Manufacturando un Estado fallido

Eritrean Movement for Democracy and Human Rights (EMDHR)
Daniel R. Mekonnen

Elogiado en su momento como uno de los Estados más prometedores de África, el país se ha convertido en la víctima de un régimen autoritario y militarizado. Eritrea ha descendido rápidamente a niveles intolerables de represión política, la cual induce a la pobreza extrema y a la "anomia social", un entorno que impide el cumplimiento de los compromisos con el desarrollo sustentable a nivel internacional, el crecimiento económico y el progreso. El obstáculo fundamental de la represión política solo puede ser removido con la ayuda de la presión externa sobre el Gobierno eritreo.

En una conferencia académica, en noviembre de 2010, el investigador francés Gerard Prunier, un especialista en el Cuerno de África y en África oriental, describió a Eritrea como una de "las peores y más duras dictaduras en cualquier continente" y como "un infierno en la Tierra”[1]. Esto no fue una hipérbole. El Gobierno ha declarado la guerra contra su propio pueblo. La peor manifestación de esta situación es la predominante práctica del trabajo forzado bajo el camuflaje del programa nacional de servicio militar (NMSP, por sus siglas en inglés), que ha mantenido a cientos de miles de eritreos bajo un yugo dictatorial intolerable.

A pesar de la amenazante crisis económica, social y política, que ha sido ampliamente detallada, el Gobierno se niega obstinadamente a reconocer la realidad en el terreno de los hechos. Por el contrario, el presidente Isaias Afwerki ha proclamado al país como el mejor de África. Interrogado por Al Jazeera TV acerca de sus aspiraciones para Eritrea, declaró: "Estamos encauzados a hacer las cosas bien en este país ... Por lo menos no vamos a ser como Kenia, Nigeria, Etiopía, Somalia, Sudán; nosotros estamos mejor. Somos número uno en este continente”[2].  Pero el Índice Global del Hambre 2010 tiene una visión diferente, al clasificar a Eritrea, junto a Chad y a la República Democrática del Congo, como uno de los tres países africanos con niveles alarmantes de hambre[3]. En el contexto de éste y otros informes fidedignos, el comentario de Afwerki debe ser visto como una afrenta al sufrimiento del pueblo eritreo.

Un laboratorio para experimentos fallidos

Como se ha señalado anteriormente, la política abusiva del Gobierno en lo que refiere al servicio militar obligatorio es la principal causa de vulnerabilidad en Eritrea. Si bien el país nunca ha llevado a cabo un censo, la proporción de la población que está obligada a realizar el servicio militar parece ser excesivamente alta. Un estudio reciente estimó la población del país en 3,6 millones[4].  En 2010 el ejército de Eritrea tenía un estimado de 600.000 soldados[5], lo que sería un extraordinario 16,6% del total de la población. Este servicio militar obligatorio hace que resulte muy difícil para los ciudadanos comunes realizar sus aspiraciones personales en la vida, incluso si no se ven personalmente afectados por las abominables violaciones a los derechos humanos llevadas a cabo por el Gobierno, tales como la tortura y el encarcelamiento.

Desde el estallido de un conflicto fronterizo con Etiopía en 1998, el Gobierno ha ampliado arbitrariamente, de 18 meses a un período indeterminado, el estatuto del NMSP. Bajo esta política abusiva la totalidad de los adultos, hombres y mujeres, hasta la edad de 45 años están sujetos a lo que equivale a la esclavitud o al trabajo forzoso, tanto en campamentos militares y trincheras limítrofes con Etiopía como trabajando bajo un estricto régimen militar para corporaciones que son propiedad del Estado y de generales del ejército.

La situación actual podría ser aún peor. Se cree que más de un millón de eritreos viven fuera del país – una de las comunidades de diáspora más grandes del mundo. Por lo tanto, la población nacional podría ser inferior a 2,6 millones. Esto haría que la proporción de población en el ejército fuera cercana al 23%. Según el Grupo Internacional de Crisis (ICG, por sus siglas en inglés), un destacado grupo de especialistas en temas de seguridad humana, el límite máximo de movilización militar está normalmente considerado en el 10% de la población total. Más allá de este porcentaje, la sociedad deja de funcionar con normalidad[6].

La académica Nicole Hirt define la "anomia social", como un estado de alteración a gran escala del orden y la desintegración de la sociedad resultante de la incapacidad de una gran parte de la sociedad de realizar aspiraciones personales[7]. En la misma línea, Tricia Redeker Hepner y David O’Kane han investigado el extraño estado de situación en Eritrea empleando el concepto de biopolítica, que definen como "un despliegue de tecnologías disciplinarias dirigido por el Estado hacia individuos y grupos poblacionales[8]." Este estudio señala que Eritrea se ha convertido en el último laboratorio para la experimentación en políticas económicas, sociales y políticas que con anterioridad se habían verificado desastrosas en una serie de regímenes represivos arcaicos.

Dado el alto nivel de movilización militar, no es ninguna sorpresa que el Gobierno de Eritrea sea acusado de apoyar grupos armados que abarcan desde Al Shabab en Somalia a los Tigres Tamiles en Sri Lanka. El alegato anterior es apoyado por expertos de la ONU[9], y dio lugar a una severa sanción adoptada por el Consejo de Seguridad de la ONU en diciembre de 2009 (Resolución 1907). También es importante tomar en cuenta que Eritrea está dirigida actualmente por un Gobierno que no duda en establecer vínculos con individuos o grupos globalmente condenados por su participación en una serie de actividades ilícitas.

La receta para un Estado fallido

El país está al borde de convertirse en otro Estado fallido en el Cuerno de África, una región descrita como el rincón más conflictivo del mundo desde el final de la Segunda Guerra Mundial[10]. Durante las últimas seis décadas, la guerra, el desplazamiento, la pobreza extrema y la represión han sido los sellos distintivos de esta región. En los últimos 20 años Somalia se convirtió en un Estado fallido, y la probabilidad de que Eritrea siga sus pasos no es descabellada. El ICG planteó esta posibilidad en un informe, de septiembre de 2010, que calificó esto como un peligro real en ausencia de una intervención internacional efectiva y oportuna. Dos de los factores principales citados son "la falta generalizada de apoyo para el Gobierno dentro del país y el estado de deterioro del ejército cuya capacidad, tanto para mantener el régimen de Isaias Afwerki como para gestionar con éxito la transición del régimen, es cada vez más cuestionable[11]."

Al negarse a aceptar asistencia humanitaria, bajo el pretexto de la confianza en sí mismos, el Gobierno ha condenado a la población a un sufrimiento prolongado. Recientemente el Gobierno rechazó una oferta de asistencia humanitaria en el Marco de Asistencia de las Naciones Unidas para el Desarrollo (UNDAF, por sus siglas en inglés). La decisión fue formalmente anunciada en una carta del Ministro de Hacienda el 25 de enero de 2011[12]. Eritrea ocupa el tercer lugar en el mundo en dependencia de ayuda[13]; la decisión del Gobierno de suspender o cuando menos reducir las actividades del UNDAF se da en un momento en que dicha asistencia es de urgente necesidad para el pueblo eritreo.

Éxodo masivo

A lo largo de su breve historia, Eritrea ha sido uno de los principales países productores de refugiados del mundo. Durante la lucha armada por la liberación, la causa principal del éxodo masivo fue la brutalidad del ejército de ocupación etíope. Después de que el país lograra su independencia en 1991, la emigración disminuyó precipitadamente. Sin embargo, esta tendencia cambió a raíz del conflicto fronterizo con Etiopía acaecido entre 1998 y 2000. Desde septiembre de 2001 la principal causa del éxodo masivo ha sido la brutalidad del Gobierno de Eritrea. Nathaniel Meyers, quien viajó al país a mediados de 2010, cristalizó la situación con su observación de que Prison Break[14] se ha convertido en una de las series de televisión más populares[15]. Esta metáfora describe la tragedia de Eritrea, que se ha convertido en una gigantesca prisión al aire libre donde cada eritreo y cada eritrea se consideran a sí mismos y a sí mismas un preso más mientras que los familiares fuera del país son considerados potenciales salvadores.

Del mismo modo, Gaim Kibreab describe a Eritrea como una sociedad severamente afectada por una "poderosa obsesión de migrar"[16]. El éxodo masivo comienza, por lo general, escapando a través de la frontera hacia Sudán o Etiopía, y continúa hacia Libia y luego hacia la costa italiana, el primer destino europeo de numerosos solicitantes de asilo. Este viaje es extremadamente peligroso. El sufrimiento que padecen los eritreos en el cruce del desierto del Sahara (incluyendo el desierto del Sinaí), y el Mar Mediterráneo es solo comparable a las dificultades extremas representadas en las novelas best-seller o en las películas de aventuras de Hollywood. El trauma y el daño psicológico resultante es difícil de imaginar. Quizás el incidente reciente más descorazonador se produjo en marzo de 2011, cuando una embarcación que transportaba a 335 refugiados que huían del conflicto en Libia de los cuales 325 eran eritreos, zozobró por causas que se desconocen. La totalidad de las personas a bordo, incluyendo mujeres embarazadas y niños, perecieron[17]. Para los eritreos, este fue uno de los desastres más terribles de los últimos tiempos.

No hay cabida para levantamientos populares

Desde finales de 2010 y hasta principios de 2011 una ola de levantamientos populares sin precedentes ha derrocado los regímenes represivos en varios países de África del Norte y de Oriente Medio. Algunos observadores han pronosticado que este recrudecimiento se puede extender a otros países que continúan siendo gobernados por regímenes represivos. En el caso de Eritrea, señala Will Cobbett, esto es muy poco probable que suceda en un futuro próximo por varias razones[18]:

En primer lugar, la totalidad de la población capacitada de Eritrea está estrictamente regimentada por una disciplina militar absoluta como resultado del interminable programa del NMSP. En segundo lugar, Eritrea no tiene ninguna forma de oposición oficial que pudiera generar el tipo de levantamiento popular que ha sido visto en Túnez, Egipto y otros países. En septiembre de 2001, el Gobierno aplastó sin piedad el primer movimiento de reforma post-independentista. Desde entonces no ha surgido ninguna oposición o disidencia interna.

En tercer lugar, uno de los principales catalizadores del cambio en otros países, Internet, está estrechamente controlada por el Gobierno y Eritrea tiene una de las penetraciones más bajas de Internet en el mundo, muy por debajo de la de los países del norte de África y Oriente Medio. Sólo el 4% de los eritreos tienen acceso a Internet, y el Gobierno rápidamente podría cortar este acceso: "no es necesario que Isaias [Afwerki] cierre Twitter o Facebook – pero podría hacerlo si así lo quisiera, ya que él controla el monopolio proveedor de telecomunicaciones –[19]."

Cuarto, teniendo bajo control el único canal de televisión, la única estación de radio y el único periódico (difundido e impreso en cada idioma nacional), el Gobierno tiene un completo monopolio de la información. Según Reporteros Sin Fronteras y el Comité para la Protección de los Periodistas, Eritrea se ubica como el último país del mundo en lo que refiere a la libertad de prensa y ha encarcelado a más periodistas que ningún otro país de África[20]. También es el único país de África sin un solo periódico privado o cualquier otro tipo de medio de comunicación. Sin embargo, la posibilidad de una rebelión popular no puede ser del todo descartada.

El camino a seguir

Junto con la constricción del espacio político, eliminada cualquier posibilidad de una oposición oficial o de cualquier forma de disidencia, Eritrea también padece crecientes niveles de aislamiento internacional. En este entorno, que el ICG ha descrito como "el estado de sitio", el país puede a duras penas cumplir a cabalidad su compromiso internacional con el desarrollo sustentable. El crecimiento económico sustentable y el progreso solo pueden acontecer si inmediatamente se resuelve el problema fundamental de la represión política. Esto demandaría que se ejerciera la presión suficiente como para obligar al Gobierno a abrir un espacio político. Como socio principal para el desarrollo del país, la Unión Europea (UE) cuenta con una amplia influencia diplomática y política. Una forma en que podría utilizar esto es haciendo que la futura ayuda al desarrollo dependa de la abolición del indefinido NMSP, de la celebración de elecciones nacionales largamente prometida, de la implementación de la constitución largamente retrasada y de la liberación de los presos políticos y de otros prisioneros. Estas son algunas de las medidas más importantes que deben preceder a la planificación a largo plazo para el desarrollo sustentable.

[1] Prunier, G., Eritrea and its Discontents, discurso pronunciado en la Conferencia de la Association for the Study of the Middle East and Africa (ASMEA), (5 de noviembre de 2010).

[2] Dutton, Jane, “Entrevista con Isaias Afwerki”, Al Jazeera TV, (19 de febrero de 2010).

[3] International Food Policy Research Institute (IFPRI), 2010 Global Hunger Index, (2010), <www.ifpri.org/sites/default/files/publications/ghi10.pdf >.

[4] Russell, George, “Eritrea to UN: Take This Aid and Shove It, Fox News, (30 de marzo de 2011).

[5] Fundación Bertelsmann, Bertelsmann Transformation Index 2010: Eritrea Country Report, 2 y 13.

[6] International Crisis Group (ICG), “Eritrea: The Siege State”, Africa Report No. 163, (21 de setiembre de 2010), p. 13.

[7] Hirt, Nicole, “‘Dreams Don’t Come True in Eritrea’: Anomie and Family Disintegration due to the Structural Militarization of Society”, GIGA Working Papers, 119/2010, (enero de 2010), pps. 7-9; Merton, Robert K., Social Theory and Social Structure (New York: The Free Press, 1995) pps. 131–132, 163.

[8] Redeker, Tricia, y O’Kane, David, “Introduction” in O’Kane, David, and Redeker, Tricia (eds.) Biopolitics, Militarism and Development: Eritrea in the Twenty-First Century (Oxford & New York: Berghan Books, 2009).

[9] Ver los informes periódicos de UN Monitoring Group on Somalia and Eritrea.

[10] Shinn, D.H., “Challenges to Peace and Stability in the Horn of Africa”, (California: World Affairs Council of Northern California, 12 de marzo de 2011).

[11] ICG, op cit., ver arriba la nota 6, ii.

[12] Fox News, Eritrea to UN: Take This Aid and Shove It, (30 de marzo de 2011).

[13] NationMaster, Aid as per cent of GDP.

[14] Prison Break es una serie de la televisión estadounidense que cuenta la historia de un hombre que ha sido acusado equivocadamente de asesinato y sentenciado a muerte.

[15] Meyers, Nathaniel, “Africa’s North Korea: Inside Eritrea’s Open-Air Prison,” Foreign Policy, (New York: 2010).

[16] Kibreab, G., “The Eritrean Diaspora, the War of Independence, Post-Conflict (Re)-construction and Democratisation” en Johansson Dahre, Ulf, (ed) The Role of Diasporas in Peace, Democracy and Development in the Horn of Africa (Lund: Lund University, 2007), p. 99.

[17] Assena.com, 335 Refugees Perished in the Mediterranean Sea, (11 de abril de 2007).

[18] Cobbet, W., Tunisia, Egypt, Libya … Why Eritrea Won’t be Next, (2011).

[19] Ibidem.

[20] Comité para la Protección de los Periodistas, Iran, China Drive Prison Tally to 14-Year High, (2010); Reporteros Sin Fronteras, 2010 Press Freedom Index, (Paris: 2010).


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