieron a reunir el 5 de junio, en Busán, Corea, en preparación de la Cumbre de Toronto de jefes de gobierno. El nuevo comunicado hizo especial hincapié en la necesidad de tener presupuestos equilibrados, y postergó para la Cumbre de Toronto un pronunciamiento sobre la posibilidad de aplicar un impuesto al sector financiero. La próxima reunión de líderes del G-20 se celebrará en Toronto, Canadá, del 26 al 27 de junio. De todos modos, desde Pittsburgh hasta ahora el grupo no ha tomado decisiones relevantes. En preparación de la próxima Cumbre el gobierno canadiense intenta focalizar el debate en el disciplinamiento del gasto público, la planificación de las estrategias de salida de todos los paquetes de estímulo, la reforma regulatoria del sector financiero nacional, la crisis europea de deuda soberana, y la coordinación de políticas hacia una recuperación sostenible. Si fuera por la sola voluntad de los anfitriones, temas como el impuesto a las transacciones financieras, los paraísos fiscales, los combustibles fósiles y cambio climático quedarían una vez más por el camino. La voz del G-24 El Grupo Intergubernamental de los Veinticuatro para Asuntos Monetarios Internacionales y Desarrollo, más conocido como G-24, fue establecido en 1971, con el objetivo de concertar la posición de los países en desarrollo. Actualmente el grupo es presidido por Guido Mantega, ministro de Finanzas de Brasil y sólo cinco países del grupo son también miembros del G-20: Argentina, Brasil, India, México y Sudáfrica. La lista completa de países miembros del G-24 también incluye a Argelia, Colombia, Costa de Marfil, Egipto, Etiopía, Filipinas, Gabon, Ghana, Guatemala, Irán, Líbano, Nigeria, Pakistán, Perú, República Democrática del Congo, Siria, Sri Lanka, Trinidad Tobago y Venezuela. La última reunión del grupo tuvo lugar en Washington el 22 de abril. En esa ocasión, a diferencia del G-20, el G-24 se pronunció con firmeza sobre la reforma de la gobernanza de las IFIs y el mandato del FMI. En este sentido, tal como afirma Bhumika Muchhala de la Red del Tercer Mundo [2], las posiciones y recomendaciones del grupo han sido en muchos casos más firmes y de más largo alcance que las del propio G-20. El G-24 afirmó que “la crisis ha puesto de manifiesto la necesidad de aplicar reformas fundamentales en las IFIs”. De acuerdo al comunicado, la aprobación e implementación de estas reformas debe ser uno de los puntos centrales del programa de trabajo de este año. Los ministros subrayaron la necesidad de una reforma en la distribución de las cuotas del FMI y en su fórmula de cálculo, a fin de beneficiar a los países en desarrollo. A diferencia del G-20, los ministros del G24 reiteraron su llamado a que “se redistribuya un 7% de las cuotas relativas de los países desarrollados a los países en desarrollo, protegiendo el poder de voto de los países de bajos ingresos”, dado que “la legitimidad, la relevancia y la eficacia del FMI depende fundamentalmente de que se corrijan los desequilibrios en lo que respecta a la participación y la representación”. Los ministros se manifestaron a favor de la revisión del mandato del FMI, “tomando como base las enseñanzas derivadas de la crisis”. Coinciden en “la necesidad de reforzar la función de supervisión que desempeña el FMI, a fin de garantizar una supervisión equitativa y eficaz de los países avanzados y los mercados que tienen una importancia sistémica”. Respecto al Banco Mundial, el G-24 pide una ampliación de capital más grande, tanto del BIRF como de la Corporación Financiera Internacional (CFI). En su comunicado, el grupo sólo toma nota de la reforma de la gobernanza del Banco Mundial, en lugar de darle la bienvenida a las modificaciones aprobadas. “Consideran que la próxima revisión debe seguir un calendario ambicioso, y que su resultado debe ser una paridad en el número de votos entre los países desarrollados y los países en desarrollo”. |