No hay descripción de tareas para el principal funcionario civil del mundo, excepto resolver sus desastrosos problemas. No hay reglas de campaña para su elección, ni existe ninguna lista de las calificaciones que debe tener, excepto la norma no escrita: Él (y siempre ha sido un él) debe ser del agrado de las grandes potencias mundiales.

En momentos en que comienza el juego para la selección del próximo secretario general de las Naciones Unidas, una coalición de organizaciones no gubernamentales, de la que Social Watch forma parte, hace un llamado para instaurar un proceso formal de aplicación, incluyendo criterios de selección transparentes, una lista oficial de candidatos y una oportunidad para que todos los países miembros puedan evaluar a los candidatos.

Esta campaña "refleja una creciente frustración con el dominio de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas" y con una elección que "se realiza en gran parte en secreto, en reuniones privadas de los miembros del consejo y duras negociaciones" entre los los cinco países con derecho a veto, comenta el influyente New York Times.

Dilma Rousseff, presidenta reelecta de Brasil, "no tiene muchas más salidas" que acercarse a los movimientos sociales y a la población en el próxima mandato, sostiene el filósofo José Antonio Moroni, miembro del Directorio Colegiado del Instituto de Estudios Socioeconómicos (INESC). "O Dilma gobierna con el pueblo en la calle apoyándola y ella orientando la reforma que todo el mundo quiere o va a tener al pueblo contra ella", opina.

Para Moroni, su primer gobierno fue "extremadamente tecnócrata", con poca relación con la sociedad y cree que si Dilma repite la estrategia de la actual legislatura y deja su "gobernabilidad" en la relación con el Congreso, estará "perdida".

En una semana, los gobiernos comienzan en las Naciones Unidas sus reuniones preparatorias de la Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo (FpD) que tendrá lugar en Addis Abeba, en julio de 2015. Esa conferencia es la última oportunidad de acordar un paquete de propuestas sobre finanzas, medidas comerciales y de gobernanza mundial antes de la reunión de la Cumbre en Nueva York en septiembre de 2015 cerrará el ciclo de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) y lanzará los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Si no hay sustancia en el documento final de Addis Abeba, no habrá tiempo para negociar "medios de implementación" significativos para los ODS dos meses después. Sin medios, el esfuerzo mundial de elaborar los ODS en los últimos años quedará en retórica vacía.

La publicación describe los porqués y los impactos del creciente peso de la cooperación financiera reembolsable en el sistema de la ayuda oficial al desarrollo.

El mantenimiento del presupuesto para ayuda reembolsable, sostiene el autor, Pablo J. Martínez Osés, en el contexto de abrupta bajada de las otras modalidades de financiación dibuja un desplazamiento de las prioridades y estrategias de la cooperación española, que trata de configurar una nueva narrativa desbordada de referencias al papel del sector privado, de los mercados y del crecimiento económico como fundamentos del modelo de desarrollo que se desea promover.

Anita Nayar, Patricia Jaramillo
y Aldo Caliari. Foto: CLADE

En pleno proceso de elaboración, los futuros compromisos mundiales con el desarrollo se vienen definiendo a lo largo de una arquitectura compleja, que involucra a distintos organismos en el interior de Naciones Unidas, bien como grupos de reflexión y elaboración conceptual que se han formado específicamente en el marco del mismo proceso. En ese sentido, comprender qué está en juego, y llevar adelante diálogos constructivos que permitan aportar a la definición de la nueva agenda de desarrollo post-2015 demanda conocer la historia y las posibilidades de incidencia abiertas por cada uno de esos espacios. Este ha sido el foco de los debates en el Panel Agenda de Desarrollo Post 2015: ¿Qué está en juego?, en la tarde del 26 de octubre, que tuvo la participación de Anita Unni Nayar, al lado del director del proyecto Repensando Bretton Woods, Aldo Caliari


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