A merced de los piratas
Organización Somalí para Acciones de Desarrollo Comunitario (SOCDA)
Alberga la Secretaría de la Coalición SW Somalia
Ali Mahamoud Osoble
Por ser uno de los países menos adelantados del mundo, Somalia depende de la asistencia internacional. Sin embargo, la ayuda es escasa e insuficiente debido a la crisis económica mundial y la poca disposición de los donantes de enfrentarse a los grupos armados de la región, así como a las autoridades nacionales. Los recursos conseguidos por medio de la piratería son casi tan importantes como los que provienen de la Comisión Europea. En una sociedad sin igualdad de género como la de Somalia, es la mujer quien sufre los peores efectos de la guerra y la pobreza.
Después de 20 años de conflictos internos, en Somalia impera la lógica bélica. Existen diversos grupos armados enfrentados entre sí que se han apoderado del país desde inicios de 1991. Los múltiples intentos de la comunidad internacional para instalar la paz entre estos grupos no han tenido resultados perceptibles, y la violencia y la pobreza se han propagado. Debido a esta situación caótica, hace muchos años que no se han realizado mediciones internacionales de pobreza, pero se estima que más del 43% de la población vive en la pobreza extrema, con ingresos de menos de USD 1,00 al día[1].
La inseguridad, la inestabilidad y la falta de un gobierno central han impedido que los somalíes aprovechen la riqueza de sus recursos naturales y ha mantenido completamente paralizados a muchos sectores. En gran medida, la economía es impulsada por actividades emprendedoras individuales y la mayoría de las personas se las arregla mediante mecanismos de supervivencia tales como la recolección y venta de leña, o la mendicidad. Muchas de ellas sencillamente se saltean algunas comidas. Es así que Somalia se ha convertido en forma progresiva en un recipiente neto de asistencia, en especial la humanitaria. Por otro lado, los donantes internacionales están poco dispuestos a tratar con los grupos que controlan las diversas regiones y también restringen la concesión de fondos a las autoridades somalíes, debido a la falta de transparencia y rendición de cuentas.
Además, las numerosas crisis que aquejan al mundo tienen un efecto directo en la población. Como los donantes principales han dedicado sus recursos a apuntalar a las compañías debilitadas de sus propios países, la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) se ha reducido. La falta de políticas para la seguridad alimentaria y la soberanía, ha hecho que Somalia quede sumamente vulnerable a los efectos de las técnicas agrícolas deficientes, la escasez de inversión en el sector productivo y el cambio climático. Este ambiente perjudicial no permite que los somalíes puedan aprovechar los aspectos positivos del comercio mundial, la transferencia de tecnología, el flujo de capitales o los programas acordados en forma universal, como los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). La falta de inversión y de atención ha afectado en modo especial a la infraestructura, el sector productivo, la salud, la educación y la desigualdad de género.
La infraestructura, la ayuda y la piratería
La guerra civil ha resultado en la devastación total de la infraestructura física del país. Si bien la ONU anunció que, en 2007, dedicaría USD 253 millones a la rehabilitación de Somalia, más del 55% de esa cifra se destinó a los programas de alimentación y reubicación para remediar una de las mayores hambrunas y peores situaciones de desplazamiento de personas en África. Esos dos procesos mermaron los fondos casi por completo.
La capital del país, Mogadiscio, experimentó las peores consecuencias de la guerra. Durante los conflictos, los servicios públicos – la electricidad, el agua, el tratamiento de aguas servidas, la telefonía y la red vial – así como los sistemas bancarios, quedaron completamente destruidos. Luego de dos decenios de caos, sólo parecen estar recuperándose los servicios telefónicos y los sistemas de electricidad y agua, gracias a elevadas inversiones del sector privado. Sin embargo, se ha invertido más en las telecomunicaciones que en el agua y la electricidad juntas. En las regiones del norte del país la inversión y la financiación siguen siendo escasas y se basan en las ganancias y la rentabilidad.
La mayoría de los fondos – excluyendo a los de la Comisión Europea (CE) – se concentran en la región del centro-sur y se destinan a proyectos de abastecimiento de agua en áreas afectadas por la sequía y la guerra. En abril de 2005, la UE y el PNUD lanzaron un proyecto de urbanización de tres años y de USD 8 millones para atender a todas las ciudades y pueblos de Somalia, focalizado en la infraestructura, los servicios básicos y la planificación y diseño urbanos.
Debido al deterioro de la situación humanitaria y el marcado aumento de la necesidad de ayuda, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) dio inicio a un proyecto operativo especial en febrero de 2005, dirigido a rehabilitar los puertos de Mogadisciu y Kismayo, y quitar los obstáculos de las redes viales de la Baja Juba, la Juba Central y las regiones de Bay y Bakol, para agilizar la entrega de ayuda alimentaria de emergencia en el sur de Somalia. En marzo de 2008, el PMA extendió el período a un año más, mediante la adjudicación de alrededor de USD 13 millones.
En diciembre de 2004, el maremoto que afectó a los países del sureste asiático alcanzó las costas de Somalia. UNICEF y la Oficina de la ONU de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, en inglés), anunciaron que se suministrarían más de USD 1,5 millones para la reubicación y la reconstrucción del tramo de costa más afectado, al noreste del país, que sufrió graves daños en el abastecimiento de agua y en la pérdida de medios de vida.
Los ingresos económicos de la piratería, obtenidos por rescates recibidos, parecen desempeñar un papel clave en el desarrollo del país. Las ciudades se han extendido y la percepción actual es que el rápido aumento de la construcción de edificios nuevos en todo el país – incluida Mogadiscio – es financiado principalmente por piratas.
El sector productivo
La agricultura es el sector más destacado de la economía y da cuenta del 60% del Producto Interno Bruto (PIB). Los cultivos principales son sorgo, azúcar y maíz[2]. Sin embargo, casi no existen inversiones en este sector y el país padece el temor constante a la hambruna y a la escasez de alimentos, sobre todo cuando es acosado por la sequía. No obstante, para 2010 se anticipa una producción agrícola mucho mejor en el sur del país debido a las precipitaciones, que han sido las más intensas de los últimos siete años.
Alrededor del 50% de la población es nómada y se dedica a la cría de ganado, que constituye las dos terceras partes del valor económico de la producción agrícola, así como dos tercios de los ingresos por exportaciones. Los somalíes también se dedican a la pesca para el consumo, pero no a una escala mayor[3].
A la fecha, no se han realizado inversiones significativas en el sector productivo. Sin embargo, durante la temporada de peregrinaje de 2009, Arabia Saudita levantó una prohibición de nueve años a la importación de ganado de Somalia. Según los comerciantes locales, en el mercado de Burao, en la región de Togdheer al norte del país, las ventas han sido diez veces mayores en los últimos tiempos. Estas inversiones han constituido un alivio para los pastores en particular y para los somalíes en general, y constituyen un buen presagio para las perspectivas del comercio en el norte del país.
Por otra parte, en marzo de 2010 el Banco Islámico de Desarrollo y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) firmaron un acuerdo conjunto de fondos por USD 1,5 mil millones para la implementación de proyectos de desarrollo en África y Asia. Queda por verse cuáles serán los efectos para el sector agrícola de Somalia.
Servicios de salud
Durante el régimen militar de Siad Barre (1969-1991), la situación de la salud mejoró y el personal médico y las instalaciones sanitarias aumentaron, aunque no alcanzaron a cubrir las necesidades de los somalíes. La caída del régimen en enero de 1991 dio lugar al deterioro de la situación de la salud. Si bien la viruela ya se había casi eliminado, las esporádicas epidemias de sarampión tuvieron efectos devastadores. La elevada prevalencia de enfermedades constituyó un reflejo del ambiente inestable, la alimentación deficiente y la atención médica insuficiente.
En la década de 1990, la salud pública se deterioró y el gobierno dejó de brindar servicios médicos sin cargo; la atención sanitaria privada se generalizó en las ciudades de mayor tamaño. Afortunadamente, algunas organizaciones médicas internacionales llegaron con su ayuda a las regiones del sur, incluida Mogadiscio. Médicos Sin Fromteras (MSF) y el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), por ejemplo, trajeron médicos de diversos países y suministraron medicamentos sin cargo a las personas necesitadas. En los hospitales grandes también contrataron a personal médico y de enfermería somalí para que trabajaran junto a los médicos extranjeros. A pesar de que MSF y el CICR debieron luego abandonar el país debido a la inseguridad reinante, esos médicos somalíes continuaron brindando asistencia médica sin cargo.
Educación
En medio del caos que siguió a la caída del presidente Barre, el sector de la educación se derrumbó. En Somalia, la educación y las oportunidades de aprendizaje formal en clase son limitadas. A pesar de que ha habido un aumento significativo de escuelas y de la tasa de matriculación, siguen existiendo disparidades enormes en la calidad y el acceso a la educación primaria en varias regiones, debido a lo anárquico de la situación.
La mayoría de las escuelas se encuentra concentrada en las ciudades principales y sus alrededores y son financiadas por padres y comunidades. Según la Encuesta de Escuelas Primarias en Somalia de 2003–2004, “existen 1.172 escuelas en funcionamiento, con una matriculación total de más de 285.574 niños y niñas, que representan una tasa del 19,9% de matriculación bruta. Esto coloca a Somalia entre los países con las tasas más bajas de matriculación del mundo.”[4] No fue posible recoger información en algunas regiones inaccesibles debido a las inundaciones y la inseguridad.
En una población de poco más de ocho millones, alrededor de un millón de niños y niñas no van a la escuela, y según la UE[5], la mayoría de ellos son niñas. Esta realidad ha prevalecido durante muchos años y ha dejado un legado de disparidad de género en la alfabetización de adultos. Sólo la cuarta parte de las mujeres (25,8%) están alfabetizadas, mientras que entre los hombres, la proporción es del 49,7%[6].
La Red de Educación Privada Formal de Somalia (FPENS, en inglés), una red de instituciones educativas fundada en Mogadiscio en 1999, se encuentra en la actualidad trabajando asiduamente para restablecer las instalaciones educativas y suministrar los servicios educativos que tanto se necesitan. Para 2007 llegó a tener 150 escuelas afiliadas, con más de 90 mil estudiantes[7]. El objetivo de la FPENS es facilitar la transferencia de destrezas, conocimiento e información entre las organizaciones miembro.
La mujer es quien más sufre
En Somalia, la mujer es quien más sufre los desastres, tanto naturales como causados por los seres humanos. La discriminación de género se encuentra profundamente arraigada en la sociedad, y la inseguridad que resulta de más de 20 años de guerra civil ha empeorado aún más la grave situación de la mujer en un ambiente dominado por el hombre. En esta sociedad desgarrada por la guerra, los hombres usan el poder de las armas para lograr el dominio del escenario político. Ese mismo poder se emplea para excluir a las mujeres de los cargos en los que se toman decisiones. En tal situación, la violencia contra las mujeres y las niñas se ha convertido en una importante herramienta de poder político.
Es más, las rivalidades en torno a los recursos y el poder, inclinan la balanza en contra de las mujeres, que se ven cada vez más privadas de la propiedad de capitales, incluida la propiedad de tierras y ganado que tanto valor tienen en las comunidades agrícolas y de pastores nómadas. Al dedicarse más recursos a los armamentos y las milicias, las mujeres y otros grupos vulnerables padecen las consecuencias en forma directa. Casi no participan de las acciones militares, pero, por ser civiles desarmadas, sufren los impactos como víctimas de las matanzas, las heridas, las violaciones, los desplazamientos y otros abusos que las afectan física y psicológicamente.
Conclusión
Millones de somalíes permanecen empantanados en la pobreza y es muy poco probable que el país pueda aprovechar los ambiciosos programas internacionales y regionales, tales como los de los ODM, el Programa de Acción de Bruselas, la Nueva Alianza para el Desarrollo de África y los Acuerdos de Alianza Económica, que podrían contribuir a aliviar la situación. La mayor parte de los exiguos fondos que se suministran para la construcción y los servicios básicos se originan en forma indudable en los desastres, las iniciativas de la Comisión Europea, las ganancias generadas por empresas y los ingresos de la piratería.
[2] Finance MapsofWorld.com, Somalia economy (“La economía de Somalia”). Véase en: <Finance.mapsofworld.com/economy/somalia/>.
[3] Ibid.
[4] UNICEF, Somalia: Education (“Somalia: la educación”) Véase en: <www.unicef.org/somalia/education.html>.
[5] Unión Europea, The EU marks International Women’s Day on 8 March 2010, recognizing the essential role of Somali women in peace and development (“La UE conmemora el Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo de 2010, reconociendo el papel fundamental de la mujer somalí para la paz y el desarrollo”), comunicado de prensa. Véase en: <www.delken.ec.europa.eu/en/news.asp?newsid=140>.
[6] Index Mundi, Somalia Literacy (“Alfabetización en Somalia”). Véase en: <www.indexmundi.com/somalia/literacy.html>.
[7] Lee Cassanelli y Farah Sheikh Abdikadir, Somalia: Education in Transition (“Somalia: educación en transición”), en Bildhaan: An International Journal of Somali Studies, Vol. 7, 2007.Véase en: <www.digitalcommons.macalester.edu/bildhaan/vol7/iss1/7>.