ATD Cuarto Mundo: “La miseria es violencia; rompamos el silencio”
Published on Fri, 2012-11-16 19:00
“La miseria es violencia. Al lado de la violencia de las privaciones existe otra, también extrema, ligada a la humillación, el desprecio y la negación de la humanidad de la persona, ‘como si para ellos no fuéramos humanos’. El tratamiento inhumano es una violencia que acarrea todas las demás: la falta de respeto, la discriminación, el ultraje y la negación de los derechos básicos, hasta alcanzar la violencia física recibida por los más pobres en la escuela, el trabajo o en la calle”, según una investigación realizada durante tres años por el Movimiento Internacional ATD Cuarto Mundo. Entre 2009 y 2012, ATD Cuarto Mundo desarrolló un proyecto de elaboración de conocimiento sobre los temas “miseria, violencia y paz”, que ha implicado a más de 1.000 personas en todo el mundo. Cinco seminarios regionales despejaron poco a poco temáticas en función de las realidades locales y de los puntos en común. Un coloquio internacional para compartir estos trabajos con representantes del mundo universitario, de la acción y de instituciones internacionales se organizó en enero de 2012 en Pierrelaye, Francia. En una jornada pública en la sede de la UNESCO en París se presentaron los trabajos ante un público más amplio. Las conclusiones fueron resumidas en un documento de 12 carillas por un grupo representativo de participantes del coloquio. “No solo yo no tenía nada, sino que había sido reducido a nada”, dijo una de las personas pobres que participó en el estudio. Según los expertos que resumieron sus consclusiones “personas que se ven degradadas, encerradas en categorías estigmatizadoras, y nombrados por denominaciones indignas. Cotidiana e insoportable para quien la padece, esta violencia es invisible, o considerada como normal y trivializada por quienes la cometen o la presencian sin reaccionar.” “La consecuencia de la violencia extrema es reducir al silencio a sus víctimas”, agrega el estudio. “La indiferencia y el desprecio a las que son sometidas las personas más pobres es tan violenta que éstas terminan por someterse a tales consideraciones, por dudar de sí mismas y verse tan solo a través de los ojos de los demás: inútiles, incapaces, reducidos a ‘desechos’. (…) Una doble violencia se pone de manifiesto: de un lado la violencia de la extrema pobreza, y del otro, la violencia de la tergiversación de las reacciones intrínsecamente humanas de las personas en esta situación: sus gritos y llantos considerados como un intento de manipulación, su ira y desacuerdo como una agresión, incluso su silencio es incomprendido.” ATD Cuarto Mundo es una organización no gubernamental sin afiliación religiosa ni política, que compromete a sus integrantes individuales o institucionales en la lucha para la erradicación de la miseria. A través de la militancia por los derechos humanos, el objetivo del Movimiento ATD Cuarto Mundo es garantizar el acceso de los más pobres al ejercicio de sus derechos y avanzar hacia la erradicación de la pobreza extrema. Desarrolla proyectos en el terreno con personas que viven en situación de pobreza; trabaja para la sensibilización ciudadana y la reivindicación política; y promueve el diálogo y la cooperación con diferentes actores sociales.
Violencias institucionales y políticas “La violencia ejercida contra las personas más pobres por las instituciones y quienes las representan afecta a su libertad e integridad física y psíquica y a la de sus familias, comprometiendo su futuro y la cohesión de la sociedad. Sin embargo, esta violencia ha alcanzado un grado tal de trivialización que no cuestiona en modo alguno el funcionamiento de las instituciones, ya sean públicas o de la sociedad civil”, según el resumen del estudio de ATD Cuarto Mundo. Los austores destacaron que, con demasiada frecuencia, la respuesta de las instituciones es afirmar que tomaron “todas las medidas oportunas y haber actuado dentro de la legalidad, y devolver a las personas en dificultades la responsabilidad de la violencia. Las personas en situación de pobreza extrema, en su rechazo a entrar en una lógica de sumisión a la institución, desarrollan estrategias de defensa que les son devueltas de nuevo en forma de violencia: juzgadas por las instituciones como personas y familias a las que es imposible gestionar.” “Las violencias institucionales se convierten en violencias políticas cuando estas son legitimadas por la ley o son ejercidas por el Estado”, agregaron. “La violencia ejercida por las instituciones se arraiga a menud en violencias históricas, que, no habiendo sido comprendidas a la luz del conocimiento de las personas en situación de pobreza extrema, se perpetúan a lo largo de generaciones y condenan a personas, familias y comunidades enteras. Dejados sin la comprensión de su propia historia de vida y resistencia , los más pobres son reenviados a una imagen negativa y vergonzosa de sus orígenes.” En ese sentido, según el resumen, “negar a las personas los medios para la participación es prohibirles el acceso a los procesos democráticos. Las políticas mismas que pretenden reducir de un cierto porcentaje la pobreza son ellas mismas formas de violencia, porque afirman de entrada que no todos serán alcanzados por ellas.”
Proyectos contra la pobreza no se adaptan a las necesidades de la gente Por otra parte, el informe advierte que “en el contexto social y económico actual en el que todo proyecto debe ser rentable económicamente a corto plazo, numerosas instituciones —públicas y de la sociedad civil— no invierten el tiempo necesario para conocer y comprender a las personas, a las familias con las que se proponen trabajar, ni la realidad que viven y lo que esperan”. Un participantes del proyecto en situación de pobreza lo explicó así: “Una asociación viene a ayudar a los pobres, regalan madera, lonas, cemento, pero no proponen ayudar a la gente a construir sus casas. Si eres una mamá sola y no tienes dinero para pagar mano de obra, si no tienes un lugar en el que guardar el material que te ha sido dado, este termina por estropearse, el cemento se endurece y no puede ser utilizado. Las ONGs vienen con un proyecto sin haber caminado con la familia, sin conocer la realidad.” Otra persona pobre abundó: “Hay ONGs aquí, que traen mucho dinero, que traen muchas cosas, pero no significa absolutamente nada. Ellos no pueden combatir ni la miseria ni la pobreza porque no conocen a quienes hay que orientar la ayuda que traen. Se dirigen a los más inteligentes, separan, provocan violencia. Vienen a dar arroz a algunos durante seis meses y, por las casas de los más pobres, ni tan siquiera pasan. Eso es la violencia, esa manera de actuar que separa a la gente.” “Cuando los proyectos, incluso aquellos concebidos para ayudar, están basados en un conocimiento parcial, terminan resultando respuestas insuficientes y atrapan a las personas en situaciones sin salida, obligándoles a mentir sobre su realidad para poder beneficiarse de estos”, reza el sumario. “En último término, este tipo de proyectos, no obteniendo los resultados esperados por sus gestores, se vuelven en contra de los más pobres.” O, como dijo uno de los participantes en condiciones de pobreza: “La ayuda, tal como está pensada, no corresponde a nuestras necesidades; la vivimos como una imposición para satisfacer los deseos de los que pensando los proyectos, quieren imponernos sus valores.”
Propuestas de compromisos Los participantes en el proyecto propusieron una serie de compromisos que deberían ser puestos en práctica de manera global pero adaptados a la realidad de los destinatarios. Éstos son: “1. Reconocer y rechazar la violencia hecha a los pobres y construir con ellos la paz; “2. Promover el encuentro y la comprensión de las personas y los pueblos a partir del rechazo a la miseria; “3. Renovar a partir de la realidad de vida de los más pobres la manera de producir y validar el conocimiento; “4. Rehabilitar a las personas más desfavorecidas en su historia colectiva y familiar y en su resistencia; y “5. Reconocer la contribución única de los más pobres a la construcción de Más información Fuente
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