Equidad de género y desarrollo van de la mano, según nuevo estudio

“Mejorar la equidad de género podrá ser una meta claramente valiosa en sí misma. De todos modos, un conjunto de investigaciones sustanciales sugiere ahora que esa equidad y el cumplimiento de otros objetivos de desarrollo, como la salud, la educación y los derechos sociales y económicos, e incluso el crecimiento, son inseparables”, escribió Terra Lawson-Remer, experta del Council on Foreign Relations (CFR), respaldada por varios estudios estadísticos, entre ellos el Índice de Equidad de Género de Social Watch.

 

“Una atenta mirada a los datos revela que las sociedades con mayor equidad de género alcanzan un nivel más alto en el cumplimiento de los derechos sociales y económicos para todos sus integrantes”, observó Lawson-Remer en un artículo publicado en el sitio web Development Channel, del CFR, centro de estudios y organización civil independiente con sede en Estados Unidos.

Lawson-Remer, a cargo de análisis sobre sociedad civil, mercados y democracia en el CFR, destacó que “mayores niveles de educación y alfabetización femenina reducen la mortalidad infantil y mejoran los resultados educativos de la generación siguiente”.

“La presencia de mujeres en posiciones de liderazgo político parecen aumentar la escolaridad de las niñas. La salud infantil se ve influida por el poder de negociación de las mujeres en el hogar. Menores tasas de fertilidad, también asociadas con mayores logros educativos para las mujeres, pueden tener un efecto positivo en el crecimiento, mientras la inequidad en la educación lo socava”, anotó la experta, también cofundadora y codirectora de la Economic and Social Rights Empowerment Initiative que elabora el Índice de Cumplimiento de los Derechos Económicos y Sociales (SERF).

Los estudios estadísticos mencionados por Lawson-Remer –el Índice de Desigualdad de Género (IDG) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Índice de Equidad de Género (IEG) de Social Watch y el SERF– confirman que la reducción de la brecha entre mujeres y hombres contribuye con el avance social y económico de los países.

En su artículo, Lawson-Remer destacó que el Índice de Desarrollo Humano (IDH) producido por el PNUD “descubre una amplia correlación entre inequidad de género y resultados en materia de desarrollo humano”.

“Los países con menor puntaje general tienen resultados mucho más pobres en las mediciones de equidad de género que los mejor ubicados”, agregó.

“En mis propias investigaciones [relativas al Índice SERF], así como en un libro que publicará la editorial de la Universidad de Oxford este invierno [boreal], mis colegas y yo detectamos una fuerte correlación entre equidad de género y cumplimiento de los derechos sociales y económicos”, sostuvo la experta.

Cruzando datos

Lawson-Remer corroboró esta conclusión cruzando datos del Índice SERF con los del IEG de Social Watch procedentes de 93 países, y también la estadística del SERF con la del IDG del PNUD correspondiente a 84 países.

El Índice SERF evalúa la realización de los derechos económicos y sociales a la alimentación, la vivienda adecuada, la salud, la educación, el trabajo decente y a la seguridad social, y la protección contra la discriminación. Por su parte, el IEG mide la brecha entre hombres y mujeres en materia de educación, actividad económica y empoderamiento político. El IDG, en tercer lugar, refleja las desventajas de las mujeres en tres dimensiones: salud reproductiva, empoderamiento y trabajo.

“La correlación entre la equidad de género y el cumplimiento de los derechos económicos y sociales se observa también a nivel regional, con la notable excepción de Medio Oriente y África septentrional, donde la realización de esos derechos es relativamente alta pero la equidad es baja. Hay también una brecha considerable en Asia meridional”, indicó Lawson-Remer.

“La relación entre inequidad de género y resultados en materia de desarrollo no es, al parecer, unidireccional”, añadió. “Por ejemplo, hay fuerte evidencia de que la desigualdad entre hombres y mujeres disminuye a medida que los países se enriquecen, lo cual sugiere que el crecimiento económico podría conducir a mejores resultados en cuestiones de género. Y recientes investigaciones indican que las mujeres pueden resultar desproporcionadamente perjudicadas por las recesiones mundiales: en los países en desarrollo, donde [el trabajo de las mujeres] se concentra en las industrias exportadoras y en el turismo, la pérdida de empleo para ellas es mayor que para los hombres.”

“Consideradas juntas, sin embargo, las evidencias sugieren que aumentar las oportunidades sociales y económicas y la representación política de las mujeres tiene un efecto dominó en la salud, la educación y en los resultados socio-económicos de toda la sociedad y de la generación siguiente. Equidad de género y concreción de derechos sociales y económicos van de la mano”, concluyó Lawson-Remer.

La inequidad es evidente en la economía y la política

Según las cifras actualizadas del IEG publicado este año por Social Watch, los avances hacia la equidad en la educación de las mujeres de todo el mundo todavía están lejos de asegurarles la parte que les corresponde del poder político y económico.

La participación de las mujeres en la fuerza laboral es apreciablemente menor que la de los hombres. Tienen sueldos considerablemente menores por el mismo tipo de trabajo, y un porcentaje mayor de las mujeres trabajan en empleos vulnerables o irregulares. Pero lo más destacado que muestra el índice es que los logros inferiores de las mujeres en participación económica y empoderamiento político se repiten en cada uno de los 154 países estudiados


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